el pasaje de un bien público a un bien público internacional

La internacionalización de la educación superior

08/11/2006
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  • Opinión
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La discusión sobre la internacionalización de la educación superior tiene varios niveles de enfoques y análisis. Algunos de ellos remiten a “porqué” se produce, a “cómo” se genera, a “cuándo” se da, a “dónde” se da, a “quiénes” son sus actores y “cuáles” son sus intereses determinantes y sus fuerzas motoras. El “cómo” se produce este proceso de internacionalización esta asociado a múltiples políticas públicas que lo promueven. El “como” se asocia al proceso de creditización, a la definición de criterios comunes y compartidos de los ciclos educativos y de sus tiempos de estudio y a una definición común de estándares de calidad. Finalmente a un suplementario del título que contiene la información necesaria para facilitar la movilidad estudiantil.

El “cuando” es también un dato aceptado y es claro que el proceso se da en la actualidad en el marco del proceso de globalización. Es ahora, cuando la matrícula de la educación superior en América Latina está creciendo a tasas muy significativas, cuando se reconoce que los diversos actores en el continente manifiestan la necesidad por parte de las instituciones educativas de ofrecer de saberes con estándares de calidad o niveles disciplinarios internacionales

Parece haber consenso en relación a que será en los postgrados, “donde” se debería producir el proceso de internacionalización de la educación superior. El pregrado es un ámbito de reproducción de saberes, es un ámbito con una fuerte pertinencia nacional y en el cual no se crean saberes. Ello reafirma que es en los postgrados donde se concentran los procesos de internacionalización por la escasa cantidad de programas en la región, la necesidad de estándares de calidad global, y la necesidad de establecer fuertes interrelaciones académicas a ambos lados de las orillas de los continentes. Igualmente, es claro que los procesos de internacionalización de la educación y la construcción de espacios comunes de la educación superior se establecerá en el nivel académico que será en el cual se pueda viabilizar la movilidad estudiantil o académica, en el nivel de la movilidad de los conocimientos, y no en el escenario de la movilidad laboral, en el libre traslado de los profesionales para ejercer sus saberes.

Creo que aún una de las áreas en discusión se localiza en los “porque” del proceso de internacionalización, en sus conveniencias. Es claro que hay varios “porque”: unos asociados a intereses mercantiles de unidades educativas mercantiles que buscan la internacionalización para incrementar sus ingresos económicos. Igualmente hay otros “porqué”, en el marco de instituciones que ofrecen cursos virtuales y que dadas las grandes escalas en que operan estas modalidades pedagógicas, necesitan internacionalizarse para ofertar sus servicios en mercados más amplios.

Quiero reflexionar en otro “porque”, en uno que no remite a las variables económicas, las cuales son sin duda parte de este proceso, sino que se asocia a la sociedad global, a los componentes éticos y académicos que están en la base de muchas concepciones sobre la producción del saber.

Queremos plantear el tema con una serie de preguntas extremadamente simples. ¿Nos importa a todos en el mundo, y también a nosotros en América Latina, como se están formando los profesionales en otros países y regiones, en cómo son sus estándares de calidades? . O sea, ¿la calidad de la formación de un veterinario que está en China y que va a tratar la enfermedad de la fiebre aviar o de un medico en África que va a tratar el sida, es un tema de nuestro interés y preocupación?. ¿Nos debe importar la calidad de sus procesos educativos?. ¿ Nos debe importar a nosotros en nuestros países, en nuestras realidades, como otras instituciones forman a sus profesionales?. Sin lugar a dudas todos afirmaríamos que para cada una de nuestras sociedades es importante una educación de calidad en el escenario global. Al reconocer que ello es importante para nuestra propia existencia, estamos comenzando a reconocer que la importancia de la educación en un determinado país no es sólo fundamental para su propia sociedad sino que ello es importante para la comunidad internacional. Que más allá de los intereses y conveniencias nacionales, hay un interés y una conveniencia internacional. Las naciones se protegen y se desarrollan preservando la calidad de los procesos educativos a escala mundial. Así, en una sociedad global, la educación no solo se conforma como un derecho nacional sino como un derecho internacional.

Los derechos nacionales fundamentalmente eran los derechos de primera y segunda generación. Aquellos de primera generación refieren a los derechos políticos de las personas, que para su efectivo cumplimiento requieren la prescindencia del Estado para que la sociedad y la persona pudieran ejercer sus libertades y el ejercicio de sus derechos políticos.

Los derechos de segunda generación nacionales por su parte, entre los cuales se incluye a la educación, son aquellos derechos de las personas que para que pueda existir su efectivo cumplimiento y un ejercicio por parte de las personas, requieren un rol y una activa función del Estado, que se traducirá en facilitar y promover que las personas puedan realizar y ejercitar ese derecho del acceso a la educación.

Por su parte los derechos de tercera generación refieren a aquellos en los cuales el ejercicio de esos derechos por parte de las personas a escala nacional, requieren una acción de la comunidad internacional. Siendo derechos que no pueden cautelarse a escala nacional, dado que responden a escenarios globales, se requiere la acción protagónica de la comunidad internacional para garantizar mediante la cooperación y el trabajo común, que el ejercicio de esos derechos, o de esas obligaciones se cumplan. El escenario de la globalización no es solo un espacio común económico, sino fundamentalmente un espacio común de seres humanos en los cuales las enfermedades, los estilos de vida, la convivencia pacífica, el medio ambiente o el desarrollo, no dependen de un solo país sino que dependen de toda la comunidad. Es a partir de estos elementos, de estas concepciones, que debemos reflexionar sobre la existencia de responsabilidades compartidas en materia de educación a escala global, en la existencia de dinámicas que no dependen exclusivamente de cada país, sino de un mundo donde cada vez más existe una soberanía limitada y una corresponsabilidad internacional.

En este punto radica el propio rol de la UNESCO, así como el programa ERASMUS o el Acuerdo de Boloña, que más que la búsqueda de un espacio o de un mercado común de la educación superior, es un espacio de concertación de políticas y de convergencia de estándares de calidad y de escenarios de intercambios de saberes.

En el 2003, al terminar la Conferencia de la Educación Superior + 5 promovida por la UNESCO, un conjunto de rectores de universidades autónomas de América del Sur, emitieron un comunicado en el cual criticaban que en la relatoría general se estaba incorporando el concepto de la educación como un bien público internacional. Actualmente está fuertemente aceptado que la educación es un bien público en el sentido que las sociedades tienen potestades y responsabilidades sobre la educación y que por ende el sector privado tiene restricciones y regulaciones. La gestión puede ser privada o estatal, pero es un servicio público a escala nacional. Sin embargo, asociado a ello, cabe reflexionar y preguntarse si la educación debe o no ser considerada y definida como un bien público internacional. Discrepamos en este sentido con la visión que en aquel momento tuvieron unos rectores del Grupo en Montevideo que rechazaron que la educación sea considerada como un bien público internacional. A diferencia sostengo que la educación superior debe ser específicamente reconocida como un bien público internacional, y cuya definición se localiza entre un bien público nacional y entre un bien económico privado tanto nacional internacional. Es un bien público porque sus acciones impactan a toda la sociedad, porque generan externalidades significativas, pero también es un bien público internacional, ya que sus estándares de calidad, la pertinencia, la incidencia es tanto con las sociedades nacionales como con la comunidad internacional y porque los saberes son globales, y por ende hay responsabilidades compartidas.

Hoy por ejemplo para analizar un tema específico de responsabilidades, tenemos en América Latina dos tipos de educación, una educación de calidad para un sector social con determinados recorridos en inserciones internacionales y una educación de baja calidad para determinados sectores sociales y que tiene menores costos y que es tanto pública como privada y que efectivamente no está integrada a los circuitos internacionales. La problemática de los dos circuitos es una problemática social, y es también una problemática educativa ya que ha sido el mecanismo que ha permitido una masificación de la educación sin calidad. Este escenario es uno de los temas centrales que va a marcar la internacionalización, ya que ésta sólo puede gestarse en circuitos de calidad. Los mayor inequidad es la diferencia de la calidad de la educación. La mayor injusticia es la existencia de una educación de calidad para ricos o para las clases medias y una educación de baja calidad que muchas veces es terminal y no permite recorridos posteriores, para los sectores populares, tanto del sector privado como del público. Ello como resultado de una racionalidad económica que promueve la obtención de beneficios económicos y la ausencia de una racionalidad administrativa por parte del Estado que imponga estándares de calidad. Desde el lado del sector público tenemos una racionalidad administrativa, una racionalidad de calidad, que algunas veces margina a amplios sectores sociales a través de cupos y exámenes en las instituciones de educación públicas. Por su parte en el sector privado, la racionalidad económica vía aranceles restringe los accesos a las personas con ingresos suficientes. Ambas racionalidades coinciden al establecer escenarios restrictivos y por ende sientan las bases de la necesidad de promover una racionalidad compartida que integre los elementos económicos pero que también integre los elementos del saber con el objetivo de sentar las bases de un solo circuito de escolarización de la educación superior que tenga justicia y que por ende sea un circuito de calidad. En relación a este punto, es necesario analizar si es interés de la comunidad internacional el contribuir a solucionar este grave problema educativo en nuestros países que se deriva en problemas de calidad de los migrantes como también en los riesgos que potencialmente existen en profesiones de riesgo social y sobre la comunidad internacional en los bajos niveles de calidad de muchos profesionales en la región.

La educación nacional fue conformada históricamente en el marco de las fronteras nacionales y como un servicio exclusivamente nacional con sus lógicas de pertinencia, de currículo o de calidad nacionales. El nuevo escenario de la globalización y de la sociedad de conocimiento está integrando los sistemas educativos a escala global, y generando crecientes tensiones en el lento pasaje hacia una educación sin fronteras que parece ser que será una de las características de la educación superior en el siglo XXI.

El escenario de una educación global tiene su sustentación en la expansión disciplinaria y en el nuevo contexto mercantilizado de la educación. Desde el ámbito de los saberes no es posible que cada país pueda acometer la producción y el desarrollo de la formación de profesionales o de actividades investigación en todas las áreas disciplinarias que ya suman cerca de 100 mil a escala mundial. Sin lugar a dudas, probablemente, para muchas sociedades puede no ser fundamental la formación de especialistas o profesionales en algunas áreas de saber que refieren a características culturales, históricas o ecológicas de otras sociedades o contextos. En este sentido las disciplinas no tienen el mismo valor e importancia para todas las sociedades. Ello, a pesar de también poder sostenerse que el mundo es una aldea global donde todas las sociedades están interconectadas a través de la teoría maravillosa del aleteo de la mariposa. Pero el problema pervive. ¿Cómo es posible apropiarse de los saberes, acceder a que las sociedades tengan los saberes, acceder a la formación de esas 100 mil disciplinas sino es en el marco de un espacio común, de una educación sin fronteras, y de una división internacional del trabajo académico en el cual cada unidad académica tienda a especializarse?

En este escenario, tanto la cooperación como la creación de espacios comunes es cada vez más relevante. Desde el punto de vista académico y de creación de saberes, es necesario que en todas las áreas se desarrollen niveles de investigación y de docencia, ya que ellos se generan cada vez más en la mezcla disciplinaria y en la confrontación de las diversidades de conocimientos a través de redes internacionales.

El mundo está lenta, desigual y asimétricamente entrando en una sociedad del conocimiento a escala global expresada en el acceso a las sociedades de redes y a sistemas compartidos de información como base de generación de nuevos saberes, asociados a su vez mayoritariamente a la globalización. El día que Magallanes dio la vuelta al mundo nacieron nuevos saberes: los nuevos datos permitieron nuevas informaciones y la suma de estas permitió la aparición de teorías explicativas que finalmente derivaron en nuevos conocimientos. Ello porque el saber lo da la capacidad de comprender la realidad. El día que efectivamente el mundo se vio desde los satélites pudo encontrar nuevas interrelaciones y complejidades, y crear nuevos saberes, cada vez más asociados a niveles multidisciplinarios, transdisciplinarios o interdisciplinarios, que sientan las bases de la necesidad de espacios de intercambio académico y de colaboración.

Los nuevos escenarios de la sociedad del conocimiento tienen altos riesgos, ya que no son exclusivamente mecanismos para permitir producir y apropiarse de saberes, sino que son espacios competitivos en nuestras sociedades mercantiles. Hace poco tiempo una alta autoridad europea vinculada a las áreas del conocimiento afirmaba como existe una creciente competencia por la incorporación, por la apropiación, por el drenaje de profesionales universitarios. No estamos hablando de una mera fuga de cerebros, de unos pocos profesionales como en la década del 60 que emigraban de nuestros países, sino que estamos hablando de un proceso masivo en el marco de sociedades que compiten, no por materias primas, no por mano de obra, no por capital financiero sino que materia gris, por especialistas que faciliten la creación de saberes base de la economía competitiva de la sociedad del conocimiento. Europa ha perdido en estos últimos 10 años casi 400 mil especialistas universitarios que se han ido a Estados Unidos atraídos por mejores salarios y mejores condiciones de investigación. Por su parte también América Latina está perdiendo diariamente miles de profesionales, en un drenaje que representa una pérdida neta de capital humano y que por ende deteriora a las economías latinoamericanas. Ello requiere pensar desde mundo académico modalidades de cooperación. En el 2005, en la conferencia mundial de la Sociedad de la Información que se realizó en Túnez, la UNESCO, presentó un largo documento llamado “Hacia las sociedades del conocimiento”, que muestra cómo el mundo se está dividiendo entre sociedades del saber y sociedades de la información, entre unas sociedades que consumen información y otros que producen saber. Este nuevo escenario se articula a través de complejas tijeras de precio que reproducen las desigualdades sociales, y muestran la creciente fragmentación social de la sociedad del futuro. En ese informe se refiere a la necesidad de espacios colaborativos que permitan la construcción de capacidades nacionales y la generación de saberes compartidos expresados en patentes y derechos de las universidades, con lo cual se evitaría tanto el riesgo que sigan emigrando profesionales de nuestra región, así como de las visiones que promueven la autarquía, el bien público como un escenario absolutamente nacional, el riesgo de que en escenarios de autarquía académica, indirectamente se facilite la mercantilización de los conocimientos.

La construcción de espacios comunes internacionales de forma concertada parecen ser los mecanismos para promover el pasaje hacia la lenta educación sin fronteras con equidad y calidad internacionales y que por ende reafirmen el conocimiento y la educación como un bien público internacional. Europa está maravillosamente creando un espacio regional, y desde América Latina uno visualiza no sólo la importancia de ese proceso y la necesidad de participar, sino también que ello promueva un espacio de movilidad regional en una región que también que no sólo tiene una cultura común sino una mayor necesidad de incorporarse a las fronteras del conocimiento.

Buenos Aires, 8 de octubre, 2006
https://www.alainet.org/es/articulo/118115?language=es
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