De modas y demonios

31/08/2008
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Si de llegar al paraíso se trata, nada mejor que cambiar de tetas, engrosar los labios, bajar unos cuantos kilos, apuntalar las nalgas e, incluso, cambiar el color de piel, según los creadores (entre comillas) de las modas y tendencias contemporáneas, las que escapan de la natural emoción juvenil para convertirse luego en aberraciones que terminan en casos crónicos de bulimia, anorexia y, sobre todo, crisis de identidad que ponen en tela de duda la razón de ser de las personas. Siguiendo esta lógica, cientos y miles de hombres y mujeres trabajan con el objetivo de meterse en bisturí con tal de ser mirados, antes que reconocer-se como son.

Y es que en la sociedad de consumo, en donde las personas se convierten en demandantes, la oferta para cambiar rostros y cuerpos es como vender electrodomésticos o cualquier otro producto, pero con la diferencia que el bisturí no garantiza nada, únicamente la correspondencia con el momento, es decir con la moda de turno. Estas situaciones, sin duda, no dejan de aterrar-nos, pues ahora cambiar de rostro es como cambiarse de ropa, valga la hipérbole…. Bajo estas características, entonces, vivimos un mundo de máscaras y enmascarados.

Jean Baudrillard, uno de los más grandes sociólogos de los últimos años, decía que vivimos en la sociedad de los objetos, donde todo se produce y reproduce en serie bajo un tiempo limitado de vida y dentro de una lógica que todo in-mediatiza, banaliza e impide trascender. En este sentido, lo que pasa con la moda, el manejo de la información por parte de un gran porcentaje de medios televisivos, la persuasión que se trata de ejercer desde el shopping responde a una sociedad de consumo, donde todo está pensado para comprar y deshacer, volver a comprar y volver a deshacer en una cadena interminable.

El mundo del consumo envía señales que pretenden consolidar un mundo de sueños y ensueños, mediante la adopción rápida y efectiva de la moda, entre otras cosas. Lo curioso, no obstante, es que la moda ya no se reduce a la ropa, las manifestaciones mediáticas, los cosméticos, los autos, los electrodomésticos, el confort, sino también la asimilación de determinados patrones físicos. Por esa razón, las concursantes a los eventos de belleza han concurrido al mismo cirujano, previo evento.

La moda -esta moda que rebasa los accesorios y artículos externos al cuerpo- confunde la estética con la producción de moldes, la ética con el consumo voraz, la comunidad con el mercado, el ser con la estadística. De ahí, que el ingreso al cielo está lleno de cosméticos, quirófanos de cirugía plástica y una serie de cosas que conforman una lista de atentados contra la identidad de los pueblos; muchos de los cuales caen en la tentación fácil sin analizar las consecuencias. Será, desde este criterio, que “sin tetas no hay paraíso” o que la bulimia y la anorexia pasaron de ser enfermedades a patologías sociales. El mismo Baudrillard decía, por cierto, que nos dejamos entrampar en las formas sin explorar los fondos.


- César Ulloa Tapia es ecuatoriano; licenciado en Comunicación Social, Magíster en Gerencia Cultural. Ha escrito los libros “Apuntes de Comunicación" (UTPL, 2006) y “Comunicación, cultura y desarrollo” (CIESPAL, 2007). Es editorialista de varias publicaciones dentro y fuera de su país.


https://www.alainet.org/es/articulo/129432?language=es

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