Pan y diesel

La FAO comprometida con el despilfarro

29/05/2008
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Este martes 3 de junio y hasta el jueves 5, en Roma se reunirá una “Conferencia de alto nivel sobre seguridad alimentaria mundial y los desafíos del cambio climático y la bioenergìa”. Todo un acontecimiento al que asistirán ministros de áreas tan diversas como agricultura, bosques, ganadería, pesca, recursos hídricos, energía y medio ambiente. Están invitados varios presidentes, entre ellos Evo Morales, pero su agenda no le permitirá asistir.

Habrá que destacar que la FAO, como se conoce a la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, está preocupada ahora del tema de la bioenergía. Pero no solamente preocupada, sino más bien interesada como veremos de inmediato.

Las propuestas de siempre


La cuestión de la seguridad alimentaria es una propuesta que muestra el carácter de este organismo, no preocupado precisamente en solucionar los grandes problemas de falta de alimentación en el mundo, sino más bien de mantener un sistema de sometimiento a las decisiones de los grandes capitales.

Leamos el documento base de la reunión a realizarse en Roma: “Con arreglo a su mandato, la FAO tiene la responsabilidad de informar, advertir y preparar a la comunidad internacional y a sus estados miembros ante las amenazas y oportunidades relacionadas con el cambio climático y el reciente incremento del desarrollo de la bioenergía”. La forma en que se plantea, da a entender que ese panorama de amenazas (falta de alimentación y cambio climático) y de oportunidades (desarrollo de la bioenergía) es irreversible. Por tanto, los países empobrecidos deberán adecuarse con programa que, el organismo, está dispuesto a implementar para aquellos gobiernos que lo requieran.

Calificamos la situación como falta de alimentación y no de alimentos, porque ocurre que, las dos últimas cosechas mundiales, han superado los promedios de las anteriores décadas. Sin embargo, los especuladores internacionales se han dedicado a subir los precios conforme a sus intereses.

La FAO ha anunciado que requerirá un aumento de su presupuesto para dar de comer a varios millones de hambrientos que aumentarán en número precisamente por estas alzas. Pero lo que pide, 1.200 millones de dólares, es apenas una migaja si tenemos en cuenta que las ganancias de los especuladores se calculan entre 500 y 600 mil millones de dólares.

Por eso somos países empobrecidos y no en vías de desarrollo, como les agrada denominarnos. Pagaremos la especulación y los excedentes que pudimos acumular recuperando la propiedad de nuestros recursos naturales, volverán a irse en la compra de alimentos.
La FAO se encargará de llevar adelante el programa de seguridad alimentaria que consiste en la mísera dotación de cuotas alimenticias para que la gente no se muera hoy sino mañana.

El irreversible cambio climático


En una ridícula recordación para la reunión de Roma, la FAO menciona el Protocolo de Kyoto y el Marco de Nairobi, relacionados con los nocivos efectos de la industria del despilfarro que caracteriza a las sociedades enriquecidas. Y declara, en el documento mencionado, con mucha tranquilidad que “también tiene una responsabilidad de facilitar la adopción de decisiones y medidas reuniendo a los responsables políticos, a los productores y a las organizaciones no gubernamentales a fin de debatir y llegar a un acuerdo sobre caminos pertinentes para los mecanismos de mitigación, adaptación y supervivencia que permitirían al sector alimentario y agrícola, incluyendo sus fundamentos ecológicos, afrontar los retos del cambio climático”.

Si tomamos en cuenta que los países altamente industrializados han hecho poco o ningún caso del Protocolo de Kyoto, lo que está diciendo la FAO es que, quienes estamos obligados a cumplir esa norma, debemos esforzarnos aún más para sobrevivir. No se trata de que estemos mejor que hoy, ni que se abran esas vías de desarrollo que nos adjudican. Se trata de sobrevivir, por supuesto, en nuestro caso. En el de los países enriquecidos, no habrá ninguna norma ni restricción para el despilfarro.

Para corroborar esta afirmación basta acudir al mismo documento. Dice: “la Organización y sus asociados deben habilitar una respuesta más integrada al abordar las demandas de recursos agrícolas que compiten entre sí y proceden de la producción de bioenergía”. Así se delata la falsedad de que los biocombustibles no perjudican la producción alimenticia. Según la FAO, que se encargó de divulgar esa mentira, hay una competencia entre alimentar a las personas o alimentar a las máquinas motorizadas. Lo que es peor: el organismo de Naciones Unidas creado para defender la alimentación de la humanidad, propicia ahora la producción de biocombustibles.

Una mejor comprensión

Como está dispuesta a jugarse íntegramente para asegurar la producción de biocombustibles, la FAO propone que, esta Conferencia de alto nivel en Roma, llegue a “una mejor comprensión del nexo entre la seguridad alimentaria, el cambio climático y la bioenergía, con base en los conocimientos científicos y las políticas y prácticas internacionales existentes”.

¿Será necesario decir que para la FAO, como para todos los organismos internacionales, esas “políticas y prácticas existentes”, son las que determinan los grupos de poder más grandes del mundo?

Ocurre que, ahora, esas prácticas señalan que los países empobrecidos, están obligados a producir bioenergéticos. La ecuación es simple; la hicieron los expertos europeos que, hace ya diez años, cuando se experimentó la conversión de los cultivos vegetales en combustibles, calcularon que precisaban la mitad de las tierras cultivables de toda Europa para cubrir los requerimientos del dos por ciento (2%) de su parque automotor. La conclusión no podía ser otra: “convencer” a los países pobres a producir el combustible que precisan.

Presiones e imposiciones


Revisemos la forma que han asumido para cumplir este programa. Ya existe un borrador de acuerdo para la asistencia técnica de la FAO a la República de Bolivia sobre este tema. Por supuesto, primero se analiza la situación de deficiencia alimentaria, de los altos índices de pobreza, el alza de precios e incluso el peligro de los desastres naturales. ¡Todo un panorama desolador! Bolivia, país que siempre dependió de la ayuda internacional, puesto que no tenía recursos internos, ahora tendrá que aceptar las condiciones que impone la FAO.

Se trata de un programa de urgencia para superar, en el menor tiempo posible, los altos índices de pobreza y desnutrición. El organismo internacional pondrá los técnicos y el gobierno de Bolivia asumirá los costos. El coordinador será un funcionario de la FAO, con el más amplio acceso a los niveles más altos de decisión del gobierno boliviano.

De esta manera, una segunda fase entrará al tema que no se aborda en este primer acuerdo, que es la producción de biocombustibles.

La libertad de mercado

Si volvemos al documento base de la reunión de Roma, nos encontramos con la propuesta final. Los resultados de los acuerdos adoptados en estos días serán evaluados en una reunión cumbre programada para 2050; es decir, dentro de 42 años. En una y media generaciones, cuando los efectos nocivos de la política de despilfarro hayan abrumado a la humanidad, cuando los 9 mil millones de habitantes de este planeta sean un hato empobrecido en manos de una élite despilfarradora.

Seguramente, para entonces, se lamentará no haber alcanzado las metas propuestas y seguiremos ajustando cinturones en los países empobrecidos para mantener las posibilidades de derroche en los grupos de poder.

Una delegación boliviana a esta reunión tendría que plantear, seriamente, la formación de un organismo que responda a las necesidades de nuestros pueblos y enfrente las políticas criminales organizadas por las grandes potencias e implementadas por estos organismos internacionales.

- Antonio Peredo Leigue es senador del Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia.
https://www.alainet.org/es/articulo/127856

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