Desilusión, la puerta a los nuevos mundos

Ladrillos de futuro

06/10/2008
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Un amigo que es experto en materia energética, tuvo a bien compartir conmigo su visión de los motivos del presente desmoronamiento de la economía global. Más allá de lo acertada o no que pueda ser, me encantó la arquitectura de su construcción mental, y por ello trataré de compartir a mi vez sus detalles esenciales con uds.

Para este enfoque de los acontecimientos, todo comienza cuando en EEUU se toma conciencia del potencial del petróleo como la energía que posibilitaría una nueva movilidad al mundo, a las sociedades. Para lo cual basta decir que fue el combustible o motor de la revolución económica y cultural que vivimos.

Entonces se cotizaron las reservas de petróleo descubiertas como acciones de las compañías en la bolsa de valores, y en base a ese crédito se proyectó y comenzó a construir el nuevo mundo, la nueva sociedad. Lo que aquí destaca es que los ladrillos de la construcción eran de futuro, que todo se comenzó a construir sobre una visión.

Ese es el fundamento de toda una sociedad, que a su debido tiempo de acumulación comenzó a desbordar su lugar de origen e invadió el mundo, es decir, se globalizó. Una sociedad que vivía a y de créditos. Comprar y consumir hoy y pagar mañana.

Esto puede parecernos muy normal hoy en día, pues en menor o mayor grado todos formamos parte de ello. Pero si nos vamos hacia atrás en el tiempo, en la historia, en la memoria, seguramente podremos imaginar una etapa humana donde solo percibíamos el cíclico trascurrir de soles y lunas.

Y si bien las inclemencias de ciertas zonas nos obligaban a emigrar en busca de climas más amables y alimentos, no teníamos posibilidad de prevenir ni tomar medidas contra ello. Solo cuando concebimos las divisiones en días, semanas, meses, años, estaciones climáticas, etc., pudimos comenzar a medir, planificar, anticipar y prevenir las posibles repeticiones de situaciones accidentales y dolorosas, dentro de y gracias al marco conceptual de temporalidad que habíamos superpuesto a la simple percepción ininterrumpida del acontecer.

Es un enorme salto entonces cuando de esa ininterrumpida y pasiva observación del acontecer, la suficiente acumulación de experiencia y conocimiento, es decir de memoria, nos permite dar un enorme salto en la imaginación, como para pasar a planificar una visión completa del futuro que traeremos a ser. Pero no está demás tampoco agregarle su contracara.

El día que nuestra imaginación desbordó la ciclicidad sin alternativas del mundo natural y comenzó a implementar la pre-visión, es decir el día que comenzamos a navegar en el flujo del tiempo mental que superpusimos al paisaje, también comenzamos a quedar atrapados en el temor y en el deseo. En la angustia por lo que nos pudiera deparar el futuro, comenzaron las tensas expectativas y la búsqueda de seguridad, el esperar y el desesperar.

Nuestra visión continúa, diciendo que llegó el día en que el consumo de petróleo superó los descubrimientos de yacimientos, por tanto las reservas comenzaron a caer y con ello las acciones en la bolsa de valores. Y el modo que encontraron de mantener su valor fue elevando los precios del petróleo.

Como el petróleo, el gas y la energía son la materia prima esencial, muchas veces desapercibida, que sostiene y mueve este mundo tecnológico, nuestras rutinas modernas de todos y cada día, su aumento de precio significó el aumento de todo producto, es decir la inflación.

Y la sociedad global que vivía a crédito, con su futuro empeñado, gastando lo que aún no había ganado, ya no pudo pagar su deuda ni continuar consumiéndolo todo al mismo ritmo. Pero no fue fácil admitirlo, no fue fácil decirle a esa sociedad que su sueño había colapsado. Por eso los gobiernos que llegaron, prefirieron emitir billetes verdes sin respaldo real y producir burbujas especulativas para pagar su creciente deuda, la mayor del mundo.

A los gobiernos que se negaron a aceptar las nuevas condiciones los redujeron por el chantaje y la fuerza. No está demás recordar que las transnacionales petroleras declaraban como reservas propias los yacimientos de otros países. Por lo cual las crecientes nacionalizaciones de materias primas que estalló en el mundo, hundían más y más sus acciones.

No resultan del todo extrañas entonces las guerras por las reservas petroleras, o el hacerse con el control de zonas estratégicas por donde pasan los oleoductos que lo distribuyen. Esta es entonces a grandes rasgos la visión esencial de mi amigo, que yo sintetizaría como el nacimiento y la muerte de una excepcional creación de la mente humana.

Hablo de creación de la mente humana, porque si bien hoy damos un exagerado valor a la visión economicista, a las materias primas palpables y concretas, no podemos dejar de reconocer que sin esa concepción, el petróleo seguiría en su mayor parte bajo tierra y siendo un líquido viscoso, sucio, engorroso, que aflora caprichosamente en algunos lugares solo para afear el paisaje.

