Los propietarios del ciberespacio:

El retorno de los rentistas

27/06/2005
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Una economía de la información (previamente llamada economía post-industrial o del conocimiento, también llamada ciber- economía) es aquella donde el sector de la información ha llegado a ser dominante en relación a los sectores industrial y agropecuario. El sector de la información es aquel sector de la economía que produce, maneja o transfiere bienes de la información. En el corazón de este sector, se ubican las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que permiten generar, manipular, distribuir y usar la información. Los bienes de la información, siendo inmateriales, son muy diferentes de los bienes agrícolas o industriales, que son materiales. El costo principal de producir la información se registra en la etapa de investigación y desarrollo: cuando la primera muestra o la primera copia de ese producto de la información se crea. El original puede después ser almacenado y reproducido electrónicamente a muy bajo costo. Cuando se utiliza un formato digital, se puede reproducir copias perfectas del original, en forma ilimitada y a un costo mínimo. La tecnología digital, con su facultad exclusiva de copiar o transferir información sin que se degraden las copias, es la clave que convirtió el desarrollo del sector de la información en un verdadero sector de la economía. La clave para entender el sector de la información Este costo muy bajo de reproducir información es la médula que permite entender este sector y los conflictos fundamentales que encierra. Sin apreciar las implicaciones y las consecuencias del costo cercano a cero de la reproducción, no se puede entender por qué los bienes de la información son cualitativamente diferentes de otros bienes, y por qué el sector de la información es cualitativamente distinto a otros sectores. De un lado, por ejemplo, es fácil compartir libremente los bienes de la información. Del otro lado, los beneficios potenciales de la venta de bienes de la información son muy altos, porque los costos marginales de la producción (el costo de fabricar la siguiente unidad del producto) son muy bajos. Allí reside el germen de los conflictos de fondo dentro del sector de la información. Compartimos información todo el tiempo, lo cual refleja la naturaleza social de la información. Más fácil resulta su reproducción, más tendemos a compartirla. ¿Pero, si la información se comparte libremente, quién pagaría un precio elevado para comprarla? Si uno puede conseguirla gratuitamente, ¿para qué pagar por ella? Siendo que el hecho de compartir libremente los bienes de la información socava sus precios potencialmente elevados, los productores comerciales de la información quieren prohibir el libre intercambio de la información. Con ello, pueden crear una escasez artificial, que les permite mantener los precios - y los márgenes de ganancias- altos. Ése es el concepto fundamental detrás de los Derechos de Propiedad Intelectual (DPI), tales como los derechos de autor y las patentes. Los DPI prohíben al público compartir información libremente; le otorgan al productor de la información el derecho exclusivo de utilizar, hacer copias o vender el producto. Los DPI son, en efecto, monopolios de la información. Hoy, constituyen la forma principal de propiedad de la información. Las economías de la información de hoy son economías monopólicas de la información. Los monopolios de la información hacen posibles los altos márgenes de ganancia en el sector de la información. En un sistema capitalista, las inversiones tienden a desplazarse allí donde los márgenes de beneficio son más altos. Los altos márgenes en el sector de la información alientan el desplazamiento de inversiones desde los sectores industrial y agropecuario hacia el sector de la información. La transformación de la economía estadounidense de una economía industrial a una de la información, es simplemente el resultado de este movimiento natural de inversiones a las áreas que prometen los índices de rentabilidad más altos. Ciber-rentistas Los propietarios más importantes en el sector de la información son rentistas. Controlan o poseen un recurso o una infraestructura de la información, y perciben un ingreso regular cobrando un alquiler por su uso. Hay dos tipos de rentistas del ciberespacio: * los dueños del software, que controlan los programas, los datos o el contenido; y * los dueños del hardware, que controlan la infraestructura, los servidores, las instalaciones o los equipos para distribuir, utilizar o consumir los bienes de la información. Los alquileres toman la forma de valores percibidos por patentes y derechos de autor, cobro de licencias, tarifas de suscripción, entradas, cargas por uso, recargos de la tecnología etc. Estos rentistas del sector de la información son los propietarios o terratenientes del ciberespacio. Por lo tanto, les hemos dado en llamar los "ciber-rentistas".