Entrevista con Pedro Casaldáliga
“Cuando hablamos de los pobres somos santos, cuando tocamos las causas, comunistas...”
08/11/2007
- Opinión
“Siempre existe reticencia por miedo a politizar el Evangelio” afirma Pedro Casaldáliga, obispo consagrado el año 1971, que usa sombrero de paja en lugar de mitra, remo cual los indígenas de su tierra en sustitución del báculo, y anillo de coco negro, no de oro. Frágil de figura, pero enérgico respecto a su carácter, Don Pedro cumplirá pronto 80 años.
A menudo se sienten comentarios respecto a su persona, por parte de esta iglesia que tanto ama: “usted está siendo utilizado”... ¡Triste paradoja!
Volar sobre el Matto Grosso para ir a visitar a este teólogo es una maravilla. Viajamos desde Brasilia con una avioneta bimotor de nueve plazas. Hicimos tres aterrizajes en el transcurso de las tres horas que dura el vuelo. El panorama es inmenso, se diría que no tiene ni principio ni fin, con fauna y flora incalculables, ríos y riachuelos, montañas de extrañas configuraciones, árboles de inconmensurable belleza. Espectaculares nubes y mucho humo, resultado de los fuegos que provocan los terratenientes “fazendeiros” para preparar nuevos pastos. País caluroso con dos estaciones, la seca y la de las lluvias, mejor sería nombrarla del barro.
El viaje, sublime, fue el preludio de lo que llegaría luego en Sao Félix d’Araguaia donde nos esperaba Pedro Casaldáliga, este maestro de los pobres que asegura que, hoy por hoy, el mayor desafío del mundo es la convivencia.
Pedro nos recibió en su casa, aquí la llamaríamos el Palacio Episcopal.
La casa nada tiene que ver con lo que estamos acostumbrados, es sencilla, de puertas abiertas, un pequeño jardín en medio del cual está el Sagrario, una habitaciones para dormir Pedro –la suya al amparo de una cortina, sin puerta- , los dos agustinos que viven con él Pablo y Félix, la tía Irene, religiosa que colabora con Pedro desde muchos años ha. Se ocupa, sobre todo, del Archivo que lleva a maravilla. Comedor- cocina- estar, todos con todos en leal fraternidad. Si que impresionan las paredes llenas de fotos y recuerdos entrañables sobre todo de los mártires: Proaño, De Las Casas, Samuel Ruíz, Helder Cámara, Valdivieso, y en medio Che Guevara. Todos son hijos de Díos, afirma.
De mirada franca, de expresión castiza- catalana, Pere responde a las múltiples preguntas que todos nos hacemos respecto a su vida, su pretensión de no salir de Sao Félix, de querer permanecer cerca de su “rebaño”, de sus hijos hasta el final...
- ¿Por qué vino a Sao Félix?
El año 1967, en tiempos conciliares del Vaticano II, el padre provincial de los claretianos, orden a la que pertenezco, pidió voluntarios para ir a dos misiones: al Matto Grosso y al altiplano de Bolivia. Yo que siempre había querido ser misionero, junto con los tres representantes de Aragón y Catalunya, decidimos asumir aquel compromiso. Consideramos que les sería más fácil encontrar gente para ir a Bolivia que para venir a este rincón de mundo tan pobre. De eso hace casi cuarenta años, llegamos el mes de julio de 1968. Hicimos el viaje en camión a través de la selva y duró siete interminables y penosos días.
Hicieron un curso acelerado de cinco meses para conocer la iglesia del Brasil, así como de adaptación al país. Dictaban el curso un grupo de religiosos, monjas y curas que les explicaban, además, que deberían afrontar enfermedades para ellos desconocidas. También les pusieron al día respecto a la clase de país que encontrarían: en manos militares, y con claro dominio de la injusticia.
- ¿Cómo era Sao Félix y la gente cuando usted llegó?
Existía un gran contraste entre la belleza de la selva, la magnitud del río Araguaia y aquel pueblito tan pobre, con barracas sin luz, ni agua, ni alcantarillas, ni teléfono. Tenía solo unos 600 habitantes, la mayoría llegados o mejor huidos a partir de la escasez de agua que asolaba el noreste del Brasil.
No había ni un médico en toda la región, tan solo una maestra que, por desgracia disfrutaba con la bebida.
