Ecumenismo como práctica cotidiana contra violencia y opresión

29/03/2006
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Buenos Aires

La necesidad de vivir el ecumenismo de manera cotidiana, como compromiso y también como respuesta a una demanda de la sociedad, atravesó buena parte de las presentaciones y debates que se sucedieron durante los diez día de reunión de la IX Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en Porto Alegre, Brasil, del 14 al 23 de febrero pasado.

Las iglesias ecuménicas reunidas en el CMI, 348 de las diversas ramas del protestantismo e iglesias ortodoxas con presencia y trabajo en 120 países, son conscientes de que parte de los conflictos que se suceden en el mundo en la actualidad están dominados por discursos de intolerancia o fundamentalismo religiosos o encierran la manipulación de cuestiones religiosas-culturales que generan una demanda de posturas claras y concretas que ayuden a bajar las tensiones y evitar los enfrentamientos y las respuestas violentas. Se espera que las iglesias trabajen por la paz y contra la opresión, no sólo con declaraciones y llamamientos internacionales, sino también con gestos y acciones a nivel local y cotidiano.

Caminos de convivencia

El diálogo ecuménico e interreligioso cobra importancia, entonces, más allá de lo dogmático y doctrinal, para constituir un factor fundamental para la convivencia entre pueblos, comunidades y personas de distintas culturas y creencias. El propio arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, dirigió su palabra a la asamblea diciendo que era hora de dejar de lado los discursos triunfalistas que parecen caracterizar a muchos cristianos hoy en día. “Allí donde los cristianos son históricamente mayoría, la fidelidad a los demás significa ser solidario con ellos y cumplir con el imperativo de defenderlos y estar a su lado en momentos de persecución o de violencia”, señaló con contundencia.

En este sentido, respecto a la publicación de las caricaturas que hirieron la sensibilidad religiosa de los musulmanes, la asamblea del CMI se pronunció destacando que la libertad de expresión es tanto un derecho como una responsabilidad y que las iglesias deberían llamar al comportamiento ético y al buen juicio en el uso de este derecho. El CMI alentó a las iglesias a profundizar el diálogo interreligioso y desarrollar códigos de conducta en común ante situaciones de esta índole.

El desarrollo del “Decenio para Superar la Violencia”, que lanzó el CMI en 2001, viene marcando con fuerza la tarea desarrollada por las iglesias en estos últimos cinco años. Desde campañas por la no proliferación nuclear hasta la prohibición de comercializar armas pequeñas, las metas de este Decenio también tienen su mirada puesta en otros factores que también generan violencia, como la pobreza, la discriminación y la explotación de los pueblos. “No podremos ganar la guerra contra el terror mientras haya situaciones de pobreza, ignorancia y enfermedad que hagan desesperar a los hijos de Dios”, dijo el arzobispo sudafricano Desmond Tutu a la asamblea.

La participación de Tutu, Premio Nobel de la Paz 1984, y del arquitecto Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, dieron marco a una Vigilia por la Paz en el mercado de Porto Alegre y luego a una caminata hacia la catedral local, donde ambos se dirigieron a la concurrencia, animando a incrementar la presencia cristiana efectiva en la lucha no violenta y en la construcción de la paz cimentada en la justicia y el respeto por los derechos humanos.

En sus declaraciones públicas, la IX Asamblea se refirió a la guerra contra el terrorismo. “Reunidos como representantes de las iglesias en muchos países, declaramos inequívocamente que el terror, como acto indiscriminado de violencia contra civiles desarmados sea por razones políticas o religiosas, no puede ser nunca justificado legalmente, teológicamente ni éticamente”. También señala el peligro creado por la “guerra contra el terrorismo” que ha “redefinido el concepto de guerra y relativiza la ley internacional y las normas y estándares de los derechos humanos” y alerta sobre “el peligro de que estos instrumentos se vean erosionados en respuesta al terror".

En otra declaración sobre “Poblaciones vulnerables en riesgo: la responsabilidad de proteger”, el CMI apoya un nuevo concepto adoptado por Naciones Unidas sobre la responsabilidad de proteger y brindar seguridad a la población en situación de peligro. “Las iglesias no creemos en el ejercicio de la fuerza letal para obtener un nuevo orden de paz y seguridad”, afirma.

En este llamado a la comunidad internacional y a los gobiernos, el CMI considera que la prevención es una herramienta esencial para ejercer la particular responsabilidad de contribuir en la detección temprana de las condiciones de inseguridad que pueden darse en un país o región, incluyendo la exclusión económica, social y política. La declaración considera también que las iglesias deben involucrarse en el fortalecimiento de las estructuras de la sociedad civil y de los modos de colaboración entre el sector público y el privado, con el fin de prevenir y proteger.

Reforma de la ONU

La IX Asamblea también decidió apoyar la reforma de las Naciones Unidas, incluyendo el Consejo de Seguridad. Alentó a que éste tenga métodos de trabajo y procesos de decisión que faciliten respuestas justas, efectivas y a tiempo a las necesidades de los pueblos en situación de vulnerabilidad y para prevenir la eclosión de conflictos violentos.

Subrayó que todos los miembros actuales del Consejo de Seguridad de la ONU y los que aspiran a serlo, deberían firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear. Además, recibió con beneplácito la creación de la Comisión para la Construcción de la Paz, con el fin de desarrollar modos apropiados para resolver los conflictos civiles.

Solicitó que los estados miembros eviten la politización de la composición del nuevo Consejo sobre Derechos Humanos, cuyos miembros deben contar con antecedentes genuinos de trabajo por la promoción de los derechos humanos, incluyendo los derechos económicos, sociales y culturales. “Los estados deberían asegurar la participación de las organizaciones de la sociedad civil y de las comunidades de fe en el trabajo de la ONU, a nivel local e internacional”, concluye esta declaración.

La IX Asamblea del CMI se realizó bajo el lema “Dios, en tu gracia, transforma al mundo”. Las iglesias ecuménicas están convencidas de que el llamado a la transformación individual y de las estructuras de injusticia y opresión debe ser cumplido en comunión unas con otras. Como lo manifestó el arzobispo Tutu, “Sólo podremos lograrlo juntos. Sólo podemos estar seguros juntos. Sólo podemos ser prósperos juntos. Sólo podemos sobrevivir juntos. Sólo podemos ser humanos juntos”.
https://www.alainet.org/es/articulo/121055
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