Una mirada propia para la construcción de nuevas feminidades y masculinidades:
Afrocolombianidad y género
31/10/2007
- Opinión
Una construcción colectiva que realizamos en el CEUNA sobre la vida de una mujer afrocolombiana en la ciudad, comenzaba con el siguiente relato:
"Mi mamá es del Chocó, de un pueblo que se llama San Martín de Purre, ella se vino escapada de allá porque la iban a casar. Una noche la abuela que se había muerto, se le apareció y le dijo: lo que tienes que hacer no lo hagas. Entonces ella como a las 12 de la noche con el único vestidito que tenía, cogió una canoa y se bajó a Quibdo .
En este relato con el que comienza la historia de una de las muchas mujeres afrocolombianas que viven en esta ciudad, se evidencia la insubordinación y la independencia de nuestras mujeres, mujeres que tienen una historia propia, una voz particular y un papel en la sistemática resistencia de nuestro pueblo a ser sometido, en su incansable lucha por la libertad.
En el CEUNA hemos entendido que para hablar de resistencia étnica afrocolombiana, es necesario rescatar el papel tanto de hombres como de mujeres en esta lucha histórica y hablar de las relaciones que han entablado hombro con hombro en todas las actividades de la vida cotidiana, a diferencia de las mujeres blancas burguesas que si fueron confinadas en la historia a hacer parte de la esfera privada del hogar.
Las mujeres negras y así como las trabajadoras rurales, por ejemplo, discrepan de la esquematización de la "subordinación de la mujer sometida al espacio privado", porque, teniendo en cuenta la experiencia de sus madres y abuelas trabajadoras, esclavas o inmigrantes, han vivido la participación de sus antepasadas en el "mercado de trabajo" de una forma definitivamente diferente [1].
Hablar de Género en una jornada de resistencia étnica resulta fundamental, porqué como lo plantea Ángela Davis en una entrevista: "aunque históricamente las comunidades negras han sido muy progresistas con respecto a los problemas de raza y con respecto a las luchas por la igualdad racial, no necesariamente lo han sido, en asuntos de género y sexualidad y… tenemos que reconocer la intersección, la interconexión que tienen todas estas ". Esto se entiende cuando por ejemplo, cuando en el pacífico colombiano ante la escasez de recursos económicos para enviar a la escuela a los hijos, las familias prefieren enviar a los hombres y producto de esto se encuentra que el acceso para la educación de las mujeres afrocolombianas es muy bajo. Hay muy poco reconocimiento por las organizaciones afro de los procesos de mujeres y por el machismo al interior de estas organizaciones no se fortalecen estos valiosos procesos.
Las mujeres pertenecientes al pueblo afrocolombiano, además de compartir la problemática general producida por el conflicto armado interno se ha visto expuesta históricamente desde la esclavización a un sistema excluyente y opresor basado en una discriminación racial fomentada en el sistema educativo nacional y los medios masivos de comunicación. La crisis social generada por el Racismo en el fondo, es el mayor acto de violencia que reciben las mujeres afrocolombianas, plasmadas en la imposibilidad de acceder a la educación en todos sus niveles, en la dificultad para conseguir un trabajo digno, la problemática de invisibilización dentro de las políticas de salud, la exclusión política, la marginalidad, el estereotipo sexual y discriminación etnolingüística entre otras.
Estamos en una sociedad machista y xenofóbica que reproduce estereotipos culturales que excluyen, estigmatizan y discriminan a la población afrocolombiana, prueba de esto son los medios de comunicación que en el lenguaje audiovisual, visual, escrito y verbal difunden patrones sociales que en el caso de la mujer afro la encasillan dentro de una imagen de sirvienta, bruja, objeto de deseo sexual, analfabeta, mal hablada, que refuerza la discriminación étnica y racial de las mujeres afro en todos los espacios de su vida social.
Es necesario resaltar que el Racismo fue y sigue siendo una de las ideologías y prácticas que sustenta la creación de los Estados Modernos y que en Colombia todavía no se ha hecho una revisión clara sobre el tema de las múltiples discriminaciones de las que son víctimas aquellos grupos y personas que están en una situación marginal dentro de la nación colombiana que se ha caracterizado por ser blanco-mestiza y criolla, no es gratuito que la geografía esté tan enmarcadamente racializada y se pueda percibir con facilidad la relación estrecha entre raza [2] y pobreza.
