Los propietarios del ciberespacio:
El retorno de los rentistas
27/06/2005
- Opinión
Una economía de la información (previamente llamada economía
post-industrial o del conocimiento, también llamada ciber-
economía) es aquella donde el sector de la información ha
llegado a ser dominante en relación a los sectores industrial
y agropecuario. El sector de la información es aquel sector
de la economía que produce, maneja o transfiere bienes de la
información. En el corazón de este sector, se ubican las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que
permiten generar, manipular, distribuir y usar la información.
Los bienes de la información, siendo inmateriales, son muy
diferentes de los bienes agrícolas o industriales, que son
materiales. El costo principal de producir la información se
registra en la etapa de investigación y desarrollo: cuando la
primera muestra o la primera copia de ese producto de la
información se crea. El original puede después ser almacenado
y reproducido electrónicamente a muy bajo costo. Cuando se
utiliza un formato digital, se puede reproducir copias
perfectas del original, en forma ilimitada y a un costo
mínimo. La tecnología digital, con su facultad exclusiva de
copiar o transferir información sin que se degraden las
copias, es la clave que convirtió el desarrollo del sector de
la información en un verdadero sector de la economía.
La clave para entender el sector de la información
Este costo muy bajo de reproducir información es la médula que
permite entender este sector y los conflictos fundamentales
que encierra. Sin apreciar las implicaciones y las
consecuencias del costo cercano a cero de la reproducción, no
se puede entender por qué los bienes de la información son
cualitativamente diferentes de otros bienes, y por qué el
sector de la información es cualitativamente distinto a otros
sectores.
De un lado, por ejemplo, es fácil compartir libremente los
bienes de la información. Del otro lado, los beneficios
potenciales de la venta de bienes de la información son muy
altos, porque los costos marginales de la producción (el costo
de fabricar la siguiente unidad del producto) son muy bajos.
Allí reside el germen de los conflictos de fondo dentro del
sector de la información.
Compartimos información todo el tiempo, lo cual refleja la
naturaleza social de la información. Más fácil resulta su
reproducción, más tendemos a compartirla. ¿Pero, si la
información se comparte libremente, quién pagaría un precio
elevado para comprarla? Si uno puede conseguirla
gratuitamente, ¿para qué pagar por ella?
Siendo que el hecho de compartir libremente los bienes de la
información socava sus precios potencialmente elevados, los
productores comerciales de la información quieren prohibir el
libre intercambio de la información. Con ello, pueden crear
una escasez artificial, que les permite mantener los precios -
y los márgenes de ganancias- altos.
Ése es el concepto fundamental detrás de los Derechos de
Propiedad Intelectual (DPI), tales como los derechos de autor
y las patentes. Los DPI prohíben al público compartir
información libremente; le otorgan al productor de la
información el derecho exclusivo de utilizar, hacer copias o
vender el producto. Los DPI son, en efecto, monopolios de la
información. Hoy, constituyen la forma principal de propiedad
de la información. Las economías de la información de hoy son
economías monopólicas de la información. Los monopolios de la
información hacen posibles los altos márgenes de ganancia en
el sector de la información.
En un sistema capitalista, las inversiones tienden a
desplazarse allí donde los márgenes de beneficio son más
altos. Los altos márgenes en el sector de la información
alientan el desplazamiento de inversiones desde los sectores
industrial y agropecuario hacia el sector de la información.
La transformación de la economía estadounidense de una
economía industrial a una de la información, es simplemente el
resultado de este movimiento natural de inversiones a las
áreas que prometen los índices de rentabilidad más altos.
Ciber-rentistas
Los propietarios más importantes en el sector de la
información son rentistas. Controlan o poseen un recurso o
una infraestructura de la información, y perciben un ingreso
regular cobrando un alquiler por su uso. Hay dos tipos de
rentistas del ciberespacio:
* los dueños del software, que controlan los programas, los
datos o el contenido; y
* los dueños del hardware, que controlan la infraestructura,
los servidores, las instalaciones o los equipos para
distribuir, utilizar o consumir los bienes de la información.
