Consenso Bolivariano Soberanía Productiva 2007 se impone al de Washington 1990

03/01/2007
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Desde 1990 ha pasado mucha agua bajo el puente y el llamado Consenso Washington, fraguado en oficinas del BM, FMI, Tesoro EE.UU. y Centros de Estudios locales, ha demostrado su total fracaso ante las masas empobrecidas del mundo. Para comenzar hay más pobres hoy que en 1990, más países superendeudados, más concentración de capital y recursos en pocas manos.

También existen más ricos que acaparan ingresos de los países hasta en un 80% y pobres que son la mayoría que deben vivir con el 20% restante. Ejemplos en la región Brasil, Colombia, Paraguay, Perú, Argentina, Chile, Ecuador, Uruguay, Venezuela y Bolivia. Es decir todos los países de Sudamérica – y del llamado tercer mundo – que siguieron los dictados del tristemente célebre Consenso de Washington, pero que se resiste a morir.

Economistas que trabajaron el esquema Consenso Washington en 1990 para atenuar su fracaso global hablan de década perdida en 80s, década reflexión en 90s y década frustraciones en primeros años del siglo XXI. Todas las recomendaciones se concentraron en políticas macroeconómicas de contención a inflación, detener sobrevaluación de monedas, pagar deudas externas puntualmente para alejarse del default o incapacidad financiera y regulación de liberación financiera para impedir bruscas detenciones de entradas netas de capital.

Por otro lado se está dando de facto un nuevo acuerdo entre países que se podría denominar como Consenso Bolivariano y que consiste en buscar fórmulas distintas en concepción y alcance económico, social, político, cultural, tecno-científico y humano. Basado en el objetivo supremo de alcanzar soberanía productiva que haga de cada país y región en su conjunto una pequeña potencia industrial, agro-industrial y tecnológica. Venezuela Bolivariana y Bolivia participan de este concepto y se ha sumado Ecuador, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y Nicaragua.

Instrumentos de este nuevo consenso no son de tipo monetario y financiero únicamente, aunque esto pesa en la formación del Banco del Sur con capitales de Venezuela Bolivariana y Brasil principalmente para financiar obras como el gasoducto del sur, termo e hidroeléctricas, puentes y caminos bi-oceánicos, construcción de refinerías y petroquímicas, transferencia de tecnologías y conformación de empresas estatales y mixtas como PETROSUR Y PETROANDINA.

Fondo del consenso bolivariano es hacer feliz a masas oprimidas y pueblos postergados ya mismo, sin esperar planes socio-económicos de largo plazo, y esto se logra con alfabetización generalizada, becas de capacitación técnica, salud para todos desde los barrios, créditos a bajos intereses a cooperativas y comunidades campesinas, inversiones estatales en maquinarias agrícolas, semillas y tractores, desarrollo ecológica y financieramente sostenible con apoyo estatal, municipal y de la nueva banca de fomento. Palabras prohibidas en Washington.

Financiamiento para el desarrollo integral ya no saldrá de préstamos leoninos sino de recursos emergentes de nacionalización de recursos naturales y de industrialización acelerada como sucede con YPFB y PDVSA. YPFB tendrá ingresos de 50 mil millones de dólares en próximos 20 años si vende materias primas sin valor agregado, pero que puede duplicar y hasta quintuplicar si se dedicara a producir energía eléctrica de exportación, metanol, etanol, GLP, DME, diesel y gasolina ecológicos, polímeros, olefinas, fertilizantes, GNL y otros derivados hidrocarburíferos.

Empresas mixtas en actual construcción entre PDVSA con YPFB para separación de líquidos y fraccionamiento del gas natural, pueden dar cabida a inversiones locales y regionales provenientes de municipios, cooperativas industriales y de energía, comunidades campesinas, privados y prefecturas, entre otros. También son bienvenidas inversiones de empresas estatales en hidrocarburos y energía de países latinoamericanos y del sur sin excepción.

Falla esencial del llamado Consenso Washington respeto al nuevo Consenso Bolivariano es que aquél no se interesa por el mercado interno de la región o la creación acelerada del mismo, para que habitantes productivos latinoamericanos – o del tercer mundo – consuman también energía per cápita en términos equivalentes a gringos, europeos y japoneses.

La energía mundial producida en el tercer mundo fundamentalmente no puede dirigirse más casi exclusivamente al norte para ser consumida 75% en Norteamérica, Europa y Japón, tanto en industrias como en transporte y viviendas. Siendo que su población total es de sólo 15%. A cambio ellos venden manufacturas de alto valor agregado a los mismos países productores de petróleo y gas. Sucede con los productos refinados como grasas, aceites, jet-oil, metanol, etc.

Cuando Venezuela Bolivariana ofrece a Ecuador refinar su petróleo en refinerías de PDVSA para que este país lo venda con valor agregado y gane doble o más de lo que percibe ahora, sin necesidad además de comprar del norte aceites, grasas, fuel-oil, jet-oil o metanol, que como subproductos de refinación serán entregados también a Ecuador en forma casi totalmente gratuita, entonces se puede comprender la diferencia entre ambos consensos.

Fundamento esencial de esta nueva integración latinoamericana y bolivariana a escala global es espiritual y social, algo que economistas y expertos del Consenso Washington jamás comprenderán ya que ellos han aprendido a evaluar el funcionamiento de la economía capitalista salvaje con cuadros y diagramas de ponderabilidad fríos, y porque se trata de un concepto bolivariano asentado en solidaridad de pueblos del sur. El que puede más ayuda más, el que puede menos se nivela y se beneficia, y todos procuran la felicidad de sus pueblos.

Esto se espera de hecho de ALBA-TCP, o alternativa bolivariana de comercio con tratados de intercambio de productos entre y para pueblos con mutuo beneficio. El comercio entre países de la región debe crecer exponencialmente. Venezuela Bolivariana debería comprar, por ejemplo, más alimentos de alto valor nutricional de la región, como quinua, amaranto, qiwicha, cañahua y otros cereales andinos con alto poder calorífico y proteínico. Son cereales con muy alto poder nutricional y que se los emplea para fortalecer a deportistas olímpicos o astronautas y cosmonautas de EE.UU. y Rusia. También adquirir manufacturas que hoy se importa de Europa.

La producción de alimentos y manufacturas de alta calidad y competitividad, en realidad debería servir para eliminar la desnutrición de pueblos y niñez toda. Bolivia actualmente adquiere tractores de Venezuela Bolivariana y diesel, y es en este círculo virtuoso que se podrá tener pronto a miles de comunidades campesinas altiplánicas, región andina y trópico, produciendo millones toneladas de alimentos de alto valor nutricional. Para consumo endógeno y exportación.
https://www.alainet.org/es/articulo/119401
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