Dos días de reuniones de presidentes en Viña del Mar

Una Cumbre Progresista donde varios de sus asistentes no dan ese perfil

30/03/2009
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El domingo 29 de marzo culminó una cumbre de dos días en Chile. Supuestamente agrupaba a gobernantes progresistas, pero el británico Gordon Brown y el norteamericano Joe Biden no tienen nada de tales.

Cada tanto se reúnen presidentes, vicepresidentes y primeros ministros autotitulados “progresistas”, para considerar temas políticos y económicos de actualidad. El fin de semana pasado la cita fue en Viña del Mar, donde Michelle Bachelet hizo de anfitriona de una quincena de gobernantes que, como era de esperar, pusieron al tope de la agenda la crisis económica y política internacional.

Desde ese ángulo la chilena fue una especie de partido semifinal, previo a la cita decisiva del 2 de abril en Londres, cuando se reúna el “Grupo de los 20”. Argentina estuvo en la reunión de Chile y estará también en la de Inglaterra, con un discurso básico que incluye la reforma de la arquitectura financiera internacional, la mayor provisión de fondos para que el Banco Mundial y el BID presten a los países sin tantas condicionalidades, y una serie de cambios a la estructura del FMI.

La vocera de esos planteos fue Cristina Fernández, quien departió con Bachelet, Brown, Biden, Tabaré Vázquez, Lula da Silva, José Luis Rodríguez Zapatero y otros líderes de naciones más lejanas, como el primer ministro de Noruega, Jens Stoltenberg.

La presidenta argentina, el canciller Jorge Taiana y el embajador en Washington, Héctor Timmerman, salieron muy satisfechos con la supuesta buena onda con que el resto de los participantes habían tomado los aportes a la Cumbre. La delegación cree, sobre esa base, que el cónclave del “G-20” será muy positivo y confía en que se puedan implementar las reformas propuestas.

Este cronista se permite disentir con esa valoración tan exageradamente optimista de la reunión en Chile y de su presunto desemboque exitoso en Londres. Es que tratando con los representantes del imperio y de la “vieja raposa” Inglaterra, uno debería ser un poco más precavido. De todos modos para el 2 de abril falta poco tiempo y se podrá hacer un balance fundado en hechos.

Un primer elemento para poner en tela de juicio esos pronósticos optimistas “a lo Panglós”, personaje de Voltaire, fue la reunión que Cristina tuvo con el premier británico, donde le planteó dos cosas relacionadas con Malvinas. Que el Foreing Office acepte sentarse a hablar de soberanía con el Palacio San Martín. Y que se permita un vuelo de los familiares de soldados argentinos muertos en las islas para poner un monumento en Darwin.

Brown dijo a las dos cosas que no, como antes dijeron no desde la conservadora Margaret Thatcher hasta el laborista Tony Blair. No, hasta que los isleños lo acepten, respondió sobre el primer pedido. No, hasta que Argentina no acepte vuelos comerciales desde y hacia las islas que pasen por su espacio aéreo continental. Todo very british: ¿qué tiene Brown de progresista? Su administración mantiene usurpada militarmente una parte de la Argentina, continuando con la situación colonial iniciada en 1833.

¿Biden progresista?

Por otro lado hay que recordar que el Reino Unido de Gran Bretaña fue en tiempos de Blair, con Brown ocupando funciones ministeriales y en la cúpula del gobernante Partido Laborista, el más estrecho aliado de George Bush para invadir Irak. El trío de los Azores fue el mote del texano, Blair y el derechista español José María Aznar, que reunidos en ese lugar cinco días antes del inicio de la agresión a Bagdad, dieron luz verde a la guerra.

Blair designó a Brown como su sucesor en Downing Street 10, la morada de los primeros ministros. Y hasta ahora el gobernante ha sido funcional a esa herencia.

Si el imperio británico no es capaz de abrir una negociación por unas islas ajenas y relativamente poco importantes, tal como lo demanda Naciones Unidas desde hace años, ¿no es de extrema candidez creer que se desprenderá de una parte de sus riquezas para hacer un aporte solidario y salir de la actual crisis internacional?