Los y las víctimas de esa división racial de la nación colombiana son comunidades totalmente vulnerables frente a las políticas de exterminio que cada día son implementadas por el estado colombiano, lo grave del caso también es que los espacios académicos tampoco han logrado trascender en este tema pues los estudios sociales y políticos que se hacen relacionados con la etnia se suelen medir sobre la base de la división marxista de las clases sociales y se deja a un lado que los problemas raciales no necesariamente fueron contenido de análisis marxista, además las particularidades históricas y culturales de los grupos étnicos se ven como producto de la falta de inserción en las dinámicas que trajo la civilización criminal e inhumana en los años de la colonización, civilización completamente eurocéntrica y excluyente frente a los otros saberes considerados salvajes y bárbaros.
El caso de las mujeres afrocolombianas es más complicado si tenemos en cuenta que sobre ellas pesa la relación raza-clase y además el problema de la exclusión sexista ejercida por los hombres y las construcciones simbólicas y materiales de la masculinidad.
El pueblo afrocolombiano ha venido desarrollando una lucha contra la discriminación y su invisibilización en historia colombiana, en esta lucha siempre ha estado la mujer y actualmente considera importante reivindicar sus derechos y aportes a la configuración cultural, a los procesos de resistencia, al sostenimiento del patrimonio histórico, así como también le interesa denunciar la múltiple discriminación de la que son objeto desde los tiempos de la esclavización.
Otro concepto de género y una reconstrucción colectiva de la convivencia de mujeres y hombres
Desde la academia se entiende el concepto de Género, como la identidad construida desde el rol sexual de las personas sobre lo femenino y lo masculino. Desde la lucha feminista se lideró la igualdad de los sexos y el respeto a la libre elección de género. Entre los muchos logros de estas luchas está el acceso a la escuela tanto a hombres como a mujeres y el derecho al voto que fue más reciente.
Sin embargo, la lucha por la igualdad resultó deficiente, con el racismo latente que se continúa viviendo. Los objetivos de las luchas feministas giraban en torno a preocupaciones que responden a sus intereses de clase y no tanto a los de sus hermanas negras, latinas o asiáticas; las mujeres blancas de clase media consiguieron sus objetivos particulares, pero no aseguraron ningún progreso ostensible para las mujeres del tercer mundo o las racialmente oprimidas, porque de hecho no se reconocía ni se reconoce el racismo y la xenofobia en el sistema capitalista occidental.
Así mismo las mujeres blancas-mestizas han configurado una lucha feminista de tinte liberal en donde tampoco se reconocen los derechos colectivos de comunidades étnicas diferenciadas, para ellas es muy importante el concepto nuclear de la familia pero controlado por las mujeres en donde el ejercicio de tener hijos o hijas se decide totalmente por la mujer en el control definitivo de su cuerpo, pero además en su interrelacionamiento con las prácticas adscritas a los grupos étnicos consideran que las mujeres afrocolombianas tienen que ser capacitadas para que entiendan la supuesta importancia del tema de los derechos sexuales y reproductivos sin ni siquiera comprender las lógicas familiares de estas culturas, en donde definitivamente la responsabilidad de concebir un hijo o hija no gira sobre una sola mujer, ahí entra a regir la importancia de las familias extensas, en estas comunidades el tema de tener muchos hijos no necesariamente tiene que ver con la necesidad eurocéntrica de sostener o no la economía familiar o individual, sino más bien con la necesidad implícita de enriquecer sus espiritualidades y de mantener una resistencia histórica y cultural frente a las muchas estrategias de exterminio que se han programado en los últimos cinco siglos contra estas comunidades.
