Salario mínimo: algunas consideraciones
- Opinión
Como viene sucediendo desde años atrás, el salario mínimo regresa de nuevo a la agenda política del gobierno y de los actores que intervienen en su determinación. La imposición de éste monto ha sido concebida como una herramienta para garantizar un nivel mínimo de ingreso a los trabajadores de más bajos salarios, asociado a la preservación de una remuneración real que mantenga su poder adquisitivo. Aunque ajustado al desempeño macroeconómico que determina un nivel de inflación esperado, cuyo valor proyecta el Banco de la República.
Diversos documentos han sido realizados en el interés de comprender el efecto del salario mínimo y sus resultados presentan una evidencia mixta respecto de su efectividad para mejorar las condiciones de quienes tienen menores ingresos. Si bien la evidencia empírica y teórica es diversa, llama la atención que uno de los principales resultados sea el desconocimiento completo de la norma. En otras palabras, lo inadmisible que representa que un empleador le pague a uno de sus trabajadores un valor inferior al legalmente establecido.
Según López y Lasso (2008) la vigencia del salario mínimo es reducida y ha bajado desde 1999, derivada de las estrategias desarrolladas por las empresas (privadas que fue su objetivo de análisis) para evitar las alzas producidas desde 1993/94 en los salarios indirectos y desde 1999 en el mínimo real, y como resultado de ello, la intensidad de la evasión1 ha venido creciendo desde mediados de los años noventa: en las microempresas de 20,8% a 35,2% entre 1994 y 2006, y en las empresas de más de 10 trabajadores de 13,9% a 25,7%2. En suma, la institucionalidad del salario mínimo, además de no ser representativa para obtener el consumo básico de alimentos resulta, también ser, no validado por los empresarios a la hora de contratar los trabajadores de ingresos mínimos que él necesita.
Con una remuneración por debajo del salario mínimo se encuentran alrededor del 50% de los ocupados, a pesar que con la institucionalización del mismo desde 1945 (Ley 6 de 1945), los incrementos decretados trazan un límite inferior a la remuneración al trabajo. Además, para el 85% de los ocupados los ingresos recibidos son inferiores a dos salarios mínimos legales vigentes. Así, esta situación el sostenimiento de una canasta familiar requiere de al menos 2.1 salarios mínimos3.
De la discusión del salario mínimo enmarcada dentro de estas circunstancias se ocupa el análisis que desarrolla algunas consideraciones respecto de su relación con la inflación, la distribución de salario en la economía, y la relación entre salarios y empleo, en orden a exponer desde una óptica alternativa los elementos a tener en consideración dentro de la discusión del nivel de incremento a acordar.
Referencia legal del salario mínimo
De acuerdo con lo establecido en el Código Sustantivo del Trabajo, el Salario Mínimo es definido como todo aquel al que “todo trabajador tiene derecho a percibir para subvenir a sus necesidades normales y a las de su familia, en el orden material, moral y cultural”. De igual manera el Código determina la fijación de su monto con base en criterios como “el costo de la vida, las modalidades del trabajo, la capacidad económica de las empresas y empleadores, y las condiciones de cada región y actividad”.
En cuanto a los trabajadores del campo, el Código expresa que el salario mínimo debe fijarse tomando en cuenta las facilidades que el empleador proporciona a sus trabajadores, en lo que se refiere a habitación, cultivos, combustibles y circunstancias análogas que disminuyen el costo de la vida. Así mismo, “la circunstancia de que algunos empleadores puedan estar obligados a suministrar a sus trabajadores alimentación y alojamiento, también debe tomarse en cuenta para la fijación del salario mínimo”.
El acuerdo sobre la determinación del salario mínimo puede hacerse a través de dos vías. De una parte la suscrita por los trabajadores y empleadores, con lo cual se determina un salario mínimo convencional, y de otra, mediante el Consejo Nacional Laboral (a través del Gobierno Nacional) con lo que se establece el salario mínimo legal.
En el evento que el Consejo Nacional no logre un consenso entre las partes, el Gobierno Nacional, mediante decreto establece el salario mínimo. De otro lado, los empleadores y los trabajadores, mediante acuerdos, pactos o convenciones colectivas, pueden establecer un salario mínimo en cuantía superior al salario mínimo legal mensual.