(1) A los ciber-rentistas que controlan el software, los podemos llamar los ciber-rentistas de la información. Éstos incluyen a los dueños de las compañías del software, de las empresas de bases de datos, de las compañías de música, vídeo y cine, los editores, las empresas de ingeniería genética, farmacéuticos y semillas y otras similares que ganan la mayor parte de sus ingresos de la renta de los DPI. A los ciber-rentistas que controlan el hardware, los podemos llamar los ciber-rentistas industriales. Ellos incluyen a los dueños de los canales y equipos de comunicación, de las estaciones de radio y televisión, de los proveedores de servicios Internet, de los teatros y las distribuidoras del sector, de los operadores de televisión por cable, de las fábricas de circuitos integrados y otras similares. A medida que tales instalaciones convergen hacia una sola infraestructura global de información, para datos, comunicaciones de voz, medios de difusión, entretenimiento, transacciones financieras, pagos, etc., los ciber-rentistas industriales van consolidando, fusionando y creando nuevos monopolios gigantescos que controlan grandes segmentos de estas instalaciones. La clase ciber-rentista también incluye a profesionales con remuneraciones elevadas, que son imprescindibles para la viabilidad y crecimiento económico de los ciber-rentistas. Éstos incluyen a gerentes y abogados de nivel superior, y otros, cuyo ingreso se compone principalmente de los pagos que perciben de los ciber-rentistas para los cuales trabajan. Los abogados, en particular, son absolutamente necesarios para asegurar la implementación de los derechos de autor y patentes, y otros DPI que detentan los ciber-rentistas de la información. La naturaleza social de la información se reafirma constantemente. Así, los productos de la información tienden a repartirse globalmente tan pronto son lanzados, al margen de la voluntad e intenciones de los productores. Los ciber- rentistas, por lo tanto, no tiene otra opción que globalizar sus operaciones también, y seguir la pista de hacia donde van sus productos informativos. Empujan sin parar el proceso de la globalización para asegurarse que cada país, cada esquina del globo, esté dentro del alcance de sus mecanismos para la extracción del alquiler. De esta forma, los ciber-rentistas constituyen una base social importante de la globalización. A medida que alcancen el dominio político en un país, una nueva clase dominante de rentistas emergerá, preludio de una era neo-feudal gobernada por ciber-rentistas. La OMC hace cumplir los DPI de los ciber-rentistas Para consolidar su alcance global, los ciber-rentistas necesitaron de una infraestructura legal global para extraer rentas. Ésta resultó ser la Organización Mundial del Comercio (OMC). Bajo la presión persistente de la OMC, se han concluido o se están impulsando varios acuerdos internacionales que protegen y avanzan los intereses de los ciber-rentistas. El acuerdo más importante, sin el cual los ciber-rentistas no podrían realizar sus altos márgenes de ganancia, era el acuerdo de los TRIPS, bajo el GATT, que obligó a todos los miembros de la OMC a adoptar estándares muy altos de protección de los DPI. El acuerdo TRIPS fue seguido por otros acuerdos en la OMC, esenciales para el crecimiento y la extensión del sector de la información, y que han estado o están en proceso de ser concluidos. Éstos incluyen: el acuerdo del comercio electrónico, el acuerdo de la tecnología de información y el acuerdo sobre telecomunicaciones. Estos acuerdos aseguran transacciones con aranceles bajos o nulos, una cancha de juego cada vez más desreglamentada, el levantamiento de restricciones al ingreso de empresas extranjeras y otras polí- ticas beneficiosas a los ciber-rentistas que funcionan globalmente. También incluyen acuerdos agrícolas, en tanto aseguran mercados para los productos agrícolas transgénicos (que se pueden considerar como productos de información de la variedad genética) de las economías de la información. Tres tipos de economías Con la emergencia de poderosas economías de la información, lideradas por EE.UU., podemos distinguir entre tres grandes categorías de economías en el mundo, dependiendo cual sector de la producción es dominante: las economías de la información, las economías industriales y las agropecuarias. Comparemos los precios de productos corrientes: una cosecha agrícola como el azúcar; un aparato de fabricación industrial, como una refrigeradora pequeña; y un producto de información como el software. Un programa de software de $100, en un CD, se puede copiar en pocos minutos, por menos de un dólar. Una refrigeradora de $100 se compone de mucho metal, plástico, vidrio y otros materiales, además de la energía suficiente para procesarlos y moldearlos en un aparato operacional. Para producir azúcar por un valor de $100, se necesita sembrar bastante caña de azúcar, cultivarla durante meses, cosecharla y después procesar varios centenares de kilos de azúcar. No obstante, en el mundo gobernado por la OMC, estos productos se tratan como de valor igual. De toda evidencia, los ingresos más altos beneficiarán a la economía de la información, y los más bajos (a menudo, negativos) corresponderán a la economía agrícola, mientras que la economía industrial se sitúa entre las dos. En el pasado, las economías industriales gozaban de un patrón favorable para comerciar con economías agropecuarias. Este patrón