2008: La esperanza y el reto de América Latina

09/02/2008
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

Se está convirtiendo en una simpleza referirse a América Latina como la región de la esperanza, y desde aquí en México la percepción está templada por una realidad que aparenta ser más ominosa que esperanzada. A través de América Latina, los intentos de forjar sociedades más justas y pacíficas se han topado con miles de obstáculos, tanto internos como externos.

Sin embargo, lo que debidamente ha captado la atención del mundo es que sí hay esfuerzos hacia el cambio verdadero en el hemisferio. Y "la esperanza" no se define por el éxito garantizado, si no por la creencia en una visión animadora.

En el siglo XXI América Latina ha producido un gran número de individuos, organizaciones e incluso gobiernos que sostienen nuevas visiones animadoras. Muchos se han rebelado contra el sistema en el sentido más literal para procurar maneras diferentes y mejores de vivir juntos, vivir con el medio ambiente, y vivir en el mundo.

Varios ejemplos de nuestros materiales durante este último año ilustran lo anterior.

1. Vía Campesina: Con su lema optimista de "globaliza la esperanza", su amplia base internacional e independiente, y su campaña para la soberanía alimenticia, Vía Campesina ha estado estableciendo un nuevo programa desde abajo que ya ha logrado cambiar los términos del debate y sin duda ganará terreno adicional durante el año siguiente. Es posible que parezca extraño imaginarse una organización de campesinos—un sector abatido por todas partes por las fuerzas de la globalización—como el precursor del cambio. Pero Vía Campesina, con las 149 organizaciones que la integran en 56 países, es la culminación de una larga historia de proyectos comunitarios innovadores y forma de organización autónoma.

Tras un foro de Vía en la Ciudad de México este verano pasado, indicamos que "Según la globalización erosiona las comunidades, amenaza la calidad y la accesibilidad de nuestro abastecimiento de alimentos y destruye ecosistemas, los campesinos son los que están defendiendo estos valores. Al hacerlo, guardan claves importantes para la supervivencia futura del planeta y para reconstruir el tipo de sociedad que queremos para nuestros hijos".

2. Banco del Sur: Las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el FMI han sido desacreditadas en muchos países latinoamericanos debido a las consecuencias ruinosas de sus exigencias económicas neoliberales. El Banco del Sur constituye un intento de cooperación regional para crear una alternativa real para el financiamiento del desarrollo. Según cobra forma, el nuevo banco se enfrenta a una serie de conflictos de interés. Dos sobresalen: las negociaciones complejas entre los países grandes y pequeños con respecto a los votos y contribuciones, y el debate entre las interpretaciones económicas ortodoxas de su propio rol y prioridades sociales. Sin embargo, como indica Raúl Zibechi, "El nuevo banco ofrece los beneficios de escapar los controles financieros ejercidos por los países en desarrollo y los mercados de capital", al igual que "satisfacer las necesidades de los pueblos y de aquellos que históricamente has sido excluidos".

3. El reto andino: Ecuador y Bolivia están experimentando cambios profundos que les brindan esperanza a naciones por todo el mundo. Los gobiernos actuales en ambos países establecieron Asambleas Constituyentes para la reforma de sus constituciones para asegurar mayor igualdad política y la redistribución justa de riquezas y recursos. Se están topando con tremendos obstáculos según le hacen frente a los grandes intereses y empiezan a realizar reformas institucionales. En Bolivia, las reformas procuran quebrar estructuras de poder económico oligarca y poder político racista que se han ido adaptando desde los tiempos coloniales para mantener el control de la elite. La Asamblea concluyó en medio de conflictos tensos y seguidos, y la constitución ahora pasa al voto popular. En Ecuador, la Asamblea y sus grupos de trabajo todavía están en la etapa de recaudar propuestas y desarrollar consenso. Según escribimos recientemente, "el esfuerzo para usar el estado para retomar y redistribuir recursos cedidos a los intereses privados económicos durante la globalización, de darles el voto a las poblaciones indígenas, de disminuir las grandes diferencias entre los ricos y los pobres de nuestra época se merece una oportunidad y sin duda proporcionará lecciones para el resto del mundo".

Otros ejemplos del reto andino a la globalización que se impone desde arriba vienen no de los gobiernos si no de las batallas que se libran de día a día en las comunidades. Siguiendo el ejemplo de la " Guerra del agua" en Cochabamba, los ecuatorianos de Guayaquil se han organizado para exigir el derecho al agua y la vuelta al control público. A pesar de que nuevos gobiernos han abierto brechas históricas para el cambio en la región, seguirán siendo los movimientos de base que impulsan este proceso.
Los retos

Junto con la esperanza vienen los retos—particularmente para aquellos preocupados con la política exterior de EEUU en la región. Tres retos vienen a la mente, no porque son los más transcendentales, si no porque son los más factibles y razonables—y no se puede concebir una política constructiva y coherente en el hemisferio sin estos primeros pasos.