Los alquileres toman la forma de valores percibidos por
patentes y derechos de autor, cobro de licencias, tarifas de
suscripción, entradas, cargas por uso, recargos de la
tecnología etc.
Estos rentistas del sector de la información son los
propietarios o terratenientes del ciberespacio. Por lo tanto,
les hemos dado en llamar los "ciber-rentistas".(1)
A los ciber-rentistas que controlan el software, los podemos
llamar los ciber-rentistas de la información. Éstos incluyen
a los dueños de las compañías del software, de las empresas de
bases de datos, de las compañías de música, vídeo y cine, los
editores, las empresas de ingeniería genética, farmacéuticos y
semillas y otras similares que ganan la mayor parte de sus
ingresos de la renta de los DPI.
A los ciber-rentistas que controlan el hardware, los podemos
llamar los ciber-rentistas industriales. Ellos incluyen a los
dueños de los canales y equipos de comunicación, de las
estaciones de radio y televisión, de los proveedores de
servicios Internet, de los teatros y las distribuidoras del
sector, de los operadores de televisión por cable, de las
fábricas de circuitos integrados y otras similares. A medida
que tales instalaciones convergen hacia una sola
infraestructura global de información, para datos,
comunicaciones de voz, medios de difusión, entretenimiento,
transacciones financieras, pagos, etc., los ciber-rentistas
industriales van consolidando, fusionando y creando nuevos
monopolios gigantescos que controlan grandes segmentos de
estas instalaciones.
La clase ciber-rentista también incluye a profesionales con
remuneraciones elevadas, que son imprescindibles para la
viabilidad y crecimiento económico de los ciber-rentistas.
Éstos incluyen a gerentes y abogados de nivel superior, y
otros, cuyo ingreso se compone principalmente de los pagos que
perciben de los ciber-rentistas para los cuales trabajan. Los
abogados, en particular, son absolutamente necesarios para
asegurar la implementación de los derechos de autor y
patentes, y otros DPI que detentan los ciber-rentistas de la
información.
La naturaleza social de la información se reafirma
constantemente. Así, los productos de la información tienden
a repartirse globalmente tan pronto son lanzados, al margen de
la voluntad e intenciones de los productores. Los ciber-
rentistas, por lo tanto, no tiene otra opción que globalizar
sus operaciones también, y seguir la pista de hacia donde van
sus productos informativos. Empujan sin parar el proceso de
la globalización para asegurarse que cada país, cada esquina
del globo, esté dentro del alcance de sus mecanismos para la
extracción del alquiler. De esta forma, los ciber-rentistas
constituyen una base social importante de la globalización. A
medida que alcancen el dominio político en un país, una nueva
clase dominante de rentistas emergerá, preludio de una era
neo-feudal gobernada por ciber-rentistas.
La OMC hace cumplir los DPI de los ciber-rentistas
Para consolidar su alcance global, los ciber-rentistas
necesitaron de una infraestructura legal global para extraer
rentas. Ésta resultó ser la Organización Mundial del Comercio
(OMC). Bajo la presión persistente de la OMC, se han
concluido o se están impulsando varios acuerdos
internacionales que protegen y avanzan los intereses de los
ciber-rentistas. El acuerdo más importante, sin el cual los
ciber-rentistas no podrían realizar sus altos márgenes de
ganancia, era el acuerdo de los TRIPS, bajo el GATT, que
obligó a todos los miembros de la OMC a adoptar estándares muy
altos de protección de los DPI.
