Ecología interior
27/05/2004
- Opinión
Olvida por un minuto la polución del aire y del mar, la química que contamina la tierra y envenena los alimentos, y medita: ¿Cómo anda tu equilibrio ecobiológico? ¿Has dialogado con tus órganos internos? ¿Has acariciado tu corazón? ¿Respetas la delicadeza de tu estómago? ¿Acompañas mentalmente a tu flujo sanguíneo?
¿Están contaminados tus pensamientos? ¿Son ácidas tus palabras? ¿Agresivos tus gestos? ¿Cuántas cloacas fétidas corren por tu alma? ¿Cuántos escombros -pesares, ira, envidia- se amontonan en tu espíritu?
Examina tu mente. ¿Está descontaminada de ambiciones desmedidas, de pereza intelectual y de intenciones inconfesables? ¿Manchan de lodo tus pasos los caminos, dejando un rastro de tristeza y desaliento? ¿Se intoxica tu humor de rabia y de arrogancia? ¿Dónde están las flores de tu bienamar, los pájaros posados en tu mirada, las aguas cristalinas de tus palabras? ¿Por qué tu temperamento hierve con frecuencia y expele tanto hollín por las chimeneas de tu intolerancia?
No desperdicies la vida quemando tu lengua con las manchas de tus comentarios infundados sobre la vida ajena. Preserva tu ambiente, avanza en tu calidad de vida, purifica el espacio por donde transitas. Limpia tus ojos de las ilusiones de poder, fama y riqueza, antes de que quedes ciego y tus pasos se desvíen del camino no señalizado de los rumbos de la ética. Ella está llena de agujeros y puedes enterrar tu camino en uno de ellos.
Tú eres, como yo, un ser frágil, aunque tengas por fuertes a los semejantes que merecen tu pleitesía. Todos estamos hechos de barro y soplo. Finos vasos de cristal que se rompen al menor roce: una palabra descuidada, un gesto que golpea, una desconfianza que perdura.
Gracias al Espíritu que moldea y anima tu ser, el vaso quebrado se reconstruye, entero, si fueras capaz de amar. Primero a ti mismo, impidiendo que tu subjetividad se ahogue en las mareas negativas. Después a tus semejantes, ejercitando la tolerancia y el perdón, sin sacrificar nunca el respeto y la justicia.
Libera tu vida de tanta basura acumulada. Tira por la ventana las cajas que guardan pesares y tantas fichas de tu contabilidad con los supuestos débitos del otro. Vive tu día como si fuese la fecha de tu renacer a lo mejor de ti mismo, y los otros te recibirán como don de amor.
Practica el difícil arte del silencio. Deslígate de las preocupaciones inútiles, de los recuerdos amargos, de las inquietudes que trascienden tu poder. Recógete en lo más íntimo de ti mismo, sumérgete en tu océano de misterio y descubre, allá en el fondo, el Ser Vivo que da fundamento a tu identidad. Conserva esta enseñanza: a veces es necesario cerrar los ojos para ver mejor.
Acoge tu vida como es: una dádiva involuntaria. No pediste nacer, y ahora no deseas morir. Haz de esa gratuidad una aventura amorosa. No sufras dando valor a lo que no tiene importancia. Trata a todos como iguales, aunque estén revestidos ilusoriamente de nobleza o se muestren realmente como seres carcomidos por la miseria.
Haz de la justicia tu modo de ser y no te avergüences nunca de tu pobreza, de tu falta de conocimientos o de poder. Nadie es más culto que otro. Lo que existen son culturas distintas y socialmente complementarias. ¿Qué sería del erudito sin el arte culinaria de la cocinera analfabeta? Tu riqueza y tu poder residen en tu moral y dignidad, que no tiene precio y te atraen aprecio.
Pero ármate de indignación y de esperanza. Lucha para que todos los caminos sean aplanados, hasta que la especie humana se descubra como una sola familia, en la que todos, a pesar de las diferencias, tengan iguales derechos y oportunidades. Y convéncete de que todos convergimos hacia Aquel que, supremo Tópico, nos impregnó de esa energía que nos permite conocer la abismal diferencia que hay entre la opresión y la liberación.
Convierte cada segundo de tu existir en una oración. Y tendrás fuerza para expulsar a los vendedores del templo, para obrar milagros y diseminar la ternura como plenitud de todos los derechos humanos.
