Retroceso en Sudamérica
¿Este es el Plan Colombia?
09/03/2008
- Opinión
Más allá de que cada Estado busque demostrar que su posición es la correcta, es innegable que Colombia es una nación fuertemente armada por Estados Unidos.
Toda expresión lingüística es una lucha por el poder. No existe acto retórico gratuito; siempre es un intento por influir en el otro, un intento por manipularlo. Esto es así en lo cotidiano e intrascendente, así como en las declaraciones de los Estados. Asumir este punto de partida facilita la lectura sobre las acusaciones surgidas a partir de la violación del territorio ecuatoriano por parte de las Fuerzas Armadas colombianas el sábado 1º de marzo para aniquilar un grupo de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En este lamentable suceso, que puso en pie de guerra a la región y que fuese rápidamente encausado gracias a la pronta respuesta de los países americanos integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) en general, y de los gobiernos de Argentina, Brasil y Chile en particular, pudimos observar cómo los principales actores en juego (Bogotá, Quito, Caracas, Washington) armaron sus estrategias retóricas para defender sus posiciones.
Más allá de que privase la cordura y se consensuase una resolución que señala la "violación de la soberanía en integridad territorial de Ecuador", Colombia sostiene que la Venezuela del presidente Hugo Chávez financia el accionar de las FARC. La acusación de Uribe no debe tomarse a la ligera, ya que podría ser el inicio de una escalada verbal basada en acusaciones sin fundamento. Recordemos que Irak fue invadido porque disponía de armas de destrucción masiva… las cuales nunca fueron halladas. Y debemos recordar también cómo hace unos años la Casa Blanca insiste con la "carrera armamentista" que lleva adelante la nación bolivariana.
No resulta difícil, pues, narrar una cadena de acontecimientos que llevan a la situación actual. En 1998, el presidente colombiano Andrés Pastrana solicita la ayuda internacional para combatir el narcotráfico. Su par de Estados Unidos Bill Clinton levanta el guante y lanza el bautizado "Plan Colombia". La excusa era combatir por distintos medios a la guerrilla colombiana, a la que Washington vincula con el narcotráfico aunque no existan pruebas contundentes en esta dirección. Aunque, en esencia, se trata de un procedimiento de intervencionismo, con un fortísimo componente bélico y muy poco de auxilio humanístico. La nación caribeña, de 42 millones de habitantes, ha recibido ayuda por 4.000 millones de dólares para ir a la guerra contra las FARC desde entonces. Además, el Departamento de Defensa presta asistencia a las Fuerzas Armadas colombianas, a la vez que agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) participa activamente en el terreno de combate.
Colombia es hoy la tercera receptora de ayuda militar estadounidense, detrás de Israel y Arabia Saudita. Es en este contexto que debe leerse el inmediato apoyo verbal que expresó la Casa Blanca ante la incursión colombiana.
Según publica Luis Alberto Matta Aldana en Rebelión, "No obstante la nueva modalidad de intervención gringa (Sic), no contempla en principio el desembarco directo de sus tropas. A cambio, el ejército y la policía colombianos se transforman aceleradamente en una poderosa máquina de guerra. El 80 por ciento de la primera parte de "ayuda" norteamericana (Unos 1.300 millones de dólares) está representada en sofisticados radares, aviones espía, 30 helicópteros de guerra Black Hawk y 75 Huey UH1H artillados, entrenamiento y financiación de 5 nuevos batallones hasta alcanzar 52.000 soldados profesionales que se sumarán a más de 150.000 efectivos existentes, para un total cercano a 320.000 personas vinculadas a cuestiones militares, de inteligencia y seguridad".
En tanto, Venezuela ha iniciado la renovación de su arsenal de defensa. Adquirió aviones de combate y fusiles a la Federación Rusa, aeronaves a Brasil y buques a España, por un total de 4.300 millones de dólares. No obstante, el discurso que emana de Washington acusa a Caracas de "iniciar una carrera armamentista" en la región.
