Europa: Menos inmigración ilegal
15/12/2006
- Opinión
Desde que entraron en vigor las leyes promovidas por el Ministro de Interior, Nicolás Sarkozy, el número de inmigrantes legales se ha reducido en Francia por primera vez en las últimas décadas. En 2004, cuando el ministro acababa de asumir el cargo, se concedieron casi 192.000 permisos de residencia. Un año más tarde se habían concedido 5.000 menos y la tendencia es que sigan bajando, según indican los estudios realizados.
Las propuestas de Sarkozy ponen más difícil la concesión de los permisos de trabajo y de residencia para evitar el “efecto llamada”. Pretende reducir al máximo las “oleadas” de inmigrantes “ilegales” en beneficio de personas no sólo aceptadas por el Gobierno, sino “elegidas” en función del bien que puedan traer a los sectores de la economía francesa que sufran crisis.
Para hablar de inmigración conviene analizar sus causas, los problemas que plantea, las ventajas que ofrece tanto al país de origen como al receptor y los problemas que origina para alcanzar la difícil tarea de poner en común políticas negociadas por las partes implicadas.
Entre las causas están la pobreza extrema, las guerras, la crisis en la agricultura de los países empobrecidos por la imposibilidad de competir contra la producción y la exportación subvencionada de los países del Norte, la facilidad que existe para enviar remesas a los países de origen y la oferta de trabajo ilegal en los países occidentales. También influye el envejecimiento de la población en el Norte, y por ello demandan una población inmigrante joven capaz de sostener sus sistemas de pensiones y de seguridad social. Todo esto sin olvidar las expectativas que despiertan los grandes medios de comunicación al mostrar paraísos que no existen y que tantas veces provocan desarraigo.
Si existen errores desde el análisis de las causas el diagnóstico ofrecerá una visión poco global, un enfoque exclusivamente policial y unas medidas políticas que sólo servirán de parches para la inmigración.
La inmigración, sobre todo la que proviene de África, debe ser prioridad de la Unión Europea en su conjunto y no de Estados individuales, pues afecta a todos en lo económico, en lo político y en lo social. Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo, sostiene que Europa y África se acercan a la realidad migratoria con mentalidades distintas. “Nosotros vemos la inmigración en términos policiales, el control de fronteras, de dumping social; y ellos lo ven como una tradición”.
Pone como ejemplo a Malí, donde la gente paga impuestos para enviar a los más capaces, y cuando están en el país de destino, envían remesas que mejoran las condiciones de vida de muchas comunidades dentro de este país africano. Cuando no alcanzan la tierra prometida, no vuelven a su país porque se les ve como fracasados.
Para el presidente del Parlamento Europeo, esta diferencia en los conceptos da como fruto una inmigración sostenida por ofertas de trabajo ilegal. No habría inmigrantes ilegales si no hubiese trabajo ilegal. Dice que Europa es profundamente hipócrita porque lamenta la existencia de inmigrantes ilegales y denuncia un “efecto llamada” que no se produce por los procesos de regularización emprendidos por algunos gobiernos europeos, sino por la oferta de trabajo ilegal. En Finlandia, por ejemplo, no existen estas ofertas ilegales de trabajo y no hay inmigrantes ilegales.
Las mafias son las primeras en beneficiarse del fenómeno al obtener más dinero por traficar con seres humanos que con drogas u otros productos. Miles de inmigrantes dejan todo con tal de llegar y conseguir trabajos mal pagados si se comparan con los sueldos que ofrece el mercado de trabajo legal, pero de lujo si se comparan con los sueldos que ofrecen las economías de los países empobrecidos. La inmigración de los desesperados cubre puestos de trabajo que nadie quiere, abarata costes a muchas empresas y las exime de pagar impuestos y de respetar los derechos laborales.
