Irán: espina en la garganta imperial
01/03/2007
- Opinión
Irán, integrante del “eje del mal”. Irán “amenaza”. Irán “desafía”. Irán “envía armas a la insurgencia en Irak”. Irán, ¡horror!, “viola” la resolución 17 37 del Consejo de Seguridad (CS) de la ONU que arbitraria e ilegalmente lo conmina a deponer su derecho inalienable, como firmante del Tratado de no Proliferación Nuclear, a producir energía atómica con fines pacíficos.
Por supuesto, no merecen titulares las decenas de resoluciones del CS y de la Asamblea General del organismo internacional sobre la genocida ocupación colonial de Palestina pisoteadas sistemáticamente por Israel. Ni que este, India y Pakistán posean arsenales atómicos sin siquiera haber firmado el mencionado tratado. Mucho menos que, a diferencia de la nación persa, no permitan la inspección de sus instalaciones por la Agencia Internacional de Energía Atómica. Muchísimo menos que el autoerigido en fiscal y juez de Teherán por la simple presunción contra toda evidencia, de que planea poseer armas nucleares, sea el único Estado que las ha empleado en un conflicto bélico; por cierto, contra población civil indefensa.
Desde la revolución antiimperialista de los ayatollas una permanente campaña de la maquinaria mediática sataniza a Teherán. Curiosamente, los mismos medios que la instrumentan fueron en general muy moderados en sus juicios sobre el régimen antipopular, represivo… pero incondicional a Estados Unidos del Sha Reza Pahlevi.
¿Y Siria? Otro régimen antidemocrático y culpable de todo lo inconveniente para “Occidente” que ocurre en su vecindad. Harina de otro costal son Arabia Saudita y cuanto emirato, monarquía, o gobierno árabes complacientes con el imperialismo. Esos siempre hacen “progresos” hacia la democracia y la “prosperidad” de sus pueblos.
Pues hete aquí un ejemplo antológico de trapecismo político. Condoleeza Rice, la misma que en enero sentenciaba en el Congreso estadounidense “sí tenemos un enfoque regional: trabajamos con esos gobiernos que comparten nuestra visión de adónde el Medio Oriente debiera ir”. O a la pregunta de la revista alemana Der Spiegel sobre la posibilidad de un diálogo de Washington con Irán y Siria en torno a Irak, como había propuesto el panel Baker-Hamilton: “la única razón por la que (Irán y Siria) hablarían con Estados Unidos sería para sacar un precio y eso no es diplomacia, eso es extorsión”. Resulta que ahora la misma dama anuncia “con placer” la “iniciativa” del gobierno títere de Bagdad de convocar a una conferencia con “sus vecinos” –incluidos Irán y Siria- para discutir sobre la estabilización de Irak. Ah, y donde dije… la señorita secretaria de Estado del imperio, in person, se sentará en la misma mesa con los que en enero eran “extorsionadores” y no merecían ser interlocutores de la diplomacia estadounidense. Y para salvar la honrilla de Bush, si es que esto fuera posible, se invitará también a los miembros permanentes del CS (Gran Bretaña, Francia, Rusia y China), representantes de la Conferencia Islámica y del G-8.
¿Por qué este aparente giro de 180 grados después de Bush negarse cerrilmente a hablar con Irán? La razón está en su derrota en Irak, la lluvia de críticas que le ha generado en casa, el descrédito en que lo ha colocado en el mundo y la firme postura persa frente a las presiones imperiales sobre su programa nuclear. El airado repudio de los estadounidenses a la guerra podría poner en peligro la multimillonaria suma adicional solicitada por la Casa Blanca al Congreso para incrementar las tropas en Mesopotamia y, of course, continuar rellenando las pletóricas bolsas a sus amigos fabricantes de armas.
De modo que mientras se cerca a Irán con una flota de guerra hay que ceder por el momento a las exigencias de legisladores, de sectores del Establishment y de Rusia y China para buscar con participación iraní y siria una salida diplomática al desastre en Irak.
Lo que no toleran de Irán Washington y sus serviles socios europeos es su determinación de mantener un camino de desarrollo propio ajeno a los dictados del capital internacional, la voluntad de no entregar sus colosales recursos energéticos a la voracidad consumista occidental, su apoyo a la causa palestina y a la resistencia patriótica libanesa. Su capacidad, en suma, de poner en graves aprietos los designios imperiales de saqueo y conquista del Medio Oriente. Pero nadie se llame a engaño. Los bombarderos siguen calentando motores para lanzar su carga mortífera sobre la patria de Ciro el Grande.