Estimación del salario Mínimo: evolución histórica
En los últimos años, la oferta propuesta por el gobierno para la discusión del incremento al salario mínimo ha estado asociada a la determinación de la meta de inflación futura planteada por el Banco de la República. A partir del cálculo de esta cifra, el Gobierno determina el crecimiento que considera acorde con la estabilidad macroeconómica de las variables fundamentales de comportamiento económico
Mirando su evolución desde años atrás, se encuentra que, en contraste con la segunda mitad de la década de los ochenta y la primera mitad de la década de los noventa, los incrementos del salario mínimo desde 1997 han sido superiores a las variaciones de la inflación (IPC). Las diferencias más marcadas entre estas dos variables fueron precisamente en el periodo de crisis, en el que los crecimientos del salario mínimo superaron en casi siete puntos porcentuales las variaciones del IPC (Gráfico 1).
Gráfico 1
Fuente: DANE, Banco República
No obstante, en 2007 el salario mínimo apenas superó la inflación, mientras a septiembre de 2008 perdió casi un punto porcentual frente a la inflación. En concreto, la inflación para ingresos bajos fue más alta que la inflación para el resto de ingresos, afectando de esta manera la capacidad adquisitiva de los trabajadores con salario mínimo, y claro está, las remuneraciones cercanas a este salario (Gráfico 2).
Gráfico 2
Fuente: DANE, cálculos CGR
El aumento de la inflación en 2007 y lo corrido de 2008 ha estado asociada con el aumento de los precios internacionales del petróleo y bienes agrícolas, el clima, el régimen de lluvias, y la demanda interna que presionó los precios de los bienes transables. No obstante, en el segundo semestre, la crisis y volatilidad en los mercados internacionales redujo los precios del petróleo y bienes agrícolas, mientras la demanda, a juzgar por el comportamiento de la producción industrial y los resultados del segundo trimestre, presentó una desaceleración sustancial, que llevó a revisar a la baja por parte del gobierno, al emisor y a los analistas en general, las expectativas de crecimiento para el 2008 y el 2009.
En este sentido, los elementos que ha venido siendo considerados para la determinación del salario mínimo están incluyendo efectos indirectos a la formación interna de la inflación y por ello, en este contexto, debe debatirse el aumento del salario mínimo para el 2009. A continuación se realizan algunas consideraciones en torno a este debate.
Salarios, crecimiento económico y empleo
Independientemente de si la discusión se centra en el salario mínimo, y si solo un porcentaje de trabajadores muy bajo devenga esta remuneración, los salarios son un componente muy importante de la demanda agregada y por ende una causa fundamental del crecimiento económico (Nell, Kalecky, Lavoie). En una economía por debajo del pleno empleo, como es el caso de Colombia, la conjunción del gasto autónomo (consumo e inversión pública y privada) con salarios más elevados, deriva en más empleo (menos desempleo).
Por el contrario, reducir los salarios reales, o no aumentarlos al ritmo de la productividad, genera menos demanda efectiva y menos producción, lo que plantea lo que se denomina “la paradoja kaleckiana”. Esto es, lo que es beneficioso para una empresa individual (aumentar beneficios reduciendo los salarios reales), en el ámbito macroeconómico (con todas las empresas haciendo lo mismo), resulta en menos consumo, menos ventas y por ende en una masa de beneficios inalterados aunque ahora acompañados de menos empleo.
Debido a lo anterior, la curva de demanda por trabajo, en contraste con la teoría estándar, es de pendiente positiva y el salario real de equilibrio se situara muy cerca de la productividad laboral o muy por debajo, si no hay nada que complemente las fuerzas del mercado (ver anexo).
Es posible incorporar a la interpretación anterior los aportes de la hipótesis de salarios-eficiencia y conservar estas mismas conclusiones (Lavoie, 2001), en el sentido de que el gasto autónomo y los salarios reales altos son las causas fundamentales del crecimiento y el empleo en una economía por debajo del pleno empleo. En otras palabras, el desempleo es el resultado de un exceso de oferta sobre demanda de trabajo, que solo se vacía si aumenta la demanda efectiva y/o aumentan los salarios reales. En este contexto, aumentos de productividad laboral sin estar acompañados por incrementos similares en los salarios reales derivan en menores niveles de empleo (ver anexo).