Ya habían empezado a surgir las grandes haciendas, terratenientes ávidos de dominio, peones sin familia, policía, prostitución, tiros...Aquí todo el mundo puede disponer de armas.
Nuestra llegada coincidió con un conflicto entre unos seminaristas que querían iniciar una experiencia pastoral con comunidades pequeñas, y el provincial no se lo permitió y les expulsó. Sus compañeros maestros los apoyaron. Cuando llegué vinieron a mi encuentro y acto seguido a trabajar con nosotros. La comunidad claretiana los perdió pero nosotros los ganamos para nuestro equipo. Brasil era, y sigue siendo un desafío como gente, como sociedad.
- ¿Cómo era la casa donde se instalaron?
Muy pequeña, de no más de treinta metros, situada muy cerca del río que nos castigaba a menudo. La iglesia era de barro, una especie de barraca con el techo de uralita. Me sentí desnudo, en medio de una gran área sin cultivar de miles y miles de kilómetros, sin posibilidades, sin medio alguno...
La Prelatura abarca 150 mil Km. cuadrados, más o menos una tercera parte de la geografía de España. Todo estaba por hacer y solo disponíamos de nuestras manos. El silencio fue mi gran aliado, también mi interior, la plegaria, la esperanza...Es mucha tierra para muy poca gente.
- ¿Qué opinaban los obispos ante vuestra intromisión en el país?
Nos convocaron para explicarnos que no podía ser que cada uno actuara a su antojo –no éramos los únicos, existían otras iglesias- , que eran preciso hacer misiones plurales. No existía, en aquellos momentos, ninguna estructura eclesiástica. Sobre todo porqué, mientras la Iglesia pretendía hacer “misión redentora”, el pueblo reclamaba escuelas, trabajo, un techo donde vivir... Eran tiempos de Paulo Freire el gran prohibido, el concienzador que comprometía y ayudaba a conocer la realidad, de Ernesto Cardenal, de Helder Cámara.
- ¿Cómo os apañasteis para que os escucharan?
Siempre rehuí de hacer parroquia; aquí, en Brasil, eran precisos pequeños núcleos con equipos de pastoral. Siempre he tenido mucha suerte. He tenido cerca, curas y religiosas, una auténtica comunidad, incluso cuando nada era fácil: ningún tipo de comunicación, cuando no sabíamos que sucedía en el resto del país y mucho menos en el mundo. La gente estaba poco preparada, nadie podía hacer una lectura porqué no sabían leer. El camino a seguir era muy duro, arduo, espinoso.
La primera semana después de nuestra llegada nos trajeron cuatro niños muertos, hijos de prostitutas. Fue doloroso, marcaron mi futuro.
Las deficiencias sanitarias eran enormes, trágicas vistas ahora. Las grandes endemias eran la tuberculosis y la malaria.
Actuaban más como enfermeros que como sacerdotes. “Aquellos - asevera Pere- , eran claramente los pobres del evangelio”.
¿Fuisteis capaces de escuchar y entender la voz del pueblo?
Estoy seguro de haber cometido disparates, de haber dejado de hacer cosas, pero siempre hemos actuado con mucha solidaridad. Hemos vivido revoluciones, contradicciones, catacumbas, prostitución, prisiones. Ha servido para estimularnos, para enseñarnos a caminar juntos, a aportar nuestro grano de arena. Nos hemos conocido, nos hemos ayudado, nos hemos amado...
A los pocos años de llegar su cabeza ya tenía precio. No era de extrañar, luchaba contra la esclavitud y su nombre comenzaba a sonar como futuro obispo. Los fazendeiros no lo podían permitir. El peón que debía asesinarle por dinero no se sintió capaz del magnicidio y lo confesó a los curas del grupo. Debieron de esconderle durante muchos años.
El trabajo era duro, era preciso ir a las haciendas a instar, a los propietarios, de no ahogar el crecimiento de los pueblos. Los terratenientes ampliaban día a día, en mayores proporciones, las vallas para el ganado mientras esclavizaban a los trabajadores. Se movían a su antojo con pistolas, aterrorizando a la gente. Allá la vida no tenía valor alguno, afortunadamente ha cambiado bastante.
