La Iglesia en tiempo de cólera
18/02/2008
- Opinión
¿Por qué cada vez que se aproximan elecciones, gran parte de miembros de la Iglesia católica inicia una batalla campal y resurgita una extraña bilis?
Soy cristiana, de las que aún asisten a misa. El Evangelio del domingo 3 de febrero fue el de las Bienaventuranzas. Todas son excelsas pero algunas muy especiales: “Bienaventurados los limpios de corazón, bienaventurados los pacificadores...”
Se diría que los primeros en dar ejemplo deberían ser quienes más responsabilidad tienen dentro de esta Iglesia que, tristemente, se preocupa más de los bienes materiales, no de que todos los hijos de Díos gocen de la dignidad que merecen en cuanto seres humanos: ser considerados “personas” con todos los derechos, de forma integral sea cual fuere su origen, color, pensamiento, religión.
¿Por qué esta iglesia –por suerte la de mi país Catalunya no les apoya- no critica y hace lo posible para que no mueran diariamente 35 mil niños de hambre o enfermedades evitables, mientras que tres mil millones de dólares se invierten en armamento? Lo curioso es que hablan de la familia como el bien más preciado cuando NUNCA hicieron lo posible para mantenerla unida.
¿Por qué no pugnan para que la utilización del condón pueda aminorar el contagio de la SIDA en lugar de predicar y exigir “abstinencia”, sobre todo en países pobres?
¿O que se lleven a cabo guerras santas, respecto a las cuales muchos ciudadanos del mundo hemos protestado, mientras gran parte de la iglesia callaba?
¿O que no protesten en estos momentos contra lo que sucede en Irak y su reconstrucción, obviando a la ciudadanía?
¿O que no insten a los políticos a negociar un proceso de paz en Euskadi, en contra de lo que opinan algunos de sus aliados?
¿Por qué no se manifiestan contra el mal uso de tantas cosas que también son de su incumbencia: cambio climático, abuso en el consumo de agua, la concentración de riqueza en pocas manos, o por lo que se refiere al poder mediático que deberían controlar con mejor tino?
Antes, uno de los peores pecados era provocar falsos testimonios. No me consta que haya sido excluido de la nomenclatura. ¡Ya se las apañaran!
Si hacen examen de conciencia –nos lo requerían cuando íbamos a catecismo- ¿qué responderán cuando analicen si son limpios de corazón o si se consideran pacificadores?
He participado, recién en un Diálogo Iberoamericano de Derechos Humanos y Educación en Cuenca-Ecuador y todo el mundo quería saber que es lo que ocurre en España, porqué la Iglesia se manifiesta en contra del aborto si se trata de una Ley aprobada ya. O porqué de nuevo salta a la palestra la unión entre personas de un mismo sexo, Ley con más dos años de legalidad, o porqué hablan tanto de la familia y de que algún partido pretende desarraigar.
Mi respuesta tajante: porque nos encontramos en tiempo de cólera, tiempo de elecciones y, para algún partido, tiempo de erecciones de impotencia.
Conclusión: dado que se proclaman católicos-apostólicos-romanos, requieren la ayuda de la Iglesia católica que, a pesar de declararse imparcial, cae en la tentación –es terrenal- y entra en el Carnaval del plebiscito sin máscara, sin embozo.
Si al menos lo hicieran de forma clandestina, escondidamente, el pecado sería de menor rango, medio perdonado. Así nos lo enseñaban.
Recuerdo un artículo que escribí en otra campaña, que titulé Campaña Papal. La Iglesia programó una visita papal poco antes de las elecciones que naturalmente daba sostén al mismo partido, en aquella ocasión al de Aznar.
- Montserrat Ponsa es periodista.
Soy cristiana, de las que aún asisten a misa. El Evangelio del domingo 3 de febrero fue el de las Bienaventuranzas. Todas son excelsas pero algunas muy especiales: “Bienaventurados los limpios de corazón, bienaventurados los pacificadores...”
Se diría que los primeros en dar ejemplo deberían ser quienes más responsabilidad tienen dentro de esta Iglesia que, tristemente, se preocupa más de los bienes materiales, no de que todos los hijos de Díos gocen de la dignidad que merecen en cuanto seres humanos: ser considerados “personas” con todos los derechos, de forma integral sea cual fuere su origen, color, pensamiento, religión.
¿Por qué esta iglesia –por suerte la de mi país Catalunya no les apoya- no critica y hace lo posible para que no mueran diariamente 35 mil niños de hambre o enfermedades evitables, mientras que tres mil millones de dólares se invierten en armamento? Lo curioso es que hablan de la familia como el bien más preciado cuando NUNCA hicieron lo posible para mantenerla unida.
¿Por qué no pugnan para que la utilización del condón pueda aminorar el contagio de la SIDA en lugar de predicar y exigir “abstinencia”, sobre todo en países pobres?
¿O que se lleven a cabo guerras santas, respecto a las cuales muchos ciudadanos del mundo hemos protestado, mientras gran parte de la iglesia callaba?
¿O que no protesten en estos momentos contra lo que sucede en Irak y su reconstrucción, obviando a la ciudadanía?
¿O que no insten a los políticos a negociar un proceso de paz en Euskadi, en contra de lo que opinan algunos de sus aliados?
¿Por qué no se manifiestan contra el mal uso de tantas cosas que también son de su incumbencia: cambio climático, abuso en el consumo de agua, la concentración de riqueza en pocas manos, o por lo que se refiere al poder mediático que deberían controlar con mejor tino?
Antes, uno de los peores pecados era provocar falsos testimonios. No me consta que haya sido excluido de la nomenclatura. ¡Ya se las apañaran!
Si hacen examen de conciencia –nos lo requerían cuando íbamos a catecismo- ¿qué responderán cuando analicen si son limpios de corazón o si se consideran pacificadores?
He participado, recién en un Diálogo Iberoamericano de Derechos Humanos y Educación en Cuenca-Ecuador y todo el mundo quería saber que es lo que ocurre en España, porqué la Iglesia se manifiesta en contra del aborto si se trata de una Ley aprobada ya. O porqué de nuevo salta a la palestra la unión entre personas de un mismo sexo, Ley con más dos años de legalidad, o porqué hablan tanto de la familia y de que algún partido pretende desarraigar.
Mi respuesta tajante: porque nos encontramos en tiempo de cólera, tiempo de elecciones y, para algún partido, tiempo de erecciones de impotencia.
Conclusión: dado que se proclaman católicos-apostólicos-romanos, requieren la ayuda de la Iglesia católica que, a pesar de declararse imparcial, cae en la tentación –es terrenal- y entra en el Carnaval del plebiscito sin máscara, sin embozo.
Si al menos lo hicieran de forma clandestina, escondidamente, el pecado sería de menor rango, medio perdonado. Así nos lo enseñaban.
Recuerdo un artículo que escribí en otra campaña, que titulé Campaña Papal. La Iglesia programó una visita papal poco antes de las elecciones que naturalmente daba sostén al mismo partido, en aquella ocasión al de Aznar.
- Montserrat Ponsa es periodista.
https://www.alainet.org/es/articulo/125761?language=en
Del mismo autor
- Cuba-EEUU: Un cuerpo a cuerpo eterno 28/09/2018
- Cuesta escribir. Abochorna la prensa 29/05/2018
- Iván Padilla: No podemos optar entre morir o vencer… necesario es ¡vencer! 14/05/2018
- Dilma Rousseff: No se puede judicializar la Justicia 13/04/2018
- ¡Roben a lo grande y procúrense amigos del partido en el poder! 06/03/2017
- ¡Cuánto me duele Brasil! 01/09/2016
- Cuba va… 24/07/2015
- Con Venezuela, con Nicolás Maduro y la Revolución bolivariana 11/04/2013
- Puede alguien imaginar un mundo sin mujeres? 08/03/2012
- La tragedia de Haití, apocalíptica 14/01/2010