El tedio de Davos y las luces de Belem

11/02/2009
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  • Opinión
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Al despuntar el siglo XXI, la escena internacional se singulariza por la confluencia de dos colosales derrumbes: a) el económico/financiero, producto de contradicciones consustanciales al régimen de producción capitalista y al agotamiento mismo de ese sistema y b) el ambiental, derivado del desequilibrio de las relaciones entre los seres humanos y su entorno material.

¿Cómo la humanidad pudo llegar a semejantes abismáticas situaciones que amenazan con la liquidación de toda forma de vida en el planeta?

Antecedentes necesarios

Trataré de aproximarme a esta cuestión mediante un escrutinio sumario de algunas concepciones filosóficas y éticas que han guiado la praxis social de Occidente; específicamente, a través de algunas acotaciones centradas en la categoría evolución/involución.

La preocupación por el devenir de esa compleja y sui generis entidad denominada sociedad humana tiene lejanos antecedentes en el pensamiento de Occidente.

En efecto, la idea de evolución social aparece ya entre los clásicos grecolatinos. Pensadores como Hesíodo, Homero y Séneca reflexionaron sobre el desenvolvimiento de los grupos humanos, únicamente que lo hicieron desde una hipótesis de evolución regresiva de la especie (“la degeneración del oro hasta el hierro”; en esta concepción, los tiempos dorados siempre estuvieron atrás).

Durante la Edad Media se abre un paréntesis en la percepción secular del proceso social, y tal enfoque fue sustituido por la visión escatológica provista por la Iglesia Católica, cuyo propósito era fusionar el pensamiento griego, especialmente el de Aristóteles, con la doctrina cristiana. Más que explicar los fenómenos sociales, la preocupación de la escolástica constituyó la formulación de normas absolutas de conducta sustentadas en principios religiosos.

Para la escolástica, las actividades económicas carecían de importancia, puesto que el mundo presente era solo la preparación para un futuro extraterrenal, y, en tanto comportaban solo un aspecto del quehacer humano, habían de ser juzgadas bajo normas de moralidad.

El fin del medioevo marca el retorno de la visión secular para la explicación del desenvolvimiento social. El principal expositor de la nueva corriente fue el italiano Juan Bautista Vico, quien planteó la hipótesis de una evolución cíclica de las sociedades (
corsi e ricorsi), proceso ondulatorio que además obedecería a múltiples determinaciones.

Esta prometedora concepción fue eclipsada por la Reforma Protestante que, al admitir la moralidad del lucro en la vida de las sociedades, contribuyó decididamente al advenimiento de la Modernidad. Recordar que hasta entonces la usura –ateniéndose al discurso aristotélico- estuvo proscrita por la Iglesia Católica.

La consolidación de la Modernidad

Las
revoluciones burguesas, resultantes de la derrota del viejo y absolutista orden feudal por acción de los destacamentos del “estado llano”, tuvieron como soporte los enormes flujos de riqueza –bienes y dinero- hacia la colonialista Europa, así como los cruciales descubrimientos en los ámbitos de la astronomía, la mecánica, la navegación, la manufactura de armas. Sobre este “piso” material, la victoriosa burguesía edificará la institucionalidad democrática formal/representativa, con eje en la propiedad privada, la libertad de contratación, la libertad de comercio, los salarios y precios monetarios, el mercado capitalista…

De modo sintético podría decirse que la confluencia del dinero y la ciencia positiva (experimental), componentes de la razón instrumental, se situaron en la raíz de los Tiempos Modernos y sus corolarios ideológicos del Progreso, el Crecimiento, el Desarrollo (las mayúsculas son intencionales).

Las burguesías metropolitanas, pertrechadas de los poderosos y amorales instrumentos de la razón instrumental, no se darán abasto en la conquista material y espiritual del mundo, casi siempre asistidas por clases dominantes cipayas.

Desde el siglo de la Ilustración hasta los tiempos que corren, el propósito medular del discurso de la dominación de países y continentes no ha sido otro que persuadir a los “condenados de la Tierra” (Fanon) que si se dejan guiar por el dinero (esa “ramera universal”, al decir de Shakespeare) y por la ciencia y la técnica de las metrópolis (esas diosas que no hablan idiomas del Sur), “ríos de leche y miel” desembocarían hasta en los lugares más remotos del planeta.