Aunque estés rodeado de adversidades, si preservas tu ecobiología interior serás feliz, porque tendrás en tu corazón tesoros inexpugnables. (Traducción de J.L.Burguet)
- Frei Betto es escritor, autor de “Sabor de uvas”, entre otros libros.
¿Están contaminados tus pensamientos? ¿Son ácidas tus palabras? ¿Agresivos tus gestos? ¿Cuántas cloacas fétidas corren por tu alma? ¿Cuántos escombros -pesares, ira, envidia- se amontonan en tu espíritu?
Examina tu mente. ¿Está descontaminada de ambiciones desmedidas, de pereza intelectual y de intenciones inconfesables? ¿Manchan de lodo tus pasos los caminos, dejando un rastro de tristeza y desaliento? ¿Se intoxica tu humor de rabia y de arrogancia? ¿Dónde están las flores de tu bienamar, los pájaros posados en tu mirada, las aguas cristalinas de tus palabras? ¿Por qué tu temperamento hierve con frecuencia y expele tanto hollín por las chimeneas de tu intolerancia?
No desperdicies la vida quemando tu lengua con las manchas de tus comentarios infundados sobre la vida ajena. Preserva tu ambiente, avanza en tu calidad de vida, purifica el espacio por donde transitas. Limpia tus ojos de las ilusiones de poder, fama y riqueza, antes de que quedes ciego y tus pasos se desvíen del camino no señalizado de los rumbos de la ética. Ella está llena de agujeros y puedes enterrar tu camino en uno de ellos.
Tú eres, como yo, un ser frágil, aunque tengas por fuertes a los semejantes que merecen tu pleitesía. Todos estamos hechos de barro y soplo. Finos vasos de cristal que se rompen al menor roce: una palabra descuidada, un gesto que golpea, una desconfianza que perdura.
Gracias al Espíritu que moldea y anima tu ser, el vaso quebrado se reconstruye, entero, si fueras capaz de amar. Primero a ti mismo, impidiendo que tu subjetividad se ahogue en las mareas negativas. Después a tus semejantes, ejercitando la tolerancia y el perdón, sin sacrificar nunca el respeto y la justicia.
Libera tu vida de tanta basura acumulada. Tira por la ventana las cajas que guardan pesares y tantas fichas de tu contabilidad con los supuestos débitos del otro. Vive tu día como si fuese la fecha de tu renacer a lo mejor de ti mismo, y los otros te recibirán como don de amor.
Practica el difícil arte del silencio. Deslígate de las preocupaciones inútiles, de los recuerdos amargos, de las inquietudes que trascienden tu poder. Recógete en lo más íntimo de ti mismo, sumérgete en tu océano de misterio y descubre, allá en el fondo, el Ser Vivo que da fundamento a tu identidad. Conserva esta enseñanza: a veces es necesario cerrar los ojos para ver mejor.
Acoge tu vida como es: una dádiva involuntaria. No pediste nacer, y ahora no deseas morir. Haz de esa gratuidad una aventura amorosa. No sufras dando valor a lo que no tiene importancia. Trata a todos como iguales, aunque estén revestidos ilusoriamente de nobleza o se muestren realmente como seres carcomidos por la miseria.
Haz de la justicia tu modo de ser y no te avergüences nunca de tu pobreza, de tu falta de conocimientos o de poder. Nadie es más culto que otro. Lo que existen son culturas distintas y socialmente complementarias. ¿Qué sería del erudito sin el arte culinaria de la cocinera analfabeta? Tu riqueza y tu poder residen en tu moral y dignidad, que no tiene precio y te atraen aprecio.
Pero ármate de indignación y de esperanza. Lucha para que todos los caminos sean aplanados, hasta que la especie humana se descubra como una sola familia, en la que todos, a pesar de las diferencias, tengan iguales derechos y oportunidades. Y convéncete de que todos convergimos hacia Aquel que, supremo Tópico, nos impregnó de esa energía que nos permite conocer la abismal diferencia que hay entre la opresión y la liberación.
Convierte cada segundo de tu existir en una oración. Y tendrás fuerza para expulsar a los vendedores del templo, para obrar milagros y diseminar la ternura como plenitud de todos los derechos humanos.
Aunque estés rodeado de adversidades, si preservas tu ecobiología interior serás feliz, porque tendrás en tu corazón tesoros inexpugnables. (Traducción de J.L.Burguet)
- Frei Betto es escritor, autor de “Sabor de uvas”, entre otros libros.
https://www.alainet.org/es/articulo/121077
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