Borrel propone un trabajo conjunto y reconoce la necesidad que tiene el Viejo Continente en seguir recibiendo inmigrantes: “Dentro de poco los europeos seremos el 5% de la población mundial: si no nos unimos para actuar juntos, podemos convertirnos en una residencia de la tercera edad instalada en un museo al aire libre”.
- Carlos Mígueles es periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es
Las propuestas de Sarkozy ponen más difícil la concesión de los permisos de trabajo y de residencia para evitar el “efecto llamada”. Pretende reducir al máximo las “oleadas” de inmigrantes “ilegales” en beneficio de personas no sólo aceptadas por el Gobierno, sino “elegidas” en función del bien que puedan traer a los sectores de la economía francesa que sufran crisis.
Para hablar de inmigración conviene analizar sus causas, los problemas que plantea, las ventajas que ofrece tanto al país de origen como al receptor y los problemas que origina para alcanzar la difícil tarea de poner en común políticas negociadas por las partes implicadas.
Entre las causas están la pobreza extrema, las guerras, la crisis en la agricultura de los países empobrecidos por la imposibilidad de competir contra la producción y la exportación subvencionada de los países del Norte, la facilidad que existe para enviar remesas a los países de origen y la oferta de trabajo ilegal en los países occidentales. También influye el envejecimiento de la población en el Norte, y por ello demandan una población inmigrante joven capaz de sostener sus sistemas de pensiones y de seguridad social. Todo esto sin olvidar las expectativas que despiertan los grandes medios de comunicación al mostrar paraísos que no existen y que tantas veces provocan desarraigo.
Si existen errores desde el análisis de las causas el diagnóstico ofrecerá una visión poco global, un enfoque exclusivamente policial y unas medidas políticas que sólo servirán de parches para la inmigración.
La inmigración, sobre todo la que proviene de África, debe ser prioridad de la Unión Europea en su conjunto y no de Estados individuales, pues afecta a todos en lo económico, en lo político y en lo social. Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo, sostiene que Europa y África se acercan a la realidad migratoria con mentalidades distintas. “Nosotros vemos la inmigración en términos policiales, el control de fronteras, de dumping social; y ellos lo ven como una tradición”.
Pone como ejemplo a Malí, donde la gente paga impuestos para enviar a los más capaces, y cuando están en el país de destino, envían remesas que mejoran las condiciones de vida de muchas comunidades dentro de este país africano. Cuando no alcanzan la tierra prometida, no vuelven a su país porque se les ve como fracasados.
Para el presidente del Parlamento Europeo, esta diferencia en los conceptos da como fruto una inmigración sostenida por ofertas de trabajo ilegal. No habría inmigrantes ilegales si no hubiese trabajo ilegal. Dice que Europa es profundamente hipócrita porque lamenta la existencia de inmigrantes ilegales y denuncia un “efecto llamada” que no se produce por los procesos de regularización emprendidos por algunos gobiernos europeos, sino por la oferta de trabajo ilegal. En Finlandia, por ejemplo, no existen estas ofertas ilegales de trabajo y no hay inmigrantes ilegales.
Las mafias son las primeras en beneficiarse del fenómeno al obtener más dinero por traficar con seres humanos que con drogas u otros productos. Miles de inmigrantes dejan todo con tal de llegar y conseguir trabajos mal pagados si se comparan con los sueldos que ofrece el mercado de trabajo legal, pero de lujo si se comparan con los sueldos que ofrecen las economías de los países empobrecidos. La inmigración de los desesperados cubre puestos de trabajo que nadie quiere, abarata costes a muchas empresas y las exime de pagar impuestos y de respetar los derechos laborales.
Borrel propone un trabajo conjunto y reconoce la necesidad que tiene el Viejo Continente en seguir recibiendo inmigrantes: “Dentro de poco los europeos seremos el 5% de la población mundial: si no nos unimos para actuar juntos, podemos convertirnos en una residencia de la tercera edad instalada en un museo al aire libre”.
- Carlos Mígueles es periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/118708
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