Revisando las cifras para Colombia se encontró que los incrementos de los salarios reales entre el 2001 y el 2007 fluctuaron alrededor del 2% anual contribuyendo al dinamismo del consumo de los hogares, lo cual se retroalimentó con el crédito y la amplia liquidez en el periodo. No obstante, la productividad laboral, que desde 2004 presentó una recuperación notable, superó de manera apreciable las variaciones de los salarios reales, contribuyendo así al lento crecimiento que se observó en el empleo, es decir, a la lenta reducción de la tasa de desempleo4 (Gráfico 3).
A este escenario contribuyó de una parte el sesgo de la política económica hacia la inversión en capital, en desmedro del factor trabajo, evidenciado con las exenciones tributarias en maquinaria y equipo, y de otro lado los efectos de la reforma laboral, que permitió la flexibilidad en la contratación y la reducción de costos no salariales a través de la contratación de trabajadores cuenta propia con las ordenes de prestación de servicios y las cooperativas de trabajo asociado (CID, 2007)
Gráfico 3
Fuente: DANE, cálculos propios
En conclusión, los incrementos de los salarios reales desde 2004, incluido el salario mínimo, han estado muy por debajo de las variaciones de la productividad laboral, lo cual si bien ha aumentado los beneficios del capital5, ha tenido como contraparte una pobre evolución del empleo, lo que hace poco sustentable el crecimiento exhibido. Es importante reconocer las mejoras en productividad laboral, y la pérdida de poder adquisitivo en el 2008 (no solo para el salario mínimo sino para todos los salarios en general), ya que el aumento del consumo y, por esta vía, de la demanda efectiva, será un soporte de la producción en un entorno marcado por una frágil demanda externa para el 20096.
Salarios y precios
Otro aspecto que cabe señalar, es que los movimientos de la inflación han antecedido a los del salario mínimo, por lo que no se puede atribuir una causalidad de este hacia el IPC (Gráfico 1), aunque, no obstante, ésta es una de las preocupaciones por parte de los gremios, el emisor y el propio gobierno. En las discusiones sobre el incremento del salario mínimo se plantea que la inflación, además de influir negativamente en el empleo, la formalidad y la competitividad, ejerce una influencia sobre las expectativas de inflación.
Detrás de esta concepción se encuentra el concepto de la espiral salarios-precios, en la que ante una fase expansiva del ciclo en la que el desempleo se reduce, se provoca una presión sobre los precios. Dado que las firmas pugnan por mano de obra y los trabajadores tienen un mayor poder de negociación en la fijación de los salarios, el alza de precios genera mayores demandas salariales, esto mayor inflación y así sucesivamente.
Este planteamiento sin embargo no es cierto si el alza en los salarios se da, pari passu, con aumentos en la productividad laboral. Como ya se ha descrito, los salarios reales se elevaron en los últimos años en 2% promedio anual, mientras la productividad lo hizo más o menos en tres veces este valor. Por lo tanto, el alza del nivel de precios presentado desde el 2006 no ha sido producto del salario mínimo ni de los otros salarios de la economía.
Si los precios (p) dependen como ya se anotó, por lo menos en una economía que opera por debajo del pleno empleo, directamente de los salarios (w) y los beneficios (θ) (mark up) e inversamente de la productividad (y), p = (1+θ) w/y
Entonces las ganancias en productividad (y), de los últimos años, que superaron el aumento de los salarios nominales (w) (incluido el mínimo), no se tradujeron en menores precios sino que se trasladaron a los beneficios, siendo parte de la explicación de la inflación, factor inexplorado por el emisor. Además, la inflación recibió un impacto externo y los factores climáticos. En otras palabras, el costo laboral unitario (CLU) definido como el salario real sobre productividad laboral (w/p)/y, se redujo en los últimos años, constituyéndose así en una fuerza tendiente a reducir los precios, no a elevarlos.