El Ejército colombiano posee 219.175 efectivos, y lo convierte en el mayor de Sudamérica, incluso por encima de Brasil, aunque en su conjunto las fuerzas armadas colombianas -sumando su Armada y la Fuerza Aérea- suman 258.227 efectivos. Venezuela tiene 129.150 combatientes y Ecuador 56.500, de ellos 47.000 de la fuerza terrestre.
El balance de poder entre estos tres países favorece a Colombia. Paradójicamente, este último país, junto a Ecuador y Venezuela conformaban en el Siglo XIX la "Gran Colombia", junto a Panamá, que era una provincia colombiana. La necesidad estadounidense de construir el canal interoceánico fue la excusa para apoyar a los movimientos separatistas para que el país del istmo se secesione de Bogotá.
El alineamiento del presidente Alvaro Uribe con Estados Unidos es innegable. Más allá del "Plan Colombia", su administración puso su mayor ímpetu en lograr la firma de un tratado de libre comercio (TLC) con la mayor economía mundial, logro que obtuviese en 2007. Y la actual crisis originada por Bogotá está en sintonía con la "doctrina Bush", que sostiene que en la guerra contra el terrorismo el derecho internacional es dejado de lado.
Ergo, como Bogotá tiene el padrinazgo de Washington, sus sobredimensionadas Fuerzas Armadas no son "peligrosas" para el estilo de vida americano, ni Colombia lleva adelante una "carrera armamentista". En cambio, Venezuela sí representa una amenaza para la paz regional, y la adquisición de cualquier elemento bélico es considerada "de sumo peligro".
El caricaturista Sendra, en la sección humor del diario Clarín de Buenos Aires, sintetizó en un chiste la situación actual. Dos diplomáticos de Estados Unidos se encuentran conversando sobre la actualidad al sur del Río Grande.
- ¡La economía latinoamericana está pasando por un gran momento, Mister Wilson!- dice uno de ellos- ¡Ha llegado la hora de apoyar a toda la región con millones de dólares!
- ¿Qué les enviamos, Mister Douglas?- pregunta el otro.
- ¡Lo habitual…!- contesta el primero. - ¡Aviones… tanques… bazookas… misiles… submarinos…!
Fuente: APM | Agencia Periodística del Mercosur
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=3813
Toda expresión lingüística es una lucha por el poder. No existe acto retórico gratuito; siempre es un intento por influir en el otro, un intento por manipularlo. Esto es así en lo cotidiano e intrascendente, así como en las declaraciones de los Estados. Asumir este punto de partida facilita la lectura sobre las acusaciones surgidas a partir de la violación del territorio ecuatoriano por parte de las Fuerzas Armadas colombianas el sábado 1º de marzo para aniquilar un grupo de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En este lamentable suceso, que puso en pie de guerra a la región y que fuese rápidamente encausado gracias a la pronta respuesta de los países americanos integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) en general, y de los gobiernos de Argentina, Brasil y Chile en particular, pudimos observar cómo los principales actores en juego (Bogotá, Quito, Caracas, Washington) armaron sus estrategias retóricas para defender sus posiciones.
Más allá de que privase la cordura y se consensuase una resolución que señala la "violación de la soberanía en integridad territorial de Ecuador", Colombia sostiene que la Venezuela del presidente Hugo Chávez financia el accionar de las FARC. La acusación de Uribe no debe tomarse a la ligera, ya que podría ser el inicio de una escalada verbal basada en acusaciones sin fundamento. Recordemos que Irak fue invadido porque disponía de armas de destrucción masiva… las cuales nunca fueron halladas. Y debemos recordar también cómo hace unos años la Casa Blanca insiste con la "carrera armamentista" que lleva adelante la nación bolivariana.
No resulta difícil, pues, narrar una cadena de acontecimientos que llevan a la situación actual. En 1998, el presidente colombiano Andrés Pastrana solicita la ayuda internacional para combatir el narcotráfico. Su par de Estados Unidos Bill Clinton levanta el guante y lanza el bautizado "Plan Colombia". La excusa era combatir por distintos medios a la guerrilla colombiana, a la que Washington vincula con el narcotráfico aunque no existan pruebas contundentes en esta dirección. Aunque, en esencia, se trata de un procedimiento de intervencionismo, con un fortísimo componente bélico y muy poco de auxilio humanístico. La nación caribeña, de 42 millones de habitantes, ha recibido ayuda por 4.000 millones de dólares para ir a la guerra contra las FARC desde entonces. Además, el Departamento de Defensa presta asistencia a las Fuerzas Armadas colombianas, a la vez que agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) participa activamente en el terreno de combate.