Otro ejemplo de cómo las construcciones sobre las luchas feministas blancas burguesas han excluido y siguen excluyendo el tema de la raza es cuando se habla de los usos del cuerpo, a nuestro parecer todavía no se ha recorrido plenamente este tema frente a la relación corporal entre hombres y mujeres blanco-mestizas que definitivamente tiene otra configuración en las comunidades afrodescendientes, mientras para las blanco-mestizas la culpa y la vergüenza del cuerpo aprendida del judeocristianismo donde el cuerpo es el "vehículo del pecado" no les permite entender otras formas de vivir y disfrutar el cuerpo y entonces, se puede encontrar por ejemplo, que para una mujer mestiza es demasiado provocador, sensual y hasta vulgar la manera en como las mujeres afros utilizan sus cuerpos a la hora de bailar con un hombre, las mestizas suelen hacer comentarios cuando no exóticos, desaprobatorios sobre esas formas-otras de reconocer el cuerpo.
Cuando para nosotras el cuerpo es el principal "vehículo de comunicación", hablamos más con el cuerpo que con las palabras, porque fue la música del tambor, el lamento del arrullo y el vaivén del cuerpo, quienes nos permitieron a los africanos de diferentes pueblos traídos a estas tierras de América construir lenguajes, rituales, formas de relacionarnos y organizarnos, formas de vivir y de ser, aquí a las orillas de los ríos y de los mares.
Es necesario reconstruir la historia de las relaciones entre hombres y mujeres afrocolombianos, para entender el papel diferenciado que han tenido las mujeres (a diferencia de las blancas burguesas), para desde allí construir una visión de género propia, que comprenda la complejidad y riqueza cultural de nuestro legado africano y recoja la voz de los hombres y mujeres que pescan, cortan leña, cazan, trabajan en minas, cultivan la tierra y recrean su cultura juntos, mano a mano, donde ninguno ha sido confinado al ámbito privado y el mundo del trabajo siempre permitió reproducir formas de poder y resistencia distintas, en medio de las imposiciones judeocristianas y capitalistas.
Quinientos años de resistencia marcan nuestra presencia en las Américas y la sobrevivencia de nuestras diosas y dioses africanos en el cotidiano de la comunidad negra. Así como la mujer blanca fue educada siguiendo un modelo de sumisión y abdicación de la sexualidad, la mujer negra tuvo como modelos a las diosas guerreras, sensuales, independientes y plenas de poder. Podemos entonces, entender la fuerza de estas mujeres que, venciendo todos los obstáculos, superaron las barreras impuestas a las mujeres negras, rescatando la historia y su visión del mundo marcada por los valores culturales de Africa [3].
Esta historia nos la cuentan las mujeres sabias que les trenzaban a sus hijos el camino para escapar de los esclavizadores, las que se reunían en cumbes con otras mujeres en las noches para invocar a los ancestros y recrear la cultura, las que prefirieron escapar con el riesgo de morir en el intento, que tener una vida sin libertad… y ese es el legado que nos dejaron nuestras ancestras. Esa historia no se encuentra en los libros ni en los registros oficiales, ha sido ignorada por los intelectuales, es importante que las mujeres y hombres afrocolombianos, recuperen y escriban esta historia.
Necesitamos una nueva concepción de género que reconociendo que ha existido la subordinación, vendida desde las iglesias judeocristianas, pero que también han existido diferencias históricas, culturales y de clase, que se manifiestan por ejemplo en: las formas de violencia sufrida, los imaginarios frente al cuerpo y la sexualidad y en la relación trabajo - autonomía e independencia. Como dice Harding " El concepto de la diferencia implica evitar la generalización, en nombre de una supuesta necesidad política de unidad [4]" No todas las mujeres somos iguales, porque las mujeres deben ser conocidas desde su contexto, "su cultura, su ancestralidad, étnia y clase" [5]
Cómo fortalece al movimiento afrocolombiano la discusión de género
"¿Cómo puede haber libertad política en un país donde un grupo de sus habitantes sufre las cadenas de la esclavitud? [6]
Considerarse de un movimiento social que lucha por la eliminación de todas las formas de opresión, implica dar la lucha interna por la transformación de la formas de opresión cotidiana en la relación entre hombres y mujeres.
