Los procesos de fragmentación socio-territorial a nivel local: causas y efectos
- Opinión
Resumen
En este breve ensayo se trata de demostrar que cuando dentro de una unidad territorial, como puede ser un municipio, se generan zonas fragmentadas, sin identidad, y fácilmente reconocibles por no estar asimiladas a la cultura local, esto tiene origen en los cambios de paradigmas socio-económicos asociados a su vez a la aplicación de políticas públicas de desarrollo local poco sustentables y atípicas dentro de la región. Estos cambios impuestos originan una serie de conflictos socio-territoriales de distinta magnitud, creando espacios discontinuos, los que buscan denodadamente integrarse de alguna manera a la cultura local, para lo cual deben sortear algunas barreras que el propio sistema crea, además de las propiamente físico-territoriales: a) sociales o de exclusión social, b) étnico culturales y c) históricas. Si partimos de la premisa de que lo social y lo territorial conforman una unidad funcional básica, es preciso entonces establecer los mecanismos necesarios para sortear estas barreras y lograr recomponer esta identidad perdida que tenga una base inclusiva amplia e incorpore a todos los sectores posibles. Para ello se dan algunas propuestas metodológicas referidas a los usos del suelo y sus regulaciones.
Introducción
En los últimos 30 años asistimos en América Latina a una manifiesta transformación de sus territorios en todos sus niveles, local, nacional, regional. Esto tuvo su origen en los cambios producidos en el sistema económico impuesto por los países desarrollados, a través del comercio mundial. Hay que recordar que pasada la etapa de bonanza que significó construir un Estado-nación fuerte (1950-1970), caracterizado por la sustitución de importaciones y el desarrollo de las empresas nacionales, con la consecuente expansión de la economía que trajo aparejado múltiples beneficios sociales, desde la creación de nuevos empleos hasta el acceso a la vivienda a través de amplias financiaciones (welfare state), se penetra en una nueva etapa, plagada de dificultades que conduce irreversiblemente hacia la dependencia obligada de la grandes potencias. A partir de los años 70 comienza la crisis energética, ocasionada por las fluctuaciones en el precio del petróleo, a lo que se agrega el problema de la deuda externa, que casi paralizó las industrias después del 1976 con las terribles consecuencias que esto significó a nivel social: cierre de fábricas, desempleo, empobrecimiento de las clases sociales más bajas, desaparición de la clase media, gobiernos dictatoriales militarizados, limitación de todos los beneficios sociales alcanzados, entre otros. Por otro lado, la regionalización que los propios países desarrollados proponen para paliar los efectos de la crisis en América Latina, termina por definir cuál va a ser el futuro de estos países, condenados a sostener sus economías primarias como principal generador de divisas, a establecer tratados de comercio recíproco con sus vecinos y a importar manufacturas, maquinarias e insumos de los países centrales a cambio de sus bienes primarios. Este tipo de economía capitalista, que desecha la producción nacional en pos de la transnacional, se constituyó en el principal factor de cambio en los países latinoamericanos, tanto desde el punto de vista socio-económico como espacio-territorial, donde se vieron reflejados los cambios impuestos por los nuevos sistemas productivos. Más adelante veremos que estos cambios fueron comunes a todos los países del llamado tercer mundo como lo explica muy bien Naomi Klein: 2001(1) Finalmente, y como corolario de lo que produjo el capitalismo a nivel mundial, los países de América Latina se ven impulsados a modernizar sus estructuras administrativas y a privatizar las productivas, so pena de quedar al margen del sistema de la economía global (década de 1990) y a ingresar en la era de la informatización, con lo cual queda definitivamente sepultado el viejo esquema de producción industrial y las antiguas alianzas comerciales. No cabe duda de que este nuevo paradigma también determinó cambios a nivel territorial, en tanto los procesos productivos buscaron localizaciones estratégicas para desarrollarse. Así se delinearon zonas aptas y zonas no aptas pasando muchas de ellas a sufrir el abandono.(2) Las consecuencias fueron elocuentes y como veremos, se generaron problemas sociales muy graves en casi todas las zonas que habían comenzado a desarrollarse en décadas anteriores. Más adelante veremos cómo una ciudad argentina, del “interior” bonaerense, que se presentaba pujante en la década de 1980, de pronto se convirtió en una ciudad plagada de conflictos y expulsora de población.
I. La problemática urbana
América Latina se ha caracterizado, desde los comienzos de su independencia, por presentar altos índices de urbanización, pese a tener una economía basada principalmente en los productos agropecuarios y mineros, y esto obliga a realizar algunas reflexiones. Es característico de esta región el alto grado de concentración demográfica que tienen las principales ciudades, como Buenos Aires, San Pablo, Caracas, Lima, Montevideo, Rosario, las que también se erigen como centros portuarios. A su vez cada una de estas ciudades ha tenido un crecimiento radial, que ha favorecido la formación de amplias franjas de urbanización a su alrededor proceso que se conoce como conurbación o metropolización(3) lo que da por resultado la existencia de un centro neurálgico y estratégico donde se concentran las principales actividades de la sociedad.
Si tomamos el caso de Buenos Aires y el área metropolitana, es claro que el papel que desempeña en todas las actividades económicas, educativas, políticas, tecnológicas, financieras, sociales en general, es fundamental y su influencia es determinante para el resto del territorio. El problema se genera cuando las poblaciones nuevas, atraídas por esta concentración de poder se asientan sin plan en los sitios no ocupados, y toman posesión del territorio mucho antes de que el Estado pueda regular los servicios, o pueda proveerlos. Esto pasa a ser en consecuencia una de las grandes problemáticas que aquejan al conurbano bonaerense: la falta de servicios que permitan satisfacer las demandas cada vez mayores de parte de los nuevos pobladores y el colapso de los ya existentes.
Por otro lado, a nivel de las ciudades más pequeñas, en muchas de ellas de no más de 20.000 habitantes del interior bonaerense, este fenómeno también se repite en menor escala, y también se observa el mismo panorama: alta concentración en la ciudades cabeceras, que se alternan con otras de menor rango que actúan a modo de centros de distribución (estaciones ferroviarias, silos, almacenes de ramos generales), un crecimiento discontinuo y amorfo hacia las márgenes o periferia donde se incrementa la densidad poblacional y, contrariamente, áreas centrales con buena dotación de servicios y posibilidad de ocupación, pero poco consolidadas.
¿Es posible relacionar este crecimiento anómalo con los cambios en las economías a nivel mundial y sus consecuencias, o se trata de un fenómeno de origen local y derivado de la propia conformación del espacio desde sus orígenes?
