Irak en el día a día: Caos y muerte con olor a petróleo
19/04/2007
- Opinión
La situación en el país árabe parece estar más al borde del abismo. La espiral de violencia y muerte azotan cotidianamente, todo por las ambiciones petroleras de Washington y compañía.
El día miércoles, una de las jornadas más sangrientas desde la invasión anglo-estadounidense en 2003, alrededor de 233 personas murieron en distintos ataques de los insurgentes, que reavivaron los temores a que el país termine de sumergirse en una guerra civil.
Los ataques, que ocurrieron una semana después de un espectacular “atentado suicida” contra el Parlamento iraquí, supusieron un duro golpe al plan de seguridad lanzado en febrero pasado por Estados Unidos para detener la violencia en Bagdad.
La necedad y la ceguedad de la administración de George W. Bush en su obstinación por mantenerse soldados invasores en el país árabe parecen no tener límite. Recordemos que el ataque en el Parlamento se realizó dentro de la llamada Zona Verde –presuntamente una de las áreas mas protegidas de Bagdad- rompiendo de ese modo el mito de la “seguridad” garantizada por Washington en ese lugar.
Además, cabe profundizar, una vez más, en el escenario iraquí y darse cuenta que la necedad, ceguedad y obstinación de la Casa Blanca –al no querer implementar un cronograma de retirada- no son más que rasgos que parten de sus objetivos trazados antes de la invasión.
Si bien políticamente los Demócratas presionan a Bush y compañía para definir un calendario de retirada de tropas, los intereses depositados por Estados Unidos en esa conquista militar no van a ser tan fácilmente renunciados.
Después del baño de sangre del miércoles Bush se reunió con los líderes Demócratas de ambas cámaras del Congreso, pero no logró llegar a un acuerdo. Esta otra facción del poder dominante en el país norteamericano -que controla el Capitolio desde principios de año- condiciona la aprobación de nuevos fondos para la ocupación militar en Irak.
La cadena de atentados puso más que nunca en duda la efectividad del operativo de seguridad lanzado el 14 de febrero pasado, que prevé el despliegue en Bagdad de 90.000 soldados estadounidenses antes de mediados de año.
En medio de esta disputa política interna, el fantasma de utilización predilecta por los halcones de Washington volvió a hacer su aparición. El secretario de Defensa, Robert Gates, acusó a la red terrorista Al-Qaeda por los atentados en Bagdad. Según dijo el sucesor del halcón Donald Rumsfeld, con estos ataques los insurgentes intentan "convencer al pueblo iraquí de que el plan de seguridad está condenado al fracaso".
El día de ayer, de manera sorpresiva, Gates arribó a Bagdad para reunirse con las autoridades iraquíes. En declaraciones en Israel antes de volar a Bagdad, Gates dijo que planea decir a los líderes iraquíes que el debate sobre Irak en Estados Unidos demuestra que tanto el gobierno como el pueblo norteamericano están perdiendo su paciencia con la guerra. Por eso, dijo que le gustaría ver "progresos más rápidos" de parte del gobierno iraquí respecto de sus esfuerzos de trabajar en favor de la reconciliación nacional para crear las condiciones que permitan una disminución de la violencia.
Las palabras de Gates, son por demás absurdas y agraden completamente a la realidad. Para esto, es muy importante tener en cuenta que la violencia que hoy sufre el invadido país fue desata desde que las botas estadounidenses y sus aliados pisaron su suelo en busca de saciar su sed petrolera.
A esto se suma, que las muertes iraquíes que se suman por más de 30 por día, no son algo que afecte a Washington y tampoco a gran parte de la opinión publica estadounidense.
Para los señores de la guerra asentados en la Casa Blanca, los muertos iraquíes valen poco y nada, y las bajas estadounidenses son parte del juego macabro de la guerra. En cambio, para gran parte de la opinión pública estadounidense, la aventura en Irak pasó a ser cuestionada y repudiada cuando las bajas de soldados estadounidenses iban en aumento.
