A reconciliarse con la tierra
- Opinión
El mundo globalizado, de hoy, se ha vuelto vulnerable. Ningún país por poderoso que sea está seguro de manera absoluta en el planeta. Por primera vez en la historia de la humanidad, ésta se encuentra en alto riesgo a causa del calentamiento global.
Un temor generalizado se ha venido apoderando de la gente, mayormente en las sociedades más opulentas e industrializadas que intuyen acontecimientos, catastróficos e inesperados, producidos por un manifiesto desequilibrio de la naturaleza, a instancias del mismo hombre, que en su afán lucrativo, materialista y de dominación, viene convirtiendo el planeta en un basurero, lleno de desechos tóxicos, donde de seguir este espiral, a mediano plazo estará llegando a su fin.
El ex vicepresidente y ex candidato demócrata Al Gore, uno de los hombres mas lúcidos en esta materia, impulsador del acuerdo de Kioto, premio Nobel de la paz 2007 y ganador del premio Miguel Ángel Asturias, en su documental “Verdad Incómoda” ha lanzado al mundo un SOS por el peligro inminente en que se encuentra el planeta debido al calentamiento global causado por un gran desequilibrio planetario y cósmico. “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de la olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas” San Lucas 21: 25 y26.
Los seres humanos creados “a imagen y semejanza de Dios” como parte integral de la naturaleza, se abrogaron un derecho superior para resquebrajar la creación y violentar sus leyes, tal vez, con la ilusión que todo lo podían destruir impunemente sin que nadie los juzgara. Pues no. La naturaleza misma, y dada la gravedad del daño infligido a la tierra, ha comenzado a contestar a sus roedores y depredadores, con un: No más. El Katrina, los recientes tsunamis y otros graves acontecimientos mundiales son evidencia de la catástrofe universal que ya comenzó.
¡Qué paradoja! Hoy la riqueza, el desarrollo industrial y tecnológico se está dando a costa de la naturaleza y la vida misma. Los hombres “profesando ser sabios se hicieron necios” Romanos. 1:21 Tan necios que, según Gore,” todos los días se colocan 70 millones de toneladas de contaminantes que causan calentamiento global en la atmósfera terrestre” “Tenemos, -agrega- entre manos una emergencia planetaria”.
El registro bíblico sobre el deterioro del planeta es abundante. Desafortunadamente, para muchos religiosos, el tema les resulta tabú e irrelevante, dado que su preocupación y prioridad son las de salvar almas para el cielo del mas allá, aunque se pierdan en el infierno del mas acá. Desde hace miles de años, la madre tierra, “gime con dolores de parto” ¡”Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no solo ella sino también nosotros mismos, gemimos dentro de nosotros mismos esperando la redención de nuestros cuerpos” Romanos 8: 22,23 y ss. Se dice que la creación espera la manifestación de los hijos de Dios esto es que digan: esta mente, boca, ser y recursos, etc., son nuestros como parte del proyecto generacional de vida al servicio de la humanidad y la misión co-creadora con Dios a partir de imaginarios y paradigmas que transformen y ayuden a construir ese mundo mejor que todos anhelan y sueñan.
¿Tienen las iglesias y organizaciones eclesiales algo que decir y hacer para ayudar a la solución de esta anunciada crisis planetaria, o dejaron su tarea a los ecologistas y representantes de la Nueva Era? Sin duda hay cristianos en la academia, la ciencia, la política y la teología comprometidos en la defensa de la vida, el medio ambiente y la naturaleza que quisieran ver a sus dirigentes “espirituales” con los pies en la tierra y asumiendo un mayor compromiso con estos y otros graves problemas de vital importancia para la humanidad. De manera anti - ética y unilateral, los países mas desarrollados y las potencias, vienen decidiendo la suerte de la humanidad en lo que podría catalogarse como un genocidio silencioso de características apocalípticas. Otra vez, en esto, los pobres y excluidos de la tierra no tienen deudos, ni voz, ni incidencia política. Son tratados como objetos pasivos en el concierto universal de una globalización despiadada y des personificada.