Hoy, Siglo XXI todo es cambiante, la globalización nos ahoga. La iglesia calla, los gobiernos no están al lado del pueblo, el Papa sigue turbado temiendo la Teoría de la Liberación...
La Universalidad que vive el mundo no está presente en las congregaciones religiosas. Las distintas iglesias debemos asumir la mundialización, es decir, las distintas religiones, si queremos subsistir. Es imprescindible que aprendamos a caminar y a rezar juntos, a acabar con el odio, los rencores, la violencia. No es posible que el puñetazo, fruto del pasado, siga siendo la perspectiva del futuro. ¿Conclusión? Tendremos seguir viviendo con una doble iglesia, la vaticanizada y la evangelizadora, es decir, la militante.
La compara con el Espíritu Santo, tiene dos alas, el ala derecha la de la intimidad, la izquierda la militante. Lo ideal es respetar las dos alas.
¿Por qué tienen miedo de la Teología de la Liberación? Pues porque temen la infiltración de otras ideologías. Cada cual tenemos la nuestra, no es posible vivir sin ideología, las ideas mandan, pero ello no supone que dejemos de lado nuestra fe. ¿Nuestra fe? es la del reino de Díos. Lástima que algunos vean tan solo: guerrilleros, militantes marxistas que luchan contra intereses.
- Se os tilda de comunistas
Cuando hablamos de los pobres somos santos, cuando tocamos las causas, comunistas...
Y lo dice con voz suave y con aquella mirada que penetra hasta el fondo de tu corazón
- ¿Cómo definiría, en pocas palabras, Sao Félix d’Araguaia?
Ha crecido en habitantes –ahora tiene más de 25 mil- , en algunos servicios pero sigue siendo tremendamente pobre. Lo amo, igual que a su gente, como los bienes más preciados, me han ayudado a crecer, me han proporcionado muchos/as amigos/as y me darán el descanso final cuando llegue la hora. No olvides que resucitaremos, que morir es resucitar, por lo tanto, que el Matto Grosso no es la patria definitiva
- ¿Qué espera para esta su patria brasilera?
Que sea una comunidad viva, con justicia y todo lo que esta palabra comporta: educación, sanidad, techo para todos. Pienso que aquellos seminaristas tenían muchísima razón, a pesar de que en aquellos momentos (1968) era difícil dársela.
- ¿Qué les recomendaría a los misioneros que quieren ir a Brasil?
Con voz irónica, solapada, afirma
No es preciso que vengan al Brasil. Que trabajen para catequizar a los catalanes de mi amada Catalunya.
Pensamientos:
Por lo que respecta a Lula:
- Trabajó más como categoría que como clase
- La asesoría económica que tiene Lula es de derechas
- Dirigir el gobierno con espíritu capitalista y responder a reivindicaciones populares es difícil
- Ha visto muy de cerca la pobreza
- Ha procurado no satanizar los movimientos populares
- ¿Reforma agraria? O se acaba con el latifundio o no habrá reforma agraria
Otros:
- Llegará la hora que el Vaticano dejará de ser Estado
- Xirinacs fue un profeta (era el mes de junio, poco antes de su muerte, cuando lo dijo)
- ¿Símbolos religiosos? No debería de existir ninguno. En tu casa pon lo que gustes
- Juan Bosco es la persona más importante que ha existido
- La causa indígena, en Brasil, debe estar vinculada a la Presidencia de la República
- Hay pobres emergentes que reivindican sus derechos. Si llegan al Congreso Nacional, caerán Diputados y Senadores
- Los indios y los negros han dejado de ser invisibles
- Evo Morales ha trabajado mucho para los indígenas
- Existen federaciones de indígenas por doquier. Ya no se les puede negar
- Los indígenas en Guatemala, representan el 60% de la población. Rigoberta hizo bien al presentarse en las elecciones
- Debemos descolonizar y desenvangelizar porqué fue mal evangelizado
- La oración de petición debe acabar. ¿Por qué no aprendemos a dar gracias?
Recomendaciones
- Debemos humanizarnos, luego, nos divinizamos
- Existen tres características de las cuales no podemos prescindir con respecto al respeto: debemos denunciar, anunciar, consolar...
- Hace unos años que nadie conocía el mundo, ahora estamos reencontrándonos.