Esta visión ilusoria y fundamentalista del desenvolvimiento humano ha apelado cada vez más al auxilio del pensamiento económico liberal, tanto clásico (Smith y su “mano invisible”), como neoclásico (Walras y su famoso “equilibrio general”) o herético (Keynes y su “gasto compensatorio” para enjugar las crisis cíclicas del capitalismo). Vertientes todas ellas derivadas de un enfoque reduccionista y hedonista de la naturaleza humana.

Este fundamentalismo económico –economicista, para ser más preciso- comporta, por un lado, una auténtica religión (la religión monoteísta del mercado, según Garaudy), y por otro, en tanto ideología de la
lumpen
granburguesía mundial, ha venido evangelizando urbi et orbe con preceptos tan temibles como la incorporación a la lógica del costo/beneficio de quehaceres tan ennoblecedores y altruistas como la educación y la salud, la mercantilización incluso de las relaciones afectivas de los seres humanos y el irrespeto suicida a los recursos naturales, energéticos, bióticos y atmosféricos del planeta. En suma, la deshumanización de la humanidad y la reducción al absurdo de las relaciones mercantiles a que aludiera el argentino Ernesto Sabato en su visionario libro
Hombres y engranajes.

Cabe destacar que el socialismo estatalista europeo no logró escapar a la matriz materialista y amoral de la Modernidad, diferenciándose de Occidente únicamente en las formas institucionales de promover a la supuestamente salvacionista razón instrumental. Como se recordará, la falsa confrontación a lo largo del siglo XX entre “libre mercado” y planificación centralizada estuvo a punto de hacer estallar al planeta en más de una oportunidad.

Globalización corporativa contra globalización humanista

En los albores del siglo XXI asistimos a un “choque” cada vez más frontal entre las visiones e inferencias prácticas del todavía hegemónico paradigma de la Modernidad y las visiones alternativas y antisistémicas enarboladas por heteróclitos contingentes humanos que han resistido al Reich de los 500 años que diría Chomsky.

Dos cónclaves que tuvieran lugar a comienzos de este año han venido a colocar en el centro de la preocupación política y académica internacional los clamorosos problemas socioeconómicos/financieros y ambientales incubados por la Modernidad.

Se
alude, por un lado, a la última edición de la cumbre de Davos (Suiza) que, igual que en anteriores ocasiones, congregó a algunos cientos de figuras descollantes de la degradada burguesía transnacional (1), y por otro, al Foro Social Mundial que, en su noveno encuentro en Belem do Pará (Brasil), reunió a decenas de miles de militantes del “otro mundo posible” (los “criptoterroristas”, conforme a la taxonomía del Pentágono; los izquierdistas y ecologistas “infantiles” y principales enemigos de la “revolución” ciudadana, según el régimen ecuatoriano que encabezan los hermanos Correa).

Con el telón de fondo de la “gran crisis” del capitalismo estadounidense del 2008 y sus repercusiones a escala mundial, Davos se convirtió en sinónimo de la orfandad de ideas para superar el caos reinante especialmente en los núcleos centrales de ese régimen productivo. En otros términos, devino caja de resonancia de discursos fenomenológicos y cortoplacistas invariablemente inscritos en la fracasada lógica de la globalización corporativa.

De todas maneras, dos variantes del discurso todavía hegemónico ameritan destacarse. La una, expuesta por los epígonos del liberalismo más ortodoxo, que volvió a preconizar una suerte de fuga hacia adelante mediante la preservación del capitalismo salvaje comandado por las Altas Finanzas, adosado únicamente con la sugerencia de que los hombres-corporación reduzcan sus “exageraciones y abusos” (un pedido para que los tigres se vuelvan vegetarianos); la otra, de raigambre keynesiana, orientada –como ironiza Carlos Taibo- (2) a que socialdemócratas convertidos hace tiempo a la vulgata neoliberal estiren hacia el consumo y el empleo los ajustes y reformas recomendados por el FMI, el Banco Mundial, la OMC.

