Prensa camión

19/04/2007
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  • Opinión
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Cuando varios miles de tacneños marchan hacia la frontera para comprobar en situ que hay ocupación chilena sobre suelo peruano y se están violando los términos del tratado de 1929, el gobierno aprista ordena detenerlos como parte de una redada masiva contra los “buses camión”, que no ha ocurrido jamás bajo estas características en otras partes del país, violando el derecho a desplazarse libremente y haciendo el juego a la política de aceptar los hechos consumados de frontera para no hacer olas, y ampliar la “cooperación económica” con nuestro conflictivo vecino, porque “donde le vamos a ganar es en los índices de crecimiento”.

Ahora, después de la revuelta ancashina-chimbotana, que fuera respaldada por varios medios de prensa local, el gobierno nuevamente toma una decisión oportuna: hacer una requisa violenta contra las televisoras y estaciones de radio que tengan irregularidades en sus permisos y en la estandarización de sus equipos, cercenando brutalmente el derecho de información y opinión de la población al sacar del aire a los escasos aliados de la protesta.

La ministra Verónica Zavala, tan tecnócrata ella que ha podido servir en cuatro gobiernos y haber estado involucrada en procesos de privatización claramente corruptos (el último, el de los aeropuertos regionales), es el instrumento eficaz de estos operativos, que probablemente se repitan en el futuro. Se trata de darle un ropaje de legalidad a lo que es simple abuso del poder, que está recortando derechos políticos de manera creciente con el aplauso de la prensa de derecha y del fujimorismo.

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Ayer nomás la brujita nocturna de Frecuencia Latina, integrante del directorio de IPYS, y se supone garantista de la libertad de expresión en el Perú, resumía los sucesos chimbotanos en los siguientes términos:

- el gobierno intervino dos estaciones de televisión y cuatro de radio, que funcionaban ilegalmente en Chimbote.

- los periodistas de estos medios salieron a protestar contra estos hechos (lo que querría decir que eran más de 500 trabajadores en esas pequeñas emisoras, y que no fue una protesta de toda la prensa y de los dirigentes regionales)

- el ministerio de transportes informa que en el año se han realizado más de 300 intervenciones a medios clandestinos y lo de Chimbote es un caso más.

Y la Chichi tan tranquila. Se olvidó de la peligrosa alianza de García con Fujimori (que incluye la relación con el alcalde de la provincia del Santa, Guzmán Aguirre), de las movidas de prensa para favorecer a la prensa mafiosa, etc. Otra vez Alan volvió a ser el héroe y los ministros más crudamente neoliberales (Carranza, Zavala, Aráoz), lo mejor de la vitrina, sea con Toledo o con García (no como esos feos de Salazar y Garrido Lecca).

En conclusión la prensa limeña no encuentra motivos para solidarizarse con la provinciana, aunque ésta sea la que normalmente pone los muertos frente a las distintas formas de violencia que afectan al país, y pese a que todos sabemos que muchas veces se trata de medios pequeños que han ido ganando su espacio en el público a punta de esfuerzo, logrando reunir exiguos capitales para equiparse y regularizarse.

La trampa es que las televisoras y radios chimbotanas no han sido escogidas por los elementos de precariedad que todavía tienen (en algunas de ellas he sido entrevistado hace algún tiempo y comprobé que cumplen una correcta función de prensa), sino por su papel en el paro del 11 de abril, que parece haber tocado profundamente el orgullo del gobierno, que no entiende que con sus formidables cifras de encuestas y la obsesión diaria de García por llevar la iniciativa, se exprese tanto malestar contenido en un pueblo en el que ganó las elecciones de 2006.

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Cuando uno viaja a provincias puede ver la diferencia entre la unanimidad de mensajes y la desinformación que impera en Lima, con las ventanas independientes que todavía funcionan en las provincias. No por gusto culpaban a estos medios sencillos y baratos de ser los responsables de poner en riesgo el TLC y ahora, seguramente, los imaginan capaces de encender Ancash, cuando quién lo hizo fue el propio García con su altanería y su creencia brutal de que es dueño del Perú y puede repartirlo entre sus amigos.

Y, claro, a las Chichis de esta historia qué le importa reducir la libertad a poder ver su programa de las 11 pm. o apagar la televisión.

www.rwiener.blogspot.com
https://www.alainet.org/es/articulo/120650?language=es
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