- La iglesia post clerical es irreversible. La sociedad ha cambiado el diálogo. La preocupación sigue siendo el Diálogo Interreligioso. Si otras cosas nos separan también puede hacerlo la religión. Hay que trabajar para propiciarlo.
Respecto al Islam
- Deberíamos aceptarlo compartiendo: tú me ayudas yo te ayudo. No puede ser un choque, debe ser un encuentro
A menudo se sienten comentarios respecto a su persona, por parte de esta iglesia que tanto ama: “usted está siendo utilizado”... ¡Triste paradoja!
Volar sobre el Matto Grosso para ir a visitar a este teólogo es una maravilla. Viajamos desde Brasilia con una avioneta bimotor de nueve plazas. Hicimos tres aterrizajes en el transcurso de las tres horas que dura el vuelo. El panorama es inmenso, se diría que no tiene ni principio ni fin, con fauna y flora incalculables, ríos y riachuelos, montañas de extrañas configuraciones, árboles de inconmensurable belleza. Espectaculares nubes y mucho humo, resultado de los fuegos que provocan los terratenientes “fazendeiros” para preparar nuevos pastos. País caluroso con dos estaciones, la seca y la de las lluvias, mejor sería nombrarla del barro.
El viaje, sublime, fue el preludio de lo que llegaría luego en Sao Félix d’Araguaia donde nos esperaba Pedro Casaldáliga, este maestro de los pobres que asegura que, hoy por hoy, el mayor desafío del mundo es la convivencia.
Pedro nos recibió en su casa, aquí la llamaríamos el Palacio Episcopal.
La casa nada tiene que ver con lo que estamos acostumbrados, es sencilla, de puertas abiertas, un pequeño jardín en medio del cual está el Sagrario, una habitaciones para dormir Pedro –la suya al amparo de una cortina, sin puerta- , los dos agustinos que viven con él Pablo y Félix, la tía Irene, religiosa que colabora con Pedro desde muchos años ha. Se ocupa, sobre todo, del Archivo que lleva a maravilla. Comedor- cocina- estar, todos con todos en leal fraternidad. Si que impresionan las paredes llenas de fotos y recuerdos entrañables sobre todo de los mártires: Proaño, De Las Casas, Samuel Ruíz, Helder Cámara, Valdivieso, y en medio Che Guevara. Todos son hijos de Díos, afirma.
De mirada franca, de expresión castiza- catalana, Pere responde a las múltiples preguntas que todos nos hacemos respecto a su vida, su pretensión de no salir de Sao Félix, de querer permanecer cerca de su “rebaño”, de sus hijos hasta el final...
- ¿Por qué vino a Sao Félix?
El año 1967, en tiempos conciliares del Vaticano II, el padre provincial de los claretianos, orden a la que pertenezco, pidió voluntarios para ir a dos misiones: al Matto Grosso y al altiplano de Bolivia. Yo que siempre había querido ser misionero, junto con los tres representantes de Aragón y Catalunya, decidimos asumir aquel compromiso. Consideramos que les sería más fácil encontrar gente para ir a Bolivia que para venir a este rincón de mundo tan pobre. De eso hace casi cuarenta años, llegamos el mes de julio de 1968. Hicimos el viaje en camión a través de la selva y duró siete interminables y penosos días.
Hicieron un curso acelerado de cinco meses para conocer la iglesia del Brasil, así como de adaptación al país. Dictaban el curso un grupo de religiosos, monjas y curas que les explicaban, además, que deberían afrontar enfermedades para ellos desconocidas. También les pusieron al día respecto a la clase de país que encontrarían: en manos militares, y con claro dominio de la injusticia.
- ¿Cómo era Sao Félix y la gente cuando usted llegó?
Existía un gran contraste entre la belleza de la selva, la magnitud del río Araguaia y aquel pueblito tan pobre, con barracas sin luz, ni agua, ni alcantarillas, ni teléfono. Tenía solo unos 600 habitantes, la mayoría llegados o mejor huidos a partir de la escasez de agua que asolaba el noreste del Brasil.
No había ni un médico en toda la región, tan solo una maestra que, por desgracia disfrutaba con la bebida.
Ya habían empezado a surgir las grandes haciendas, terratenientes ávidos de dominio, peones sin familia, policía, prostitución, tiros...Aquí todo el mundo puede disponer de armas.