Las luchas de las mujeres afrodescendientes en las Américas y el Caribe han aportado mucho en la interpretación de otras formas de opresión y discriminación que se definen más allá de la categoría de las clases sociales y que se expresan en la necesidad de derrumbar las bases epistémicas que fundamentan la subyugación generada por la raza y el sexismo, es así como también se pone sobre la mesa de discusión la penetración de ideologías discriminatorias y opresivas dentro de los grupos marginados y oprimidos, la lucha del movimiento social afrocolombiano no puede estar aislada del constante ejercicio por desesclavizarnos y descolonizarnos sino también de reeducarnos para alejarnos y lograr depurar todos esos flagelos de este sistema racial, colonial y capitalista.
Aquí se trata de hacer conciente todas esas herencias ancestrales que promueven un mundo más equitativo, porque desde ahí tenemos mucho que proponerle a estas sociedades, la indiscutible importancia del papel de la mujer en nuestras luchas cimarronas, que todavía existe en el movimiento social afrocolombiano, porque a pesar de que los hombres se han hecho más visibles, las mujeres hemos sido las columnas vertebrales de estas luchas, sin nuestra capacidad de organización y nuestras riquezas espirituales, muy seguramente los hombres no hubieran podido ser voceros de nuestros trabajos comunitarios, políticos y académicos.
En la experiencia particular del CEUNA se ha intentado mantener un proceso permanente de fortalecimiento y empoderamiento de las mujeres, donde la recuperación espiritual de nuestra africanía, el reconocimiento de otras espiritualidades africanas más matriarcales que explican algunas concepciones distintas de ser mujer en la cultura afro, la insistencia de la participación y posicionamiento público de las mujeres como voceras del colectivo, el compartir de muchas de sus historias de discriminación y más recientemente un proceso de formación y construcción teórico – práctico en el tema, son algunas de las acciones que nos han permitido hacer las reflexiones que hacemos hoy.
Consideramos por eso, que es necesario, reconocer el papel fundamental de las mujeres en la definición de estrategias de acción política transformadora, fomentar su empoderamiento dentro del movimiento para que realicen un trabajo permanente y sistemático destinado a la movilización y organización de las mujeres y hombres en la transformación de esas relaciones.
Y hablamos de transformación de relaciones, porque estamos convencidas, que no se trata solamente de posicionarnos de manera distinta como mujeres frente al machismo del movimiento y de la cultura dominante, sino de acompañar a nuestros hombres en la construcción de otras masculinidades menos rígidas y estereotipadas, más revolucionarias en el sentido más profundo, asumiendo como política en lo cotidiano la construcción juntos de relaciones sin opresiones, subyugación, sumisión o subvaloración de las capacidades del otro.
Por eso es fundamental reconocer nuestras raíces africanas, nuestras espiritualidades, nuestra cultura y autocriticarnos en las organizaciones, para desarrollar una conciencia política más amplia de las reivindicaciones y luchas que debemos librar para la eliminación del racismo y todas las formas de discriminación en nuestro movimiento.
Fortalecernos, reconocernos, formarnos, empoderarnos y transformar concepciones de género excluyentes, para que hoy las mujeres y hombres cimarrones mantengan y fortalezcan la lucha, en su fundamentación teórica y en sus estrategias prácticas, construyendo no solo nuevas feminidades sino nuevas masculinidades en este proceso.
[1] Ibidem
[2] Cuando hablamos de Raza nos referimos a una categoría social que todavía no ha desaparecido del imaginario colectivo de los pueblos latinoamericanos y del mundo, que establece a los grupos humanos en una escala de jerarquizaciones socioeconómicas y políticas de manera vertical en donde en la cima, en los poderes y en los patrones culturales hegemónicos se encuentran los que por fenotipía son blancos caucásicos y por cultura son eurocéntricos y en la base se encuentran los que estén por fuera de esos rangos.
[3] Rufino. Alzira. Un Diario De Sueños Y Privaciones.Revista Especial/Fempress - Pags. 53-54. Brasil. 1995
[4] La frase de Sandra Harding forma parte de un texto publicado en junio de 1990: "Subjectivity, Experience and Knowledge: an Episthemology from/for Rainbow Politics".
[5] Mujeres Afropatiana de la ruta pacífica de Mujeres. Comunicado de octubre de 2007.
[6] Guillermo Feliú Cruz, "La abolición de la esclavitud en Chile", Santiago, 1973. *Departamento de Historia, Universidad de Santiago. (Del libro "Proposiciones. Género, mujer y sociedad", Ediciones Sur, diciembre de 1992).