Como veremos más adelante, ninguna urbanización por pequeña que sea escapa a la influencia de la economía global(4), pero también se debe tomar en cuenta que las reglamentaciones, en materia urbanística, no siempre contemplan el crecimiento como un factor trascendente, esto es, que pueda trascender el propio imaginario. En consecuencia, cuando la ciudad comienza a transformarse con otras reglas que no son las que la regularon anteriormente, se producen inevitablemente choques y conflictos que se reflejan en el propio territorio. Más adelante se analizará un caso puntual a efectos de ilustrar este fenómeno y se intentará formular alguna propuesta teniendo en cuenta que la mayoría de las veces el territorio se define a partir de los actos y las ideas de quienes viven en él y no tanto por las normas impuestas por técnicos y funcionarios políticos desde afuera.
Ciudades ordenadas y organizadas
Si algo caracterizó al trazado de las ciudades y pueblos trasplantados a
En la actualidad abundan los ejemplos de este tipo en casi toda América Latina, por lo que se tomó un caso testigo dentro de
Nos preguntamos a propósito de esta situación: ¿hoy se puede recomponer el sistema socio-territorial a partir de una concepción unicista de la cultura local?
El problema que se presenta es el siguiente: cuando se quiere identificar un mismo territorio con un pasado común o con un modelo socio-económico único, la pretendida “identidad local” se desvanece y aparecen rápidamente zonas o sitios que no responden a los mismos parámetros. Y esto no sólo se refleja en el territorio sino también en la sociedad. En consecuencia, la respuesta a este interrogante es que hoy en día existen tantas identidades como organizaciones sociales (comunidades) y se reconozcan conviviendo dentro de un mismo territorio, y por tanto existe una diversidad de subsistemas que están coexistiendo cada uno con su propia dinámica.
¿Qué evidencias se pueden marcar a nivel territorial que nos indican que existen las barreras socio-culturales territoriales?
A los efectos de poder entender cómo se presentan estas problemáticas en el territorio, se ha confeccionado un listado que contiene las más comunes encontradas a nivel local.
Se altera el trazado original de calles y manzanas.
Con frecuencia se invaden espacios verdes públicos o calles con la excusa de subsanar déficit habitacionales u otras necesidades.
Las fábricas abandonadas durante la época posfordista se convierten en focos de contaminación por largo tiempo (basurales, roedores) a la espera de nuevo destino. En las grandes ciudades la globalización de la economía ha convertido muchos de estos sitios en paseos de compras, supermercados, shoppings, centros culturales, etc. (cambios de uso).
Las parcelas se subdividen con criterios contrapuestos a los que regulaban los primeros parcelamientos, principalmente en los bordes periurbanos, lo cual incrementa la densidad en esta zona, aun cuando el área central mantiene gran cantidad de viviendas desocupadas.
Existe una alta concentración de población en las ciudades cabeceras, que se comportan como puentes hacia las metrópolis.
La ciudad crece en forma discontinua hacia la periferia, siguiendo las tendencias de la economía local, regional o global.
Proliferan las excepciones a la normativa vigente en materia de planes de viviendas, creándose dentro de la planta urbana distritos de urbanización especial que rompen la lógica del modelo clásico. Se comportan como enclaves y desarrollan una cultura propia.
Se multiplican los conflictos vecinales ocasionados por un aumento en la demanda de los servicios esenciales en desmedro de los ya existentes.
Hay un mayor requerimiento de infraestructura a partir de las nuevas localizaciones de barrios destinados a personas de bajos recursos, ya sean oficiales o impulsados por cooperativas.
Hay un aumento de los problemas ambientales ocasionados por los basureros a cielo abierto, las industrias contaminantes y la falta de plantas de tratamiento de efluentes.
Se incrementan los problemas de tránsito a partir del aumento del parque automotor y la falta de vías rápidas para el transporte público.
El estudio de estas problemáticas nos conduce rápidamente a analizar las causas que llevan a ellas y que generalmente se relacionan con los cambios en los paradigmas socio-económicos mundiales que han impactado en los procesos de las economías nacionales, regionales y locales. Particularmente, estos procesos de fragmentación se intensificaron a partir de la implementación de las políticas públicas puestas en práctica por los gobiernos para paliar los efectos de las crisis económicas que dejaron a gran parte de la población en una situación de vulnerabilidad y excluidos del sistema. A esto hay que agregar que la aparición de las redes globales de comunicación en el mundo económico-financiero, si bien contribuyeron a la interconexión de los lugares más remotos, también avanzaron sobre aquellos que se habían erigido con fuerza en la época del fordismo, los cuales habían quedado marginados o a la espera de pasar por una transformación que los integre. Es por eso que hoy se habla de territorios móviles, donde los espacios se reformulan constantemente.
Autores tales como Pierre Veltz, Milton Santos, Ricardo Méndez, Manuel Castells, Jordi Borja, Saskia Sassen, Luciano Poma, Naomi Klein, Pablo Cicolella, han tratado de explicar y sistematizar esos nuevos conceptos a partir de la llamada “nueva geografía” que surgió como consecuencia de la globalización o mundialización del sistema económico, que lleva ya más de 30 años.
Estudio de caso: cómo se gestaron las barreras socio-territoriales en la ciudad de Las Flores (Provincia de Buenos Aires)
Para poder comprender cómo se gestan las barreras socio-territoriales a nivel local, se ha seleccionado una ciudad perteneciente a un municipio del interior bonaerense de escala media-baja (aproximadamente 20.000 habitantes) y que, entre 2003 y 2006 reformuló su Plan Urbano (5): nos referimos al Municipio de Las Flores, emplazado en el centro-este de
Como la mayoría de los municipios bonaerenses, particularmente los que se localizan al interior (se excluye a los del área metropolitana) concentra más del 80% de su población en la ciudad cabecera, quedando el resto del territorio prácticamente despoblado o con una escasa población.
Los datos recogidos en el último Censo de Población y Vivienda (2001) dan cuenta de una población real de 20.722 habitantes en la ciudad sobre una población total para el Partido de 23.551 habitantes. Por tanto, una primera observación efectuada se refiere al elevado índice de urbanización, y cuyas actividades principales se concentran en el núcleo urbano principal.
Ahora bien, al realizarse el diagnóstico socio-territorial, los técnicos se encontraron con gran cantidad de situaciones de alteración de los espacios, algunos disociados del casco urbano, otros constituyendo enclaves, pero lo más notorio fueron las reiteradas desviaciones realizadas al trazado original, que, como se ha expresado precedentemente, responde a un modelo de ciudad que se repetía en la época en que fue delineada. Entonces, para poder entender estas segregaciones o barreras socio-territoriales, nos tenemos que remitir a la “historia” del sitio, cómo se gestó y bajo qué paradigma filosófico se materializó.
