Seguridad alimentaria y cooperativas agropecuarias

16/01/2009
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La lucha contra la pobreza  y el hambre es la acción primera y más noble  que la ciudadanía puede librar en a favor de un mundo con mayor justicia social.

La seguridad alimentaria es también parte de la agenda permanente del cooperativismo agropecuario, que tiende a organizar y potenciar la agricultura familiar y limitar la acción de los monopolios privados y empresas transnacionales en la producción de alimentos.

Una oportunidad histórica desaprovechada fue la Cumbre de la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura  y la Alimentación (FAO), en cuanto produjo muchos discursos pero pocos acuerdos prácticos y medidas estructurales.

La cumbre fue convocada por la FAO junto el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y Biodiversidad Internacional en nombre del sistema GCYAI,  se realizó del 3 al 5 de junio del 2008, en la ciudad de Roma, Italia y que congregó 500 delegados de 183 naciones.

La FAO trabaja desde el año 1945 en el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria.

No obstante, algunos aspectos positivos alcanzados en la Cumbre fueron:

a) el reconocimiento a la necesidad de aumentar la inversión en agricultura y en ayudar a los países en desarrollo a expandir su producción agrícola;

b) sobre biocombustibles agrocarburantes, agroetanol o agrodiesel como alternativa viable a los combustibles fósiles, se acordó solamente estudiar sus beneficios e incentivos para moderar el precio del petróleo, para mejorar el ingreso de los agricultores y valorar la ecocompatibilidad. Esta tendencia ha generado una antinomia “energía vs. Alimentos”, que en otras palabras nos pone en el dilema de poner comida en los tanques de los automotores o en los estómagos de las personas, especialmente  en países donde existe una fuerte presión para utilizar una mayor cantidad de maíz en la producción de etanol;

c) el llamado para favorecer diálogos multilaterales  y multiestamentarios y para realizar un esfuerzo a favor de una culminación satisfactoria de la Ronda de Doha, la actual ronda de negociaciones de la Organización Mundial de Comercio. Es decir, buscar un comercio más justo.

Es sabido, que los subsidios agrícolas les quitan competitividad  a los pequeños y medianos productores de los países en desarrollo y  distorsionan el  mercado.

Esta cumbre se realizó en un mundo donde se observa un fenómeno muy positivo y con una dimensión ética: la creciente demanda de alimentos en regiones del mundo que antes sufrían una limitada o pobre nutrición y cuya población es muy numerosa.

“Un ejemplo son  países como China e India donde viven 2.500 millones de personas y su ingreso per cápita se ha triplicado en los últimos años, Son 2.500 millones de estómagos que desean alimentarse tres veces al día y con tres veces más ingreso que haces unos años. Aquellos que sólo comían una vez al día ahora pueden hacerlo tres veces. Y los que podían comer tres veces al día ahora quieren comer alimentos de mayor calidad (más proteína animal). Por ejemplo, el consumo de carne en China pasó de 40 a 52 kilogramos per cápita entre los años 2000 y 2007. En India, en ese mismo período el consumo per cápita de arroz pasó de 103 a 157 kilogramos y el de leche de 63 a 72 litros. Es decir, tanto más personas, con tanto más ingreso, consumiendo tanto más cada uno implica que en China e India se consumen cada año tres mil millones de toneladas adicionales de alimentos” (El tiempo, 2008:31)

Si a este ejemplo de dos países que poseen el 37% de la población mundial,  le incluimos el resto de los países en desarrollo, el tonelaje de alimentos consumidos y  a consumir es mucho mayor a nivel mundial.

En función de esta demanda urgente de alimentos y de la tendencia internacional, es estratégico recuperar la representatividad, organización e idoneidad del cooperativismo agropecuario como actor clave de la agricultura familiar, por ello, proponemos diseñar nuevas políticas públicas alimentarias conjuntas y coordinadas a nivel nacional,  regional y latinoamericano con el sector cooperativo y de la economía social.

La ayuda alimentaria y las cooperativas tienen gran relación, soporte mutuo y la posibilidad de actuar recíprocamente en un desarrollo “a escala humana” por medio de sus objetivos comunes tendientes a aumentar la producción respetando el medio ambiente, mejorar el ingreso de los pequeños y medianos productores y distribuir equitativamente la riqueza según  la producción o el trabajo aportado por sus miembros.

Las cooperativas brindan servicios en poblaciones rurales aisladas y menos organizadas, proporcionado infraestructura de servicios, insumos, tecnologías apropiadas y el acceso a los mercados en mejores condiciones de competitividad. En las zonas rurales aisladas o de difícil acceso no suelen actuar las empresas transnacionales y cuando lo hacen comercialmente abusan del monopolio y convierten a los productores y su familia en mano de obra barata en sus cadenas de agroalimentarias o agroindustriales.

Porque la visión, el modelo  y la lógica de gestión de las empresas cooperativas es la antítesis de las empresas de capital monopólicas. Las prácticas monopólicas con ganancias excepcionales, determinan que los productores reciban sólo una pequeña fracción del precio al consumidor de sus productos.

Las cooperativas pueden conseguir mayor eficacia y eficiencia en la aplicación e inversión de los fondos de ayuda alimentaria en el mediano y largo, por su anclaje en las zonas rurales, su ligazón con el desarrollo local y la administración democrática.

Esta es una forma de asumir el compromiso con la seguridad alimentaria y no desperdiciar una oportunidad histórica para tantos países, que consideran a la agricultura familiar como eje del desarrollo rural.

- Eduardo H. Fontenla es Vicepresidente del Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo (CGCyM)

Notas:

-Diario El Tiempo, Bogotá, Colombia, No son los biocombustibles, 14 de junio de 2008, p. 1-31.

-La ayuda alimentaria y las cooperativas para el desarrollo. Centro Internacional de Viena, Austria. Septiembre 1988.

Apostillas. El menú de la cumbre: En la cumbre sobre alimentos de 2002, hubo escándalo dado que mientras se discutía el hambre del mundo, los delegados disfrutaban de un menú que envidiaría el Rey Sol, y de una fina selección de vinos. Para que esto no ocurriera nuevamente, en la cumbre 2008 que acaba de finalizar, en lugar de la langosta y foie gras de 2002, se sirvió mozzarella con maíz dulce, pasta con calabaza y camarones. Y un solo vino para todos

https://www.alainet.org/es/articulo/131909
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