La gran mentira

En 18 meses se acabará la crisis global

16/11/2008
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Se llama Foro Asia – Pacífico en castellano (APEC por sus siglas en inglés). Aparentemente, sus 21 integrantes son iguales; hasta se tomaron la foto oficial vestidos con elegantes ponchos de vicuña. Se reunieron en Lima, para mentirse. Pero no porque jugaban con los términos, sino porque buscan salvar la crisis económica, insistiendo en reforzar los mecanismos que, precisamente, llevaron a la crisis.

La declaración que firmaron en Lima, los mandatarios de las 21 naciones que componen la APEC, estaba preparada. Los principios fueron sostenidos por el G-7 + Rusia en la Ronda de Doha, cuya conclusión instaron a acelerar. Esa misma convocatoria fue hecha, días atrás, en la reunión del G-20 en Washington.

Temores y advertencias

Una lección básica de economía política señala la periodicidad de las crisis en este sistema y que se produce, no por alteraciones en el manejo financiero, sino por graves desajustes en la estructura económica. De forma concreta, el ritmo de crecimiento en un esquema de mercado libre, lleva ineludiblemente a la sobreproducción y es entonces cuando se inicia la crisis.

Por supuesto, cada nueva crisis arrastra los efectos de las anteriores. El dinero, convertido en fetiche por este sistema, actúa como imagen del suceso. Tanto es así, que los adoradores del ídolo, fetiche o amuleto, se convencen de que, en su multiplicación, está la solución del conflicto. Hace diez años la advertencia de cómo estaba gestándose la crisis, partía de este razonamiento: las bolsas internacionales, que son los mayores centros de especulación del mundo, estaban haciendo transacciones que, cada tres días, sumaba más que la producción mundial de artículos y servicios. ¿Cómo podía sostenerse una economía manejada en forma tan irresponsable? Los resultados son evidentes ahora.

Escondiendo los muros

“Apoyamos fuertemente la Declaración de Washington y vamos a abstenernos en los próximos 12 meses de levantar nuevas barreras a las inversiones o al comercio de bienes y servicios”. ¿Qué quisieron decir con esa frase tan altisonante? Porque Estados Unidos de Norteamérica mantendrá sus barreras económicas. Son los países que tan graciosamente llaman emergentes, los que se abren al brutal comercio de las transnacionales. Los del G-7 mantendrán todos sus condicionamientos; de eso, no cabe ninguna duda. Eso es lo que dicen los textos del TLC que los gobiernos de la APEC tanto se empeñan en mantener, ampliar y hasta robustecer. Posiblemente, así, mantendrán su carácter de emergentes de por vida.

La reunión de Lima ha servido para declarar que, los países empobrecidos por el despilfarro de los países enriquecidos, asumirán el costo de la crisis abriendo aún más sus economías para absorber los costos de aquel enriquecimiento que, como dice la declaración de Lima, seguirá sin cambios o, peor aún, debe crecer más para impedir medidas proteccionistas en los “países emergentes”. ¿Por qué emergentes? No parece que estuvieran brotando de alguna fuente o germinando de algún cultivo. Aunque, claro está, lo importante para Washington y sus socios del G-7 es asegurar que nuestras economías sigan desprotegidas.
Esa es la mejor forma de servir en bandeja mayores beneficios a los países industrializados que descargan sobre los pueblos empobrecidos, de manera permanente, el costo de sus ingentes beneficios. Mientras tanto, nuestro comercio con ellos tiene que cumplir reglas estrictas para acceder a franjas estrechas de exportación. ¿Acaso no es ese el carácter del llamado ATPDEA?

Bolivia no está en la APEC

Bolivia
quiere comerciar con el Asia. Por supuesto que si. Así lo ha expresado el gobierno del presidente Morales. Lo cual no nos obliga a participar del Foro Asia – Pacífico, del mismo modo que no estamos obligados a suscribir un TLC impositivo con  la Unión Europea, para comerciar con los países de ese continente.

Ahora bien, no asumamos las medidas que ese grupo aconseja. Tenemos que proteger nuestra economía. La soberanía alimentaria, la industrialización de los hidrocarburos, la inversión en la industria minera, son elementos que deben manejarse para contrarrestar los efectos negativos de la crisis provocada por el derroche del mundo industrializado. No podemos asumir los costos de una crisis que no provocamos.

- Antonio Peredo Leigue es senador del Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia.

https://www.alainet.org/es/articulo/131176

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