Cabe destacar, que según un balance de la AFP sobre la base de cifras del Pentágono son 3.304 los militares o personal asimilado muertos en Irak desde la invasión en marzo de 2003.
Como se mencionó anteriormente, el objetivo de la invasión militar a Irak parte puramente de le intención de apoderarse y controlar las enormes reservas del petróleo iraquí.
Según un estudio independiente, realizado por la consultora IHS, se sostiene que Irak podría tener reservas potenciales de 100.000 millones de barriles, que si se confirman, duplicarían el monto de las reservas petroleras del país.
Si este dato se comprueba, Irak se convertiría en el segundo país, después de Arabia Saudita, con las mayores reservas de crudo en el planeta, e Irán pasaría al tercer lugar. En caso de que esas reservas comiencen a explotarse, Irak podría incluso superar a Arabia Saudita y convertirse en el primer productor mundial de crudo.
Sin embargo, para que eso suceda -enfatiza el estudio- se requiere terminar con el conflicto actual y realizar una considerable inversión en tecnología que elimine un retraso tecnológico de veinte años.
Ese es el punto principal de los objetivos trazados por los estrategas imperialistas de Washington. El jugoso botín no va a ser olvidado por Estados Unidos. La contingencia de la fortaleza de la resistencia iraquí, es un escollo que el Pentágono y la Casa Blanca no esperaban. Pero, sin dudas no será impedimento para renunciar a ese botín.
Mientras, los demócratas y Bush utilizan la cuestión iraquí como preludio a las elecciones presidenciales de 2008. Mientras Bush amenaza con vetar cualquier intento de impedir el envío de más tropas a Irak o presentar un cronograma de retirada. En Irak Amnistía Internacional ha advertido que " Medio Oriente estará al borde de una nueva crisis humanitaria si la Unión Europea, Estados Unidos y otros Estados no toman medidas concretas para ayudar a los más de tres millones de personas que se han visto desplazadas por el conflicto en Irak".
Entonces la cruda realidad es que Estados Unidos no se retirará de Irak sin antes asegurarse en control efectivo de la explotación, producción y comercialización del petróleo iraquí.
El día miércoles, una de las jornadas más sangrientas desde la invasión anglo-estadounidense en 2003, alrededor de 233 personas murieron en distintos ataques de los insurgentes, que reavivaron los temores a que el país termine de sumergirse en una guerra civil.
Los ataques, que ocurrieron una semana después de un espectacular “atentado suicida” contra el Parlamento iraquí, supusieron un duro golpe al plan de seguridad lanzado en febrero pasado por Estados Unidos para detener la violencia en Bagdad.
La necedad y la ceguedad de la administración de George W. Bush en su obstinación por mantenerse soldados invasores en el país árabe parecen no tener límite. Recordemos que el ataque en el Parlamento se realizó dentro de la llamada Zona Verde –presuntamente una de las áreas mas protegidas de Bagdad- rompiendo de ese modo el mito de la “seguridad” garantizada por Washington en ese lugar.
Además, cabe profundizar, una vez más, en el escenario iraquí y darse cuenta que la necedad, ceguedad y obstinación de la Casa Blanca –al no querer implementar un cronograma de retirada- no son más que rasgos que parten de sus objetivos trazados antes de la invasión.
Si bien políticamente los Demócratas presionan a Bush y compañía para definir un calendario de retirada de tropas, los intereses depositados por Estados Unidos en esa conquista militar no van a ser tan fácilmente renunciados.
Después del baño de sangre del miércoles Bush se reunió con los líderes Demócratas de ambas cámaras del Congreso, pero no logró llegar a un acuerdo. Esta otra facción del poder dominante en el país norteamericano -que controla el Capitolio desde principios de año- condiciona la aprobación de nuevos fondos para la ocupación militar en Irak.
La cadena de atentados puso más que nunca en duda la efectividad del operativo de seguridad lanzado el 14 de febrero pasado, que prevé el despliegue en Bagdad de 90.000 soldados estadounidenses antes de mediados de año.