"Mi mamá es del Chocó, de un pueblo que se llama San Martín de Purre, ella se vino escapada de allá porque la iban a casar. Una noche la abuela que se había muerto, se le apareció y le dijo: lo que tienes que hacer no lo hagas. Entonces ella como a las 12 de la noche con el único vestidito que tenía, cogió una canoa y se bajó a Quibdo .
En este relato con el que comienza la historia de una de las muchas mujeres afrocolombianas que viven en esta ciudad, se evidencia la insubordinación y la independencia de nuestras mujeres, mujeres que tienen una historia propia, una voz particular y un papel en la sistemática resistencia de nuestro pueblo a ser sometido, en su incansable lucha por la libertad.
En el CEUNA hemos entendido que para hablar de resistencia étnica afrocolombiana, es necesario rescatar el papel tanto de hombres como de mujeres en esta lucha histórica y hablar de las relaciones que han entablado hombro con hombro en todas las actividades de la vida cotidiana, a diferencia de las mujeres blancas burguesas que si fueron confinadas en la historia a hacer parte de la esfera privada del hogar.
Las mujeres negras y así como las trabajadoras rurales, por ejemplo, discrepan de la esquematización de la "subordinación de la mujer sometida al espacio privado", porque, teniendo en cuenta la experiencia de sus madres y abuelas trabajadoras, esclavas o inmigrantes, han vivido la participación de sus antepasadas en el "mercado de trabajo" de una forma definitivamente diferente [1].
Hablar de Género en una jornada de resistencia étnica resulta fundamental, porqué como lo plantea Ángela Davis en una entrevista: "aunque históricamente las comunidades negras han sido muy progresistas con respecto a los problemas de raza y con respecto a las luchas por la igualdad racial, no necesariamente lo han sido, en asuntos de género y sexualidad y… tenemos que reconocer la intersección, la interconexión que tienen todas estas ". Esto se entiende cuando por ejemplo, cuando en el pacífico colombiano ante la escasez de recursos económicos para enviar a la escuela a los hijos, las familias prefieren enviar a los hombres y producto de esto se encuentra que el acceso para la educación de las mujeres afrocolombianas es muy bajo. Hay muy poco reconocimiento por las organizaciones afro de los procesos de mujeres y por el machismo al interior de estas organizaciones no se fortalecen estos valiosos procesos.
Las mujeres pertenecientes al pueblo afrocolombiano, además de compartir la problemática general producida por el conflicto armado interno se ha visto expuesta históricamente desde la esclavización a un sistema excluyente y opresor basado en una discriminación racial fomentada en el sistema educativo nacional y los medios masivos de comunicación. La crisis social generada por el Racismo en el fondo, es el mayor acto de violencia que reciben las mujeres afrocolombianas, plasmadas en la imposibilidad de acceder a la educación en todos sus niveles, en la dificultad para conseguir un trabajo digno, la problemática de invisibilización dentro de las políticas de salud, la exclusión política, la marginalidad, el estereotipo sexual y discriminación etnolingüística entre otras.
Estamos en una sociedad machista y xenofóbica que reproduce estereotipos culturales que excluyen, estigmatizan y discriminan a la población afrocolombiana, prueba de esto son los medios de comunicación que en el lenguaje audiovisual, visual, escrito y verbal difunden patrones sociales que en el caso de la mujer afro la encasillan dentro de una imagen de sirvienta, bruja, objeto de deseo sexual, analfabeta, mal hablada, que refuerza la discriminación étnica y racial de las mujeres afro en todos los espacios de su vida social.
Es necesario resaltar que el Racismo fue y sigue siendo una de las ideologías y prácticas que sustenta la creación de los Estados Modernos y que en Colombia todavía no se ha hecho una revisión clara sobre el tema de las múltiples discriminaciones de las que son víctimas aquellos grupos y personas que están en una situación marginal dentro de la nación colombiana que se ha caracterizado por ser blanco-mestiza y criolla, no es gratuito que la geografía esté tan enmarcadamente racializada y se pueda percibir con facilidad la relación estrecha entre raza [2] y pobreza.