Nuestra llegada coincidió con un conflicto entre unos seminaristas que querían iniciar una experiencia pastoral con comunidades pequeñas, y el provincial no se lo permitió y les expulsó. Sus compañeros maestros los apoyaron. Cuando llegué vinieron a mi encuentro y acto seguido a trabajar con nosotros. La comunidad claretiana los perdió pero nosotros los ganamos para nuestro equipo. Brasil era, y sigue siendo un desafío como gente, como sociedad.
- ¿Cómo era la casa donde se instalaron?
Muy pequeña, de no más de treinta metros, situada muy cerca del río que nos castigaba a menudo. La iglesia era de barro, una especie de barraca con el techo de uralita. Me sentí desnudo, en medio de una gran área sin cultivar de miles y miles de kilómetros, sin posibilidades, sin medio alguno...
La Prelatura abarca 150 mil Km. cuadrados, más o menos una tercera parte de la geografía de España. Todo estaba por hacer y solo disponíamos de nuestras manos. El silencio fue mi gran aliado, también mi interior, la plegaria, la esperanza...Es mucha tierra para muy poca gente.
- ¿Qué opinaban los obispos ante vuestra intromisión en el país?
Nos convocaron para explicarnos que no podía ser que cada uno actuara a su antojo –no éramos los únicos, existían otras iglesias- , que eran preciso hacer misiones plurales. No existía, en aquellos momentos, ninguna estructura eclesiástica. Sobre todo porqué, mientras la Iglesia pretendía hacer “misión redentora”, el pueblo reclamaba escuelas, trabajo, un techo donde vivir... Eran tiempos de Paulo Freire el gran prohibido, el concienzador que comprometía y ayudaba a conocer la realidad, de Ernesto Cardenal, de Helder Cámara.
- ¿Cómo os apañasteis para que os escucharan?
Siempre rehuí de hacer parroquia; aquí, en Brasil, eran precisos pequeños núcleos con equipos de pastoral. Siempre he tenido mucha suerte. He tenido cerca, curas y religiosas, una auténtica comunidad, incluso cuando nada era fácil: ningún tipo de comunicación, cuando no sabíamos que sucedía en el resto del país y mucho menos en el mundo. La gente estaba poco preparada, nadie podía hacer una lectura porqué no sabían leer. El camino a seguir era muy duro, arduo, espinoso.
La primera semana después de nuestra llegada nos trajeron cuatro niños muertos, hijos de prostitutas. Fue doloroso, marcaron mi futuro.
Las deficiencias sanitarias eran enormes, trágicas vistas ahora. Las grandes endemias eran la tuberculosis y la malaria.
Actuaban más como enfermeros que como sacerdotes. “Aquellos - asevera Pere- , eran claramente los pobres del evangelio”.
¿Fuisteis capaces de escuchar y entender la voz del pueblo?
Estoy seguro de haber cometido disparates, de haber dejado de hacer cosas, pero siempre hemos actuado con mucha solidaridad. Hemos vivido revoluciones, contradicciones, catacumbas, prostitución, prisiones. Ha servido para estimularnos, para enseñarnos a caminar juntos, a aportar nuestro grano de arena. Nos hemos conocido, nos hemos ayudado, nos hemos amado...
A los pocos años de llegar su cabeza ya tenía precio. No era de extrañar, luchaba contra la esclavitud y su nombre comenzaba a sonar como futuro obispo. Los fazendeiros no lo podían permitir. El peón que debía asesinarle por dinero no se sintió capaz del magnicidio y lo confesó a los curas del grupo. Debieron de esconderle durante muchos años.
El trabajo era duro, era preciso ir a las haciendas a instar, a los propietarios, de no ahogar el crecimiento de los pueblos. Los terratenientes ampliaban día a día, en mayores proporciones, las vallas para el ganado mientras esclavizaban a los trabajadores. Se movían a su antojo con pistolas, aterrorizando a la gente. Allá la vida no tenía valor alguno, afortunadamente ha cambiado bastante.
Hoy, Siglo XXI todo es cambiante, la globalización nos ahoga. La iglesia calla, los gobiernos no están al lado del pueblo, el Papa sigue turbado temiendo la Teoría de la Liberación...