En medio de esta disputa política interna, el fantasma de utilización predilecta por los halcones de Washington volvió a hacer su aparición. El secretario de Defensa, Robert Gates, acusó a la red terrorista Al-Qaeda por los atentados en Bagdad. Según dijo el sucesor del halcón Donald Rumsfeld, con estos ataques los insurgentes intentan "convencer al pueblo iraquí de que el plan de seguridad está condenado al fracaso".
El día de ayer, de manera sorpresiva, Gates arribó a Bagdad para reunirse con las autoridades iraquíes. En declaraciones en Israel antes de volar a Bagdad, Gates dijo que planea decir a los líderes iraquíes que el debate sobre Irak en Estados Unidos demuestra que tanto el gobierno como el pueblo norteamericano están perdiendo su paciencia con la guerra. Por eso, dijo que le gustaría ver "progresos más rápidos" de parte del gobierno iraquí respecto de sus esfuerzos de trabajar en favor de la reconciliación nacional para crear las condiciones que permitan una disminución de la violencia.
Las palabras de Gates, son por demás absurdas y agraden completamente a la realidad. Para esto, es muy importante tener en cuenta que la violencia que hoy sufre el invadido país fue desata desde que las botas estadounidenses y sus aliados pisaron su suelo en busca de saciar su sed petrolera.
A esto se suma, que las muertes iraquíes que se suman por más de 30 por día, no son algo que afecte a Washington y tampoco a gran parte de la opinión publica estadounidense.
Para los señores de la guerra asentados en la Casa Blanca, los muertos iraquíes valen poco y nada, y las bajas estadounidenses son parte del juego macabro de la guerra. En cambio, para gran parte de la opinión pública estadounidense, la aventura en Irak pasó a ser cuestionada y repudiada cuando las bajas de soldados estadounidenses iban en aumento.
Cabe destacar, que según un balance de la AFP sobre la base de cifras del Pentágono son 3.304 los militares o personal asimilado muertos en Irak desde la invasión en marzo de 2003.
Como se mencionó anteriormente, el objetivo de la invasión militar a Irak parte puramente de le intención de apoderarse y controlar las enormes reservas del petróleo iraquí.
Según un estudio independiente, realizado por la consultora IHS, se sostiene que Irak podría tener reservas potenciales de 100.000 millones de barriles, que si se confirman, duplicarían el monto de las reservas petroleras del país.
Si este dato se comprueba, Irak se convertiría en el segundo país, después de Arabia Saudita, con las mayores reservas de crudo en el planeta, e Irán pasaría al tercer lugar. En caso de que esas reservas comiencen a explotarse, Irak podría incluso superar a Arabia Saudita y convertirse en el primer productor mundial de crudo.
Sin embargo, para que eso suceda -enfatiza el estudio- se requiere terminar con el conflicto actual y realizar una considerable inversión en tecnología que elimine un retraso tecnológico de veinte años.
Ese es el punto principal de los objetivos trazados por los estrategas imperialistas de Washington. El jugoso botín no va a ser olvidado por Estados Unidos. La contingencia de la fortaleza de la resistencia iraquí, es un escollo que el Pentágono y la Casa Blanca no esperaban. Pero, sin dudas no será impedimento para renunciar a ese botín.
Mientras, los demócratas y Bush utilizan la cuestión iraquí como preludio a las elecciones presidenciales de 2008. Mientras Bush amenaza con vetar cualquier intento de impedir el envío de más tropas a Irak o presentar un cronograma de retirada. En Irak Amnistía Internacional ha advertido que " Medio Oriente estará al borde de una nueva crisis humanitaria si la Unión Europea, Estados Unidos y otros Estados no toman medidas concretas para ayudar a los más de tres millones de personas que se han visto desplazadas por el conflicto en Irak".
Entonces la cruda realidad es que Estados Unidos no se retirará de Irak sin antes asegurarse en control efectivo de la explotación, producción y comercialización del petróleo iraquí.
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Mar del Plata / Argentina
https://www.alainet.org/es/articulo/120649
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