Así que si bien una concepción por genial que sea requiere de elementos que le permitan materializarse, encarnarse en el mundo de todos los días, no es menos cierto que todos esos elementos no son absolutamente nada sin esa visión, esa experiencia y conocimiento, esa intuición, ese salto creador de la imaginación, esa inspiración que nos eleva sobre lo habitual.

Fidel Castro escribe que son las ideas de la doctrina de Monroe y de Simón Bolívar las que luchan hoy en el mundo moderno. Yo lo comparto plenamente, pero igual podríamos decir que son las ideas de Jesús el Nazareno y Herodes, Caifás o César.

El presidente Chávez en medio de su gira relámpago, China, Rusia, Francia y Portugal en 5 días, (los tres últimos prácticamente en menos de dos días, sin dejar de contar que pasó por Cuba y se reunió con Fidel a la ida y a la vuelta), declaró que en vista de la tremenda crisis que se desencadenó, es necesario apelar a ideas verdaderamente racionales, científicas.

Dijo que ni siquiera iba a hablar de socialismo para no ponerle carga ideológica a la gravedad del problema que enfrentamos. También estoy plenamente de acuerdo. Lo que llamamos neoliberalismo es totalmente irracional, con su libre mercado rigiendo el mundo en lugar de un estado regulador, justo cuando estamos en la época de máxima previsión planificada.

Sin embargo, si bien son las ideas las que luchan en el mundo, no podemos olvidar que la siquis tiene una base biológica ineludible hasta ahora, que son las necesidades de su cuerpo, o más concretamente el dolor resultante de no satisfacerlas, las que nos encadenan al reino natural, al ecosistema, si es que queremos verlo desde la dualidad de nuestro pensamiento predominante.

Y hablo de la dualidad de nuestro pensamiento porque en lo perceptual no hay absolutamente nada que nos separe del mundo, por lo tanto tampoco puede haber nada que nos encadene ni esclavice. Son nuestros modelos culturales, nuestra temporalidad, nuestra intencionalidad, las que nos dan esas sensaciones mentales de principios y de fines. Pero no es la vida la que comienza o se termina con nuestros balbuceos creativos, sino nuestras limitadas concepciones de aprendices de mago.

Desde antes que la tecnología posibiltara que un modelo cultural y económico se globalizara, imponiendo su condición crecientemente a toda la humanidad sin importar su localidad, ya existían las leyes y principios de vida que regían para todo ser viviente sin importar en qué parte del planeta habitase.

Y son esas leyes sicobiológicas las que hacen por ejemplo que un ser humano, pueda soltar o alejar de sí un objeto, si conoce el truco para que el objeto vuelva a él, acrecentado si es posible. Gracias a eso y con las garantías suficientes, podemos concebir e implementar planes mediatos y a largo plazo. No sucede lo mismo con un mono.

Como sabemos en muchos países aún los atrapan haciendo un hueco para que pueda introducir su mano en un árbol. Pero luego al intentar sacarla con el puño cerrado, pues atrapó aquello que lo atraía, no le resulta posible. Entonces se queda allí esperando que lo apresen, incapaz absolutamente de soltar aquello a lo que se aferra.

Lo mismo nos sucede a nosotros cuando se nos terminan los trucos de prestidigitación y no nos queda más remedio que soltar o regalar algo, sin esperar que vuelva de ningún modo conocido a nosotros.

Por eso la propuesta cristiana de amar, de dar dos si nos piden uno, de ocupar los últimos lugares si nadie nos propone algo diferente, de perdonar a nuestro enemigo, nos resulta incomprensible e imposible de practicar. Tuvimos que cambiarla por la caridad, por dar limosna a los pobres para hacerla aceptable, para popularizarla y ganar seguidores o votantes.

Entonces, cuando decimos que dos direcciones de ideas luchan desde siempre en el mundo, hay que agregar que el espíritu de una de esas direcciones se ha encarnado con mucha más fuerza. Porque la otra viene lentamente intentando aprender a abrir la mano cuando tiene algo atrapado. Viene lentamente reconociendo que si no abre la mano tampoco podrá atrapar algo mayor, por lo cual hasta el propio interés aconseja hacerlo.

Más allá de esos pequeños detalles, cualquier ser racional se da cuenta que si saca más de lo que se va reponiendo, en algún momento las cuentas no darán y te quedarás sin nada. Y si tus automatismos te llevan pese a todos los síntomas a continuar sacando sin reponer, sin respetar los tiempos de reciclaje naturales o artificiales, pues la irracionalidad te conduce hacia el fin.

Dicen por allí que cuando veas que al vecino le pasa algo, pongas tus barbas en remojo. Yo diría que la tercera parte de la población mundial con dificultades para satisfacer sus necesidades y la crisis estallando en el seno mismo de los creadores de este modelo cultural y económico, deberían ser suficientes para hacernos sospechar que algo está pasando.

Yo no lo llamaría algo nuevo, sino lo mismo de siempre intensificado y convertido en algo cotidiano y universal por la suficiente acumulación de experiencia y conocimiento de todos los pueblos, por haber viajado ya bastante en el tiempo y haber construido lo necesario con ladrillos de futuro.