comercial colonial mantuvo a las antiguas colonias bajo el control económico de las primeras, no obstante la independencia política formal que éstas habían logrado. De manera similar, podemos suponer que las economías de la información gozarán de un patrón comercial favorable para su relación con las economías industriales y agrícolas. Los márgenes de ganancia más altos en el sector de la información permitirán que las economías de la información continúen extrayendo cantidades grandes de recursos de las economías agrícolas e industriales en desarrollo. Las economías agropecuarias se empeñan en industrializarse, con la esperanza de salirse del patrón comercial colonial establecido con sus socios comerciales industriales. Pero no necesariamente lograrán hacerlo. Para cuando alcancen el estatus industrial, los EE.UU. y Europa tendrán economías de la información en plena expansión, lo cual les colocará en una posición muy favorable para perpetuar esta relación comercial colonial. Históricamente, por lo tanto, la aparición de la economía global de la información se puede considerar como la tercera ola de un proceso continuo de la globalización. La primera ola implicó la conquista directa mediante el colonialismo. La segunda consiste en la extensión pos-colonial de economías industriales que producen bienes materiales. La tercera es la aparición de la economía global de la información. Los altos costos iniciales excluyen a los pobres ¿No podríamos saltar etapas del desarrollo y convertirnos de una vez en una economía de la información? ¿No será que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) democratizarán las ventajas, permitiendo a los países pobres alcanzar a las economías desarrolladas? Ni modo. De hecho, las TIC con seguridad exacerbarán la brecha existente entre los países ricos y pobres, y entre los sectores ricos y pobres en cada país. Consideremos la naturaleza de un producto de información, sea este software, hardware o una conexión de datos: el costo inicial (del desarrollo, de equipos, de la línea dedicada, etc.) son altos, pero los costos de funcionamiento o costos recurrentes son bajos. Siendo que los costos iniciales son altos, pocas empresas o individuos pueden permitírselos. Estos altos costos iniciales sirven como un filtro o barrera, que deja fuera a quienes disponen de poco o nada de capital. En cambio los ricos que pueden permitirse la alta inversión inicial gozan de los costos más bajos de operación (el costo de reproducir el software, de mantener los equipos en operación, arriendo de una línea dedicada, etc.). Ello los hace mucho más competitivos en relación a quienes son excluidos de las TIC debido a la alta inversión inicial. Los ricos, más competitivos, se enriquecerán más; los pobres, menos competitivos, se empobrecerán más. Sería posible superar los altos costos La introducción de las TIC, está claro, resulta costosa para la mayoría de los países en vías de desarrollo. Compiten por el tiempo, las habilidades y la atención de nuestra gente, alejando recursos de las actividades esenciales como la producción de alimentos, los servicios médicos, la educación básica, etc. No obstante, las posibilidades de las nuevas tecnologías también son tentadoras, y mucha gente cree sinceramente que estas tecnologías también ofrecen ventajas, que desplegadas adecuadamente, pueden facilitar soluciones en la provisión de necesidades básicas. ¿Cómo puede un país pobre solucionar el problema de proporcionar a su pueblo instalaciones que son terriblemente costosas, gasto que apenas se puede permitir? Aquí presentamos cinco estrategias que los países pueden intentar para reducir los costos de las TIC: * Poner énfasis en la tecnología apropiada, prescindiendo de los extras superfluos en línea, y concentrarse en las tecnologías baratas, fuera de línea, que pueden abrir la puerta a los servicios más esenciales; estas tecnologías incluyen enfoques basados en e-mail, como Googlemail y www4mail, o aquellos basados en texto o en el almacenaje (en vez de en la conectividad), como los proyectores de VCD / navegadores de CD-Rom; las tecnologías intermedias como las emisoras de baja energía. * Utilizar software libre y de código fuente abierto como Linux/GNU y Open Office, siempre que estén disponibles, porque aprovechan plenamente las ventajas de compartir los recursos intelectuales, no solamente de un país sino de toda la comunidad Internet; además, su enfoque está en armonía con la naturaleza de la información, dando a todos los usuarios la libertad de utilizar, compartir y modificar el software. * Aplicar las licencias obligatorias genuinas (GCL) cuando la única opción es el software comercial. El GCL es un mecanismo internacionalmente reconocido que permite a los países pobres acceder a tecnologías bajo sus propios términos. * Instalar cabinas de acceso público a Internet donde el ciudadano ordinario no tenga que pagar una carga mensual fija; y * Elaborar un sistema de propiedad público o comunitario de la infraestructura del hardware, para reducir al mínimo el impulso rentista por parte de los intereses privados, que conlleva a una mayor concentración de la riqueza. ¿Podemos superar la ideología incorporada en la