Los y las víctimas de esa división racial de la nación colombiana son comunidades totalmente vulnerables frente a las políticas de exterminio que cada día son implementadas por el estado colombiano, lo grave del caso también es que los espacios académicos tampoco han logrado trascender en este tema pues los estudios sociales y políticos que se hacen relacionados con la etnia se suelen medir sobre la base de la división marxista de las clases sociales y se deja a un lado que los problemas raciales no necesariamente fueron contenido de análisis marxista, además las particularidades históricas y culturales de los grupos étnicos se ven como producto de la falta de inserción en las dinámicas que trajo la civilización criminal e inhumana en los años de la colonización, civilización completamente eurocéntrica y excluyente frente a los otros saberes considerados salvajes y bárbaros.
El caso de las mujeres afrocolombianas es más complicado si tenemos en cuenta que sobre ellas pesa la relación raza-clase y además el problema de la exclusión sexista ejercida por los hombres y las construcciones simbólicas y materiales de la masculinidad.
El pueblo afrocolombiano ha venido desarrollando una lucha contra la discriminación y su invisibilización en historia colombiana, en esta lucha siempre ha estado la mujer y actualmente considera importante reivindicar sus derechos y aportes a la configuración cultural, a los procesos de resistencia, al sostenimiento del patrimonio histórico, así como también le interesa denunciar la múltiple discriminación de la que son objeto desde los tiempos de la esclavización.
Otro concepto de género y una reconstrucción colectiva de la convivencia de mujeres y hombres
Desde la academia se entiende el concepto de Género, como la identidad construida desde el rol sexual de las personas sobre lo femenino y lo masculino. Desde la lucha feminista se lideró la igualdad de los sexos y el respeto a la libre elección de género. Entre los muchos logros de estas luchas está el acceso a la escuela tanto a hombres como a mujeres y el derecho al voto que fue más reciente.
Sin embargo, la lucha por la igualdad resultó deficiente, con el racismo latente que se continúa viviendo. Los objetivos de las luchas feministas giraban en torno a preocupaciones que responden a sus intereses de clase y no tanto a los de sus hermanas negras, latinas o asiáticas; las mujeres blancas de clase media consiguieron sus objetivos particulares, pero no aseguraron ningún progreso ostensible para las mujeres del tercer mundo o las racialmente oprimidas, porque de hecho no se reconocía ni se reconoce el racismo y la xenofobia en el sistema capitalista occidental.
Así mismo las mujeres blancas-mestizas han configurado una lucha feminista de tinte liberal en donde tampoco se reconocen los derechos colectivos de comunidades étnicas diferenciadas, para ellas es muy importante el concepto nuclear de la familia pero controlado por las mujeres en donde el ejercicio de tener hijos o hijas se decide totalmente por la mujer en el control definitivo de su cuerpo, pero además en su interrelacionamiento con las prácticas adscritas a los grupos étnicos consideran que las mujeres afrocolombianas tienen que ser capacitadas para que entiendan la supuesta importancia del tema de los derechos sexuales y reproductivos sin ni siquiera comprender las lógicas familiares de estas culturas, en donde definitivamente la responsabilidad de concebir un hijo o hija no gira sobre una sola mujer, ahí entra a regir la importancia de las familias extensas, en estas comunidades el tema de tener muchos hijos no necesariamente tiene que ver con la necesidad eurocéntrica de sostener o no la economía familiar o individual, sino más bien con la necesidad implícita de enriquecer sus espiritualidades y de mantener una resistencia histórica y cultural frente a las muchas estrategias de exterminio que se han programado en los últimos cinco siglos contra estas comunidades.
Otro ejemplo de cómo las construcciones sobre las luchas feministas blancas burguesas han excluido y siguen excluyendo el tema de la raza es cuando se habla de los usos del cuerpo, a nuestro parecer todavía no se ha recorrido plenamente este tema frente a la relación corporal entre hombres y mujeres blanco-mestizas que definitivamente tiene otra configuración en las comunidades afrodescendientes, mientras para las blanco-mestizas la culpa y la vergüenza del cuerpo aprendida del judeocristianismo donde el cuerpo es el "vehículo del pecado" no les permite entender otras formas de vivir y disfrutar el cuerpo y entonces, se puede encontrar por ejemplo, que para una mujer mestiza es demasiado provocador, sensual y hasta vulgar la manera en como las mujeres afros utilizan sus cuerpos a la hora de bailar con un hombre, las mestizas suelen hacer comentarios cuando no exóticos, desaprobatorios sobre esas formas-otras de reconocer el cuerpo.