Otro de los invitados, con el que también se reunió la mandataria argentina, fue el vicepresidente estadounidense. En Viña del Mar, Biden admitió que su país tiene una parte de la responsabilidad en la crisis. Para varios de los jefes de Estado presentes se quedó recontra-corto. ¿Parte de la responsabilidad? La realidad indica que tiene la mayor culpa en lo sucedido, pues el estallido se comenzó a incubar bajo la administración Clinton y se desbocó con Bush, cuando Wall Street se vino abajo.

Biden, viejo zorro, fue al país trasandino a ganar tiempo, a estirar las cosas como para que el gobierno de Barack Obama pueda fortalecerse y dictar en mejores condiciones los términos de la reformulación del sistema financiero y político global. Por eso el vice pidió a sus contertulios “un poco de paciencia para hacer todo lo que podamos hacer”. Y por supuesto, todos ellos, congratulados de que haya asistido, estuvieron dispuestos a darle todo el tiempo del mundo, pese a que por la gravedad de la crisis habría que actuar con la lógica de los bomberos.

Si Biden es progresista, Tabaré Vázquez es Napoleón. La verdad es otra. Fue senador desde 1973 hasta el 20 de enero de 2009, cuando juró como número 2 de Obama. Un típico exponente del establishment de Washington que a lo largo de su dilatada carrera ha sido titular de varias comisiones clave del Senado, como la de Asuntos Exteriores. Y desde esas funciones ha tenido una actuación contraria a los pueblos del mundo, en defensa de los intereses de la superpotencia. Por caso, fue un decidido impulsor de la guerra contra Irak, secundando los planes guerreristas de Bush-Cheney-Rumsfeld y lo peor de la política pentagonista. Desde 2002 venía insistiendo en que Saddam Hussein era una amenaza a la seguridad nacional y que no había opción más que su eliminación. Y hoy secunda los planes de Obama para mandar 17.000 soldados más a Afganistán, donde ya hay 36.000. En vez de 2.000 millones de dólares mensuales, eso costará el doble a los estadounidenses de a pie. ¿Eso es progresista?

Socialistas a la violeta

Entre otras posturas no acordes al progresismo, en septiembre de 2008 se supo por información del The New York Times que “Biden se había separado de la doctrina del partido sobre los derechos de aborto, declarando que como católico cree que la vida inicia con la concepción”.

En esto se pudo dar la mano en Viña del Mar con el oncólogo Vázquez, que en Montevideo vetó la ley de despenalización del aborto que había aprobado el parlamento.

Las severas limitaciones a ese derecho de las mujeres, como recurso último y penoso, también existen en Chile, pese a tener una presidenta, mujer y socialista. Es que Bachelet no es verdaderamente socialista sino a la violeta, o socialdemócratas, y de los tiempos en que el imperio rugía como un león.

De Argentina mejor no hablar, porque en este tema –despenalización del aborto- está viviendo aún en tiempos de las cavernas y la presidenta dijo varias veces que es antiabortista. Que era peronista y no progresista. Sin embargo fue a la cita supuestamente de ese último color tras la cordillera.

La reunión de marras culminó el domingo. Esa noche, con los participantes ya en vuelo de regreso a sus países, hubo una dura represión policial y de Carabineros a las movilizaciones populares que en Santiago de Chile recuerdan el “Día del joven combatiente”. La fecha, instituída en 1985, homenajea a los jóvenes en nombre de los hermanos Eduardo y Rafael Vergara Toledo, asesinados por la policía en el marco de una protesta contra la dictadura de Augusto Pinochet. Este domingo hubo 79 detenidos y decenas de heridos. El año pasado hubo un manifestante muerto y 800 presos. Son los límites del progresismo en Chile; La Moneda  remolonea incluso para avanzar en la negociación con Bolivia para que ésta recupere una salida al mar.

Un dato revelador de los límites de Viña del Mar es que estuvieron ausentes los verdaderos progresistas de la región: los presidentes Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia) y Rafael Correa (Ecuador). Puede haber ocurrido que no fueron invitados por la anfitriona Bachelet o bien que fueron vetados por Biden-Brown, que no querían polemizar sobre las responsabilidades de la crisis y las propuestas de salida formuladas por Chávez. Quiere decir que fue una Cumbre Progresista sin los que lo son de verdad. Si así va a ser la reunión del “G-20” en Londres, a la crisis no le harán ni cosquillas.

https://www.alainet.org/es/articulo/133058?language=en
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