A los efectos metodológicos hemos definido al menos cuatro tipos de barreras o causas que las determinan: a) físicas o territoriales, b) históricas c) culturales y d) socio-económicas.
Antecedentes históricos
Si bien el origen del asentamiento data de 1830 o antes, el trazado oficial que dio origen a la ciudad de Las Flores se remonta a 1856, año en que el agrimensor Adolfo Sourdeaux levanta el plano de subdivisión parcelaria. Dicho plano respondía al modelo impuesto en la época, una planta rectangular de 96 manzanas, rodeada por una serie de anillos concéntricos que formaban la zona de quintas y chacras de mayores dimensiones. Este modelo preveía el autoabastecimiento frutihortícola de la ciudad así como existía una vinculación directa entre esta área productiva y las principales vías de circulación, que convergían en el centro de la ciudad. Así también, al instalarse la estación del Ferrocarril del Sud (1871) que vinculaba a todos los Partidos aledaños, la misma se localizó en un área central de la planta urbana, dada la importancia que en ese entonces poseía este medio de transporte, tanto para la economía como para el traslado de personas.
Pero además, el modelo de ciudad diseñado contemplaba la localización precisa de los edificios principales (lo construido) y también la de espacios verdes, tales como plazas y parques, todo lo cual estaba asociado a una idea predominante: la ciudad higiénica.
Dentro de la planta urbana fundacional de Las Flores, también se habían colocado cuatro plazas en cada uno de los ángulos del rectángulo y una plaza central, alrededor de la cual se ubicaban los principales edificios públicos:
Esta primera etapa, que va de
Ahora bien, este hito histórico que los habitantes del casco urbano de Las Flores mantienen vigente en la memoria, parece no tener significación para los ocupantes de los barrios o conjuntos de viviendas levantados precisamente sobre la citada plaza. No sólo se alteró el espacio verde proyectado en el origen, sino que se subdividió la manzana alterando la conformación regular fundacional, abriéndose una calle intermedia que no sólo desbarata absolutamente el trazado fundacional, sino que además desbarató el pasado, pues nada hay que recuerde este hecho significativo del pasado de los florenses. En suma, no sólo se alteró la urbanización sino que también el sitio padece una de las patologías más comunes de toda ciudad moderna: la falta de identidad o anomia.
Paradójicamente, con el advenimiento del gobierno popular, que se extiende entre 1945 y 1955, estas alteraciones urbanísticas se repitieron en muchos otros lugares, y dejaron una sensación de “desprecio” por ese orden clásico que representaba la lógica conservadora precedente.
Desde nuestro análisis no cabe duda de que se trató de un enfrentamiento o de un conflicto ideológico entre dos lógicas antagónicas, que incluyen también la manipulación del espacio físico. Esta situación determinó claramente una barrera socio-territorial que en la realidad se identifica con dos modelos de ciudad diferentes de parte de cada uno de los sectores que comparten el territorio: por un lado, aquellos que defienden la identidad asociándola fundamentalmente con la ciudad ordenada e higiénica del pasado; por otro lado, los que habitan el espacio con un sentido proximal, donde éste sólo tiene sentido en tanto satisface las necesidades básicas, no importando el valor histórico del sitio.
En general desde el punto de vista urbanístico, durante el gobierno popular peronista, se produce no sólo un aumento de los metros construidos sino que se aplica el diseño de nuevos modelos de urbanización (el caso de Ciudad Evita en el conurbano es un ejemplo) adaptados a las nuevas formas de vida, donde las clases sociales antes excluidas acceden a la vivienda y a la recreación, antes vedadas, lo que constituye transformaciones profundas en la cultura de ese período. Asimismo el culto al trabajo, y las reivindicaciones gremiales, imprimen a las ciudades, en especial a las bonaerenses, un impulso renovador que también se muestra a nivel del territorio.
Esta última visión, característica de un periodo de welfare state en
El casco fundacional, como se aprecia en el citado Plano de Usos, queda limitado a un sector y la ciudad ampliada representa lo nuevo, el progreso. Un elemento que generalmente se toma como parámetro del crecimiento, es el aumento de las subdivisiones, tanto en el casco como en el área periurbana, lo cual también es un indicador de un aumento en la demanda de servicios e infraestructura. La ciudad entonces, sufre una transformación mayor, se expande y busca redefinir su estatus. (véase Plano de Parcelamiento)
En los períodos subsiguientes, descriptos en el Plan, continúan las subdivisiones, tanto en el microcasco como en el macrocasco, y también se incrementan las alteraciones urbanísticas, tanto en las medidas de las parcelas como en las manzanas. También continúa la construcción de barrios de viviendas populares y la extensión hacia la principal ruta de acceso,
Un conteo exhaustivo de las alteraciones sufridas en la planta urbana, realizado por los técnicos, da cuenta que, el mayor número se registró en el periodo que va de
Con respecto a la construcción de viviendas de interés social, se continuó con la edificación de conjuntos habitacionales dispersos en toda la planta urbana, y esto constituye hoy una problemática en sí, en tanto muchos de estos conjuntos se hicieron en las épocas de pleno empleo, cuando sus habitantes podían solventar los gastos de adquisición y mantenimiento, y accedían a todos los beneficios sociales (educación, salud, recreación, etc.). Sin embargo, la situación socio-económica general, tanto internacional como nacional fueron transformando estos lugares, en verdaderos bolsones de pobreza, en la medida en que las condiciones de la economía, favorecieron el cierre de fuentes de trabajo, siendo cada vez más difícil su mantenimiento a partir del escaso poder adquisitivo de los salarios.
Hoy existen en la ciudad de las Flores 22 barrios de viviendas populares distribuidos en toda la planta urbana (véase el cuadro síntesis de conjuntos habitacionales) la mayoría de los cuales registran problemas sociales muy graves y además, por su ubicación espacial, se han convertido en verdaderos enclaves, donde se aprecia un alto grado de segregación socio-territorial.
