Los desafíos del PNUD

Capacidades para el cambio positivo

03/07/2008
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
La base del desarrollo está en el empoderamiento. Fortalecer la capacidad de las personas permitirá a los pueblos afrontar los desafíos del futuro, señala el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su más reciente informe.

La lucha contra la pobreza, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), la gobernanza democrática, la prevención de crisis y la recuperación, el medioambiente y el desarrollo sostenible son vértice del desarrollo, amenazado hoy por la incertidumbre en la economía mundial, el aumento de los precios de los hidrocarburos y de los alimentos.

“Las inevitables políticas macroeconómicas expansionistas que se han utilizado para responder al problema del sector financiero han creado presiones en la economía mundial”, señala el informe. Esas medidas no serían inevitables si, en los esfuerzos para prevenir la crisis se incluyeran propuestas serias para la creación de mecanismos contra la especulación, responsable en un 70% del aumento de los precios de los hidrocarburos. Esto, a su vez, ha inflado los precios de transporte de las materias primas y los procesos industriales de los que dependen tantos productos.

Partir de las buenas noticias impedirá caer en el fatalismo de que todo está perdido y que no hay nada más que hacer. Los países del África subsahariana alcanzaron un promedio de crecimiento del 6%. En varios países del Sur se ha logrado reducir considerablemente la pobreza, como en el caso de India y China.

“La naturaleza de la economía mundial pone de relieve nuestra interdependencia y la necesidad de contar con políticas mundiales mucho mejores. No obstante, los países también deben abordar sus propios problemas”, dice el informe. En ese sentido, fortalecer las capacidades de las personas las convertirá en protagonistas de su participación en democracia, en la gestión de su economía y su entorno natural.

El PNUD define ese empoderamiento como el proceso que pone a las personas, las organizaciones y las sociedades como protagonistas de su propio desarrollo al obtener, fortalecer y mantener las competencias necesarias para ello. Contribuye también el apoyo de instituciones nacionales e internacionales sólidas y capaces de encauzar de forma más justa los beneficios del crecimiento económico.

El informe del PNUD destaca que, en comparación con el año 2000, el número de niños que mueren anualmente por causas que pueden prevenirse ha disminuido en unos tres millones, la matriculación en la enseñanza primaria ha aumentado en todo el mundo y dos millones de personas más reciben tratamiento para el SIDA.

El progreso en gran escala se produce “cuando hay un liderazgo fuerte de los gobiernos, buenas políticas en apoyo de las inversiones privadas y crecimiento de la productividad, y cuando las estrategias racionales para aumentar las inversiones públicas se fortalecen mediante el apoyo financiero y técnico suficiente de la comunidad internacional”.

Así es como muchos países de Asia han registrado la reducción más rápida de la pobreza extrema en la historia de la humanidad.

En Malawi, el Gobierno destinó un fondo especial para ayudar a los agricultores a obtener fertilizante y semillas de calidad. En sólo un año se produjo el doble de maíz. Este tipo de iniciativas puede contribuir de forma positiva en la lucha contra el hambre.

Sin embargo, salir de la pobreza no consiste sólo en aumentar la capacidad productiva de los países. El fortalecimiento de las personas y de las instituciones tendrá que ir acompañado de una profunda revisión de las condiciones y las reglas del juego en el comercio internacional que cierra las fronteras a los productos que sostienen las economías de muchos países que intentan salir de la pobreza. Sólo con una mayor igualdad podrán sentarse las bases de un libre comercio y el clima adecuado para atraer las inversiones privadas que el PNUD señala como fundamentales para el desarrollo de los países del Sur. Por otro lado, los países ricos tendrán que replantearse las subvenciones agrícolas concedidas a sus productores nacionales y que hunden los precios de los productos del Sur.

Si bien pueden alcanzarse unas condiciones comerciales más justas en el ámbito internacional, reconocer el protagonismo de los países del Sur en su propio desarrollo supone un gran primer paso.

Carlos A. Miguélez Monroy
Periodista

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias  (CCS), España.

 ccs@solidarios.org.es

www.solidarios.org.es


https://www.alainet.org/es/articulo/128513
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS