La necesidad de una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra

26/04/2009
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Breve resumen del Discurso del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma, realizado el 22 de abril en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre

 

El Siglo XX ha sido el Siglo de los derechos humanos. Primero con la aprobación de los derechos civiles y políticos en 1948, y segundo, con la aprobación de los derechos económicos sociales y culturales en 1966.

Ahora, el Siglo XXI debe ser el Siglo de los derechos de la Madre Tierra y de todos los seres vivos.

Para vivir en armonía con la naturaleza debemos reconocer que no solo los seres humanos tenemos derechos sino que también el planeta, los animales, las plantas y todos los seres vivos tienen derechos que debemos respetar.

Lo que nos está pasando ahora con el cambio climático es precisamente por no respetar los derechos de la Madre Tierra.

La Organización de las Naciones Unidas es quien tiene que hacer respetar los derechos de la Madre Tierra y los otros seres vivos. El gran desafío de las Naciones Unidas del Siglo XXI es pensar y velar por los derechos de todos y de todo.

Se que esta tarea no será fácil. Muchas personas, en particular abogados, van a decir que solo los seres humanos tenemos derechos. Sé que nuestro planteamiento es difícil de aceptar porque algunos seres humanos se creen el ombligo del mundo y… del universo. Pero sé también que al final se impondrá la razón, la sensatez y la realidad. Por que la vida humana no es posible sin nuestra Madre Tierra.

Los 192 gobiernos tenemos el desafío de consensuar la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra.

Para contribuir a esta tarea quiero proponerles cuatro derechos que en principio consideramos deberían estar en dicha Declaración:

  1. El derecho a la vida, que significa el derecho a existir. El derecho a que ningún ecosistema, ninguna especie animal o vegetal, ningún nevado, río o lago sea eliminado o exterminado por una actitud irresponsable de los seres humanos. Los humanos tenemos que reconocer que también la madre tierra y los otros seres vivientes tienen derecho a existir y que nuestro derecho termina allí donde empezamos a provocar la extinción o eliminación de la naturaleza.

  2. El derecho a la regeneración de su biocapacidad. La Madre Tierra tiene que poder regenerar su biocapacidad. La actividad humana sobre el Planeta Tierra y sus recursos no puede ser ilimitada. El desarrollo no puede ser infinito. Hay un limite, y ese límite es la capacidad de regeneración de las especies animales, vegetales, forestales, de las fuentes de agua y de la propia atmosfera. Si los seres humanos consumimos y peor aun derrochamos mas de lo que la Madre Tierra es capaz de reponer o recrear entonces estamos matando lentamente nuestro hogar, estamos asfixiando poco a poco a nuestro Planeta, a todos los seres vivos y a nosotros mismos.

  3. El derecho a una vida limpia, que significa el derecho de la Madre Tierra a vivir sin contaminación. Porque no solo los humanos tenemos derecho a vivir bien, sino que también los ríos, los peces, los animales, los árboles y la tierra misma tienen el derecho a vivir en un ambiente sano, libre de envenenamiento e intoxicación.

  4. El derecho a la armonía y al equilibrio con todos y entre todos y todo. Es el derecho a ser reconocida como parte de un sistema del cual todo y todos somos interdependientes. Es el derecho a convivir en equilibrio con los seres humanos. En el Planeta hay millones de especies vivas, pero solo los seres humanos tenemos la conciencia y la capacidad de controlar nuestra propia evolución para promover la armonía con la naturaleza.

Hasta ahora los humanos hemos sido prisioneros de las fuerzas del capitalismo desarrollista que coloca al hombre como el dueño absoluto del planeta. Ah llegado la hora de reconocer que la tierra no nos pertenece sino que mas bien nosotros pertenecemos a la tierra. Que nuestra misión en el mundo es velar por los derechos no solo de los seres humanos sino también de la Madre Tierra y de todos los seres vivos.

https://www.alainet.org/es/articulo/133458
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