Por supuesto, no merecen titulares las decenas de resoluciones del CS y de la Asamblea General del organismo internacional sobre la genocida ocupación colonial de Palestina pisoteadas sistemáticamente por Israel. Ni que este, India y Pakistán posean arsenales atómicos sin siquiera haber firmado el mencionado tratado. Mucho menos que, a diferencia de la nación persa, no permitan la inspección de sus instalaciones por la Agencia Internacional de Energía Atómica. Muchísimo menos que el autoerigido en fiscal y juez de Teherán por la simple presunción contra toda evidencia, de que planea poseer armas nucleares, sea el único Estado que las ha empleado en un conflicto bélico; por cierto, contra población civil indefensa.
Desde la revolución antiimperialista de los ayatollas una permanente campaña de la maquinaria mediática sataniza a Teherán. Curiosamente, los mismos medios que la instrumentan fueron en general muy moderados en sus juicios sobre el régimen antipopular, represivo… pero incondicional a Estados Unidos del Sha Reza Pahlevi.
¿Y Siria? Otro régimen antidemocrático y culpable de todo lo inconveniente para “Occidente” que ocurre en su vecindad. Harina de otro costal son Arabia Saudita y cuanto emirato, monarquía, o gobierno árabes complacientes con el imperialismo. Esos siempre hacen “progresos” hacia la democracia y la “prosperidad” de sus pueblos.
Pues hete aquí un ejemplo antológico de trapecismo político. Condoleeza Rice, la misma que en enero sentenciaba en el Congreso estadounidense “sí tenemos un enfoque regional: trabajamos con esos gobiernos que comparten nuestra visión de adónde el Medio Oriente debiera ir”. O a la pregunta de la revista alemana Der Spiegel sobre la posibilidad de un diálogo de Washington con Irán y Siria en torno a Irak, como había propuesto el panel Baker-Hamilton: “la única razón por la que (Irán y Siria) hablarían con Estados Unidos sería para sacar un precio y eso no es diplomacia, eso es extorsión”. Resulta que ahora la misma dama anuncia “con placer” la “iniciativa” del gobierno títere de Bagdad de convocar a una conferencia con “sus vecinos” –incluidos Irán y Siria- para discutir sobre la estabilización de Irak. Ah, y donde dije… la señorita secretaria de Estado del imperio, in person, se sentará en la misma mesa con los que en enero eran “extorsionadores” y no merecían ser interlocutores de la diplomacia estadounidense. Y para salvar la honrilla de Bush, si es que esto fuera posible, se invitará también a los miembros permanentes del CS (Gran Bretaña, Francia, Rusia y China), representantes de la Conferencia Islámica y del G-8.
¿Por qué este aparente giro de 180 grados después de Bush negarse cerrilmente a hablar con Irán? La razón está en su derrota en Irak, la lluvia de críticas que le ha generado en casa, el descrédito en que lo ha colocado en el mundo y la firme postura persa frente a las presiones imperiales sobre su programa nuclear. El airado repudio de los estadounidenses a la guerra podría poner en peligro la multimillonaria suma adicional solicitada por la Casa Blanca al Congreso para incrementar las tropas en Mesopotamia y, of course, continuar rellenando las pletóricas bolsas a sus amigos fabricantes de armas.
De modo que mientras se cerca a Irán con una flota de guerra hay que ceder por el momento a las exigencias de legisladores, de sectores del Establishment y de Rusia y China para buscar con participación iraní y siria una salida diplomática al desastre en Irak.
Lo que no toleran de Irán Washington y sus serviles socios europeos es su determinación de mantener un camino de desarrollo propio ajeno a los dictados del capital internacional, la voluntad de no entregar sus colosales recursos energéticos a la voracidad consumista occidental, su apoyo a la causa palestina y a la resistencia patriótica libanesa. Su capacidad, en suma, de poner en graves aprietos los designios imperiales de saqueo y conquista del Medio Oriente. Pero nadie se llame a engaño. Los bombarderos siguen calentando motores para lanzar su carga mortífera sobre la patria de Ciro el Grande.
https://www.alainet.org/es/articulo/119759?language=es
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