Cuadro síntesis de conjuntos habitacionales
Década |
Cantidad de barrios |
Cantidad de viviendas |
1950 |
1 |
46 |
1960 |
1 |
16 |
1970 |
3 |
147 |
1980 |
6 |
368 |
1990 |
11 |
539 |
Total |
22 |
1.116 |
Licitados |
5 |
172 |
Fuente: Municipio de Las Flores (Buenos Aires)
1. Procasa I |
1992 |
2. Procasa II |
1995 |
3. Procasa III |
1995 |
4. Solidaridad II |
1996 |
5. Solidaridad I |
1985 |
6. Arturo Illia |
1987 |
7. Municipal |
1976 |
8. PYM |
1974 |
9. 25 de Mayo |
1974 |
10. Colón |
1981 |
11. San José |
1982 |
12. Las Flores |
1993 |
13. Novios |
1994 |
14. Abuelos |
1994 |
15. Presidente Perón |
1953 |
16. Arquitectura |
1962 |
17. ATEPAM |
1980 |
18. Empleados de Comercio |
1987 |
19. Los Nogales |
1998 |
20. Evita |
1976 |
21. Casacoop |
1980 |
22. Las Verbenas |
1998 |
Como se ha dicho, han sido creados en general con amanzanamientos superiores o inferiores a los de la tipología de la manzana original. Se observa también que se repiten las problemáticas sociales de las grandes ciudades, como vamos a ver a continuación, y que fueron constatadas a partir de un relevamiento de los sitios. Según datos aportados por los centros comunitarios cercanos, (cuatro en total, ubicados estratégicamente), las condiciones sociales relevadas son las siguientes:
alto porcentaje de desempleo, trabajo informal (cuentapropismo) y subempleo,
alto grado de hacinamiento,
problemas alimentarios graves,
problemas de salud,
violencia doméstica,
problemas de drogadicción,
inconvenientes en la provisión de servicios,
ocupaciones ilegales,
aislamiento,
falta de articulación entre la escuela media y el mercado laboral,
población adolescente vulnerable,
clase media empobrecida o precarizada,
incertidumbre, falta de horizontes e incentivos en la población joven,
acceso limitado a las nuevas tecnologías,
exclusión social.
Como corolario, la situación se ha agravado en los últimos 20 años con la irrupción de las políticas liberales y neoliberales, que desecharon el desarrollo de una industria nacional como base para la creación de empleo genuino, razón por la cual la situación social se agravó particularmente en aquellos lugares que quedaron al margen de la globalización, o fueron reconvertidos con pautas ajenas a la economía local.
La economía local
Como ocurre en casi todos los Partidos del interior de
En síntesis, las actividades urbanas: comercio, industria, servicios, fueron los polos de atracción de la población en su mayoría, y los ciclos económicos se vieron más o menos favorecidos a partir de los cambios introducidos desde la economía general. Por caso, la actividad comercial creció y se expandió en el periodo 1975/85, según datos del Censo Económico Nacional. Pero entre 1985/94 se retrae, al tiempo que se produce el cierre de empresas pequeñas y medianas. Por lo tanto, el personal ocupado, siguiendo esta tendencia, también sufre una retracción, produciéndose el traspaso de trabajadores al sector de servicios, a la vez que aumenta el cuentapropismo, dado que las indemnizaciones se destinan a ese sector mayoritariamente. También disminuyen los comercios minoristas al hacer su aparición los supermercados, a los que se sumaron locutorios, agencias de remises, canchas de paddle, videoclubes, casas de fiestas infantiles, lavaderos automáticos, servicios de informática, geriátricos, educación privada, consultoras, empresas de limpieza, etcétera.
En cuanto al sector industrial propiamente dicho, se han establecido dos ciclos:
a) entre mediados de los años 70 y fines de los años 80 en que la actividad industrial comienza a declinar, como consecuencia de los problemas ocasionados por la deuda externa entre otras causales. Hay cierre de industrias y trasvasamiento de empleados al sector servicios;
b) década de 1990 en adelante, caracterizada por la apertura de los mercados, el libre comercio, el desarrollo del sistema financiero, cuyas consecuencias fueron: el aumento de la desocupación y la precarización del empleo asalariado, y el advenimiento de las industrias transnacionales, que terminan por dejar fuera del sistema a aquellos que no tienen acceso a las nuevas tecnologías.
Y acá nos vamos a detener en analizar cómo la merma en la actividad industrial, a consecuencia de la globalización y la estrategia de las empresas multinacionales, reprodujo en esta parte del mundo, y a semejanza de otros países en desarrollo, una situación muy similar a la que nos relata Naomi Klein (2001) en su obra. La autora se refiere a la desaparición de la fábrica como institución, al abandono de esta forma de producción tradicional que, además de reproducir el proceso completo de un producto, creaba lazos de solidaridad entre los obreros, que se sentían parte del aparato. Los nuevos procesos de producción, anónimos, impersonales y tercerizados, donde no existe una relación directa entre el empleador y el empleado, donde tampoco se sabe a ciencia cierta para quién o quiénes se trabaja, ni cuál será el resultado final del producto, transformó no sólo las condiciones de vida de la población, sino que además incidió en el territorio, que debió adaptarse a esta refuncionalización de la actividad. La autora de No Logo escribe lo siguiente:
“….Los constructores de marcas son los nuevos productores primarios de la así llamada economía del conocimiento. (…)
´…Según esta lógica, las empresas no deben emplear sus limitados recursos en fábricas que exijan mantenimiento físico, ni en máquinas que se estropeen, ni en empleados que con seguridad van a envejecer y morir, sino que deben concentrar los recursos en los ladrillos y el cemento virtuales que se emplean para construir las marcas; esto es, en el patrocinio, en los envases, en la expansión y en la publicidad…
´...Esta es la razón de que ahora muchas empresas se desentiendan completamente de la producción. En lugar de fabricar los productos mismos, en fábricas propias, los ´externalizan´, tal como hacen las empresas de las industrias de recursos naturales (…) Y a medida que los antiguos puestos de trabajo se trasladan al exterior, algo más se va con ellos: la anticuada idea de que el fabricante es responsable de sus empleados.” (Klein, 2001: 239-240)
Si bien en Las Flores la industria textil representaba tan sólo el 14,51% de la actividad industrial, sólo superada por la fabricación de productos alimenticios y metalúrgicos, la fabricación de prendas de vestir alcanzaba a casi un 90% del personal ocupado en las fábricas, de los cuales había mayoría femenina. Como ya se ha expresado, más adelante la globalización produjo inmediatamente una reducción en las plantas de empleados y la tercerización de los procesos productivos. El caso más destacado ocurrido dentro del territorio de Las Flores fue el de GATIC SA, una firma radicada en 1979, que empleaba a un alto número de personas, tanto en su planta industrial de la ciudad de Las Flores, como la que se encuentra en la localidad florense de Pardo. Para poder permanecer en el mercado. GATIC terceriza una gran cantidad de tareas, y la modalidad es el desarrollo de una importante industria textil domiciliaria que no sólo atiende la demanda local sino también la de otras firmas radicadas fuera del distrito.
La localización de industrias no responde a una política oficial de desarrollo local, sino a emprendimientos privados que produjeron una localización dispersa en distintos puntos de la ciudad.
Ahora bien, a partir de la importación de productos textiles con precios competitivos (China, Brasil), la industria textil local se vio resentida, de la misma forma que aquellas radicadas en distintos lugares del territorio nacional (área metropolitana por ejemplo el caso Textil Oeste). Una empresa local que debió cerrar sus puertas fue Cattorini SAIC y sus empleados fueron absorbidos por GATIC o redistribuidos en cooperativas textiles.