El acuerdo TRIPS fue seguido por otros acuerdos en la OMC,
esenciales para el crecimiento y la extensión del sector de la
información, y que han estado o están en proceso de ser
concluidos. Éstos incluyen: el acuerdo del comercio
electrónico, el acuerdo de la tecnología de información y el
acuerdo sobre telecomunicaciones. Estos acuerdos aseguran
transacciones con aranceles bajos o nulos, una cancha de juego
cada vez más desreglamentada, el levantamiento de
restricciones al ingreso de empresas extranjeras y otras polí-
ticas beneficiosas a los ciber-rentistas que funcionan
globalmente. También incluyen acuerdos agrícolas, en tanto
aseguran mercados para los productos agrícolas transgénicos
(que se pueden considerar como productos de información de la
variedad genética) de las economías de la información.
Tres tipos de economías
Con la emergencia de poderosas economías de la información,
lideradas por EE.UU., podemos distinguir entre tres grandes
categorías de economías en el mundo, dependiendo cual sector
de la producción es dominante: las economías de la
información, las economías industriales y las agropecuarias.
Comparemos los precios de productos corrientes: una cosecha
agrícola como el azúcar; un aparato de fabricación industrial,
como una refrigeradora pequeña; y un producto de información
como el software. Un programa de software de $100, en un CD,
se puede copiar en pocos minutos, por menos de un dólar. Una
refrigeradora de $100 se compone de mucho metal, plástico,
vidrio y otros materiales, además de la energía suficiente
para procesarlos y moldearlos en un aparato operacional. Para
producir azúcar por un valor de $100, se necesita sembrar
bastante caña de azúcar, cultivarla durante meses, cosecharla
y después procesar varios centenares de kilos de azúcar. No
obstante, en el mundo gobernado por la OMC, estos productos se
tratan como de valor igual. De toda evidencia, los ingresos
más altos beneficiarán a la economía de la información, y los
más bajos (a menudo, negativos) corresponderán a la economía
agrícola, mientras que la economía industrial se sitúa entre
las dos.
En el pasado, las economías industriales gozaban de un patrón
favorable para comerciar con economías agropecuarias. Este
patrón comercial colonial mantuvo a las antiguas colonias bajo
el control económico de las primeras, no obstante la
independencia política formal que éstas habían logrado. De
manera similar, podemos suponer que las economías de la
información gozarán de un patrón comercial favorable para su
relación con las economías industriales y agrícolas. Los
márgenes de ganancia más altos en el sector de la información
permitirán que las economías de la información continúen
extrayendo cantidades grandes de recursos de las economías
agrícolas e industriales en desarrollo. Las economías
agropecuarias se empeñan en industrializarse, con la esperanza
de salirse del patrón comercial colonial establecido con sus
socios comerciales industriales. Pero no necesariamente
lograrán hacerlo. Para cuando alcancen el estatus industrial,
los EE.UU. y Europa tendrán economías de la información en
plena expansión, lo cual les colocará en una posición muy
favorable para perpetuar esta relación comercial colonial.
Históricamente, por lo tanto, la aparición de la economía
global de la información se puede considerar como la tercera
ola de un proceso continuo de la globalización. La primera
ola implicó la conquista directa mediante el colonialismo. La
segunda consiste en la extensión pos-colonial de economías
industriales que producen bienes materiales. La tercera es la
aparición de la economía global de la información.
Los altos costos iniciales excluyen a los pobres
¿No podríamos saltar etapas del desarrollo y convertirnos de
una vez en una economía de la información? ¿No será que las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)
democratizarán las ventajas, permitiendo a los países pobres
alcanzar a las economías desarrolladas? Ni modo. De hecho,
las TIC con seguridad exacerbarán la brecha existente entre
los países ricos y pobres, y entre los sectores ricos y pobres
en cada país.
Consideremos la naturaleza de un producto de información, sea
este software, hardware o una conexión de datos: el costo
inicial (del desarrollo, de equipos, de la línea dedicada,
etc.) son altos, pero los costos de funcionamiento o costos
recurrentes son bajos. Siendo que los costos iniciales son
altos, pocas empresas o individuos pueden permitírselos.