Hoy la sofisticada y poderosa tecnología hace que la dirección de nuestras acciones, conductas, nos estallen en la cara casi de inmediato, es decir, vuelve irrelevante el tiempo, ya no hay demora, el tiempo opera en cuenta regresiva. Y tampoco hay como evadirse de esas consecuencias, no hay lugar a salvo donde escaparse. Ubicuidad y simultaneidad estructural.

En otras palabras, se terminó lo local y diferenciado como categoría aislada. Ahora cualquier nuevo modelo ha de ser universal porque todos sufriremos sus beneficios o violencias. Se terminó el cuento de las separaciones entre el espíritu y la materia, entre la conciencia y el mundo, entre tú y yo. Sin importar de que creencias o ideologías nos disfracemos.

En todo caso, siempre hemos soñado que nuestros deseos se materialicen inmediatamente, siempre nos hemos fastidiado de tener que trabajar, esforzarnos y sudar la gota gorda para concretar cada pequeño deseo. Así que esto de que el tiempo se termine, no necesariamente ha de resultar negativo. Se trata más bien de asegurarnos que lo que hagamos siembre el bienestar colectivo, para que la cosecha resulte inevitablemente en nuestro beneficio.

En la gira del presidente Chávez, por un lado se aseguraron fuentes de financiamiento Chino Y Ruso para Venezuela, con lo cual nos liberamos aún más de la arquitectura económica que se desmorona. Pero además Rusia, país petrolero con las mayores reservas mundiales de gas, le propuso a Venezuela con las mayores reservas de petróleo del mundo y de gas de América, formar una corporación petrolera.

Yo diría que se están poniendo las bases para la inevitable multipolaridad del mundo. ¿Qué creen uds.? Si además de eso agregamos que las únicas alternativas reales a este modelo están en el Alba, Petrocaribe y los tratados bilaterales, yo creo que muy pronto veremos muchos desplazamientos inesperados de intereses.

Porque lo que parece inamovible por décadas y hasta centurias, hasta el punto de llegar a creerlo la misma realidad, cambia a toda velocidad cuando lo hacen también las condiciones que lo sostenían. Hasta hoy y sobre todo en los países que han apostado al cambio, hemos visto como los politiqueros de izquierda se visten de centro derecha sin ruborizarse.

Pero ahora veremos a los más entusiastas conservadores del primer mundo, proponer las ideas contra las que lucharon acérrimamente y aún adherir a nuevas modalidades de intercambio. Perdido por perdido, no les quedará más remedio que encontrar el modo de hacerlo elegantemente. Ni siquiera me sorprendería que en EEUU ganara Obama y comenzara a despotricar contra el imperialismo y el neoliberalismo feroz. O eso o una guerra civil.

En todo caso, yo no creo que vayamos directamente hacia un nuevo modelo del mundo. Creo que vamos hacia la desilusión del modelo que hasta ahora ha imperado. En cada etapa civilizadora nace un nuevo mito como base del modelo cultural y económico. En los orígenes de ese mito se despliega gran fuerza vital, juventud, entusiasmo, creatividad, constructividad.

Cuando ese mito va camino de su agotamiento comienza lo que llamamos cansancio de la civilización, surgen o se intensifican y resaltan estos fenómenos clásicos del nihilismo. La burocracia, la corrupción, el fascismo, la desesperación y violencia innecesaria. Además de infinitos mecanismos mentales de evasión de las circunstancias imperantes, entre ellas el refugiarse en el mundo virtual que crean los medios de comunicación, el sexo y la droga.

Imaginen lo que puede estar experimentando un ciudadano usamericano que creía vivir en el mejor, más democrático y seguro de los mundos. Ahora de repente pierde su casa y empleo, ha de dormir con su familia en el auto comiendo lo que consiga. Y como no tiene dirección fija tampoco puede votar. Para él el mundo se desmoronó, sus referencias se esfumaron.

Luego de que la vorágine se calme un poco dentro suyo, inevitablemente tendrá que comenzar la búsqueda de nuevas referencias. Ahora multipliquen ese fenómeno de transición entre un núcleo o mito civilizador y otro a nivel mundial, de miles de millones de seres, y díganme lo que se pueden imaginar.

No, no soy maquiavélico ni sadomasoquista, no pretendo asustarlos inútilmente. Solo deseo resaltar que lo que necesitaremos en esta inevitable etapa de transición, más que una ideología o modelo económico, es la calidez de un gesto, de un abrazo solidario que nos haga sentir que no somos parias abandonados de la mano de Dios.

Tampoco somos monos, sino seres humanos capaces de amar, de ser generosos aún y sobretodo en los peores momentos. Y por eso más que con los fantasmas que tememos, esta situación crítica hará posible que nos encontremos con lo mejor de nosotros mismos, que nos reconozcamos creadores, artífices de nuestro propio bienestar o sufrimiento, capaces de caer y levantarnos una y mil veces, hasta que por fin aprendamos el necesario equilibrio.

https://www.alainet.org/es/articulo/130178
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