Keynes, Morgenthau y White

21/11/2008
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Diversos analistas financieros nos alertaron sobre los magros resultados alcanzados el pasado 15 de noviembre en Estados Unidos de Norteamérica en la denominada cumbre del grupo de los 20 (G20). En esta ocasión el anfitrión fue el presidente saliente de los Estados Unidos, sin la participación del presidente entrante Barack Obama. Ello, en sí mismo, es una mala señal para casi todas las economías del mundo, no obstante que se esperaban mejores resultados por quienes ahí participaron. Hay quien llegó a comparar esa reunión con la de Bretton Woods. Nada que ver Bush con Roosvelt. A diferencia de hoy cuando en Washington, integrando el G20 se reunieron 23 países que forman alrededor del 20 por ciento de los miembros de Naciones Unidas, en Bretton Woods participaron 44 naciones que representaban, entonces, casi el cien por ciento de los “Estados” existentes y fueron representados por cuatrocientos delegados durante 22 días del mes de julio de 1944. Inclusive se contó con la presencia de la Ex Unión Soviética que al final se alejó de los acuerdos y, además, en 1947 denunció en la Asamblea de las Naciones Unidas a las instituciones de Bretton Woods como filiales de Wall Street. Para la URSS, el Banco Mundial estaba subordinado a objetivos políticos que lo convertían en instrumento de una gran potencia.

Del total de asistentes a Bretton Woods la mitad fueron latinoamericanos dependientes o estrechamente vinculados a los Estados Unidos y poco o nada fueron capaces de expresar o aportar a los acuerdos. Argentina no estuvo presente debido a que en esa fecha aún no había declarado la guerra a Alemania. China, por su parte fue representada por Taiwán. Alemania, Italia y Japón no asistieron porque en la guerra combatieron contra los “Aliados”. España se mantuvo aislada como consecuencia de la dictadura franquista. Excepto por el papel y argumentos que expresaron los ingleses, los detentadores del poder en Estados Unidos diseñaron una especie de traje financiero a la medida. En aquel evento debatieron básicamente británicos y estadounidenses, fundamentalmente Lord John Maynard Keynes por la Corona Británica , y Harry White y Henry Morgenthau por los Estados Unidos. También hubo un plan francés y otro canadiense, pero no trascendieron.

De Henry Morgenthau (1891-1967) hijo del ex embajador estadounidense del mismo nombre vale la pena saber que fue un político estadounidense que desempeñó el cargo de Secretario del Tesoro de los Estados Unidos hasta 1945, con Roosvelt. Se sabe que fue uno de los próceres del poderoso “clan judío” que rodeó al presidente Roosvelt, junto a Baruch, y que le estimulaban a entrar en la II Guerra Mundial en defensa de Francia e Inglaterra para convertirse en campeón de la democracia con el argumento de que la entrada de su país a la guerra era inevitable. Desde 1941 fue uno de los más cercanos colaboradores del presidente estadounidense. Como financiero asumió que su objetivo era mejorar la economía de su país, por lo cual, para lograrlo propuso un plan centrado en el incremento de los impuestos. En Bretton Woods, New Hampshire, presentó propuestas para superar la posguerra.

De Harry Dexter White debemos decir que fue economista americano y “Oficial Senior” del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos (auxiliar de Morgenthau). En esas circunstancias tuvo participación destacada en la conferencia de Bretón Woods, la formación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; sin embargo, algunas fuentes, incluyendo al FBI, archivos soviéticos y mensajes decodificados por el “proyecto Venona” indican que pudo haber estado comprometido en actividades de espionaje para la Ex Unión Soviética a quienes -se dijo- proporcionó información de alto valor comercial y militar que afectó al gobierno de Estados Unidos. Por ejemplo se dice que entregó a los soviéticos placas para la impresión de moneda de los Estados Unidos de Norteamérica. No obstante lo anterior cuando Harry White presentó al presidente Roosevelt, en mayo de 1942, el proyecto Plan para un Fondo de Estabilización de las Naciones Unidas y Asociadas y un Banco de las Naciones Unidas para la reconstrucción y el desarrollo uno de sus objetivos era convencer a las naciones aliadas en lucha contra las potencias del eje (Alemania, Italia, Japón) de que cuando llegara la paz tendrían que establecer mecanismos que impidieran que la economía mundial volviera a caer otra vez en una depresión comparable a la de los años 30.

Es interesante, pero del todo inútil, especular acerca de lo que J. M. Keynes, Harry Dexter White y Morgenthau hubiesen pensado sobre la transformación de las instituciones financieras mundiales que ellos crearon teniendo en mente objetivos muy distintos como alcanzar el “Pleno Empleo” en los países respectivos; sin embargo, no podemos dejar de lado que fueron eficaces para imponer políticas económicas de los países ricos a los pobres. Ahora estamos viendo parte de algunas consecuencias de esas políticas: el triunfo y derrota de la teología neoliberal que se encargó en menos de tres décadas de imponer políticas de privatización sistemática y de capitalismo de libre mercado a gobiernos demasiado débiles para oponerse a ellas, tanto si eran adecuadas para sus problemas económicos como si no lo eran. ¿Y usted, cómo la ve?


Francisco Velasco Zapata

Politólogo. Presidente de Parlamento Ciudadano A. C., comentarios a: comunicacionsocial_pacem@yahoo.com.mx


 

https://www.alainet.org/es/articulo/130975

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