VI FSM: a punto para un balance

25/04/2006
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Luego de la experiencia del VI Foro Social Mundial policéntrico, realizado entre enero y marzo en Caracas, Karachi y Bamako, se impone un balance que abarque no solo los logros de los eventos, sino el carácter acumulativo de un proceso que, por primera vez en la historia, convoca al planeta entero a pensar en el ‘Otro Mundo Posible’ desde la pluralidad y la diversidad.

Como punto de partida para mirar en dicho acumulado, figura la masiva y heterogénea respuesta a la convocatoria y la consecuente dinamización del ánimo de forjarlo, que han resultado en el restablecimiento de la conciencia colectiva de que los cambios son viables y posibles, en un contexto minado por la idea de que el capitalismo es irreversible.

Gracias al Foro, la crítica del modelo neoliberal ha desembocado en el desarrollo de alternativas que constituyen ahora el motor articulador de un proceso rico en pensamiento crítico, en propuestas y puestas en práctica de distintas expresiones de relaciones transformadoras en todas las esferas. Su carácter plural y diverso ha liberado un universo de interacciones en el escenario mundial que involucra a movimientos sociales, iniciativas y entidades diversas, que generan confluencias a gran escala para propiciar salidas a las causas de justicia e igualdad, que apelan a cambios estructurales impostergables.

Muchas energías se han canalizado y movilizado en torno al Foro. Desde la primera convocatoria en el 2001 hasta acá, además de la gran sacudida de lo mundial, se han realizado eventos y desencadenado procesos en las regiones, en los países y también en sectores y temáticas. Así, la riqueza del Foro radica no sólo en las cantidades sino en la calidad de su propuesta y sus principios articuladores, todos coincidentes en las aspiraciones de forjar un mundo de paz, igualdad, diversidad y justicia, que han sido y son objeto del desarrollo de alternativas y más recientemente de estrategias para encaminarlas.

La lucha contra la globalización neoliberal y las posibilidades de su realización concreta constituyen el motor del ingenio que mantiene a sus impulsores en movilización activa de pensamiento y acción. Se trata entonces de un proceso vivo levantado desde las dinámicas sociales que intervienen en él, las mismas que han emprendido ahora un debate sobre los distintos enfoques de cómo encaminar las cosas y visualizar acciones para hacer posibles los cambios.

Con ese bagaje acumulado en apenas cinco años de vida, un balance del Foro solo podrá resultar de un debate abierto y amplio, que permita la expresión no sólo de las y los directamente involucrados sino del conjunto de actores y actoras del Foro que, por el carácter inclusivo y autogestionario de éste, son quienes constituyen el tejido social de su proceso.

Los policéntricos

En su última edición mundial: la sexta, el Foro optó por un evento descentralizado, que resultó en tres eventos mundiales celebrados consecutivamente en África, Latinoamérica y Asia; todos ellos evaluados, desde distintas voces, como arrolladores eventos regionales de carácter amplio, que permitieron además poner en destaque las situaciones específicas de cada una de las sedes y sus coyunturas.

Cada uno de ellos se insertó en situaciones políticas nacionales y regionales diversas, dos de las tres (Pakistán y Malí) institucionalmente poco coincidentes con las ideas del Foro, una en cambio (Venezuela) desafiante incluso ante las urgencias de los cambios.

Los tres espacios, cada uno con sus singularidades contextuales, fueron coincidentes en la participación amplia, popular y heterogénea. Los desafíos resultantes de Malí se ubican en torno a las alternativas de desarrollo; los de Venezuela colocan los retos políticos y estratégicos en la procura de encaminamiento de las alternativas; y los de Pakistán afrontan la militarización impuesta por el imperio y distintos asuntos estratégicos y geopolíticos relacionados.

Los tres Foros, diversos y autogestionados, registraron sin embargo un cierto déficit de participación mundial; en cada convocatoria pesó mucho la asistencia nacional y regional, pero ninguno registró una participación interregional, exceptuando la presencia europea en los tres; la programación de todos dice poco de su carácter mundial.

Se imponen ante ello múltiples preguntas y algunos desafíos relacionados ya no con la calidad probada de los eventos sino del proceso amplio. Entre los ejes para formularlos destacan sin duda los relativos a las cuestiones estructurales inherentes a la ‘vida internacional’ y la movilidad de los sectores en situación de pobreza, que son en gran medida los actores de los movimientos. En otras palabras, casi nadie del Sur puede desplazarse a tres continentes en menos de tres meses y mantener agendas propositivas simultáneamente en tres escenarios. Así, si el déficit de participación interregional del Sur era notorio cuando el Foro tenía lugar en una sola sede, lo es más aún cuando éste se realiza en tres continentes casi simultáneamente.

Otro rango de preguntas tiene que ver con el sentido de los procesos regionales y el Foro policéntrico, sus diferencias, aportes y matices. En el caso de Venezuela, el VI Foro fue también II Foro de las Américas, buena parte de su metodología y contenidos fue trabajado por el Consejo Hemisférico de las Américas, lo que permitió un seguimiento de proceso para la región; en los dos otros los matices entre lo regional y lo mundial quedan por dilucidar.

En todos los casos, más allá del cúmulo de eventos exitosos, la experiencia policéntrica deja sentado el apremio en debatir la gestión del Foro como proceso, sus tiempos, espacios y recursos. Siendo que la energía política y el compromiso en la lucha contra el modelo tienen un impulso de proba fecundidad, se trata entonces de lograr un encaminamiento sensible a las realidades, procurando a la vez el mantenimiento del ímpetu creativo y participativo.

Mantener el dinamismo de su más importante logro: el de haber generado un espacio mundial para las luchas y para la definición de un actor colectivo heterogéneo, que cuente con la participación activa de los movimientos sociales, implica analizar las dinámicas de resistencia al modelo, sus tiempos y necesidades, de manera que quienes están involucrados en causas marcadas por tiempos extra-foro puedan tener una participación real en el proceso, e interrelacionar sus tiempos y espacios con aquellos del Foro.

La propuesta de espaciar los foros mundiales a cada dos años y alternar anualmente la convocatoria con foros regionales y/o temáticos, colocada por distintos movimientos sociales, es sin duda una buena solución no sólo para permitir una participación más nutrida de los movimientos sociales y de los sectores afectados por situaciones de pobreza, sino para dar un aire y un tiempo a un proceso indiscutiblemente interrelacionado con las luchas contra el modelo, que tal como van las cosas tienen una desbordante agenda de resistencias diarias.

El Foro está ante el reto de asumir el papel de actor político que su propio desarrollo engendró, para ello cuenta ya con el acumulado de su gran convocatoria y ebullición de ideas, su reto inmediato es el de la gestión de su propuesta y la búsqueda de equilibrio entre su gran ímpetu creativo y de experimentación y las luchas necesarias para hacer que el ‘Otro Mundo Posible’ se haga realidad.
https://www.alainet.org/es/articulo/120800?language=es
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