La mayor parte de la literatura empírica, como afirma Hess y Schweitzer (2000), sugiere que la causalidad va de precios a salarios, además de que el salario es un predictor muy pobre de la inflación. De hecho, en su estudio para EE.UU., los precios no son un predictor de los salarios. L´Horty y Rault (2003) se lamentan de que no existan muchos estudios acerca de la interacción entre salario mínimo, otros salarios y los precios, y encuentran que para Francia los precios causan el salario mínimo y los otros salarios, tanto para en corto como en el largo plazo. Además, existe una retroalimentación entre los salarios y el mínimo. Mientras este último es más una variable endógena, los precios en contraste son una variable exógena.
En Colombia la evidencia empírica al respecto es escasa y no concluyente. Montenegro (1994) encontró una relación de causalidad de precios a salario mínimo, así como la CGR (1993); ésta última además mostró una relación bidireccional entre los otros salarios de la economía y la inflación. A diferencia de los anteriores, Misas y Oliveros (1994) encontraron una relación bidireccional entre salario mínimo e IPC a corto plazo, aunque hallaron causalidad unidireccional del salario mínimo a los precios básicos; mientras tanto, para los salarios industriales, no encontraron evidencia de causalidad de ningún tipo con la inflación; a largo plazo ellos encontraron que existen relaciones bivariadas entre los salarios y los precios, aunque los precios sin alimentos ejercen una relación unidireccional hacia los salarios industriales.
Esta breve síntesis de la evidencia empírica, que no cubre todos los trabajos que se han realizado sobre el tema, solo tiene el propósito de mostrar la falta de consenso entre causalidad de salario mínimo e inflación, y más apunta a señalar que el salario mínimo no representa una variable relevante en la inflación, como para que en la mesa de discusión sobre su crecimiento se tome este argumento como base para su reducción o para aumentos que no conserven su poder adquisitivo.
De acuerdo con lo planteado aquí, el salario (incluido el mínimo) es un componente de los precios, junto al mark up y a la productividad, y es la interacción y dinámica de estas variables, junto a los impactos externos, lo que debe evaluarse para abordar la inflación. Se ha mostrado que en los últimos años la productividad superó el crecimiento de los salarios reales (incluido el mínimo) que, por tanto, la inflación ha obedecido a factores externos y posiblemente al mark up.
Los salarios, en una economía con alto desempleo, pobreza en niveles elevados y amplia subutilización de tierra entre otros factores, son un elemento importante para dinamizar la demanda agregada, la producción y el empleo, y que por tanto, elevar los salarios al ritmo de la productividad agregada y la conservación de sus capacidad adquisitiva, debe ser contemplada en la discusión no sólo del salario mínimo sino del ingreso de todos los trabajadores.
Salarios y competitividad
En cuanto a la relación entre salarios y competitividad, cabe señalar que esta última depende no solo de los salarios. De acuerdo al Foro Económico Mundial FEM, la competitividad es el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad, lo cual determina a su vez el nivel de ingresos y prosperidad de un país. Esencialmente son doce pilares básicos que determinan la competitividad: Instituciones; Infraestructura; Estabilidad Macroeconómica; Salud y educación primaria, educación superior y capacitación; mercados financieros de bienes y laborales eficientes; capacidad tecnológica; tamaño del mercado; sofisticación de los negocios; y, capacidad de innovar (FEM, 2008). Cabe mencionar que según el reporte de competitividad 2009 del FEM, Colombia ocupó el puesto 74 entre 134 países (perdiendo 5 puestos con relación al reporte de 2006) y se ubicó al mismo nivel de Marruecos, Sr Lanka, El salvador, Namibia, Honduras, Perú y Uruguay, entre otros.
Ahora bien, en caso de que todos los países fundamentaran su competitividad en menores salarios, nuevamente se presentaría la paradoja kaleckiana, ya expuesta con los beneficios. La demanda mundial se reduciría afectando las exportaciones y el crecimiento económico de los países.