Estos altos costos iniciales sirven como un filtro o barrera,
que deja fuera a quienes disponen de poco o nada de capital.
En cambio los ricos que pueden permitirse la alta inversión
inicial gozan de los costos más bajos de operación (el costo
de reproducir el software, de mantener los equipos en
operación, arriendo de una línea dedicada, etc.). Ello los
hace mucho más competitivos en relación a quienes son
excluidos de las TIC debido a la alta inversión inicial. Los
ricos, más competitivos, se enriquecerán más; los pobres,
menos competitivos, se empobrecerán más.
Sería posible superar los altos costos
La introducción de las TIC, está claro, resulta costosa para
la mayoría de los países en vías de desarrollo. Compiten por
el tiempo, las habilidades y la atención de nuestra gente,
alejando recursos de las actividades esenciales como la
producción de alimentos, los servicios médicos, la educación
básica, etc. No obstante, las posibilidades de las nuevas
tecnologías también son tentadoras, y mucha gente cree
sinceramente que estas tecnologías también ofrecen ventajas,
que desplegadas adecuadamente, pueden facilitar soluciones en
la provisión de necesidades básicas. ¿Cómo puede un país
pobre solucionar el problema de proporcionar a su pueblo
instalaciones que son terriblemente costosas, gasto que apenas
se puede permitir? Aquí presentamos cinco estrategias que los
países pueden intentar para reducir los costos de las TIC:
* Poner énfasis en la tecnología apropiada, prescindiendo de
los extras superfluos en línea, y concentrarse en las
tecnologías baratas, fuera de línea, que pueden abrir la
puerta a los servicios más esenciales; estas tecnologías
incluyen enfoques basados en e-mail, como Googlemail y
www4mail, o aquellos basados en texto o en el almacenaje (en
vez de en la conectividad), como los proyectores de VCD /
navegadores de CD-Rom; las tecnologías intermedias como las
emisoras de baja energía.
* Utilizar software libre y de código fuente abierto como
Linux/GNU y Open Office, siempre que estén disponibles, porque
aprovechan plenamente las ventajas de compartir los recursos
intelectuales, no solamente de un país sino de toda la
comunidad Internet; además, su enfoque está en armonía con la
naturaleza de la información, dando a todos los usuarios la
libertad de utilizar, compartir y modificar el software.
* Aplicar las licencias obligatorias genuinas (GCL) cuando la
única opción es el software comercial. El GCL es un mecanismo
internacionalmente reconocido que permite a los países pobres
acceder a tecnologías bajo sus propios términos.
* Instalar cabinas de acceso público a Internet donde el
ciudadano ordinario no tenga que pagar una carga mensual fija;
y
* Elaborar un sistema de propiedad público o comunitario de la
infraestructura del hardware, para reducir al mínimo el
impulso rentista por parte de los intereses privados, que
conlleva a una mayor concentración de la riqueza.
¿Podemos superar la ideología incorporada en la tecnología?
Si bien las estrategias precedentes pueden permitir que los
países en vías de desarrollo desplieguen las TIC más con
eficacia, puede que ello no baste. Fue el abogado de la
tecnología apropiada, E.F. Schumacher, autor del libro
aclamado "Small is Beautiful" (lo pequeño es hermoso), quien
advirtió que las tecnologías conllevan a menudo ideologías
incrustadas, que se encajan tan profundamente que no se puede
recibir un trasplante tecnológico sin adquirir al mismo tiempo
un trasplante ideológico: los sesgos, los valores y los modos
de pensar vehiculados por la tecnología.
Esto es tan cierto para el caso de la Internet, como fueron
las tecnologías anteriores que citó Schumacher para la energía
atómica y el avión Concorde. En Internet, necesitamos estar
vigilantes frente a los siguientes sesgos incrustados en la
tecnología.
