Mar de Cristal
14/06/2007
- Opinión
Quizás yo, minero (de Minas Gerais) por los cuatro costados, descienda de los Christo, gitanos que aterrorizaban la región de Riberão Preto en tiempos pasados y que, no lo dudo, tienen parentesco con el artista plástico de origen búlgaro del mismo nombre, famoso por envolver monumentos tales como el Reichstag, el parlamento alemán.
Lo digo porque soy un viajero incorregible. No es que me sienta atraído por tierras extrañas o extranjeras. Bien lo advertía mi padre cuando afirmaba que viajo pero no paseo. Sí, en lo íntimo acaricio el sueño de vivir en una cartuja, cultivar alrededor de la ermita una huerta para consumo propio y no ocuparme más que de orar y escribir.
La vida del predicador, a cuya Orden religiosa pertenezco, me lleva por los cuatro cabos del mundo. Lo cual me intriga, pues no tengo nada especial que decir. No tengo títulos académicos, ni hice ningún descubrimiento o teoría que merezca propaganda. ¿Por qué tantas invitaciones, especialmente de Europa, donde sobran mentes mucho más cultas e iluminadas que la mía? Nadie es juez de sí mismo, enseñan el Evangelio y Marx, quien, como buen judío, heredó influencias bíblicas. Si se me da el derecho a opinar, diré que soy invitado no por lo que tenga que decir sino por ser un optimista inveterado.
Lo que esperan de mí, con perdón de la redundancia, es esperanza. Para la cultura predominante en la Europa occidental, confortablemente asentada sobre los éxitos económicos de la Unión Europea, el presente es el futuro. Hay que conservarlo. ¿De qué está hecho este presente? De consumismo. Los productos objeto de los sueños de generaciones pasadas, ahora se encuentran al alcance de la mayoría, como los vehículos.
En España hay 36.9 millones de habitantes y 46 millones de teléfonos celulares.
Ese bienestar atrae inmigrantes pobres, a los que Europa trata de ahuyentar. En febrero la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex) pasó a controlar policialmente ocho aeropuertos europeos para vigilar el flujo de inmigrantes latinoamericanos. Se trata de los aeropuertos de Madrid, Barcelona, Lisboa, París, Ámsterdam, Milán, Roma y Frankfurt.
Apegado a su orden y progreso -que para nosotros los brasileños es sólo un lema en la bandera-, el europeo occidental se pregunta: ¿para qué? ¿Es esto la vida, mera reproducción biológica en condiciones excelentes de consumo y bienestar?
A falta de sentido, los europeos invierten en la satisfacción de los sentidos. Ingieren más comida y bebida y, también, más drogas. Unos pocos, como mis anfitriones, se preguntan: ¿hasta cuándo viviremos en este mundo de opulencia (gastan al año el equivalente a cinco mil millones de dólares sólo en helados), rodeados por un mundo de tanta pobreza?
Voy por el mundo sembrando esperanza, compartiendo mi fe abrahámica en el ser humano. Sí, soy menos crédulo ahora, cuando ya me fue dado disponer de las 2/3 partes del tiempo promedio de vida humana. Sólo espero la coincidencia entre mi tiempo personal y el tiempo histórico. Ya no creo en el hombre y la mujer nuevos, frutos del matrimonio de Teresa de Ávila con Ernesto Che Guevara. Todos nosotros, humanos, tenemos defecto de fabricación, lo que la Biblia llama pecado original. Pero no por eso dejo de creer que un día habremos de crear una sociedad cuyas instituciones inhiban nuestras tendencias nefastas y perversas.
Mi esperanza consiste en esto: que lo nuevo no procede de un ilusorio sentimentalismo que nos induciría a amar al prójimo como a sí mismo. La solidaridad vendrá como exigencia política; de lo contrario estará en riesgo la vida sobre la Tierra. No es el asteroide Apofis, que se aproximará a la Tierra el año 2029, quien nos amenaza. Es nuestro modelo concentrador de riqueza, devastador de la naturaleza y excluyente de los derechos humanos. Entonces muchos comprenderán que el socialismo es la expresión política del amor.
Todo esto se me vino a la cabeza esperando el metro en una estación de Madrid, cuyo nombre suena literario: Mar de Cristal. Buen título para una novela. Pero no como no la voy a escribir, lo utilizo para bautizar esta crónica. ( Traducción de J.L.Burguet)
- Frei Betto es escritor, autor de “Tipos típicos”, entre otros libros.
