Los hombres del maíz
24/08/2006
- Opinión
En Chivacoa, un recóndito lugar de Venezuela, acaba de concluir la II Feria
Bolivariana Internacional del Maíz, una iniciativa del alcalde local,
Adelmo León, que modestamente brega por un comercio justo para el grano en
el mundo multipolar que preconiza la política exterior del gobierno de Hugo
Chávez. Acudieron representaciones de Bolivia, Cuba, Irán y República
Dominicana.
Chivacoa es la capital del Municipio Bruzual, en el Estado Yaracuy, una
región agrícola en que sobresalen el maíz y la caña de azúcar como rubros
principales. El inquieto y joven alcalde León quiere universalizar el mundo
rural del maíz a partir de la fusión del milenario grano latinoamericano
con el novísimo proyecto de la revolución bolivariana en un país donde el
quehacer agrario fue minimizado por el petróleo. ¿Para qué producir
alimentos si todos se pueden importar? pareció ser la consigna del último
siglo.
El escenario de la feria fue la capital de un territorio de 417.000 km2,
poblado por 60.000 habitantes que cultivan sus tierras al amparo de la
diosa regional María Lionza, desde su santuario en la montaña de Sorte,
cercana a Chivacoa. El culto ancestral se ganó su propio espacio en el
sincretismo religioso venezolano, donde la tolerancia de algunos sacerdotes
católicos supo asimilar algunas creencias africanas que trajo la mano de
obra esclavizada por el hombre blanco.
En Bruzual también existe una incipiente minería no metálica, de yeso y
fedespalto, utilizado en la fabricación de cerámica. La revolución
bolivariana conectará a esta región centro occidental con Puerto Cabello y
el resto del país mediante la reconstrucción en marcha de un antiguo
ferrocarril que entroncará con la nueva red que unirá a Caracas y los
dormitorios de trabajadores de los Valles del Tuy, reduciendo a una media
hora la pesadilla de un viaje que actualmente tarda hasta tres horas en
recorrer apenas 60 kilómetros, debido a la densidad del tráfico automotor.
La agro-industria devora al campesino
El alcalde León sueña con la instalación de un “Interpuerto”, una suerte de
pre-aduana conectada al ferrocarril que opere con Puerto Cabello y agilice
el comercio exterior, sacando rápidamente a los mercados la producción
agrícola de toda la región centro occidental de Venezuela. Su municipio
está dispuesto a ceder 19 hectáreas para las instalaciones. En principio,
obtuvo el apoyo del viceministro de Comercio Interior, Martín Villarroel,
quien asistió a la Feria del Maíz, al igual que Rubén Alí Cisneros,
viceministro de Alimentación.
Venezuela cosechará esta temporada 2,2 millones de toneladas métricas del
cereal clave en la alimentación de su pueblo y la cultura alimentaria
latinoamericana y mundial. La producción de este año crecerá en 28%
respecto a 2005, según el diputado Ricardo Gutiérrez, de la Asamblea
Nacional. Para los medianos y pequeños campesinos productores, propietarios
de dos o tres hectáreas, significará un exiguo ingreso de unos 245 dólares
por tonelada.
Pero la gran industria alimentaria del maíz, controlada por el grupo
Mendoza (harina PAN y cerveza Polar) obtiene pingues ganancias del esfuerzo
campesino. La agroindustria compra el cereal “in situ”, lo cosecha con sus
máquinas, la traslada a sus silos en sus propios camiones y allí decide el
precio a pagar, según el grado de impureza, humedad y otros factores de
calidad que establecen ellas mismas, deduciendo previamente los gastos de
recolección y acopio.
Usualmente, las corporaciones agroindustriales reciben, además, un subsidio
del Estado, que Gutiérrez aboga porque sea trasladado al productor
campesino, cuyo único ingreso deriva de la cosecha anual del maíz. La
Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA), adscrita al
ministerio de Alimentación, opera como el principal poder comprador del
Estado en el sector. “Pidamos a CASA mejorar los precios del maíz por la
vía de un subsidio al campesino productor”, propuso el diputado Gutiérrez..
Peligrosidad del maíz transgénico
El maíz está presente en la alimentación diaria del venezolano, a partir de
la arepa, el pan de ese cereal que se consume en todas las comidas. El
grupo Mendoza desarrolló y patentó hace más de 70 años el procedimiento
industrial que permite a la dueña de casa preparar sus arepas en 10 minutos,
mediante la “harina PAN”, saltándose el engorroso proceso manual de “pilar”
o moler el grano tierno. La harina ahora viene lista para mezclar con agua
y preparar arepas o “arepitas”.
El cereal forma parte de la dieta de prácticamente todos los pueblos
latinoamericanos, desde las tortillas y tamales de México al “pastel de
choclo” y las “humitas” de Chile, cuya gastronomía no concibe una sopa de
pava sin “chuchoca” o maíz disecado y machacado. Ya es un lugar común
referirse a las grandes civilizaciones americanas que florecieron con el
maíz, mientras Europa se hallaba en la barbarie. El maíz alimentó a las
culturas incásica, maya y azteca, presentes en el norte, el centro y el sur
de América..
El maíz emigró a Europa y EEUU. Hoy es la materia prima de unos 3.500
productos, incluida la aplicación industrial conocida como “jarabe de maíz”,
de alto contenido en fructuosa, sustituto del azúcar utilizado como
edulcorante en las bebidas carbonatadas. El éxito comercial e industrial
del maíz lo convirtió en un cultivo apetecido por las transnacionales que
se proponen modificarlo genéticamente, o “transgenizarlo”, para
apropiárselo y patentarlo.
Por su área cultivada, el maíz se convirtió en el segundo cultivo
transgénico más extendido en el mundo desde 2003. Ahora México importa el
grano desde EEUU por efecto del tratado de “libre comercio” con su vecino.
En muchos países temen que la presencia de genes de bacterias y virus en el
“flujo genético” del maíz transgénico contamine a otras especies, tanto
silvestres como cultivadas. La biodiversidad está amenazada por los
cultivos transgénicos que impulsan las multinacionales de la alimentación
como Monsanto, acusada de “terrorismo genético”.
Defensa del maíz vernáculo
Los “hombres del maíz” reunidos en Chivacoa rechazaron a “las
transnacionales que ven en el campo nada más que una oportunidad de
negocios”, en palabras del alcalde León. También proclamaron su alejamiento
de los químicos, a la vez que abogaron por una agro-ecología y el
establecimiento de bancos de semillas que puedan compartir los campesinos
de la región latinoamericana.
“Buscamos una ruptura con el mundo unipolar que sustenta EEUU, basándonos
en los objetivos de la política exterior del gobierno de Hugo Chávez y
propiciando acciones concretas, específicas, por la integración
latinoamericana y la integración caribeño-latinoamericana”, explicó el
alcalde de Chivacoa. En la feria se exhibieron los tractores “Vene-Irán”,
armados en Venezuela.
La feria emitió una declaración, titulada “Los hombres del maíz”, que
propone “fomentar la solidaridad activa y participativa de los países
hermanos latinos y del
Sur, reafirmando el cultivo del maíz, como elemento liberador del hambre y
la miseria de este lado del mundo”. Asimismo, se inclinó por “estimular la
unidad e integración latino caribeña, a través del intercambio tecnológico,
comercial, social, económico y cultural en las diferentes etapas y procesos
de producción de maíz, entre las naciones latinas caribeñas”.
Solemne ceremonia en el trópico
Los actos oficiales de la Feria del Maíz se desenvolvieron bajo el tórrido
calor de Chivacoa, pero con todos sus protagonistas vestidos de rigurosa
etiqueta, el llamativo traje “liqui-liqui” blanco o por lo menos la tenida
convencional que incluye a la incómoda corbata, absolutamente reñida con el
trópico. En la ceremonia pública, este periodista fue distinguido
sorpresivamente con la entrega de las llaves del Municipio Bruzual, al
igual que otros huéspedes extranjeros presentes en Chivacoa. Agradecí el
gesto como una distinción al periodismo progresista latinoamericano, al
Colegio de Periodistas de Chile y a la Federación Latinoamericana de
Periodistas (Felap).
En un momento del ceremonial, el representante de Irán, Mohammad Moghaddam,
me confió al oído, creyéndome nativo de la zona: “Yo fui tinterillo en
Barquisimeto”. Eso fue lo que entendí al comienzo, desconcertado, pero en
realidad quiso decirme: “Fui (pretérito del verbo ir) a Tintorero, en
Barquisimeto”, un pueblo de artesanos del estado Lara, de gran atractivo
para el turismo. Aunque sería muy raro que un iraní trabajara como
“tinterillo”, no es extraño encontrar a ciudadanos del Oriente en Venezuela.
En estos días muchos aviones han rescatado a ciudadanos árabe-venezolanos
desde El Líbano. Sin ir más lejos, Adel Said Omar, sociólogo palestino, ex
prisionero de Israel avecindado en Venezuela, se desempeñó como coordinador
internacional de la Feria del Maíz, derrotando sus dificultades con la
lengua de Cervantes.
Los participantes de la Feria acordaron, además, “consolidar la alianza
bolivariana y americana de los países y pueblos con un mismo origen
histórico, económico y social, a través del intercambio cultural sostenido
y permanente de nuestros pueblos”.
Asimismo, propusieron “promover la creación de la Cámara Internacional de
Comercio Justo del Maíz, a fin de garantizar a los productores de este
rubro, un trato equilibrado en la comercialización y procesamiento del
producto, promoviendo periódicamente la Rueda de Negocios del Maíz, y
consolidar este elemento como instrumento de desarrollo soberano y
sustentable de “Los hombres del maíz” de de América Latino Caribeña y el
Hemisferio Sur”, sin dejar de lado “fomentar la paz y la lucha contra la
guerra y el intervencionismo imperialista”.
https://www.alainet.org/es/articulo/116783?language=es
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