Comunicación y vida cotidiana
24/09/2008
- Opinión
No hay que echar vinos nuevos en odres viejos...
.Jesús.
.Jesús.
Desde hace bastante tiempo en el campo teórico, también desde el mundo publicitario y en el ámbito político se viene hablando de la sociedad mediática, sin embargo, en la actualidad el concepto se ha hecho lugar común, perdiendo con ello, su correcto sentido.
Todas las baterías virtuales, tecnológicas e ideológicas se han volcado en dirección de las macrotecnologías de amplificación colectivas, la prensa, radio y televisión. Su objetivo central, como muy bien lo insinuara Umberto Eco, son las grandes mayorías. Desarticuladas de la cultura, de la red social, y de un proyecto personal participativo, crítico y solidario. La pobreza, en todas sus connotaciones, la marginalidad, la exclusión, las enfermedades decimonónicas que han regresado en gloria y majestad, junto al analfabetismo y la deserción escolar temprana, constituyen el fondo organizador de sentido de los mensajes construidos en estas macrotecnologías para vender un mundo mejor, de crecimiento, de progreso, sin relación efectiva con lo fáctico.
Todo "conocimiento", "información", percepción de la "actualidad", y por lo tanto, todo posicionamiento personal, social y cultural dependerá de los medios masivos. La pobreza, desde la comunicación, se puede entender como un bloqueo lingüístico que impide traducir las necesidades a lenguaje, de allí que el ideolecto y el sociolecto de la pobreza se abastezca de una terminología anoréxica que se funcionaliza a la producción de sentido lingüístico mediático como única referencia posible.
Lenguaje sencillo y simple, como proponía un conocido periodista, "para que entienda Doña Rosa", lo que se traduce desafortunadamente, en confusión, caldo de cultivo de caudillismos, de ídolos, pseudo mitos, las ofertas esotéricas, las descargas electrónicas de la intimidad como mercancías para la morbosidad humana, pero por sobre todo, un diccionario facilista de bolsillo, de recurrencia inmediata construido por los docentes electrónicos, como un criptolenguaje apropiado para la anemia cultural, la desintegración social y la generación de una personalidad desgarrada, fragmentada, que lleva a la propuesta radicalmente opuesta de Wittgenstein que dice, que el tamaño de nuestro mundo corresponde al tamaño de nuestro lenguaje, lenguaje abridor de mundos, de inserción personal, social y cultural como sistema propicio al diálogo racional susceptible de crítica, que nos protege de no ser arrollados por el lenguaje funcional puramente mercantil.
Mínimos ejemplos
La alimentación del imaginario popular no tendrá las mediaciones de los saberes de la cultura sino simplemente la construcción de la realidad como experiencia colectiva realizada por los medios (Una propuesta muy fuerte de Eliseo Verón referida a la construcción de la realidad en el ámbito mediático). Esta es, para bien o para mal, la sociedad mediática.
Los informes internacionales desde aproximadamente unos 30 años, nos muestran datos necesarios de ponderar con seriedad, sin caer en posturas apocalípticas. Se sabe por ejemplo, que un chico durante su edad escolar entre la enseñanza primaria y secundaria ha recibido en la exposición televisiva alrededor de cien mil mensajes publicitarios solamente dirigidos a él. Esta cantidad debe estar ampliamente superada a través del cable, dado que existen varios canales organizados para la niñez y la adolescencia en el marco de una tecnología sofisticada de efectos especiales y de computarización de imágenes que produce una fascinación abrumadora sobre el niño.
Es bueno recordar a Freud y su idea de que la cultura occidental ha reducido la sexualidad a los genitales provocando entre otros problemas este que estamos planteando. Que aceptamos con toda tranquilidad otros modos de seducción sin considerarlos agraviantes para el niño y el adolescente donde la publicidad y el medio pierden todo sentido ético dado que muchos juguetes tienen una movilidad y un desempeño tremendamente cautivador que cuando llega a manos de los chicos, toda esta virtualidad se reduce a plástico de corta duración.
