Entrevista con Pedro Casaldáliga: Donde no hay utopía, no hay futuro
12/01/2009
- Opinión
Mons. Pedro Casaldáliga ha sido una voz firme en la defensa de que, para el socialismo nuevo, la utopía continúa. Y aclara: la utopía de que hablamos, la compartimos con millones de personas que nos precedieron, dando inclusive su sangre, y con millones que hoy viven y luchan y marchan y cantan. Para él, esta utopía está en construcción, somos obreros de la utopía.
Incluso conviviendo con el “hermano Parkinson”, como él mismo define la enfermedad de Parkinson –una enfermedad neurológica que afecta los movimientos de la persona, causa temblores, lentitud de movimientos, rigidez muscular, desequilibrio además de alteraciones en el habla y en la escritura– cariñosamente respondió a nuestras preguntas. Y, en esta entrevista con Brasil de Fato, Casaldáliga habla del “absurdo criminal de constituir la sociedad en dos sociedades de hecho: la oligarquía privilegiada, intocable, y todo el inmenso resto de humanidad arrojada al hambre, al sin-sentido, a la violencia enloquecida”. Defiende que, hoy, sólo la participación activa, pionera, de movimientos sociales puede rectificar el rumbo de una política de privilegio para unos pocos y de exclusión para la desesperada mayoría. Y advierte: el latifundio continúa siendo un pecado estructural en Brasil y en toda Nuestra América.
Brasil de Fato – ¿Cómo ha visto la devastadora crisis que ya afecta a todos los países y sobre todo a la clase trabajadora?
Mons. Pedro Casaldáliga – Con mucha indignación y revuelta; con una sensación de impotencia y a la vez la voluntad radical de denunciar y combatir a los grandes causantes de esa crisis. Olvidamos muy fácil que la crisis fundamentalmente es provocada por el capitalismo neoliberal. Irrita ver a gobernantes y a toda la oligarquía justificando que las economías nacionales deban servir al capital financiero. Los pobres deben salvar económicamente a los ricos. Los bancos sustituyen a la comida de la familia, al presupuesto para la escuela, a los equipamientos de los hospitales...
Yo estaba comentando ayer [19 de diciembre] con unos compañeros de misión que la avalancha de dimisiones acabará justificando una avalancha de atracos, por desesperación. Está creciendo cada día más el absurdo criminal de constituir la sociedad en dos sociedades de hecho: la oligarquía privilegiada, intocable, y todo el inmenso resto de humanidad arrojada al hambre, al sin-sentido, a la violencia enloquecida. Se cierran las empresas, cuando no consiguen un lucro voraz, y se cierra el futuro de un trabajo digno, de una sociedad verdaderamente humana.
- ¿Cómo analiza el papel de los movimientos sociales frente a la actual coyuntura?
Hace ya un buen tiempo, sobre todo en el Tercer Mundo (en concreto en nuestro Brasil, en Nuestra América), que científicos sociales y dirigentes populares vienen proclamando que hoy sólo la participación activa, pionera, de movimientos sociales puede rectificar el rumbo de una política de privilegio para unos pocos y de exclusión para la desesperada mayoría. Los partidos y los sindicatos tienen todavía su rol; deben conservarlo o reivindicarlo. Sindicato y partido son mediaciones políticas indispensables; pero el movimiento social organizado, presente en el día a día del pueblo, es siempre más urgente, como una especie de “vanguardia colectiva”.
Frente a este escenario, a su juicio, ¿cuáles son las alternativas para los pobres del mundo hoy?
La alternativa es creer precisamente que “Otro Mundo es Posible” y entregarse individualmente y en comunidad o grupo solidario e ir haciendo real ese “mundo posible”. El capitalismo neoliberal es la raíz de esta crisis y solamente hay un camino para que la justicia y la paz reinen en el mundo: socializar las estructuras contestando de hecho la desigualdad socioeconómica, la absolutización de la propiedad y la propia existencia de un Primer Mundo y un Tercer Mundo, para ir construyendo un solo Mundo, igualitario y plural. Con frecuencia respondo a periodistas y amistades del Primer Mundo que solamente la construcción de un solo mundo (y no dos o tres o cuatro) podrá salvar la humanidad. Es utopía, una utopía “necesaria como el pan de cada día”. Donde no hay utopía no hay futuro.
El próximo mes de enero el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) cumple 25 años. ¿Cómo incansable defensor de los campesinos pobres e inspirador del movimiento que es Ud., de qué manera ve hoy la lucha por la tierra?
EL MST cumple, entonces, sus 25 años de lucha, de azada, de poesía, de profecía al pie de la carretera y de la calle. Según muchos analistas, el MST es el movimiento popular mejor organizado y más eficaz “de hecho”. Sabe muy bien el MST que “la tierra es más que tierra”, y por ello apunta, pertinaz, esperanzado, hacia la conquista comunitaria de la tierra, la educación de calidad, la salud para todos, una actitud permanente de solidaridad, colaboración gratuita y fraterna con todos los otros movimientos populares.
¿Qué mensaje diría hoy a los miles de trabajadores y militantes del MST esparcidos por todo el país?
Los 25 años del MST son una fecha para celebrar, dando gracias al pueblo de la tierra y al Dios de la tierra y de la vida, reafirmando los principios que orientan el objetivo y la práctica del MST. Recordando la palabra de Jesús de Nazaret: “no podéis servir a Dios y al dinero”; no podéis servir al latifundio y a la reforma agraria. El latifundio continúa siendo un pecado estructural en Brasil y en toda Nuestra América.
Usted ha dicho que “Para un socialismo nuevo, la utopía continúa”. ¿Cuáles deben ser los caminos (o el camino) para que sigamos en la construcción de ese socialismo nuevo y garantizar siempre que la utopía continúe?
Qué el MST continúe como un abanderado de ese “socialismo nuevo” y de una verdadera reforma agraria y agrícola, insertado en la Vía Campesina, en la búsqueda e implementación de una nueva América. Qué mantenga viva y productiva de esperanza la memoria de nuestros mártires, sangre fecunda, los mejores compañeros y compañeras de la caminata. Qué siga entrando, plantando, cantando, contestando, con aquella esperanza que no falla porque tiene inclusive la garantía del Dios de la Tierra, de la Vida, del Amor. (Traducción ALAI)
Brasil de Fato - de 1º al 7 de enero de 2009 – edición 305
https://www.alainet.org/es/articulo/131791
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