Cuando para nosotras el cuerpo es el principal "vehículo de comunicación", hablamos más con el cuerpo que con las palabras, porque fue la música del tambor, el lamento del arrullo y el vaivén del cuerpo, quienes nos permitieron a los africanos de diferentes pueblos traídos a estas tierras de América construir lenguajes, rituales, formas de relacionarnos y organizarnos, formas de vivir y de ser, aquí a las orillas de los ríos y de los mares.
Es necesario reconstruir la historia de las relaciones entre hombres y mujeres afrocolombianos, para entender el papel diferenciado que han tenido las mujeres (a diferencia de las blancas burguesas), para desde allí construir una visión de género propia, que comprenda la complejidad y riqueza cultural de nuestro legado africano y recoja la voz de los hombres y mujeres que pescan, cortan leña, cazan, trabajan en minas, cultivan la tierra y recrean su cultura juntos, mano a mano, donde ninguno ha sido confinado al ámbito privado y el mundo del trabajo siempre permitió reproducir formas de poder y resistencia distintas, en medio de las imposiciones judeocristianas y capitalistas.
Quinientos años de resistencia marcan nuestra presencia en las Américas y la sobrevivencia de nuestras diosas y dioses africanos en el cotidiano de la comunidad negra. Así como la mujer blanca fue educada siguiendo un modelo de sumisión y abdicación de la sexualidad, la mujer negra tuvo como modelos a las diosas guerreras, sensuales, independientes y plenas de poder. Podemos entonces, entender la fuerza de estas mujeres que, venciendo todos los obstáculos, superaron las barreras impuestas a las mujeres negras, rescatando la historia y su visión del mundo marcada por los valores culturales de Africa [3].
Esta historia nos la cuentan las mujeres sabias que les trenzaban a sus hijos el camino para escapar de los esclavizadores, las que se reunían en cumbes con otras mujeres en las noches para invocar a los ancestros y recrear la cultura, las que prefirieron escapar con el riesgo de morir en el intento, que tener una vida sin libertad… y ese es el legado que nos dejaron nuestras ancestras. Esa historia no se encuentra en los libros ni en los registros oficiales, ha sido ignorada por los intelectuales, es importante que las mujeres y hombres afrocolombianos, recuperen y escriban esta historia.
Necesitamos una nueva concepción de género que reconociendo que ha existido la subordinación, vendida desde las iglesias judeocristianas, pero que también han existido diferencias históricas, culturales y de clase, que se manifiestan por ejemplo en: las formas de violencia sufrida, los imaginarios frente al cuerpo y la sexualidad y en la relación trabajo - autonomía e independencia. Como dice Harding " El concepto de la diferencia implica evitar la generalización, en nombre de una supuesta necesidad política de unidad [4]" No todas las mujeres somos iguales, porque las mujeres deben ser conocidas desde su contexto, "su cultura, su ancestralidad, étnia y clase" [5]
Cómo fortalece al movimiento afrocolombiano la discusión de género
"¿Cómo puede haber libertad política en un país donde un grupo de sus habitantes sufre las cadenas de la esclavitud? [6]
Considerarse de un movimiento social que lucha por la eliminación de todas las formas de opresión, implica dar la lucha interna por la transformación de la formas de opresión cotidiana en la relación entre hombres y mujeres.
Las luchas de las mujeres afrodescendientes en las Américas y el Caribe han aportado mucho en la interpretación de otras formas de opresión y discriminación que se definen más allá de la categoría de las clases sociales y que se expresan en la necesidad de derrumbar las bases epistémicas que fundamentan la subyugación generada por la raza y el sexismo, es así como también se pone sobre la mesa de discusión la penetración de ideologías discriminatorias y opresivas dentro de los grupos marginados y oprimidos, la lucha del movimiento social afrocolombiano no puede estar aislada del constante ejercicio por desesclavizarnos y descolonizarnos sino también de reeducarnos para alejarnos y lograr depurar todos esos flagelos de este sistema racial, colonial y capitalista.
Aquí se trata de hacer conciente todas esas herencias ancestrales que promueven un mundo más equitativo, porque desde ahí tenemos mucho que proponerle a estas sociedades, la indiscutible importancia del papel de la mujer en nuestras luchas cimarronas, que todavía existe en el movimiento social afrocolombiano, porque a pesar de que los hombres se han hecho más visibles, las mujeres hemos sido las columnas vertebrales de estas luchas, sin nuestra capacidad de organización y nuestras riquezas espirituales, muy seguramente los hombres no hubieran podido ser voceros de nuestros trabajos comunitarios, políticos y académicos.
En la experiencia particular del CEUNA se ha intentado mantener un proceso permanente de fortalecimiento y empoderamiento de las mujeres, donde la recuperación espiritual de nuestra africanía, el reconocimiento de otras espiritualidades africanas más matriarcales que explican algunas concepciones distintas de ser mujer en la cultura afro, la insistencia de la participación y posicionamiento público de las mujeres como voceras del colectivo, el compartir de muchas de sus historias de discriminación y más recientemente un proceso de formación y construcción teórico – práctico en el tema, son algunas de las acciones que nos han permitido hacer las reflexiones que hacemos hoy.
Consideramos por eso, que es necesario, reconocer el papel fundamental de las mujeres en la definición de estrategias de acción política transformadora, fomentar su empoderamiento dentro del movimiento para que realicen un trabajo permanente y sistemático destinado a la movilización y organización de las mujeres y hombres en la transformación de esas relaciones.
Y hablamos de transformación de relaciones, porque estamos convencidas, que no se trata solamente de posicionarnos de manera distinta como mujeres frente al machismo del movimiento y de la cultura dominante, sino de acompañar a nuestros hombres en la construcción de otras masculinidades menos rígidas y estereotipadas, más revolucionarias en el sentido más profundo, asumiendo como política en lo cotidiano la construcción juntos de relaciones sin opresiones, subyugación, sumisión o subvaloración de las capacidades del otro.
Por eso es fundamental reconocer nuestras raíces africanas, nuestras espiritualidades, nuestra cultura y autocriticarnos en las organizaciones, para desarrollar una conciencia política más amplia de las reivindicaciones y luchas que debemos librar para la eliminación del racismo y todas las formas de discriminación en nuestro movimiento.
Fortalecernos, reconocernos, formarnos, empoderarnos y transformar concepciones de género excluyentes, para que hoy las mujeres y hombres cimarrones mantengan y fortalezcan la lucha, en su fundamentación teórica y en sus estrategias prácticas, construyendo no solo nuevas feminidades sino nuevas masculinidades en este proceso.
[1] Ibidem
[2] Cuando hablamos de Raza nos referimos a una categoría social que todavía no ha desaparecido del imaginario colectivo de los pueblos latinoamericanos y del mundo, que establece a los grupos humanos en una escala de jerarquizaciones socioeconómicas y políticas de manera vertical en donde en la cima, en los poderes y en los patrones culturales hegemónicos se encuentran los que por fenotipía son blancos caucásicos y por cultura son eurocéntricos y en la base se encuentran los que estén por fuera de esos rangos.
[3] Rufino. Alzira. Un Diario De Sueños Y Privaciones.Revista Especial/Fempress - Pags. 53-54. Brasil. 1995
[4] La frase de Sandra Harding forma parte de un texto publicado en junio de 1990: "Subjectivity, Experience and Knowledge: an Episthemology from/for Rainbow Politics".
[5] Mujeres Afropatiana de la ruta pacífica de Mujeres. Comunicado de octubre de 2007.
[6] Guillermo Feliú Cruz, "La abolición de la esclavitud en Chile", Santiago, 1973. *Departamento de Historia, Universidad de Santiago. (Del libro "Proposiciones. Género, mujer y sociedad", Ediciones Sur, diciembre de 1992).
https://www.alainet.org/es/articulo/124024
Mujeres
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