Ya es archi sabido que en un año escolar un estudiante tiene más horas de exposición a la televisión que al proceso educativo formal. Agregue hoy el celular, móvil, handy como quiera llamarle y la pc.
En el programa de desarrollo para adolescentes mujeres elaborado por un grupo de investigadoras de la Universidad Católica de Chile y otras entidades de investigación científica y tecnológica del mismo país en 1994, se diseñó un programa para favorecer la adquisición de la identidad femenina. Se elaboró un libro para docentes denominado; "Ser mujer hoy y mañana" y al mismo tiempo se creó un cuadernillo de trabajo para jóvenes en el cuál se abordan aspectos de la problemática juvenil no contemplados en los programas de educación formal.
La investigación en la que se basa el programa se realizó en la región Metropolitana (el gran Santiago) con la participación de estudiantes de tercero y cuarto medio de diferentes estratos socio-económicos. Su objetivo fue detectar la percepción de los adolescentes, tanto hombres como mujeres, sobre la identidad femenina. Los modelos elegidos por los adolescentes fueron escasos y surgen principalmente del mundo cultural, del espectáculo y de la televisión especialmente. El mundo científico y educativo estuvieron ausentes.
La familia repite el mismo esquema, ha incorporado las tecnologías de amplificación colectivas desconociendo la cultura que las genera, sus usos, sus abusos y sus modelos de seducción en una estructura simbólica de mercado.
La incorporación del diario en el aula- entendida esta entrada como de un periódico específico- genera una dificultad operativa en el campo analítico dado que la recepción del mismo se hace desde los códigos de producción y no desde un centro organizador de sentido en recepción que permitiría a docentes y estudiantes una lectura crítica de medios - abarcadora y representativa de un amplio espectro conceptual- desde un paradigma actualizado en el campo de la teoría de la comunicación y semiótica. De otro modo estamos en un acercamiento promocional, y de un adiestramiento no crítico que atenta contra la práctica de la libertad y la racionalidad del estudiante, principalmente.
Recuperar el sentido crítico, en este caso, desde una comunidad de comunicación como la educativa, frente a la mediatización representa la posibilidad de subordinar las tecnologías al ser humano, a una sociedad más participativa y adecuarnos al imperio de los saberes de la cultura que puede permitirle a las nuevas generaciones acotar el acoso ideológico, publicitario y narrativo desde el discurso de la información con un actor personal bien armado conceptualmente, con el propósito de ir construyendo un espacio mediático racional, participativo y de cooperación en la construcción de la verdad como tarea de toda la sociedad. Esto sólo es posible, si la comunidad educativa colabora desde un marco teórico actualizado, con un programa regular y sistemático de educación para la comunicación que ofrezca durante el proceso escolar un marco de contención teórica para posicionarse frente a la verdad, el mundo fáctico y un ámbito solidario para construir la realidad y la ética.
La oferta actual con Internet se ubica fenomenológicamente- es decir, tomando las notas esenciales dejando de lado las accidentales- en el mismo plano de paraísos inexistentes y solucionadores de problemas que no dependen en absoluto de tecnologías como lo fue desde la década del 20 la radio y posteriormente la televisión. Hoy la computadora , el celular crean una subcultura del lugar ninguno, que no conduce a ningún destino, personal, social y cultural y las grandes mayorías asisten atónitas a la crisis económica del neocapitalismo y la ideología globalización donde el Estado sale a salvar a empresas especulativas mientras esas mayorías con celulares, mp3 y 4, Facebook , pc portátiles sufren un presente incierto sin capacidad y posibilidad de insertarse en la construcción de una estructura socio cultural que no genere ricos ni pobres, donde el trabajo sea parte de la generación de ganancias y no sólo como costo de producción. Tenemos tiempo de ser más inteligentes y solidarios. Hay que intentarlo.
- Walter Dennis Muñoz, periodista, reside en Paysandú, Uruguay.
Fuente: Agencia de Noticias Prensa Ecuménica, Montevideo Uruguay
http://www.ecupres.com.ar
https://www.alainet.org/es/articulo/129956?language=en
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