La superioridad de la lengua inglesa (y, por extensión, ¿de su
cultura?). La lingua franca de las TIC es el inglés. Los
lenguajes de programación, incluyendo los lenguajes de
programación del hardware, están en inglés o se derivan del
inglés. Esto obliga a los técnicos informáticos a considerar
al inglés como un idioma que deben aprender, porque es una
llave de acceso a la tecnología. Del conocimiento del idioma,
viene la familiaridad y la identificación con la cultura
detrás de ese idioma.
Automatización. La perspectiva desde las TIC es sustituir a
los hombres y las mujeres por las máquinas. El proceso puede
crear nuevos empleos, pero estos nuevos empleos están también
sujetos al mismo sesgo: a su vez, en el futuro, serán
sustituidos por máquinas.
Centralismo y jerarquía ocultos. Este centralismo, y la
jerarquía de poder correspondiente, es facilitado por la
creciente privatización y control corporativo de las
instalaciones de Internet, así como por la toma de decisiones,
y se los puede observar en los siguientes aspectos:
* la consolidación del control sobre contenidos e
infraestructura de información, con el correspondiente
crecimiento de enormes poderes para quienes detentan este
control;
* la asignación de las direcciones de red del IP, esos números
punteados que son necesarios para establecer una presencia
permanente en el Internet, sin lo cual uno queda como un/a
ciudadano/a de segunda clase en Internet; esta asignación
ahora está en gran parte controlada por corporaciones.
* el Sistema de Nombres de Dominio (DNS), que es de igual
importancia que la dirección IP para establecer una
personalidad en el ciberespacio; y
* los estándares técnicos, que incluyen protocolos de
comunicación, formatos de paquetes, formatos de correo y de
documentos, del sonido y del vídeo, y todos los estándares que
hacen posible interconectarse, y sin los cuales Internet no
existiría.
Estos elementos centralistas, sea dicho de paso, hacen de la
Internet un lugar perfecto para las operaciones de escucha y
control para las aplicaciones militares y de inteligencia.
Sesgo globalista. En Internet, por el diseño mismo de la
tecnología, los actores globales gozan de un subsidio oculto
por parte de los actores locales. Es un caso perverso de
subsidio a los ricos por parte de los pobres. Siempre que los
proveedores de servicios Internet cobran una tarifa plana, sin
importar el destino, quienes se comuniquen con contactos
próximos pagan tanto como quienes se comunican con contactos
distantes, a pesar de que los últimos utilizan más recursos de
la red. Este es un subsidio oculto a la globalización,
incorporada en el diseño de la propia tecnología.
Crecimiento ilimitado. Un criterio importante en diseño de
Internet es la "escalabilidad": o sea, que el diseño debe
permitir la expansión ilimitada y se puede extender
indefinidamente a escalas cada vez más grandes. Es cierto que
la información, porque es inmaterial, puede aumentar
prácticamente sin límite. El problema consiste en ampliar
este pensamiento al mundo material.
No se puede exigir rendición de cuentas. La facilidad de
establecer contactos sociales transitorios en Internet y
ocultar la identidad, no sólo desalienta el crecimiento de la
responsabilidad social, sino que también fomenta patrones de
comportamiento libres de rendir cuentas. Consecuentemente,
Internet se ha convertido en el hábitat natural de los
embusteros, propagadores de spam y otros elementos
antisociales, cuyo comportamiento irresponsable y descarado es
tolerado por los administradores de servidores del sistema.
Es como si la ideología de la clase del ciber-rentista se
hubiese incorporado en la tecnología en sí misma. Para
convertirse en una tecnología verdaderamente apropiada,
Internet necesita un reajuste basado en una perspectiva
ideológica muy distinta. Entretanto, a menos que los
usuarios/as de las TIC estén completamente enterados/as de
estos sesgos ocultos incorporados, y los rechacen
conscientemente, a medida que utilizan estas tecnologías,
también adquirirán una dosis de la ideología detrás de ellas.
¿Podemos derrotar a los ciber-rentistas y su dominio neo-
feudal?
El feudalismo ha sido derrotado antes. Puede ser derrotado de
nuevo. El dominio feudal de los terratenientes fue derrotado
por la reforma agraria. Los ciber-rentistas pueden ser
derrotados por una reforma similar de la propiedad, que
podemos resumir así: parar la privatización de la información,
de los recursos de la información, y de las instalaciones de
la información; trabajar para los contenidos de información,
herramientas, instalaciones e infraestructura en el dominio
público; y desarrollar formas no-monopólicas de recompensar la
actividad intelectual. Los Verdes filipinos, por su parte,
han formulado las siguientes demandas en el sector de la
información:
1. El derecho a saber. Es deber del gobierno informar a sus
ciudadanos sobre las cuestiones que los afectan directamente a
ellos, a sus familias o sus comunidades. Los ciudadanos
tienen el derecho de tener acceso a esta información. El
Estado no puede utilizar "la seguridad nacional", "la
confidencialidad de las transacciones comerciales", o razones
de "secretos comerciales" para acortar este derecho.
2. El derecho a la privacidad. El gobierno no escarbará en
la vida privada de la ciudadanía. Los/as ciudadanos/as tienen
el derecho de acceso a la información sobre sí mismos/as, que
han sido recogidos por agencias estatales. El gobierno no
debe centralizar estas distintas bases de datos, para
construir una base central, ni adoptar una clave de acceso
unificado a las diferentes bases de datos. Nadie será
forzado/a contra su voluntad a revelar cualquier información
que no desee hacer pública.
3. No se puede patentar las formas de vida. Sean o no
modificadas por la intervención humana, los siguientes no
puede ser patentados: formas de vida, materiales biológicos y
microbiológicos y procesos biológicos y microbiológicos.
4. Los derechos morales de creadores intelectuales. Quien
realmente creó una obra intelectual u originó una idea tiene
el derecho de ser reconocido/a por el hecho. Nadie puede
reclamar la autoría de obras o de ideas que no ha originado.
Nadie puede ser obligado/a a publicar o modificar una obra o
una idea si no está dispuesto/a a hacerlo. Éstos y otros
derechos morales de los creadores intelectuales serán
respetados y protegidos.
5. La libertad de compartir. La libertad de compartir e
intercambiar información y conocimiento será reconocida y
protegida. Esta libertad tomará precedencia sobre los
monopolios de la información tales como los derechos de
propiedad intelectual (DPI) que el Estado conceda a los
creadores intelectuales.
6. Acceso universal. El gobierno facilitará el acceso
universal de sus ciudadanos al acervo mundial del
conocimiento. Permitirá a cada comunidad tener acceso a
libros, cassettes, videos, cintas, software y programas de
radio y televisión, etc. El gobierno instalará una amplia
gama de facilidades para la capacitación y la educación, para
permitir a miembros de la comunidad ampliar continuamente sus
saberes y conocimiento.
7. Licencias obligatorias. La mejor manera de implementar el
acceso universal a contenidos de información es mediante las
licencias obligatorias. Bajo este mecanismo
internacionalmente practicado, es el gobierno quien autoriza
que otros puedan copiar el material patentado o protegido por
derechos de autor, para la venta al público. Pero obliga a
los concesionarios a pagar al detentor de la patente o de los
derechos de autor un honorario fijado por el mismo gobierno.
Este mecanismo es un paso de transición hacia los pagos no-
monopólicos para la actividad intelectual.
8. Centros de acceso público. El acceso universal a la
infraestructura de la información se implementa mejor mediante
los centros de acceso público, que cobran tarifas
subvencionadas. Éstos pueden incluir bibliotecas públicas
bien aprovisionadas; cabinas de teléfono públicas;
instalaciones comunitarias para escuchar o visionar videos de
capacitación, documentales u obras clásicas; facilidades
públicas para el telégrafo y el correo electrónico; programas
educativos de radio y televisión; y centros de acceso público
a las redes informáticas. Otro enfoque para construir
herramientas de información del dominio público es apoyar los
mecanismos no-monopólicos para recompensar la creatividad
intelectual. Varios conceptos para el desarrollo y/o la
distribución del software han emergido recientemente, que son
menos monopólicos que los DPI. Éstos incluyen el shareware,
el freeware, el "copyleft" y la licencia pública general del
GNU (GPL). Esta última incorpora el concepto más desarrollado
hasta ahora, y ha logrado tender un puente de transición del
monopolio a la libertad en el sector de la información.
9. Las mejores lecciones de nuestra era. Si bien todo el
conocimiento y la cultura se deben preservar y almacenar para
la posteridad, necesitamos decantar las mejores lecciones de
nuestra era, para enseñarlas -no venderlas- a las próximas
generaciones. Este debe ser un proceso de selección
consciente, socialmente dirigido, emprendido con la mayor
sensibilidad y sabiduría. No es algo que se puede dejar a un
sistema educativo orientado a la ganancia, a medios de
difusión motivados por las cifras de circulación, ni a la
publicidad que impulsa a consumir.
La problemática clave en el sector de la información son los
DPI. Los ciber-rentistas de la información se levantarán o
caerán, dependiendo de cómo se resuelva este asunto. En el
campo del software, la estrategia a corto plazo es la
extensión de varias formas de licencias obligatorias de los
productos comerciales de la información. Las estrategias a
largo plazo incluyen la protección de la libertad de la
ciudadanía de utilizar, compartir y modificar las herramientas
y el contenido de la información, mediante licencias de
software libre; resistir a las patentes de las formas de vida;
introducir progresivamente las recompensas no-monopólicas para
la actividad intelectual; y animar el compartir social de los
bienes inmateriales.
En el área de la infraestructura, debemos abogar por varias
formas de control o propiedad de comunitario/público de las
infraestructuras centrales y facilidades de información, a fin
de reducir al mínimo la búsqueda de rentas privadas y
corporativas.
Tales estrategias están frontalmente opuestas a los principios
de la OMC, altamente proteccionistas frente a los DPI y que
favorecen el control corporativo sobre las instalaciones de la
información. En tanto la infraestructura legal en la cual los
ciber-rentistas confían para mantener sus altos márgenes de
ganancia, la OMC seguirá siendo un escenario importante de
lucha en el sector de la información. Los reveses de la OMC
en Seattle y en Cancún abrieron ventanas de oportunidad para
cuestionar los diversos acuerdos favorables a los ciber-
rentistas, particularmente el TRIPS. Los países en vías de
desarrollo deben posponer estos acuerdos, revisarlos y
modificarlos, a fin de debilitar las provisiones favorables a
los ciber-rentistas y para consolidar aquellas provisiones que
aumenten el acceso y el control públicos sobre contenidos e
instalaciones de información.
Si bien la clase ciber-rentista es cada vez más poderosa, la
fuente de su poder es también la clave de su debilidad. Éste
es el costo extremadamente bajo de reproducir la información,
que es la base de la naturaleza social de estos bienes. Es
imposible impedir que la gente comparta información, más allá
de la voluntad de los productores y de los ciber-rentistas de
la información. Entre más compartamos libremente la
información, que ellos desean encerrar bajo la llave de los
DPI, más los monopolios de la información se debilitarán.
Es así cómo podemos parar el retorno de los nuevos rentistas.
Roberto Verzola es ingeniero filipino, miembro de los Verdes
Filipinos.
Autor del libro: "Towards a political economy of information",
Foundation for Nationalist Studies, Quezon City, 2004.
Traducción del inglés por ALAI.
(1) En inglés, el término utilizado es "cyberlords", con
alusión a "landlords": terratenientes o propietarios de bienes
inmuebles. Lo hemos traducido como "ciber-rentistas".
https://www.alainet.org/es/articulo/116096?language=en
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