Colombia es hoy la tercera receptora de ayuda militar estadounidense, detrás de Israel y Arabia Saudita. Es en este contexto que debe leerse el inmediato apoyo verbal que expresó la Casa Blanca ante la incursión colombiana.
Según publica Luis Alberto Matta Aldana en Rebelión, "No obstante la nueva modalidad de intervención gringa (Sic), no contempla en principio el desembarco directo de sus tropas. A cambio, el ejército y la policía colombianos se transforman aceleradamente en una poderosa máquina de guerra. El 80 por ciento de la primera parte de "ayuda" norteamericana (Unos 1.300 millones de dólares) está representada en sofisticados radares, aviones espía, 30 helicópteros de guerra Black Hawk y 75 Huey UH1H artillados, entrenamiento y financiación de 5 nuevos batallones hasta alcanzar 52.000 soldados profesionales que se sumarán a más de 150.000 efectivos existentes, para un total cercano a 320.000 personas vinculadas a cuestiones militares, de inteligencia y seguridad".
En tanto, Venezuela ha iniciado la renovación de su arsenal de defensa. Adquirió aviones de combate y fusiles a la Federación Rusa, aeronaves a Brasil y buques a España, por un total de 4.300 millones de dólares. No obstante, el discurso que emana de Washington acusa a Caracas de "iniciar una carrera armamentista" en la región.
El Ejército colombiano posee 219.175 efectivos, y lo convierte en el mayor de Sudamérica, incluso por encima de Brasil, aunque en su conjunto las fuerzas armadas colombianas -sumando su Armada y la Fuerza Aérea- suman 258.227 efectivos. Venezuela tiene 129.150 combatientes y Ecuador 56.500, de ellos 47.000 de la fuerza terrestre.
El balance de poder entre estos tres países favorece a Colombia. Paradójicamente, este último país, junto a Ecuador y Venezuela conformaban en el Siglo XIX la "Gran Colombia", junto a Panamá, que era una provincia colombiana. La necesidad estadounidense de construir el canal interoceánico fue la excusa para apoyar a los movimientos separatistas para que el país del istmo se secesione de Bogotá.
El alineamiento del presidente Alvaro Uribe con Estados Unidos es innegable. Más allá del "Plan Colombia", su administración puso su mayor ímpetu en lograr la firma de un tratado de libre comercio (TLC) con la mayor economía mundial, logro que obtuviese en 2007. Y la actual crisis originada por Bogotá está en sintonía con la "doctrina Bush", que sostiene que en la guerra contra el terrorismo el derecho internacional es dejado de lado.
Ergo, como Bogotá tiene el padrinazgo de Washington, sus sobredimensionadas Fuerzas Armadas no son "peligrosas" para el estilo de vida americano, ni Colombia lleva adelante una "carrera armamentista". En cambio, Venezuela sí representa una amenaza para la paz regional, y la adquisición de cualquier elemento bélico es considerada "de sumo peligro".
El caricaturista Sendra, en la sección humor del diario Clarín de Buenos Aires, sintetizó en un chiste la situación actual. Dos diplomáticos de Estados Unidos se encuentran conversando sobre la actualidad al sur del Río Grande.
- ¡La economía latinoamericana está pasando por un gran momento, Mister Wilson!- dice uno de ellos- ¡Ha llegado la hora de apoyar a toda la región con millones de dólares!
- ¿Qué les enviamos, Mister Douglas?- pregunta el otro.
- ¡Lo habitual…!- contesta el primero. - ¡Aviones… tanques… bazookas… misiles… submarinos…!
Fuente: APM | Agencia Periodística del Mercosur
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=3813
https://www.alainet.org/es/articulo/126207
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