La Universalidad que vive el mundo no está presente en las congregaciones religiosas. Las distintas iglesias debemos asumir la mundialización, es decir, las distintas religiones, si queremos subsistir. Es imprescindible que aprendamos a caminar y a rezar juntos, a acabar con el odio, los rencores, la violencia. No es posible que el puñetazo, fruto del pasado, siga siendo la perspectiva del futuro. ¿Conclusión? Tendremos seguir viviendo con una doble iglesia, la vaticanizada y la evangelizadora, es decir, la militante.
La compara con el Espíritu Santo, tiene dos alas, el ala derecha la de la intimidad, la izquierda la militante. Lo ideal es respetar las dos alas.
¿Por qué tienen miedo de la Teología de la Liberación? Pues porque temen la infiltración de otras ideologías. Cada cual tenemos la nuestra, no es posible vivir sin ideología, las ideas mandan, pero ello no supone que dejemos de lado nuestra fe. ¿Nuestra fe? es la del reino de Díos. Lástima que algunos vean tan solo: guerrilleros, militantes marxistas que luchan contra intereses.
- Se os tilda de comunistas
Cuando hablamos de los pobres somos santos, cuando tocamos las causas, comunistas...
Y lo dice con voz suave y con aquella mirada que penetra hasta el fondo de tu corazón
- ¿Cómo definiría, en pocas palabras, Sao Félix d’Araguaia?
Ha crecido en habitantes –ahora tiene más de 25 mil- , en algunos servicios pero sigue siendo tremendamente pobre. Lo amo, igual que a su gente, como los bienes más preciados, me han ayudado a crecer, me han proporcionado muchos/as amigos/as y me darán el descanso final cuando llegue la hora. No olvides que resucitaremos, que morir es resucitar, por lo tanto, que el Matto Grosso no es la patria definitiva
- ¿Qué espera para esta su patria brasilera?
Que sea una comunidad viva, con justicia y todo lo que esta palabra comporta: educación, sanidad, techo para todos. Pienso que aquellos seminaristas tenían muchísima razón, a pesar de que en aquellos momentos (1968) era difícil dársela.
- ¿Qué les recomendaría a los misioneros que quieren ir a Brasil?
Con voz irónica, solapada, afirma
No es preciso que vengan al Brasil. Que trabajen para catequizar a los catalanes de mi amada Catalunya.
Pensamientos:
Por lo que respecta a Lula:
- Trabajó más como categoría que como clase
- La asesoría económica que tiene Lula es de derechas
- Dirigir el gobierno con espíritu capitalista y responder a reivindicaciones populares es difícil
- Ha visto muy de cerca la pobreza
- Ha procurado no satanizar los movimientos populares
- ¿Reforma agraria? O se acaba con el latifundio o no habrá reforma agraria
Otros:
- Llegará la hora que el Vaticano dejará de ser Estado
- Xirinacs fue un profeta (era el mes de junio, poco antes de su muerte, cuando lo dijo)
- ¿Símbolos religiosos? No debería de existir ninguno. En tu casa pon lo que gustes
- Juan Bosco es la persona más importante que ha existido
- La causa indígena, en Brasil, debe estar vinculada a la Presidencia de la República
- Hay pobres emergentes que reivindican sus derechos. Si llegan al Congreso Nacional, caerán Diputados y Senadores
- Los indios y los negros han dejado de ser invisibles
- Evo Morales ha trabajado mucho para los indígenas
- Existen federaciones de indígenas por doquier. Ya no se les puede negar
- Los indígenas en Guatemala, representan el 60% de la población. Rigoberta hizo bien al presentarse en las elecciones
- Debemos descolonizar y desenvangelizar porqué fue mal evangelizado
- La oración de petición debe acabar. ¿Por qué no aprendemos a dar gracias?
Recomendaciones
- Debemos humanizarnos, luego, nos divinizamos
- Existen tres características de las cuales no podemos prescindir con respecto al respeto: debemos denunciar, anunciar, consolar...
- Hace unos años que nadie conocía el mundo, ahora estamos reencontrándonos.
- La iglesia post clerical es irreversible. La sociedad ha cambiado el diálogo. La preocupación sigue siendo el Diálogo Interreligioso. Si otras cosas nos separan también puede hacerlo la religión. Hay que trabajar para propiciarlo.
Respecto al Islam
- Deberíamos aceptarlo compartiendo: tú me ayudas yo te ayudo. No puede ser un choque, debe ser un encuentro
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