1. Relaciones con Cuba

Tras años de fracaso en Cuba y en el campo internacional, y una base de apoyo doméstico cada vez menor, es difícil imaginar qué es lo que hace falta para cambiar las políticas necias de EEUU hacia Cuba. En su artículo los analistas del Center for International Policy Wayne Smith y Jennifer Schuett señalan que en el 2008 es posible que haya más luz al final del túnel.

Un nuevo presidente dispuesto a evaluar y reformar en serio la prohibición actual de viajar y el embargo económico, junto con un Congreso de EEUU responsable, pudiera romper con el dominio de la ideología de la guerra fría y llevarnos hacia las relaciones constructivas. Ya se vislumbran señales que indican que pronto las medidas actuales para aislar a la isla e intervenir internamente van a perder aceptación. Los autores escriben que "Existe la esperanza de que la ecuación política cambiante en Miami, la presión de los grupos de interés económico afanados por el comercio y las inversiones, y el apoyo de la mayoría de los norteamericanos para la normalización de relaciones con Cuba lleven a un cambio de política después de las elecciones del 2008 que debió haber ocurrido mucho antes".

2. Derrota del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y Colombia

Los Demócratas en el Congreso de EEUU han jurado derrotar este acuerdo debido a las preocupaciones sobre las violaciones de los derechos humanos y laborales en Colombia, y los lazos del gobierno a las fuerzas paramilitares. La administración Bush, sin embargo, cuenta con el presidente colombiano Álvaro Uribe como su aliado más importante en la región y ha jurado luchar por el tratado.

Si hoy en día los líderes sindicales colombianos que están organizando a trabajadores en Coca-Cola y otras compañías extranjeras son asesinados como práctica normal de negocios, es probable que la situación empeore cuando el país caiga en las garras de un modelo de desarrollo dictado por un tratado de libre comercio que usa a la inversión extranjera como ancla para la economía nacional. La militarización de Colombia como resultado de la ayuda estadounidense bajo el Plan Colombia ha apoderado a fuerzas represivas militares y paramilitares. También ha distanciado a Colombia de sus vecinos latinoamericanos, quiénes han criticado su alianza con los intereses norteños y temen que la violencia se riegue a su territorio. Las otras naciones andinas consideran que el tratado de libre comercio engendra la división.

En el Congreso de EEUU hay un apoyo creciente para una moratoria en todos los tratados de libre comercio hasta que se hayan llevado a cabo evaluaciones cabales de sus costos económicos, políticos y sociales. El tratado de libre comercio entre EEUU y Colombia debe ser bloqueado como parte de un proceso de replantearse las políticas comerciales, y como oposición a la violación de derechos humanos en ese país.

3. Rechazar el financiamiento del Plan México

A pesar de que $500 millones parece ser una mísera suma comparada con la intervención militar en Irak y el Medio Oriente, las relaciones binacionales entre los dos vecinos con un frontera contenciosa pudiera ir de mal en peor si la llamada "Iniciativa Mérida" fuese aprobada. También conocida como el Plan México, este programa para la "cooperación regional para la seguridad" proporcionaría dinero y equipo a los servicios mexicanos militares, policiacos y de inteligencia. Nada de la ayuda considerada para este primer paquete de un trato de $1.5 miles de millones de dólares está destinada a los fines de más urgencia, como la prevención de la adicción y la rehabilitación, o el financiamiento para el desarrollo—y mucha de ella es francamente muy peligrosa.

Enviarles equipo a la policía y al ejército mexicano en el contexto de violaciones de derechos humanos que no se han procesado apodera a la impunidad. Aumentar la recaudación de inteligencia con los poderes expandidos e insuficientes protecciones pone en peligro los derechos civiles de la población ciudadana. La presencia física de las compañías militares norteamericanas tales como Blackwater realizando adiestramientos y mantenimiento de equipo, y la involucración directa de EEUU en la seguridad mexicana pudiera llevar a una relación de apoderado que compromete la soberanía nacional y subordina la política exterior tradicional mexicana de neutralidad a la política exterior intervencionista estadounidense. El Plan México, con su énfasis en el interdicto de la guerra contra las drogas, medidas antiterroristas para confrontar una amenaza internacional que no se ha demostrado que existe en México, y la reinterpretación de la inmigración como crimen organizado, corresponde a una lógica que aumenta la violencia de todas clases y la tirantez en las relaciones binacionales. México necesita y se merece el apoyo de EEUU, pero no que le impongan una militarización regional.

Hay muchas más fuentes de esperanza y retos. Es posible que estos aparenten ser novedosos para aquellos que apenas están sintiendo las nuevas corrientes soplando desde la parte sur del hemisferio, pero tiene sus cimientos en años de gestión y visión ciudadana. Las políticas estadounidenses pueden promover en vez de suprimir esas luchas en pro de la autodeterminación y la justicia social. Y hay señales de que el mismo Estados Unidos está listo para este tipo de cambio también.

- Laura Carlsen es la Directora del Programa de las Américas  del Center for International Policy.

Traducción por: Annette Ramos
Fuente: Programa de las Américas del Centro de Relaciones Internacionales (IRC) http://www.ircamericas.org

https://www.alainet.org/es/articulo/125763
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS