La ONU, los dichos y los hechos

01/08/2006
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  • Opinión
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Y ahora, en medio del estruendo de las bombas en Líbano, van por Irán. No van por Israel, cuyos misiles aire-tierra y tierra-tierra ya han masacrado a más de 500 personas, la mayoría civiles y, muchos de ellos, niños. Las desgarradoras fotografías de los pequeños cuerpos mutilados y las caritas con los ojos abiertos de espanto, dan la vuelta al mundo, pero ellos ahora van por Irán porque podría estar en condiciones de fabricar bombas nucleares. El Consejo de Seguridad de la ONU le dio plazo a Teherán hasta el 31 de agosto para poner fin a su programa de enriquecimiento de uranio, bajo la amenaza de sanciones. Pero aún no le puesto ningún plazo a Israel para que detenga la escabechina de árabes, ni le ha advertido acerca de represalias. El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado en 1968 y que entró en vigor en 1970, permite sólo a cinco potencias la posesión de armas atómicas: Estados Unidos, la Federación Rusa, el Reino Unido, Francia y China. Las cinco son, además, integrantes permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Aunque el quinteto atómico ha hecho la promesa de no usar armas nucleares contra países que no posean este tipo de armamentos, Estados Unidos se reserva el derecho de responder con ellos en represalia a un ataque con armas químicas o biológicas. India, Pakistán e Israel -aliados de Estados Unidos- poseen armas nucleares, pero no firmaron el TNP. Ninguno de los tres está bajo la lupa de Washington y sus adeptos. En el caso de Israel, por ejemplo, es un secreto a voces que dispone de alrededor de 200 cabezas atómicas, más que China, India y Corea del Norte juntas. Corea del Norte firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear, pero no lo ratificó. Irán también lo suscribió, pero los países occidentales sospechan que a partir de 2004 -luego de la asunción del presidente Mahmud Ahmadinejad- comenzó a impulsar el desarrollo de armas nucleares. Las autoridades iraníes sostienen que se trata de un proyecto de aplicación civil, especialmente para la generación de electricidad. El representante permanente de Irán ante la ONU, Javad Zarif, afirma que es "un ­programa pacífico, que no representa ninguna amenaza para la paz y la seguridad internacionales" y, por tanto, "el Consejo de Seguridad no tiene ninguna base legal para ocuparse de ello". Cuando de trata de países "amigos", el contraste entre los dichos y los hechos por parte de esa difusa entelequia llamada "comunidad internacional" es notorio. A fines de octubre de 2005, cuatro meses después de ganar las elecciones iraníes, Ahmadinejad habló ante cuatro mil estudiantes en Teherán y dijo que Israel debía ser "borrado del mapa". El exabrupto provocó una dura condena de Estados Unidos, la Unión Europea e Israel, que pidieron la expulsión de Irán de la ONU. Actualmente, Israel parece estar dispuesto en los hechos a borrar de Oriente Medio a la población civil de Palestina y Líbano, lo cual ha incluido la muerte deliberada de cuatro observadores de la ONU en la ciudad libanesa de Jiam, al sur del país. El 25 de julio, a lo largo de seis horas, los observadores -un austriaco, un canadiense, un finlandés y un chino- se comunicaron diez veces con el ejército israelí para solicitar que cesaran los ataques y recibieron promesas de que el bombardeo finalizaría. Investigaciones posteriores determinaron que perdieron la vida a causa de la explosión de un misil guiado, lo cual elimina la posibilidad de un error. Pero nadie ha propuesto la expulsión de Israel del organismo mundial, ni siquiera mientras se investigan los hechos. En este caso, como siempre, la "comunidad internacional" se lamentó con sus habituales comunicados que, a esta altura de los acontecimientos, representan una pasiva, cínica e indignante letanía.
https://www.alainet.org/es/articulo/116406?language=en
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