La Biblia dice que la tierra está enferma, cautiva y enajenada. Sin embargo Dios en su misericordia busca sanarla. Dios ama la creación en su totalidad. Según el Salmo 139 la presencia de Dios llena la tierra, el cosmos y los lugares celestiales. Por esto y por la vida que alberga, la naturaleza merece respeto. Digamos que la tierra necesita su sábado de descanso en honor y adoración al Señor. Tenemos pocas noticias de pastores e iglesias, que estén realmente interesados en la salud de la tierra. Se precisa, entonces, de una conciencia ética, colectiva y de movilización diaconal planetarios que priorice la sanidad de la tierra si queremos sobrevivir como especie en el planeta. “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”, II de Crónicas 7:14.
La agresividad violenta contra el planeta data de tiempos inmemoriales. Sin embargo, es reciente el conocimiento científico sobre las devastadoras consecuencias del deshielo polar. Toda especie de vida, sobre la tierra, está en riesgo y peligro si se persiste en la irresponsabilidad irracional de destrucción del planeta. La crónica de Génesis, el primer libro de la Biblia, nos cuenta de la primera pareja en el paraíso, expulsada a causa de intentar construir un mundo sin Dios, prosigue con la muerte de Abel a manos de Caín, su hermano, la maldición a la tierra, el dolor, la fatiga y el sufrimiento; es decir, que a causa del mal y la fragmentación humanas se pierde la armonía, se desintegra la pareja como fundamento inicial de la sociedad, la tierra se vuelve hostil a la presencia humana, aparecen espinos y cardos y el trabajo se vuelve penoso, utilitarista y explotador en vez de ser medio de paz, alegría y desarrollo espiritual, social y comunitario. Todo este desfase va generando, entonces, condiciones de odio, violencia, conflictos y muerte.
La tierra se va poblando. La gente pierde el Norte y en consecuencia el privilegio y la responsabilidad de “cuidar, labrar, (embellecer, conservar) y sojuzgar” la creación entregada a sus primeros pobladores en donación amorosa por el Creador para administrarla. “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo al mal y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” Génesis 6: 5 y 6 y ss. Es decir, que el dolor de la tierra, su angustioso grito y agonía causada por el mal, tocó el corazón de Dios pues se llenó de “violencia y corrupción”. Se produce el Diluvio y se acaban todas esas generaciones carcomidas por la violencia y la corrupción. Muy tempranamente es necesario un nuevo pacto de Dios con la creación y un nuevo contrato social, entre iguales, con nuevas reglas de juego para la supervivencia del hombre en la tierra. Dios establece con Noé, su familia y la creación un nuevo pacto espiritual y social tendiente a restaurar la belleza, el orden y la armonía iniciales. Se creería, entonces, que ahora si las cosas irían mejor. Pero luego aparece la Torre de Babel, Sodoma y Gomorra, sucesivas guerras y conflictos, motivados por cuestiones religiosas, ambiciones de poder, disputas políticas y expansionismos territoriales que perduran hasta nuestros días, pasando por dos guerras mundiales, el Holocausto judío, Hiroshima y Nagasaki, Vietnam, África, el Tercer Mundo, el Medio Oriente y el genocidio iraní, es decir, el planeta caotizado y en picada hacia su destrucción final.
El apóstol San Pedro dice que el Planeta Tierra será consumido y devorado por fuego.”Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” II Epístola de San Pedro 3:l0. Coincidencia con el calentamiento global? O cumplimiento de la Escrituras. Jesús fue abordado, por sus discípulos, sobre el tiempo cuando se sucedería el fin del mundo, y él les dio unas inequívocas señales. En efecto le preguntaron: Qué señal habrá de tu venida y del fin del mundo? Y él les dijo:
1.- Que nadie os engañe.
2.- Vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo. No vayáis en pos de ellos.
3.- Oiréis de guerras y rumores de guerra.
4.- Se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Esto será principio de dolores.
5.-Os entregarán a tribulación y os matarán.
6.- Seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
7.-Muchos tropezarán; se entregarán (traicionarán) unos a otros y se aborrecerán.
8.- Muchos falsos profetas se levantarán, y engañaran a muchos.
8.- La maldad se multiplicara.
9.- El amor de muchos se enfriará.