Fábrica de GATIC, en Pardo, Las Flores
Según datos aportados por el Municipio, existen once talleres asociados en forma de cooperativas y catorce talleres independientes.
Evidentemente el caso de la industria textil, con un fuerte componente innovador en materia de comercialización, constituye un buen ejemplo de cómo las nuevas tendencias, en cuanto a los procesos productivos, han transformado visiblemente las relaciones laborales e incluso han creado una suerte de anomia en cuanto a la obtención del producto, de forma tal que, cuando existen fallas en el mismo, se detectan fácilmente durante el proceso de control de calidad que llevan a cabo las casas centrales, las que determinan los estándares de calidad.
Como es sabido, la firma GATIC está asociada a la marca ADIDAS de indumentaria deportiva, que como en el caso de Nike descripto por Klein, y fabricada en las ZPE o zonas de producción para exportaciones de Asia e Indonesia, es una compañía multinacional de origen alemán, cuya casa central fue fundada en Herzogenaurach, Baviera, en 1949(7). Al igual que Nike tuvo su época de esplendor, la que fue eclipsada por la aparición de la competencia. Pero lo más importante es que, pese a haber sufrido los avatares de las crisis financieras, la marca -lo que Klein destaca se ha convertido en el valor más importante para vender el producto en todas partes del mundo-, se ha mantenido incólume, tanto en uno como en otro caso, hasta el día de hoy, siendo sinónimo de alta calidad y de confiabilidad para los consumidores.
El caso que acabamos de describir, y que está fuertemente asociado a la economía local por el elevado grado de empleo de mano de obra, no sólo nos revela cómo funciona la economía global sino también cómo esta modalidad se ha difundido por todo el mundo, y revela que los capitales privados no encuentran obstáculos cuando de invertir se trata. En este caso, una firma local, GATIC, es la encargada de concentrar la producción de calzado e indumentaria deportiva, pero, como también lo explica Klein para Nike, no sólo lo hace para ADIDAS sino también para la competencia, con lo que se llega a la conclusión de que la fabricación de los distintos productos sale de las mismas unidades productivas.
“…Y las fábricas competidoras tampoco se encierran cada cual en sus edificios, sino que es frecuente que sus artículos se produzcan lado a lado en las mismas fábricas, que sean encolados por los mismos obreros y cosidos y soldados por las mismas máquinas.” (Klein, 2001: 246.)
En síntesis, el territorio local se debió adaptar a estas nuevas formas de producción, desechando la localización de una única fábrica donde existe inversión en maquinaria e insumos por parte de los propietarios. Los bienes de capital hoy son aportados por cada taller, y en casos, subsidiados por el Estado para mantener la ocupación. En consecuencia, también varía la logística de distribución, que pasa a tener mucha importancia para la comercialización. Esto también requiere la utilización de vías de acceso rápidas y mejor comunicación de estas con las rutas nacionales y provinciales. Desde este punto de vista se ha podido constatar que el sistema circulatorio en el caso de Las Flores no ha acompañado convenientemente a los cambios producidos tanto por la densificación de población en las áreas central y periférica, como por las necesidades de circulación de los camiones y utilitarios, que circulan en el área urbana. Por consiguiente este es un elemento a reformular y que va de la mano de las necesidades de los mercados.
Todo lo que acabamos de exponer, responde a una realidad palpable, y refirma la teoría de que las transformaciones socio-territoriales, se originan en los cambios en la producción económica y en la forma de acumulación, y que estos se dan simultáneamente en todas partes del mundo, pero es en los países en desarrollo donde se agudizan los efectos. Los casos que N. Klein relata en su obra, que corresponden a zonas de Filipinas, China e Indonesia, se repiten en la frontera entre México y Estados Unidos y toda Centroamérica, y por supuesto también en el Sur de América, con distintos grados de profundización. Y como la misma autora refleja, este proceso asociado a las grandes empresas multinacionales, no reconoce fronteras, y ha transformado las relaciones de trabajo en todo el mundo, teniendo como común denominador, un único objetivo: reducir los costos de mano de obra y aumentar la producción.
Las tendencias inmobiliarias según clases sociales
Un factor que incide en la reformulación del territorio es el valor de la propiedad según las zonas en que se divide la ciudad. Este valor se forma no sólo por las condiciones intrínsecas del lugar o por la aptitud de habitabilidad, sino fundamentalmente por el valor ficticio que se le asigna según a qué clase social está dirigido. Evidentemente, esta elección de parte de las clases sociales con más poder adquisitivo señala una tendencia que se refleja en el territorio, y en el caso particular de Las Flores es un elemento más de segregación, en tanto existe por parte de aquellas, una demanda creciente de parcelas de grandes dimensiones en la zona de quintas (extraurbanas) para construir sus residencias, rechazando ofrecimientos dentro del microcasco y macrocasco por estar contiguos a los sectores sociales de bajos recursos. Esto de alguna manera está también reflejando una tendencia general, que en este caso particular se hace explicito, pero que se debe considerar a la hora de reformular los usos del espacio territorial. Esto hace que sea muy difícil definir el territorio por un sistema rígido de zonificación, en tanto éste va adquiriendo carácter a través de los actos que llevan a cabo los diferentes grupos que lo habitan. A continuación se presentan algunos planos elaborados por el Municipio de Las Flores con
A) Plano de Ocupación del suelo por parcela
B) Plano de Parcelamiento Urbano
C) Plano de Evolución Histórico-Catastral
D) Plano de Usos del Suelo
Conclusiones
Analizadas algunas de las situaciones concretas que se manifiestan en el plano de usos del suelo, así como el que muestra la evolución de la planta urbana original y su estado actual, podemos sacar algunas conclusiones referidas al origen de las barreras socio-territoriales, que según hemos podido ver son de distinta naturaleza. En el caso de las barreras históricas, estas se perciben como una división más o menos fuerte entre lo “viejo” y los nuevo, entre los edificios de valor patrimonial, como la estación ferroviaria,
Las barreras de tipo económico, como se ha visto, se relacionan con la producción local, y en este sentido las transformaciones en la economía mundial determinaron cambios en los locales de fabricación, en tanto las grandes fábricas dejaron de funcionar como tales, lo cual determinó cambios profundos en la cultura de los ex trabajadores y sus familias. Al fenecer el símbolo que regía la fabricación de los productos, esto es, la fábrica, donde también se creaban lazos de solidaridad entre las personas con el fin de nivelar jerarquías, al anularse la función sindical que regía a las relaciones entre los patrones y los obreros, la depresión se apoderó de los trabajadores que con resignación aceptaron su nuevo papel de “desocupados” indemnizados. Ahora bien, en la realidad: ¿desapareció la actividad? Según los datos recogidos en distintas fuentes, la actividad textil, por caso, no desapareció sino que se reconvirtió en la forma en que la tendencia mundial lo indicó: se crearon numerosos talleres, pequeños y medianos, muchos familiares, donde los medios de producción eran de propiedad de los mismos obreros a quienes se les encarga la tarea para determinadas marcas. Con lo cual el paisaje socio-territorial se transforma una vez más.