Respec
to de la hecatombe ambiental, Davos volvió a insistir en las inocuas “soluciones de mercado”.

En Belem, las cosas fueron más variopintas, polémicas y promisorias.

Para comenzar, en esa ciudad ribereña del Amazonas convertida en capital mundial de la esperanza, se dieron cita más de 5 mil 600 organizaciones procedentes de más de 140 países, incluido Ecuador, que cumplieron más 2 mil 400 actividades autogestionadas.

Más allá de manipulaciones gubernamentales para “cooptar” a esa suerte de Congreso de la Humanidad y de las discusiones de capilla típicas de las ONGs, Belem será recordada como tribuna de radicales propuestas e ideas-fuerza elaboradas por intelectuales solitarios o por colectivos genuinamente interesados en aportar a la crítica de la civilización del egoísmo y de las cosas, así como para la salvación de un planeta ahora en estado comatoso.


Decenas de materiales debatidos en Belem han comenzado a circular por la red dando cuenta del rico pensamiento contra la Modernización que comenzara a recuperarse, difundirse y profundizarse a partir del ¡Ya basta! zapatista del 1 de enero de 1994 (3). Luego de una primera selección de tales reflexiones, remitimos al lector a visiones y propuestas como las siguientes:  

- Leonardo Boff: “La cosmología de la dominación en crisis” (www.alainet.org/active/28812&lang= es)
- Esteban Gudiño: “La crisis económica global considerada desde una perspectiva sistémica” (www.alainet.org/active/28717&lang=es)
- Alejandro Kirk (Entrevista a Waldem Bello): “Ir más allá del capitalismo” (www.rebelion.org/noticia.php?id=79872
- Carmelo Ruiz Marrero: “El fin del crecimiento” (www.alainet.org/active/28556)
- Walter Chamochumbi: “Capitalismo global y desarrollo sostenible: analogía de un nuevo oxímoron” (www.alainet.org/active/28506&lang=es)

Con la clarividencia propia de “los de abajo”, la campaña
Movilización permanente en defensa de la Madre Tierra y los Pueblos, contra la Mercantilización de la Vida, Contaminación, Consumismo Tóxico y Criminalización de los movimientos sociales, convocada desde el seno del noveno Foro Social Mundial por la Asamblea Internacional Indígena (AII) para su cumplimiento el próximo 12 de octubre, condensa en su título acaso la mayoría de preocupaciones cardinales de los cruzados por la recuperación de lo humano perdido.

Notas

“El foro de Davos aglutina a la ‘flor y nata’ de los grandes empresarios explotadores, de especuladores y a las mafias del mundo económico y financiero ligados a la llamada economía de papel y que está haciendo añicos la economía real. A Davos se llega a hacer negocios, se montan las guerras y el negocio ligado a estas, se busca como controlar las economías de los llamados países emergentes, se reparten el saqueo de los recursos naturales y las materias primas más importantes de los países en vías de desarrollo…
Allí se resuelve como seguir expoliando a la clase trabajadora de cada país, o el carácter que debe tener el terrorismo afín a sus intereses o su presunta lucha antiterrorista”. Eduardo Andrade Bone, “Davos, o donde el capitalismo perdió la brújula” (www.argenpress.info/2009/02)

Cf. Carlos Taibo, “Belem frente a Davos” (www.rebelion.org/noticia.php?id=80211).

Ver nuestro estudio “Chiapas y Molleturo: hitos de la resistencia” (www.alainet.org/active/28450&lang=es)

 
 

(*) Ponencia presentada al Diálogo Académico “Miradas de las Ciencias Sociales hacia la Salud Pública”, evento realizado en el Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador entre el 1 y el 4 de diciembre del 2008. Texto revisado y actualizada en febrero del 2009.

- René Báez es profesor-investigador de la Universidad Central del Ecuador. Miembro de la International Writers Association, del Foro Mundial de Alternativas y del consejo editorial de la revista Pensamiento Latinoamericano y Alternativo (Buenos Aires, Argentina).

https://www.alainet.org/es/articulo/132311
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