Ahora bien, en Colombia, el CLU se redujo en la crisis de finales de la década de los noventa, y posteriormente se elevó al mismo ritmo del salario mínimo real. No obstante, desde el 2003 el CLU presentó una reducción persistente (esto a causa de un mayor ritmo de crecimiento de la productividad frente al salario mínimo) situándose en los mismos finales de la década anterior (Gráfico 4). Por tanto, no se puede afirmar que la competitividad haya disminuido debido al CLU, ni que sea la causa de la pérdida de posición en el ranking mundial de competitividad.
Gráfica 4
Fuente: DANE, cálculos propios
Transmisión del impacto del salario mínimo sobre los salarios de la economía
El salario mínimo, a la vez que se plantea como una herramienta para garantizar el nivel mínimo de ingreso de los trabajadores de bajos recursos, es un parámetro que va a determinar los incrementos de los salarios en los distintos sectores de la economía, dependiendo del grado de formalidad del empleo en cada uno de ellos y las políticas de ajuste que para cada uno de ellos se determinen.
La transmisión del crecimiento en el salario mínimo a la asignación de los salarios en los distintos sectores de la actividad económica muestra efectos variados en cada uno de ellos. En los últimos años, los incrementos de la remuneración al empleo han sido cada vez menores en especial en los sectores de la industria y el comercio (Gráfico 5).
En comercio, los incrementos decrecientes se vienen presentados desde 2004 con variaciones inferiores a las aprobadas para el salario mínimo. Los ocupados que componen esta rama de actividad, caracterizados por pertenecer al sector informal en su gran mayoría (para 2007, de los ocupados formales eran 14%, mientras de los ocupados informales 39%), presentan una situación en la cual los acuerdo de salario mínimo tiene una menor probabilidad de ser acatados. En la actividad industrial esto sucede a pesar que el nivel de informalidad es inferior, en la media que el 23% de sus ocupados están en el sector informal y el 14% en el sector informal, y su desempeño económico se mantiene en crecimiento desde 2001 ha conducido a la fijación de incrementos inferiores al salario mínimo.
Gráfico 5
Fuente: DNP Mercado laboral
De igual manera el sector gobierno en estos últimos años ha registrado incrementos menores a los del salario mínimo, cuya variación ha estado orientada en dirección a la política macroeconómica que el gobierno que dispone incrementos acordes con la determinación de la inflación y el ajuste del gasto público. Tales medidas han significado un desmejoramiento del grupo de profesionales y técnicos, respecto de los administrativos y operativos, con lo cual la existencia de una mayor calificación para el desempeño laboral, queda relegada al cumplimiento de las metas preestablecidas por el gobierno7.
En otros casos como en la construcción, la variación de los ingresos ha sido bastante volátil, con comportamientos que presentan incrementos muy superiores al salario mínimo para unos años y con reducciones del ingreso de distintas magnitudes en otros, propios de la particularidad del sector y de la formación y destrucción de empleo que depende de la duración de las obras.
Conclusión
En conclusión, enfatizar demasiado en la discusión del salario mínimo, en que las expectativas de inflación se elevan con el aumento del mismo no tiene mucha justificación teórica y empírica. El hecho es que los salarios no fueron una de las causas de la inflación, sino que no aumentaron en los últimos años al mismo ritmo de la productividad, afectando no sólo la capacidad de la economía para generar más empleo y conformar un mercado interno mas sólido, sino que dado el aumento de la inflación, se tradujo en mayores beneficios a costa de la participación del trabajo en el producto. Tampoco la pérdida de competitividad puede esgrimirse como elemento para no aumentar el salario mínimo (y los otros salarios). El costo laboral unitario decrece desde el 2003 y se ubica en los mismos niveles de finales de la década de los noventa. A pesar de esto, el país pierde competitividad y esto se atribuye a la amplia gama de factores que inciden en ella y sobre los cuales es donde realmente se debe mejorar.
En un contexto de desaceleración, garantizar el poder adquisitivo del salarios y elevarlos al ritmo de la productividad, debe acompañase de medidas creativas para aumentar el gasto público sin alterar su sostenibilidad, como el de aumentar la inversión pública productiva financiada con la disminución del gasto tributario (Espitia, 2008) y como lo plantea el CID, de un consenso ó pacto social por la estabilidad, con empresarios reduciendo ganancias para mantener el empleo (e inclusive aumentarlo diríamos nosotros) además de un gasto público productivo.