Finalmente analizamos el papel de la vivienda, como indicador de uso del suelo, y que se identifica con sectores sociales bien definidos, como es el caso de los conjuntos habitacionales realizados a través de operatorias oficiales, con el fin de paliar el déficit de vivienda de las clases media y baja. En este sentido, como puede apreciarse, se produce una segregación muy manifiesta, que no sólo se da en este municipio en particular, sino que forma parte de las problemáticas urbanas más importantes en casi todos, en tanto, ya sea por las alteraciones que sufren las parcelas como por la tipología empleada y como por la forma de vida a la que obliga a sus ocupantes, crea barreras virtuales dentro de la misma cuadrícula urbana, ya que muchas veces se los vincula a franjas marginales de la sociedad. A esto contribuyen las políticas de exclusión y que, como hemos visto, se agravaron a partir de la década de 1990, dejando su impronta en el territorio: se alternan zonas residenciales bien conservadas con otras muy degradadas y anómicas y carentes de mantenimiento.
Cómo se compatibiliza este estado de situación con las teorías actuales sobre reestructuración del territorio
En principio, la cuestión urbana nos hace pensar que hoy por hoy cualquier modelo territorial que se proponga debe estar precedido por un diagnóstico preciso de las condiciones socio-económicas imperantes, pues como hemos visto, el territorio va tomando la forma que los actores sociales y económicos le imprimen, y que las mismas van variando según los periodos por las que atraviesan. En este sentido el concepto actual de territorio no puede entenderse como una categoría estática, donde las condiciones físicas condicionan las actividades humanas, sino por el contrario estas últimas, como lo demuestra la dinámica de la economía global, no encuentran obstáculos de localización para su desarrollo. Así, Pierre Veltz (1999) habla de nuevas territorialidades y dice lo siguiente:
“Las teorías tradicionales de la economía regional explican los procesos de concentración de las actividades, permaneciendo muy ligados a una imagen métrica del territorio (…) La separación entre la distancia espacial y la distancia temporal, la multipertenencia territorial de un número cada vez mayor de individuos, la diferencia creciente entre las referencias espacio-tiempo de las personas y de los grupos sociales: todos estos movimientos dibujan una geografía compleja y paradójica.”
Para Veltz el territorio pasa a ser un conglomerado amorfo donde convergen un número no definido de individuos y de grupos cada uno con sus referencias de tiempo y espacio propios, y cuyos desplazamientos trazan el mapa geográfico actual. En otro párrafo del trabajo se refiere a las redes organizadas que abarcan todos los niveles y que incluyen también a las comunidades locales. Esta movilidad virtual transforma las relaciones humanas y la comunicación y es uno de los elementos determinantes de los cambios de representación del territorio, que se aparta radicalmente de anteriores conceptos. Este autor observa también algo que otros autores también señalan: por un lado, el territorio se homogeniza a partir de las nuevas tecnologías, pero por otro, se acentúan las diferencias en pequeña escala, esto es, se manifiesta más fracturado por las diferencias sociales.
“La economía global está inmediatamente presente en la economía local. Las relaciones horizontales entre polos de actividad son actualmente, con frecuencia, más determinantes que las relaciones verticales entre dichos polos y sus periferias, regionales e incluso nacionales (…) la imagen de un `territorio de redes´ territorio a la vez discontínuo y segmentado, pues como las redes son múltiples, se superponen y se enmarañan. Se dibuja un contraste con lo del viejo territorio de zonas” (Veltz, 1999).
En el contexto globalizante de los últimos años, los países periféricos impulsados a procesos de integración como MERCOSUR, CAN, MCCA, debieron adaptarse a los cambios profundos de sus estructuras, y esto incluyó también la refuncionalización del territorio, es decir, por un lado, la redefinición de su suelo agrícola, y por otro la refuncionalización del espacio urbano, que incluye a las redes de transporte, comunicaciones y energía. Como dice P. Cicolella (1997), en la periferia, las transformaciones globales tienden a difundirse de manera diferenciada, en tanto la naturaleza de los sistemas políticos y económicos locales ofrecen mayor o menor resistencia según el caso, determinando distintas velocidades o intensidad de los procesos de cambio (Cicolella, 1997: 57) . Y agrega más adelante:
“Precisamente, junto con la crisis del Estado keynesiano y del Estado-Nación, desde mediados de los años setenta entran en crisis las políticas territoriales, ya sean de carácter regional o urbano, encarnadas en los planes, programas de desarrollo regional o urbano o aquellas más bien vinculadas a la regulación y ordenamiento del crecimiento urbano-regional.” (…) Nunca como antes, con menos ataduras que nunca, el capital construye a su voluntad ´su´ territorio, que no es el territorio de las necesidades de la gente.” (Cicolella, 1997:58).
Ahora bien, efectivamente como indican varios autores (Cicolella, 1997, Benko y Lipietz, 1992, entre otros) el nuevo paradigma tecnológico produjo una redistribución territorial de los medios de producción, pero ha generado un nuevo modelo selectivo de incorporación/exclusión de áreas, determinando la declinación de unas y el ascenso de otras. Es decir, hay una suerte de competencia entre territorios de las más variadas magnitudes que entran a jugar un papel en la economía global y cuyos efectos se dejan sentir tanto en el espacio territorial como en la sociedad. Y cuando decimos esto inmediatamente se nos presenta la imagen de las fábricas cerradas, la disminución de puestos de trabajo, las nuevas gestiones territoriales, los nuevos emprendimientos y la cara devastadora de la exclusión social en toda su dimensión como respuesta al nuevo estatus globalizante.
Pablo Cicolella resume muy bien este cambio profundo de la siguiente manera:
“…sobre el territorio están interactuando de manera imbricada, superpuesta, interfuncional y solidaria los procesos de integración, mundialización y modernización bajo condiciones de aceleración, flexibilidad y adaptabilidad local-regional, determinando una nueva organización del espacio a diferentes escalas (global, supranacional, nacional, regional y local). Esto estaría produciendo un nuevo tipo de fragmentación territorial y determinando nuevas situaciones de competitividad o inviabilidad económica (y a veces sociopolítica) de los lugares, de los circuitos productivos, de los mercados, así como determinando el afianzamiento de los sectores sociales hegemónicos y desplazando, excluyendo o neutralizando a los restantes sectores.” (Cicolella, 1997: 60).