Lo digo porque soy un viajero incorregible. No es que me sienta atraído por tierras extrañas o extranjeras. Bien lo advertía mi padre cuando afirmaba que viajo pero no paseo. Sí, en lo íntimo acaricio el sueño de vivir en una cartuja, cultivar alrededor de la ermita una huerta para consumo propio y no ocuparme más que de orar y escribir.
La vida del predicador, a cuya Orden religiosa pertenezco, me lleva por los cuatro cabos del mundo. Lo cual me intriga, pues no tengo nada especial que decir. No tengo títulos académicos, ni hice ningún descubrimiento o teoría que merezca propaganda. ¿Por qué tantas invitaciones, especialmente de Europa, donde sobran mentes mucho más cultas e iluminadas que la mía? Nadie es juez de sí mismo, enseñan el Evangelio y Marx, quien, como buen judío, heredó influencias bíblicas. Si se me da el derecho a opinar, diré que soy invitado no por lo que tenga que decir sino por ser un optimista inveterado.
Lo que esperan de mí, con perdón de la redundancia, es esperanza. Para la cultura predominante en la Europa occidental, confortablemente asentada sobre los éxitos económicos de la Unión Europea, el presente es el futuro. Hay que conservarlo. ¿De qué está hecho este presente? De consumismo. Los productos objeto de los sueños de generaciones pasadas, ahora se encuentran al alcance de la mayoría, como los vehículos.
En España hay 36.9 millones de habitantes y 46 millones de teléfonos celulares.
Ese bienestar atrae inmigrantes pobres, a los que Europa trata de ahuyentar. En febrero la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex) pasó a controlar policialmente ocho aeropuertos europeos para vigilar el flujo de inmigrantes latinoamericanos. Se trata de los aeropuertos de Madrid, Barcelona, Lisboa, París, Ámsterdam, Milán, Roma y Frankfurt.
Apegado a su orden y progreso -que para nosotros los brasileños es sólo un lema en la bandera-, el europeo occidental se pregunta: ¿para qué? ¿Es esto la vida, mera reproducción biológica en condiciones excelentes de consumo y bienestar?
A falta de sentido, los europeos invierten en la satisfacción de los sentidos. Ingieren más comida y bebida y, también, más drogas. Unos pocos, como mis anfitriones, se preguntan: ¿hasta cuándo viviremos en este mundo de opulencia (gastan al año el equivalente a cinco mil millones de dólares sólo en helados), rodeados por un mundo de tanta pobreza?
Voy por el mundo sembrando esperanza, compartiendo mi fe abrahámica en el ser humano. Sí, soy menos crédulo ahora, cuando ya me fue dado disponer de las 2/3 partes del tiempo promedio de vida humana. Sólo espero la coincidencia entre mi tiempo personal y el tiempo histórico. Ya no creo en el hombre y la mujer nuevos, frutos del matrimonio de Teresa de Ávila con Ernesto Che Guevara. Todos nosotros, humanos, tenemos defecto de fabricación, lo que la Biblia llama pecado original. Pero no por eso dejo de creer que un día habremos de crear una sociedad cuyas instituciones inhiban nuestras tendencias nefastas y perversas.
Mi esperanza consiste en esto: que lo nuevo no procede de un ilusorio sentimentalismo que nos induciría a amar al prójimo como a sí mismo. La solidaridad vendrá como exigencia política; de lo contrario estará en riesgo la vida sobre la Tierra. No es el asteroide Apofis, que se aproximará a la Tierra el año 2029, quien nos amenaza. Es nuestro modelo concentrador de riqueza, devastador de la naturaleza y excluyente de los derechos humanos. Entonces muchos comprenderán que el socialismo es la expresión política del amor.
Todo esto se me vino a la cabeza esperando el metro en una estación de Madrid, cuyo nombre suena literario: Mar de Cristal. Buen título para una novela. Pero no como no la voy a escribir, lo utilizo para bautizar esta crónica. ( Traducción de J.L.Burguet)
- Frei Betto es escritor, autor de “Tipos típicos”, entre otros libros.
https://www.alainet.org/es/articulo/121765?language=es
Del mismo autor
- Homenaje a Paulo Freire en el centenario de su nacimiento 14/09/2021
- Homenagem a Paulo Freire em seu centenário de nascimento 08/09/2021
- FSM: de espaço aberto a espaço de acção 04/08/2020
- WSF: from an open space to a space for action 04/08/2020
- FSM : d'un espace ouvert à un espace d'action 04/08/2020
- FSM: de espacio abierto a espacio de acción 04/08/2020
- Ética em tempos de pandemia 27/07/2020
- Carta a amigos y amigas del exterior 20/07/2020
- Carta aos amigos e amigas do exterior 20/07/2020
- Direito à alimentação saudável 09/07/2020