La negociación del valor del salario mínimo ha tenido lugar dentro de unas circunstancias en las que la prioridad es el ajuste de las variables económicas, y en bajo las cuales, finalmente, no es reconocida la necesidad de otorgar un nivel de salarios que contribuya con el crecimiento de la economía visto desde la perspectiva de formación de la demanda. Además desde la visión de los empresarios el hecho de incrementar los salarios conduce a mayores costos con lo cual los acuerdos de incremento del salario han sido incumplidos, y la actuación individual de cada uno de ellos hacia mantener su nivel de beneficios, en el agregado perjudica el desarrollo de la actividad económica como un todo.
En la determinación del salario mínimo y el cumplimiento de los niveles de incremento que se decreten es necesaria la formalidad del empleo que se constituye en uno de los elementos en la validación de la implementación de un nivel mínimo y como referente de los incrementos al resto de trabajadores que devengan ingresos superiores.
Bibliografía
Espitia Zamora, J.E. 2008. Reducir gasto tributario para hacer frente a la crisis económica.
Hess, G and Schweitzer, M. 2000. ¿Does Wage Inflation Cause Price Inflation?. Federal Reserve Bank of Cleveland.
Lavoie, M. 2005. La Economía Postkeynesiana. Un antídoto del pensamiento único. Icaria.
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Biene-estar y macroeconomía.2007. Mas allá de la retórica. CID.U.N
CID. Boletín virtual No 10. Noviembre 2008.
L´Horty y Rault (2003). Inflation, Minimum Wage and Other Wages: An Econometric Study on French Macroeconomic Data. Discussion Paper Series. IZA.
Kalecky, M. 1956. Teoría de la dinámica económica. FCE
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Nell, E.J. 1998. The Theory of Transformational Growth: Keynes after Sraffa. Cambridge University Press.
The Global Competitiveness Report 2008–2009. World Economic Forum Geneva, Switzerland 2008.
Informe sobre Inflación. Banco de la República. Septiembre de 2008.
Arango Luis Eduardo, Herrera Paula y Carlos Esteban Posada (2007) "El salario mínimo: aspectos generales sobre los casos de Colombia y otros países," Borradores de Economía 544, BANCO DE LA REPÚBLICA
Anexo: Curvas de oferta y demanda laboral
Kalecki (1971), Nell (1978, 1984, 1988, 1992) y Lavoie (1992) construyen una curva demanda de trabajo Nd, en cuyos puntos el ahorro es igual a la inversión, es decir el mercado de bienes esta en equilibrio y en cuyos pares salario real y empleo, los bienes son vendidos al precio fijados por las empresas (Figura 1). Esta en contraste con la curva de demanda neoclásica es de pendiente positiva. Para un gasto autónomo real A existe una relación positiva entre salario real w/p y demanda de trabajo. Un aumento del salario real implica un desplazamiento a lo largo de la curva Nd, lo que deriva en un mayor nivel de empleo. Sin embargo, el salario real no puede superar la productividad laboral, porque entonces las empresas sufrirían perdidas. Reducir costos de producción unitarios mediante la reducción de los salarios ó con incrementos por debajo de la productividad, sin alterar los precios, implica menos empleo, menos ventas, por tanto menos beneficios, es decir desempleo, ó exceso de oferta sobre demanda de trabajo al salario w/p2 en la gráfica 1.
Los efectos perversos de una economía que opera por debajo del pleno empleo, es que tiende a puntos de equilibrio como el B de la figura 1, con bajo empleo, baja demanda efectiva, bajos salarios y por ende con bajo crecimiento económico, que es un punto mas estable, mas “normal” que el punto de equilibrio H, notoriamente superior pero inestable. Esto porque a salarios como el de w/p2, con alta flexibilidad laboral y libre de convenios colectivos, el desempleo provocaría una propensión a la reducción del salario nominal, y dado que los precios permanecen fijos debido a que la oferta y la demanda se reducen al mismo ritmo manteniendo el equilibrio de bienes en la curva, generaría una caída de los salarios reales, con pobre nivel de empleo N1. Como elevar el nivel de empleo entonces? Elevando los salarios reales acorde con la productividad T y/o aumentando el gasto autónomo (consumo autónomo e inversión pública y privada) en cuyo caso la curva de demanda por trabajo Nd se desplazaría hacia la derecha.