En virtud de ello, no cabe duda de que los países subdesarrollados o en vías de desarrollo deben adaptarse o de lo contrario quedan marginados, librados a sus propias fuerzas. Lo cual no parece ser la mejor forma de paliar las necesidades de subsistencia de las poblaciones que aun en condiciones deplorables de sustentabilidad, prefieren alinearse con el sistema, tal como N. Klein relata crudamente en su libro. Esto no es más que un capitalismo avanzado cuya acción ha desatado cambios muy fuertes en las formas de producción, en la tecnología aplicada y en las organizaciones.
“El capitalismo avanzado y los cambios productivos, tecnológicos, comunicacionales, organizacionales y políticos que están marcando nuestra época, no han abolido ni anulado el espacio sino que, por el contrario le han dado un nuevo significado, una nueva dimensión y una nueva estructura, incluso para algunos autores, lo que el nuevo periodo científico-técnico (Santos, 1988) está cuestionando no es en realidad el espacio, sino la distancia y el tiempo. Así preferimos hablar de procesos de reterritorialización, de nuevas fronteras, de nueva territorialidad de los fenómenos antes que de desterritorialización o extraterritorialidad.” (Cicolella, 1997: 61).
Finalmente se debe tener en cuenta, como el mismo autor lo sugiere, que las transformaciones nos son ni definitivas ni estables ni duraderas. En lo que hace al territorio, si bien hay cierta dispersión territorial de la fuerza de trabajo y de los medios de producción, no es menos cierto que esto no afecta la lógica centralista de la acumulación capitalista.
Identidad local, barreras socio-territoriales y globalización
Como ya se ha visto, la existencia de barreras socio-territoriales plantea muchos inconvenientes para definir la identidad local. Efectivamente, hoy, aún en ciudades pequeñas como la que hemos analizado, no es posible identificar una única cultura que permita establecer una línea de continuidad histórica y espacial. La ciudad “ideal” funcionando de acuerdo a pautas rígidas de convivencia, no existe, y la planificación desde los estudios de arquitectos o ingenieros es una ficción. Algunos autores incluso plantean la posibilidad de que en el futuro se eliminen las unidades político-territoriales municipales, como es el caso de Jordi Borja, en tanto suponen que los efectos deseables de la globalización deberían alcanzar a todos por igual.
“Las ciudades están atravesando por un momento crítico; hay una contrarrevolución en marcha que avanza hacia la propia destrucción…los gobernantes desconocen la realidad de la ciudad…el urbanista moderno no sólo debe poseer buenos conocimientos técnicos, sino una formación crítica y práctica que atienda a los movimientos revolucionarios de índole social, económica y política…una cosa que no se debe perder es la identidad, es decir, los gobiernos locales deben integrar respetando identidades.” (Borja, 2006) (8).
La socióloga Saskia Sassen también se ha referido a este aspecto de las ciudades, donde percibe “una reterritorialización de subculturas locales que trasciende los meros límites geográficos…” (9.
En consecuencia, si queremos encontrar esa identidad tenemos que definir a las ciudades no sólo por los indicadores cuantitativos sino fundamentalmente por los cualitativos, es decir por aquellos que nos están indicando la existencia de varias culturas conviviendo en un mismo espacio y buscando su propia integración.
La ciencias sociales, como la sociología o la antropología, han contribuido a crear esta necesidad de incluir en el diagnóstico de planificación urbana, el estudio de identidades urbanas locales y la búsqueda de conflictos socio- territoriales, con el fin de proponer una metodología de reconstrucción de identidad. Esto apuntaría a erradicar la disociación que sufren algunas áreas urbanas, que padecen de aislamiento y segregación y que no logran integrarse a la unidad socio-territorial general. Se trata de estudiar minuciosamente el componente étnico-social local y cómo éste se fue acoplando a las actividades urbanas desde su propia realidad. A la inversa de los análisis tradicionales, el estudio de la comunidad desde los distintos grupos que la componen y la relación de cada uno de estos con el territorio, constituyendo barrios, asentamientos, monoblocs, centros comerciales, centros solidarios, comunidad educativa, talleres, fábricas, entre otros, permite conocer su dinámica, esto es, cómo se entrecruzan entre sí y cómo se identifican con la historia o con las actividades del lugar.
Finalmente, la metodología de reconstrucción de identidades permitiría conocer el potencial integrador, es decir cuál es el elemento en común que identifica a cada uno de los grupos con la capacidad del territorio de generar acumulación de riqueza o de innovar, con lo cual queda a salvo de ser devorado literalmente por la globalización. En suma, los objetivos puntuales son:
a) Devolver la identidad al núcleo
b) Lograr la integración de las zonas disociadas
c) Mejorar la calidad de vida de la totalidad de los grupos sociales que
se asientan en el territorio.
Una autora que da importancia al componente cultural, como I. Caravaca (2005), nos indica que “…la base cultural de un determinado ámbito influye decisivamente en la forma de actuación colectiva que es la producción (…) y en el modo en que se puede afrontar la incertidumbre y la variabilidad de los mercados (Sforzi en Caravaca, 1999), de tal manera -dice Caravaca- que la eficacia del funcionamiento de un sistema productivo está condicionada por el grado de cohesión socio-cultural, pero, sobre todo, por el grado de conciencia presente en el sistema local, es decir, entre los miembros de la comunidad de personas (empresarios, dirigentes, trabajadores, consumidores) marcada por un sistema de valores y por instituciones que representan sus intereses y regulan su vida cotidiana (Sforzi en Caravaca, 1999). En suma, las condiciones culturales en las que tiene lugar la actividad económica se vinculan directamente a los resultados conseguidos en dicha actividad”. (Caravaca, 2005).
En otro párrafo, Caravaca también se refiere al concepto de “capital social” surgido para analizar cómo interactúan las fuerzas sociales con los procesos económicos y que debe ser entendido como la capacidad organizativa y aptitud social para el desarrollo, determinando la habilidad y la facilidad de las gentes y de los grupos para trabajar juntos por un objetivo común.
“…Conseguir que el territorio como tal contribuya adecuadamente a un verdadero desarrollo, es decir, a su sostenibilidad económica y ambiental, junto al bienestar y la calidad de vida de sus habitantes, depende de la disposición u orden físico generado por su ocupación y utilización: distribución geográfica de los asentamientos de población, usos del suelo, trazado y características de las redes que lo articulan, dotación de infraestructuras de servicios, tipos de emplazamientos empresariales con que cuenta, etc. Es necesario, por consiguiente, analizar aquellos aspectos de la organización física y funcional de los territorios más estrechamente vinculados al funcionamiento económico, para tratar de comprobar si dicha organización facilita la activación de los recursos y potencialidades en los que se basa su mayor o menor dinamismo, o por el contrario, está impidiendo o mencionando su puesta en valor.” (Caravaca, 2005).