10.- Habrá gran tribulación, cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora. San Mateo 24: 4-12.
Si se da un somero vistazo a las noticias mundiales, todos estos acontecimientos de que hablara Jesús, hace mas de dos mil años, se suceden hoy, y aparecen en las primeras planas noticiosas de prensa ,radio y T.V. , mientras la gente disfruta un café, se sirve el desayuno, viaja en auto o en avión, camina por la calle, o en un parque, entra a la iglesia, se sienta en una aula; en fin, se vive la cotidianidad rutinaria de la existencia. Es más, todo esto pasa como inadvertido a menos que algún suceso extraordinario golpee el cercano entorno del habitad humano.
Los sucesos del 11 de septiembre en Estados Unidos conmocionaron al mundo. Desde entonces el planeta no ha estado mas seguro. La guerra al terrorismo vendida como panacea para el logro de un mundo mas seguro no ha logrado, ni logrará, ese objetivo y en cambio sí evidencia nuevos escenarios de conflicto que traerán mucho más dolor, muerte y sufrimiento en el planeta.
El Armagedón nuclear lejos de disiparse está latente y agazapado, a la espera de algún sospechoso movimiento en el sensible tablero del ajedrez geopolítico que de vez en cuando crispa los nervios. Los casos mas recientes: el anuncio de la construcción de un escudo antimisiles en Europa y el enriquecimiento de uranio iraní, Corea del Norte, China etc.
La fuerza unipolar concentrada en un solo poder dominador del mundo paulatinamente perderá su hegemonía. Cada vez más aparecerán fuerzas regionales diversas, con voz propia, reclamando el mismo derecho, que el de las potencias, a decidir e incidir sobre su propio destino y a escribir su propia historia. Se fraccionarán ostensiblemente las fuerzas destructivas donde mediante la disuasión obligada se crearán equilibrios artificiales. No es alentador el panorama mundial. Se está llegando, si es que ya no estamos, al cinismo político de pensar que matar y asesinar, de cualquier forma, a los pobres y excluidos del planeta es mas económico y rentable que alimentarlos y proporcionarles una vida digna.
En torno a todo este creciente desmadre de `posible aniquilamiento de la especie humana y demás formas de vida a mediano plazo en el planeta, ciertamente son los países mas industrializados los que más contaminan y destruyen el medio ambiente y convertido a la naturaleza en rehén de sus políticas de muerte; ellos tendrán que responder ética y moralmente, ante Dios y la humanidad, por la extinción de la vida en el universo. Seguramente que la respuesta más tranquilizadora a sus conciencias será: “afortunadamente para esa fecha ya no estaremos”.
Otra vez son los más débiles y pobres del mundo sobre los que recae, como castigo, las equivocadas políticas ambientales de los poderosos y sufren la injusticia de minorías obstinadas y `prepotentes a las que se les achicó el cerebro y en cambio padecen de obesidad por el constante y prolongado saqueo de los recursos que han hecho a otros en diversas partes del mundo. Este neocolonialismo global producirá protestas, conflictos y levantamientos de emancipación en muchos lugares de la tierra.
Colombia, por ejemplo, posee una inmensa riqueza hídrica; la biodiversidad amazónica es única en el mundo; sin embargo si persiste la tala de árboles y la destrucción de la flora en un lapso no mayor a 50 años se convertiría en otro inmenso Sahara, en este caso latinoamericano de catastróficas implicaciones para la región y el mundo. También cuenta con inmensos parques naturales, patrimonio universal la humanidad, que privilegian un ambiente virgen y exótico no solo como atractivo turístico mundial sino de incalculable riqueza de las presentes y futuras generaciones. Clima, nevados, páramos y cantidad de hectáreas de tierras en explotación y vírgenes aptas para el desarrollo agropecuario, en fin, un país privilegiado por su clima, costas, ríos y posición geográfica que podría ser despensa alimentaria mundial y sin embargo evidencia niveles de pobreza absoluta que causan vergüenza; desempleo y subempleo rampantes que degradan la dignidad humana y viola los derechos humanos y sociales de la población.
Los gobiernos del mundo tendrán que avanzar y profundizar sobre el protocolo de Kioto para evitar el mundocidio y sus efectos colaterales que desde hace décadas comenzó y que solo hasta ahora se le está poniendo un poco de atención. Naturalmente existen otras graves amenazas para la humanidad que no pueden perderse de vista como son el SIDA, las pandemias tropicales etc.
Calentamiento global y responsabilidad generacional
Dios le había dicho a Abraham: “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” Génesis 12: 3 En qué medida esta promesa constituía una bendición para la humanidad entera, pero así mismo una gran responsabilidad generacional y planetaria? Judaismo, cristianismo e islamismo herederos, en común, de esta promesa bondadosa, soberana y enriquecedora de Dios para con la humanidad, la han administrado responsablemente y con visión generacional?
Estas tres grandes vertientes “monoteístas”, salidas todas de los lomos de Abraham, abdicaron de la promesa que tenía como objeto y eje central bendecir al mundo y a la humanidad entera, y en su huida tránsfuga cayeron en el marasmo regionalizado de sus propias concepciones y en repetidos enfrentamientos, guerras y polarizaciones violentas y desgarradoras porque cada uno se dedicó, y no de la manera mas santa que digamos, a hacer prevalecer su “verdad” relativa, olvidándose casi por completo del sentido universal de la promesa con la cual debían bendecir la tierra.
Si estas tres vertientes monoteístas volvieran por sus raíces, sin duda no sería difícil unificarse globalmente para la construcción de la paz, un nuevo orden ético y económico mundial, la defensa del medio ambiente, una eficaz y decidida acción contra el calentamiento planetario, la preservación de la vida en el universo, la lucha contra la pobreza, esfuerzos mancomunados contra desastrosas enfermedades como el SIDA y otras pandemias de carácter apocalíptico que ya están operando y las nuevas que aparecerán como admoniciones divinas a la arrogancia, crueldad e inhumanidad con que dirigentes políticos, pensadores, tendencias religiosas, gobiernos de una u otra ideología y científicos, masacran a sus semejantes. Cuánto se gasta hoy , en términos económicos, en guerras y armamentismo? Con esos recursos se podría solucionar el hambre del mundo! Pero los gobernantes son ciegos y sordos y los que tienen algún conocimiento de Dios resultan peores. Jesús había dicho: “Estos pueblos me honran de labios mas su corazón esta lejos de mi….Tienen ojos y no ven oídos y no oyen, corazón y no sienten”.
La tierra, hogar temporal, y necesario entorno, de peregrinación para la vida, alberga generosamente la existencia, en lapsos de tiempo predeterminados para cada especie, sin quejas ni reproches. Así la traten bien o la maltraten la tierra jamás dejará de ser madre que albergue con amor a sus criaturas. Las etnias indígenas, que aún sobreviven, conservan conocimientos y sabiduría ancestrales sobre el planeta tierra que conviene reencontrar y retomar si se quiere luchar por su supervivencia. Respetar y venerar la tierra es parte del principal mandamiento de “amar a Dios y al prójimo como así mismo” del que hablara Jesús de Nazaret. Dado que las personas también son tierra que al morir se convierten en materia orgánica, por ser parte integral de la creación, no pueden sustraerse de su responsabilidad para con su habitad natural que las sustenta, les proporciona los elementos básicos de satisfacción y felicidad y finalmente los recibe en su seno. Quien niegue esa realidad es como si negara a su propia progenitora. Las civilizaciones, en sus diversas expresiones culturales, no han sido “fieles a la tierra”, más bien la han maltratado con agresividad y la vienen matando y destruyendo sin generosidad.
Hoy, y después de tantas experiencias dolorosas y conflictivas para la humanidad, atreves de su historia, se debería hablar mas insistentemente de encuentro fraternal de las civilizaciones dejando de lado toda esa actitud de confrontación camorrista y pendenciera denominada ”choque y-o guerra de civilizaciones.”
En cierta forma nuestros antepasados recibieron la tierra, en donación, para administrarla cuidarla y responder por ella generacionalmente. “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan” Salmo 24:1.
El lenguaje ha adoptado como supremas y de primer orden las palabras “terrorismo”, ”guerra”, “violencia” “conflicto” y todo lo relacionado. Con ello se endiosa el mal y se crean en la mente paradigmas de destrucción, muerte, confrontación y violencia. Basta ver el menú chatarra que ofrece todos los días la televisión y otros muchos medios de televisión masiva. La mejor escuela de violencia es la que se metió, sin permiso, a las alcobas y salas de nuestras residencias a través de la pantalla chica. Por ello si alguien quiere realizar un crimen, casi perfecto, mire la televisión; si quiere ponerle los cachos a su pareja sin que lo descubran mire la televisión; si quiere cometer un atraco o robar un banco sin que lo atrapen apréndalo en la televisión; si quiere tácticas de guerra para derrocar un gobierno o combatir de diversas maneras apréndalo por televisión; si quiere seguir el ejemplo y pasos de los gays y las lesbianas mire la televisión; si quiere tener éxito para volarse de una cárcel y burlar la ley en todo sentido mire la televisión; si quiere caer en el escepticismo religioso mire la televisión, especialmente esa franja lunática donde se percibe, casi que con asco, la guerra de los dioses y el abundante y variado mercado religioso; si quiere seguir el camino del cinismo, la mentira, la falta de generosidad para con los demás y la manipulación mírelo en la televisión cuando intervienen los políticos. Realmente en el mundo, de lo que serían programas y proyectos educativos y de formación hay muy pocos. Se tiene una predilección por lo frívolo y todo lo que conduce a la relajación superficial. No hay espacios para la paz, la transparencia, la verdad y la honestidad.
Cuando Dios, atreves de Josué, repartió la tierra a las doce tribus de Israel que habían salido de Egipto, se las entregó en posesión, no a título individual y perpetuo sino a colectivos que debían tener presente su largo camino y peregrinación desde Egipto. La propiedad privada individual, concentrada egoístamente en manos de unos pocos y la explotación de la fuerza de trabajo a obreros, labriegos y campesinos, ha sido, a lo largo de la historia, causante de muchos crímenes, injusticias, guerras y esclavitudes que contradicen el propósito armonioso y el proyecto de vida y convivencia de Dios para la humanidad.
“Clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos” Santiago 5:4. “El provecho de la tierra es para todos” Eclesiastés 5:9. Un mundo mal administrado y peor distribuido, en y entre unos pocos, será siempre escenario de reclamos, guerras y violencias. Allí donde impera la injusticia nunca habrá paz. La hipoteca de los países pobres, por el endeudamiento externo, es inmoral, injusta y asesina. Pero así mismo el genocidio social interno de los países es escandaloso y contrario a la dignidad de la persona humana. La condonación de la deuda externa seria bienvenida como comienzo de un jubileo para sanar la tierra y restablecer relaciones multilaterales en términos de verdadera humanidad. La iniciativa debería venir de los prestamistas que saben, por sus balances, que los prestamos de estos países pobres ya han sido devueltos muchas veces por el pago al servicio de su erogación. Pero más, son consientes del genocidio social de los países pobres y en desarrollo, usuarios desesperados de un “gota a gota” que aportará mucho como caldo de cultivo para eminentes convulsiones y revoluciones.
“Cada generación cierra las alas, donde la otra comienza y las abre para volar mas lejos” Esto era como el ideal utópico de un devenir progresivo, hacia la perfección, que naturalmente no contaba con lo maleable de la persona humana y sus grandes contradicciones, desaforados apetitos y marcados intereses. Hoy cada generación recibe de la anterior un planeta con más complejidades y mayores pasivos, en el orden conductual e institucional, que presagia irreversibles sucesos apocalípticos imposibles de detener y modificar.
Reconfigurar el planeta y hacerlo humano para que la gente pueda vivir con dignidad requiere de un liderazgo mundial con la premisa de una ética global. Para ello los líderes mundiales deben abrirse a una espiritualidad renovada, vivificada y potenciada por la luz y fuerza del Espíritu ante el fracaso, cada vez mayor, de las políticas gubernamentales carentes de contenidos sociales humanizantes. Un nuevo aire, a manera de soplo de Dios, proveniente de los cuatro puntos cardinales de la tierra debe venir y refrescar en el “valle de huesos secos” de este planeta agonizante descrito muy bien en la visión de Ezequiel, Capítulo37.
Derechos humanos y destrucción del planeta
Si algo debiera indignar a la humanidad por el marcado deterioro del planeta, a causa de la contaminación ambiental y calentamiento global es la manera deliberada como, en esta materia, se violan casi todos los derechos humanos, económicos y sociales. Lo más doloroso es que los gobiernos y dirigentes políticos mundiales saben que todo esto afecta a los más pobres, débiles y necesitados y hacen muy poco para remediarlo. Los países más ricos e industrializados están anticipando el apocalipsis con la emisión de miles de toneladas métricas de gas tóxico con los vienen envenenando a la gente y poniendo en grave peligro toda especie de vida en el planeta.
Es urgente un pacto por la tierra. A ello deberían comprometerse los países mas industrializados, los líderes políticos, científicos y religiosos mundiales si no quieren ver y sufrir, en breve tiempo, un genocidio jamás visto y oído en la tierra, en donde el apocalipsis mismo se quedaría corto.
Se tiene que superar la hipocresía en la defensa le los Derechos Humanos, para unos casos, pero al mismo tiempo su negación y violación absolutas, para otros, en particular cuando toca con aspectos sensibles y arrogantes de políticas imperialistas donde los deberes y obligaciones se exigen a los demás menos a ellos. Esta doble moral, de estirpe puritana, se ha convertido en la mas sesgada y descarada inmoralidad mundial que condena unos crímenes, genocidios, terrorismos, torturas, invasiones etc. cuando son los demás los que lo cometen y practican pero los justifican y defienden si son ellos quienes los violan. Es la política de “con cara gano yo y con sello pierde usted”. Sartre lo definiría como que “el infierno son los otros”.
Los Derechos Humanos deberían estar en el centro mismo de todo este debate. Ya que todo cuanto viene sucediendo afecta, trastorna y amenaza toda especie viviente en el planeta. Esto no es algo que deba resolverse en el futuro sino ya y ahora. Posponer soluciones a largo plazo es condenar a las presentes y futuras generaciones a un eminente y total desastre. En el Antiguo Testamento el patriarca Noé anunciaba un diluvio. Nadie le creyó. Pero vino el desastre y la tierra se anegó y cuando la gente intentó reaccionar ya era demasiado tarde. Noé tuvo que soportar la burla de sus compatriotas, la crítica de sus más allegados y la mofa de los “científicos” que lo tildaron de loco. Está escrito que el planeta va a ser “destruido por fuego”. El calentamiento global es apenas el preludio de un desequilibrio cósmico que doblegará la soberbia de los poderosos y abofeteará la vanidad de quienes pretenden sustituir a Dios y constituirse, en el planeta, como amos y dueños. El profeta Daniel nos cuenta la historia de Nabucodonosor que se endioso tanto que construyo y levantó su propia estatua para que la gente lo adorara y Dios tuvo que bajarlo de la nube y mandarlo a vivir entre las bestias, hasta que “reconoció que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres”. La historia se ha encargado de contarnos centenares de historias como esta. La defensa de los Derechos Humanos, la conservación de la vida en el planeta y la paz tendrán que ser trabajados arduamente sin descanso ni vacaciones. El corazón de Dios está con los débiles, menesterosos y pobres de la tierra.
Etica mundial y creación
Hans Kung, el prominente teólogo Católico, en un aparte de su libro “Proyecto de una Ética Mundial” dice: “Parece patente que los catastróficos procesos económicos, sociales, políticos y ecológicos de la primera y segunda mitad de siglo hacen necesario, al menos ex negativo, un talante ético global para la supervivencia de la humanidad sobre la tierra. Los diagnósticos de la catástrofe no nos han solucionado gran cosa. Tampoco va a ser suficiente una tecnología social pragmática, de orientación occidental u oriental, sin base en valores bien fundados. Y, sin moral, sin normas éticas universalmente obligantes, sin global estándares, las naciones se van a ver abocadas, por decenios de acumulación de problemas, a una crisis colapsante, es decir, a la ruina económica, el desmoronamiento social y la catástrofe política”
Es sintomático que un hombre como Kung con el conocimiento y la visión universales de los grandes problemas que aquejan al planeta, no se muestre tan optimista del futuro y en cambio sí nos hable de catástrofes, de crisis colapsantes y de grandes desmoronamientos en todos los órdenes del quehacer humano, si los pueblos y las sociedades en general no adoptan unos mininos éticos universalmente obligantes.
En un mundo posmoderno donde el secularismo y la relatividad han ahondado la crisis moral de las sociedades organizadas tal parece que ni lo religioso logra integrar una visión clara de lo ético dado que sus representantes van en la misma barca del desprestigio y bancarrota. Y es que la calentura no está propiamente en las sábanas. Mas al fondo, la crisis es humana y de valores. Más que construir estados ideales, el esfuerzo mayor de nuestro tiempo, los retos y desafíos para la supervivencia en el planeta se centran, hoy y mañana en la necesidad de crear y formar una nueva humanidad con paradigmas y herramientas que prioricen la dignidad humana como proyecto urgente por encima de todo lo demás. De que le sirve a naciones, imperios y civilizaciones conquistar el mundo si se pierden así mismas? Naciones opulentas pero carcomidas, en su interior, por la drogadicción, en declive de sus principios y valores, marcadas por el hedonismo y un gran mea culpa por haber maltratado y despojado a las demás. Ciertamente Pilatos no logró quitar de sus manos la sangre inocente de Jesús aunque lo procuró desesperadamente lavándose públicamente con agua varias veces.
Jurgen Moltman, destacado teólogo alemán, de tradición protestante, aboca el tema en términos de “teología y ética de la creación” e indica como: “Los fundamentos espirituales para una conversión del ser humano que le haga pasar, de una explotación desconsiderada de la naturaleza, a una reconciliación respetuosa con la misma, descansan, para la fe cristiana, en el descubrimiento del Cristo cósmico y de la redención del cosmos.” Y agrega en términos de urgencia: “El mundo industrial no pude sobrevivir en la forma en que lo ha hecho hasta ahora, porque se basa en la destrucción de la naturaleza”
Así entonces las señales apocalípticas de una eminente destrucción planetaria se salen de lo especulativo y entran en lo evidente y fáctico en un espacio de tiempo que ya a comenzó a correr. La velocidad con que avanza esta catástrofe deja poco margen de maniobra para formular una rápida y oportuna corrección debido a los grandes intereses políticos y económicos que están en juego. Los políticos y líderes mundiales están engolosinados con otros menús que los mantienen indigestos. Sus cargadas agendas no les permite un descanso reflexivo que los tonifique para acciones terapéuticas y mancomunadas tendientes a la sanidad de la tierra, herida y maltratada a causa del terror que le vienen infligiendo gracias a sus políticas bélicas y el cúmulo de deshechos tóxicos. Los terroristas contra el planeta y el cosmos no deberían seguir con sus juegos pirotécnicos bombardeando indiscriminadamente poblaciones enteras, selvas, mares, ríos etc. porque en la ley de la compensación no hay que hacerle a los demás lo que no se quiere para si mismo. Lo que esto hace es despertar en la población indignación y odio. Un resentimiento general que va creando en las personas como una costra impenetrable para la bondad y la compasión.
Desde distintos lugares y escenarios mucha gente está invitando a reconciliarse con la tierra. Somos parte de ese clamor universal que bien podría ser el último. La agonía del planeta convoca a acciones inmediatas, en fraternidad universal para salvar las distintas manifestaciones de vida en la tierra, dado que esta vez todos vamos en la barca, que se hunde, por lo tanto no hay que preguntar “por quien doblan las campanas, porque las campanas doblan por nosotros.”
En la Isla de Patmos, el apóstol san Juan no solamente tiene visiones catastróficas, ni revelaciones desastrosas para el mundo y la humanidad, como es común escuchar, sino que también en la fe y la esperanza cristianas plantea el cántico de un nuevo día y de una nueva humanidad, donde al fin se haga posible y se concrete la justicia. “Vi un nuevo cielo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía mas….Oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. He aquí yo hago nuevas todas las cosas” Apocalipsis 21:1-4 y s.s.
Alfredo Torres Pachón
Pastor
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www.funcripaz.org
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