Si aumenta la productividad T, la curva Nd se desplaza hacia la izquierda, por lo que para mantener un nivel de empleo correspondiente al punto H, requiere elevar los salarios reales, con gasto autónomo fijo A, de lo contrario se tendrá un menor nivel de demanda efectiva y un menor nivel de empleo.
La oferta de empleo Ns por su parte es de pendiente positiva, pero con características sui géneris en los niveles bajos y altos de empleo. Economías con crecimientos débiles y bajos salarios presentan una mayor oferta de empleo y su elasticidad a los salarios es elevada (mas integrantes del hogar se suman al mercado laboral debido a los bajos salarios y el poco empleo). A niveles cercanos al pleno empleo, la oferta de es pendiente negativa, ya que algunos miembros del hogar no tienen incentivo para integrarse al mercado laboral, pues el jefe del hogar y otros tienen elevados salarios y existen altas probabilidades de conservar sus puestos de trabajo o conseguir empleo de manera relativamente fácil.
Fanny Parada
Miguel Montoya
Analistas
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas
Corporación Viva la Ciudadanía.
1 Definida como la brecha porcentual entre los salarios medios de los trabajadores asalariados privados (pagados bajo el salario mínimo diario (SMD)) y el SMD mismo
2 López Hugo y Lasso Francisco (2008) “Salario mínimo, salario medio y empleo asalariado privado en Colombia”, Borradores de economía 484.
3 Según cálculos de la Escuela Nacional Sindical (ENS), para acceder al valor de la canasta familiar de ingresos bajos se requieren 2.1 salarios mínimos, es decir, que en una familia se requieren por lo menos dos personas recibiendo los ingresos correspondientes al salario mínimo legal, para al menos tener un ingreso que asegure un cierto nivel de vida digno. Vásquez Fernández, Héctor. Salario mínimo, ingresos y pobreza en Colombia. En publicación: Revista Cultura y Trabajo, no 67. ENS, Escuela Nacional Sindical, Medellín: Colombia. diciembre. 2005 0124-390X.
Acceso al texto completo: http://www.ens.org.co/articulos.htm?x=5818501&cmd=c-1-67
4 Esto porque a ese nivel de salarios reales y un determinado nivel de consumo autónomo e inversión, los excesos de productividad generan una menor demanda efectiva y un menor nivel de empleo, por lo que si bien pueden generase beneficios a nivel de una empresa, la masa de beneficios no se altera, y si aumenta lo hace a consta de una participación de la remuneración del trabajo en el producto.
5 Si los precios dependen de los costos laborales unitarios, lo precios p pueden escribirse: p = (1+θ) w/y Donde θ es el margen sobre costos (markup) o los beneficios, y la productividad laboral y w el salario. Por tanto el salario real está dado por: w/ p = y / (1+θ)
Un aumento de la productividad, que mantiene casi inalterado el salario real, tiene como contrapartida mayores beneficios.
6 Además, salarios reales más elevados fuerzan a las empresas a ser mas eficientes y productivas (Webb, 1912) o a sacar del mercado las menos productivas (Nell, 1988) o presiona a las firmas, a través de la ineficiencia X, a recortar procesos y gastos ineficientes, induciendo la innovación (Altman, 1998). Evidencia empírica de salarios altos y mayor nivel de empleo se encuentra en Blanchflower and Oswald (1994).
7 Arango Luis Eduardo, Herrera Paula y Carlos Esteban Posada (2007) "El salario mínimo: aspectos generales sobre los casos de Colombia y otros países," Borradores de Economía 544, BANCO DE LA REPÚBLICA Los autores muestran que la tendencia a la baja de las remuneraciones del grupo de profesionales y técnicos, respecto del grupo de los administrativos, operativos y asistenciales
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