En suma, en la medida en que exista la conciencia de parte de los ciudadanos de que forman una misma unidad socio-cultural-territorial que posee potencialidades de desarrollo diferenciales, la globalidad puede ser una buena herramienta para mejorar su propia calidad de vida.
Notas
(1) Naomi Klein en su obra No Logo describe cómo las grandes empresas multinacionales, como Nike, ADIDAS, Mc Donalds, Gap, entre otras, deciden que el poder de un producto está en la estrategia de márketing y publicidad, por lo que derivan el mayor caudal de capital al desarrollo de la marca y no a su fabricación. Esto revoluciona el sistema de trabajo y muchas de ellas dejan de fabricar en su país de origen para desviar la producción a los “talleres de trabajo esclavo” en Asia y Latinoamérica donde se explota a los trabajadores locales. Horarios abusivos y condiciones infrahumanas de trabajo es la regla general. Klein centró gran parte de su trabajo y documentación para No Logo en el caso de los trabajadores de Nike, fabricante de zapatillas e indumentaria deportiva originaria de Japón, en que el producto pasó a fabricarse en las llamadas ZPE (zonas de procesamiento de exportaciones) o también llamadas zonas de libre comercio libres de impuestos, donde se encuentran los talleres que fabrican para las grandes marcas del mundo occidental. En este caso describe los taleres de “Cavite” en Filipinas, visitados por la autora.
(2) Muchos autores, entre otros Cicolella, 1992, 1993, Benko y Lipietz, 1992, Albuquerque y Curbelo, 1991, citados por Cicolella (2005:58), se refieren al nuevo paradigma tecnológico productivo y cómo se produjo una redistribución territorial, induciendo a una nueva redistribución de las fuerzas productivas en su conjunto. Esto -escribe Cicolella- ha generado un nuevo modelo selectivo de incorporación/exclusión de áreas, determinando la declinación de unas y el ascenso de otras y también ha desencadenado lo que el autor denomina “competencia entre territorios” y “desarrollo de nuevos factores y condiciones de competitividad”.
(3) Conurbación: se define como el proceso y el resultado del crecimiento de varias ciudades (donde una o varias de ellas pueden encabezar el grupo), las cuales se integran para formar un solo sistema que suele estar jerarquizado. Aun así, las distintas unidades pueden mantener su independencia funcional y dinámica. Desde el punto de vista espacial no requiere la continuidad física del espacio construido, aunque suelen enlazarse los ámbitos suburbanos de una y otras ciudades mediante las carreteras. La conurbación suele alcanzar una escala regional y del orden de algunos centenares de kilómetros cuadrados. Las distintas ciudades que la componen tienen actividades diferenciadas, una dinámica propia, sus recursos económicos y su capacidad para atraer inversiones, un centro, una periferia y espacios suburbanos propios y además una cultura que las identifica.
Definición: según el Diccionario de
(4) Este concepto ha sido desarrollado por varios autores, ya que, a diferentes escalas de las redes, cada ámbito se manifiesta a partir de la influencia globalizante. Pablo Cicolella en: Territorios del capitalismo global dice que lo local aparece como expresión de la puja entre las tendencias globalizantes y la revitalización de las identidades locales (…)incluso esas identidades son mercantilizadas, captadas y convertidas en mercadería por el capitalismo global…
(5) El Plan Urbano o Plan de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano de Las Flores” (2003-2006) fue elaborado mediante un Convenio entre el Municipio de Las Flores y
(6) Con referencia a este periodo de la historia regional que incluye al Partido de Las Flores se menciona este sitio como un punto de avanzada en la frontera natural con los indios, que constituía el río Salado. El sitio era conocido desde antes de 1830, fecha en que se crea el primer asentamiento rural junto al arroyo Las Flores. En lo que hoy sería la manzana 1 (ver plano) se habría localizado una antigua posta de carretas hacia las Salinas Grandes, cerca de Carmen de Patagones. A ese sitio se lo conoció como “tierra del fuego” dado que en él se encendían los fogones durante el descanso de hombres y de animales.
(7) “ADIDAS siguió una trayectoria semejante (a Nike) cuando en 1993 nombró responsable de la empresa a Robert-Louis Dreyfus, ex Director General del Gigante de
(8) El urbanista y geógrafo Jordi Borja fue invitado a participar en el Primer Encuentro de Pensamiento Urbano, llevado a cabo los días 5 y 6 de septiembre de 2006 por el Gobierno de
(9)La socióloga Saskia Sassen, autora entre otros de la ciudad global (1999), también participó del Primer Encuentro de Pensamiento Urbano, Buenos Aires, 2006 y se refirió a las nuevas territorialidades a partir del advenimiento de la globalización.
Bibliografía
Veltz, Pierre (1999). Mundialización, ciudades y territorios, Barcelona, Ed. Ariel SA.
Cicolella, Pablo (1997). “Redefinición de fronteras, territorios y mercados en el marco del capitalismo de bloques”, Castelo,I y otros. Fronteras na America Latina, espaços en transformação Porto Alegre., UFGRS, FEE.
Cicolella, Pablo (2007). “Territorios del capitalismo global: una nueva agenda para la geografía actual”, Geografías y territorios en transformación. M. Victoria Fernández Caso, coordinadora; Buenos Aires, Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico.
Klein, Naomi (2001). No Logo, el poder de las marcas, Barcelona, Ed. Paidós.
Caravaca, Inmaculada y otros (2005). “Innovación, redes recursos patrimoniales y desarrollo territorial”, EURE. vol. XXXI, N° 94, Santiago, diciembre.
Sassen, Saskia (1996). La ciudad global, Buenos Aires, EUDEBA.
Borja, Jordi (2003). La ciudad conquistada, Madrid, Ed. Alianza.
Borja, Jordi y Manuel Castells (1997). Local y global. La gestión de las ciudades en la era de la información, Madrid, Grupo Santillana SA.
Méndez Ricardo (1997). Geografía económica. La lógica espacial del capitalismo global, Barcelona, Editorial Ariel.
Albagli, Alicia (2006). “Antropología y urbanismo. Los procesos de fragmentación social y la incidencia en el desarrollo territorial a nivel local”; ponencia presentada en el Tercer Congreso de Antropología Social, Olavarría (Buenos Aires).
- Alicia N. Albagli es Lic. en Antropología. Trabajo presentado en el Seminario Reestructuración del espacio, articulación, económica, social y territorial, desarrollado en
Fuente: Informe Integrar, Nº 49 – Junio de 2008
Instituto de Integración Latinoamericana, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional de