El mundo polarizado de la globalización

30/05/2005
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Una respuesta a la hipótesis de la Tierra Plana de Friedman

El proyecto de globalización corporativa es un proyecto destinado a polarizar y dividir a la gente: sea a través del eje de clase y de la desigualdad económica, del eje de la religión y la cultura, del eje de género, o del eje de geografías y de regiones.  Nunca antes en la historia humana, la brecha entre quienes trabajan y quienes acumulan riqueza sin trabajar ha sido tan grande. Nunca antes, el odio entre culturas ha sido tan global.  Nunca antes se ha producido una convergencia global de tres tendencias violentas: la violencia de la acumulación primitiva para la creación de riqueza, la violencia de las “guerras culturales”, y la violencia de la guerra militarizada.

No obstante, Thomas Friedman describe este mundo profundamente dividido, creado por la globalización y su engendro múltiple de inseguridad y de polarización, como un mundo “plano”. En su libro “El Mundo es Plano”, Friedman intenta desesperadamente argumentar que la globalización es un nivelador de las desigualdades en las sociedades.  Y es que, cuando sólo se mira la Web mundial de la tecnología de información, y se niega a mirar la telaraña de la vida, la telaraña del alimento, la de la comunidad, la de las economías locales y las culturas locales que la globalización está destruyendo, entonces resulta fácil argumentar falsa y engañosamente que el mundo es plano.

Cuando uno mira el mundo, montado en las alturas del poder arrogante y ciego, separado y desconectado de quienes han perdido su medio de sustento, su forma de vida, y su vida misma -los/las campesinos/as y trabajadores/as en todas partes- es fácil no mirar tanto los valles de la pobreza como las montañas de la riqueza.  La visión plana es una enfermedad.  Pero Friedman quisiera que compartamos su visión enferma y perversa de las polarizaciones de la globalización, como una revolución que apunta a invertir las revoluciones que nos permitieron percibir que el mundo es redondo y que la tierra gira alrededor del sol, no al revés.

Friedman ha reducido el mundo a los amigos que él visita, a los dirigentes empresariales que conoce, y a las canchas de golf que frecuenta.  De este microcosmos del privilegio, de la exclusión y la ceguera, se aísla tanto de la belleza de la diversidad, como de la brutalidad de la explotación y la desigualdad; deja fuera las exterioridades sociales y ecológicas de la globalización económica y del libre comercio; descarta las murallas que la globalización está construyendo -murallas de la inseguridad, el odio y el miedo-, las murallas de la “propiedad intelectual”, aquellas de la privatización.

Él se centra solamente en las leyes, las regulaciones y las políticas que constituían la protección de los débiles y los vulnerables, en las barreras necesarias como condición para  delimitar el ejercicio de la libertad y la democracia, los derechos y la justicia, la paz y la seguridad, la sustentabilidad y el reparto de los recursos preciosos y vitales de la tierra.  Y considera que el desmantelamiento de estas protecciones ecológicas y sociales, a favor del comercio desregulado, es “aplanar”.

Pero este aplanamiento es como aplanar ciudades con bombas, aplanar las costas de Asia bajo el tsunami, aplanar bosques y territorios tribales para construir represas y extraer minerales.  La conceptualización de Friedman sobre el mundo plano es exacta, únicamente para describir la destrucción social y ecológica causada por el comercio desregulado o el “libre comercio”.  En todos los demás aspectos, es inexacta y falsa.

Tomemos la descripción que hace Friedman de las oleadas de la globalización.  Según él, la globalización 1.0, que duró de 1492 cuando zarpó Colón, hasta 1800, contrajo el mundo del tamaño large al tamaño medium, a medida que los países y los gobiernos desbarataron murallas y tejieron lazos para unir el mundo.  La globalización 2.0, que duró a partir de 1800 hasta 2000, contrajo el mundo del tamaño médium  al tamaño small, cuando el agente principal del cambio eran las compañías multinacionales.  La globalización 3.0 que comenzó en 2000, está contrayendo el tamaño small a un tamaño minúsculo, y es impulsada por los individuos.

Ésta es una visión totalmente falsa de la historia. Desde una perspectiva del sur, las tres oleadas de la globalización se han basado en el uso de la fuerza, han sido impulsadas por la avaricia, y han dado lugar al desposeimiento y a la dislocación.  Para los americanos nativos, la globalización 1.0 comenzó a partir de 1492 y todavía no ha terminado.

Para nosotros/as en la India, la primera oleada de la globalización fue impulsada por la primera corporación global, la East India Company, que trabajó en estrecha colaboración con los británicos, y solo terminó en 1947 cuando conseguimos la independencia.  Consideramos la fase actual como una recolonización, con una asociación similar entre las corporaciones multinacionales y los gobiernos poderosos.  Es impulsada por las corporaciones, no por la gente. Y la fase actual no comenzó en 2000, como pretende Friedman. Comenzó en los años 80 con los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y el FMI, que impusieron la liberalización comercial y la privatización, y se aceleró a partir de 1995 con el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC), al final de la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT).

La falsa historia de la tierra plana de Friedman le permite luego dar dos grandes saltos: los resultados de los tratados de “libre comercio” coercitivos y antidemocráticos se reducen a los logros de la tecnología de información y de la globalización corporativa, y el control corporativo se presenta como la colaboración y la competencia entre individuos.  La OMC, el Banco Mundial y el FMI desaparecen, y  las corporaciones multinacionales desaparecen. La globalización es entonces una cuestión de inevitabilidad tecnológica e innovación individual, no un proyecto de poderosas corporaciones ayudadas por instituciones y gobiernos poderosos.

Ni el comercio electrónico, ni la “walmartización” de la economía podrían ocurrir sin desmantelar la protección comercial, la protección de los/as trabajadores, la protección del medio ambiente.  La tecnología de la comunicación no hace que la provisión a distancia de mercancías, incluyendo los productos alimenticios, sea más barata que la provisión local.  Los bajos salarios, los subsidios, la externalización de costes son lo que abarata la operación de Walmart, mas no su manejo de la cadena de provisión basada en tecnología de la información.

En 1988, yo estaba en Berlín antes de que cayera el Muro.  Formamos parte de la movilización más grande de la historia contra el Banco Mundial.  Dirigiéndome a un mitin de casi 100.000 personas ante el Muro de Berlín, había dicho que éste debía ser desbaratado, al igual que el muro entre ricos y pobres que el Banco Mundial crea al encerrar al Tercer Mundo en la deuda, en la privatización de nuestros recursos, y en la transformación de nuestras economías en mercados para las corporaciones multinacionales.  Comenté que la alianza entre el Banco Mundial y las corporaciones globales establecía un régimen autoritario, parecido al comunismo en su control, pero diferente en la ubicación de las ganancias como la única finalidad del poder.  Como movimientos, nos hemos empeñado y luchado para desbaratar todos los muros del poder y de la desigualdad.

La visión plana de Friedman le ciega el hecho que la emergencia del dominio corporativo a través de las reglas de la globalización corporativa, significa el establecimiento de un régimen autoritario y economías centralmente controladas.  Él presenta la caída del Muro de Berlín como un hecho que “inclinó la balanza del poder en todo el mundo hacia las fuerzas que abogan por el gobierno democrático, consensual, orientado al libre mercado, y en detrimento de quienes abogaban por regímenes autoritarios con economías planificadas centralmente”.

Los movimientos de ciudadanos que luchan contra la globalización defienden la gobernanza democrática y consensual, y combaten a la OMC, al Banco Mundial y a las corporaciones globales, precisamente porque son antidemocráticos y dictatoriales; son autoritarios y centralizados.  El acuerdo de la OMC sobre Agricultura fue redactado por Amstutz, un funcionario de Cargill, quien lideró las negociaciones de EE.UU. sobre agricultura durante la Ronda Uruguay y ahora está a cargo de Alimentación y Agricultura en Irak.  Se trata de un sistema autoritario y centralmente planificado, en materia de alimento y agricultura.

Es por ello que la respuesta democrática y consensual de los movimientos ciudadanos y los gobiernos del Tercer Mundo condujo al derrumbe de la Reunión Ministerial de la OMC en  Cancún.  Y eran los llamados “aplanadores” quiénes erigían los muros -las barricadas en las cuales el campesino coreano Lee ofrendó su vida, los muros que el representante comercial de los EE.UU. Roberto Zoellick intentó erigir entre los países que “pueden hacer” y los que “no pueden hacer”.  Lo que Zoellick y Friedman no ven, es que lo que ellos llaman “no pueden hacer”, es el “pueden hacer” para la defensa de los campesinos, de cara al dumping y el comercio injusto. El mundo de ellos se forma y se centra en Cargill; el nuestro se forma y se centra en 300 millones de especies y 6 mil millones de personas.

El muro más grande creado por la OMC es el de los Aspectos de los Derechos de la Propiedad Intelectual Relacionados al Comercio (TRIPS).  Es también parte de un régimen autoritario y centralmente planificado.  Como lo reconoció Monsanto, cuando se redactó el acuerdo, las corporaciones organizadas en el Comité de Propiedad Intelectual eran “a la vez los pacientes, los médicos diagnosticantes y los médicos tratantes”.  En lugar de contar la historia de TRIPS, y cómo la globalización conducida por las corporaciones y la OMC está obligando a la India a desmantelar sus leyes democráticamente diseñadas sobre patentes, creando monopolios en las semillas y las medicinas, empujando a campesinos al suicidio y negando a las víctimas del SIDA, del cáncer, de la tuberculosis y la malaria, el acceso a las drogas que pudieran salvar sus vidas, Friedman emprende otro paso deshonesto para crear un mundo plano.

Él presenta al movimiento del software de fuente abierta, iniciado por Richard Stallman, como una tendencia aplanadora de la globalización corporativa, cuando en realidad Stallman es uno de los principales críticos de la propiedad intelectual y de los monopolios corporativos, y un combatiente contra los muros que las corporaciones están erigiendo para impedir que los campesinos ahorren sus semillas, que los investigadores hagan las pesquisas, y que los desarrolladores de software creen nuevos programas.  Al presentar la fuente abierta en la misma categoría que la terciarización o la maquila, Friedman oculta la avaricia, los monopolios y el poder corporativos, y presenta la globalización corporativa como creatividad y libertad humanas.

Ésta es deshonestidad deliberada, no sólo el resultado de una visión plana.  Es por eso que en sus historias sobre la India, él no habla del Dr. Hamid de CIPLA, quien proporcionó los medicamentos contra el SIDA a África por $ 200, cuando las corporaciones de EE.UU. quisieron venderlos en $ 20.000; y quien ha calificado las leyes sobre patentes de la OMC de “genocidas”. Y a pesar de que el equipo de investigación de Friedman fijó una reunión conmigo para tomar el vuelo a Bangalore para hablar sobre los suicidios de agricultores para el documental, Friedman canceló la cita a última hora.

Contar una historia unilateral para un interés unilateral parece ser el destino de Friedman.  Es por ello que habla de 550 millones de jóvenes indios que superarán a los americanos en un mundo plano.  Cuando todo el sector de la  tecnología de información (TI)/ terciarización en la India emplea solamente un millón sobre 1.2 mil millones de personas.  El alimento y la agricultura, los textiles y la vestimenta, la salud y la educación no figuran en el monocultivo de la mente de Friedman, atrapada en la TI.

Friedman presenta un cuadro del 0.1% y oculta el 99.9%.  Y en el 99.9% están los monopolios de las semillas de Monsanto y las víctimas de miles de guerras.  En el 99.9% eclipsado, están 25 millones de mujeres que desaparecieron en las áreas de alto crecimiento de la India, porque un mundo mercantilizado ha convertido a las mujeres en el sexo prescindible. En el 99.9% oculto de la economía, están los millares de niños tribales en Orissa, Maharashtra, Rajasthán que han muerto de hambre, porque el sistema público de distribución de alimentos se ha desmantelado para crear los mercados para el agronegocio. El mundo de los 99.9% se ha empobrecido aún más, debido a la globalización económica.

Y es por sus derechos que luchamos.  Trabajamos para construir las alternativas para un mundo justo, sostenible, pacífico -un mundo compartido y común- en el cuál nos liga nuestra humanidad común y responsabilidad universal en democracia de la tierra.  Los muros de la exclusión y de la discriminación que la globalización ha consolidado son hechos por los hombres en el poder. Como el Muro de Berlín, ellos también deben disolverse, porque un sistema autoritario no es compatible con las sociedades libres, y la globalización corporativa es una forma de autoritarismo y de dictadura que nos está robando nuestras libertades fundamentales y nuestro pleno potencial humano.

Y el mundo que reclamamos y que estamos rejuveneciendo, no es plano.  Es diverso, democrático y descentralizado, es sostenible y seguro para todos, basado en la cooperación y el reparto de los recursos terrestres y en nuestras habilidades y creatividad. La libertad que buscamos es la libertad para todos y todas, no la libertad para algunos. El libre comercio implica la libertad corporativa y la privación de derechos de la ciudadanía.

Lo que Friedman presenta como una nueva “llanura” de hecho es un nuevo sistema de castas, un Brahmanismo nuevo, encerrado en las jerarquías de la exclusión.  En el sistema de castas de Friedman, los “Shudras”(1), son todos aquellos/as cuyo medio de sustento está siendo robado para ampliar los mercados y para aumentar los beneficios de las corporaciones globales.  Se encuentran excluidos por los invisibles muros sociales y económicos, creados por la globalización, mientras se desmantelan los muros para la protección del medio de sustento y del trabajo de la gente.

Los indios a quienes se están anexando a la economía estadounidense mediante la terciarización no son los nuevos Brahmanes.  Deben satisfacerse con una quinta o octava parte de los sueldos de sus contrapartes en los EE.UU.; es más, lo que se terciariza es el trabajo monótono, lo mecánico, las operaciones estandarizadas.  La terciarización es el Taylorismo de la era de la información.  El control está en manos de las corporaciones en los EE.UU.  Ellos son los  Brahmanes, que monopolizan el conocimiento a través de la propiedad intelectual.  La terciarización y la maquila son el equivalente de lo que en la revolución industrial era “subcontratar” el trabajo.  Éstas son viejas herramientas para mantener las jerarquías explotadoras; no son nuevos acoplamientos planos de la tierra, entre iguales, iguales en creatividad e iguales en derechos.

La libertad del libre comercio es la libertad de la tierra plana.  La democracia de la tierra es libertad completa de la tierra y libertad de la tierra redonda: la libertad para que todos los seres vivan sus vidas dentro de los límites abundantes, renovables pero finitos de la tierra.  No habitamos un mundo sin límites, donde pueda desatarse la avaricia corporativa desmedida; donde a ésta se pueda permitir que destruya a la tierra y robe a la gente su seguridad, sus medios de sustento, sus recursos.  La libertad plena de la tierra nace en las sociedades libres, formadas por pueblos libres que reconocen la libertad de todos/as.  La diversidad es una expresión de la libertad plena de la tierra.  Lo “plano” es un síntoma de la ausencia de la libertad verdadera.  El fascismo busca lo plano. (Traducción del inglés: ALAI)

Vandana Shiva, de India, doctora en física, es autora en temas relacionadas con mujeres, medio ambiente, biodiversidad, biotecnología, derechos de propiedad intelectual y agricultura.  
Es directora de la Research Foundation for Science Technology and Natural Resource Policy, India.

Notas:

(1) NDLR: En el sistema de castas en India, los Brahmán son la casta de sacerdotes y eruditos; los Shudras la de trabajadores y artesanos

https://www.alainet.org/es/articulo/123255
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