tecnología? Si bien las estrategias precedentes pueden permitir que los países en vías de desarrollo desplieguen las TIC más con eficacia, puede que ello no baste. Fue el abogado de la tecnología apropiada, E.F. Schumacher, autor del libro aclamado "Small is Beautiful" (lo pequeño es hermoso), quien advirtió que las tecnologías conllevan a menudo ideologías incrustadas, que se encajan tan profundamente que no se puede recibir un trasplante tecnológico sin adquirir al mismo tiempo un trasplante ideológico: los sesgos, los valores y los modos de pensar vehiculados por la tecnología. Esto es tan cierto para el caso de la Internet, como fueron las tecnologías anteriores que citó Schumacher para la energía atómica y el avión Concorde. En Internet, necesitamos estar vigilantes frente a los siguientes sesgos incrustados en la tecnología. La superioridad de la lengua inglesa (y, por extensión, ¿de su cultura?). La lingua franca de las TIC es el inglés. Los lenguajes de programación, incluyendo los lenguajes de programación del hardware, están en inglés o se derivan del inglés. Esto obliga a los técnicos informáticos a considerar al inglés como un idioma que deben aprender, porque es una llave de acceso a la tecnología. Del conocimiento del idioma, viene la familiaridad y la identificación con la cultura detrás de ese idioma. Automatización. La perspectiva desde las TIC es sustituir a los hombres y las mujeres por las máquinas. El proceso puede crear nuevos empleos, pero estos nuevos empleos están también sujetos al mismo sesgo: a su vez, en el futuro, serán sustituidos por máquinas. Centralismo y jerarquía ocultos. Este centralismo, y la jerarquía de poder correspondiente, es facilitado por la creciente privatización y control corporativo de las instalaciones de Internet, así como por la toma de decisiones, y se los puede observar en los siguientes aspectos: * la consolidación del control sobre contenidos e infraestructura de información, con el correspondiente crecimiento de enormes poderes para quienes detentan este control; * la asignación de las direcciones de red del IP, esos números punteados que son necesarios para establecer una presencia permanente en el Internet, sin lo cual uno queda como un/a ciudadano/a de segunda clase en Internet; esta asignación ahora está en gran parte controlada por corporaciones. * el Sistema de Nombres de Dominio (DNS), que es de igual importancia que la dirección IP para establecer una personalidad en el ciberespacio; y * los estándares técnicos, que incluyen protocolos de comunicación, formatos de paquetes, formatos de correo y de documentos, del sonido y del vídeo, y todos los estándares que hacen posible interconectarse, y sin los cuales Internet no existiría. Estos elementos centralistas, sea dicho de paso, hacen de la Internet un lugar perfecto para las operaciones de escucha y control para las aplicaciones militares y de inteligencia. Sesgo globalista. En Internet, por el diseño mismo de la tecnología, los actores globales gozan de un subsidio oculto por parte de los actores locales. Es un caso perverso de subsidio a los ricos por parte de los pobres. Siempre que los proveedores de servicios Internet cobran una tarifa plana, sin importar el destino, quienes se comuniquen con contactos próximos pagan tanto como quienes se comunican con contactos distantes, a pesar de que los últimos utilizan más recursos de la red. Este es un subsidio oculto a la globalización, incorporada en el diseño de la propia tecnología. Crecimiento ilimitado. Un criterio importante en diseño de Internet es la "escalabilidad": o sea, que el diseño debe permitir la expansión ilimitada y se puede extender indefinidamente a escalas cada vez más grandes. Es cierto que la información, porque es inmaterial, puede aumentar prácticamente sin límite. El problema consiste en ampliar este pensamiento al mundo material. No se puede exigir rendición de cuentas. La facilidad de establecer contactos sociales transitorios en Internet y ocultar la identidad, no sólo desalienta el crecimiento de la responsabilidad social, sino que también fomenta patrones de comportamiento libres de rendir cuentas. Consecuentemente, Internet se ha convertido en el hábitat natural de los embusteros, propagadores de spam y otros elementos antisociales, cuyo comportamiento irresponsable y descarado es tolerado por los administradores de servidores del sistema. Es como si la ideología de la clase del ciber-rentista se hubiese incorporado en la tecnología en sí misma. Para convertirse en una tecnología verdaderamente apropiada, Internet necesita un reajuste basado en una perspectiva ideológica muy distinta. Entretanto, a menos que los usuarios/as de las TIC estén completamente enterados/as de estos sesgos ocultos incorporados, y los rechacen conscientemente, a medida que utilizan estas tecnologías, también adquirirán una dosis de la ideología detrás de ellas. ¿Podemos derrotar a los ciber-rentistas y su dominio neo- feudal? El feudalismo ha sido derrotado antes. Puede ser derrotado de nuevo. El dominio feudal de los terratenientes fue derrotado por la reforma agraria. Los ciber-rentistas pueden ser derrotados por una reforma similar de la propiedad, que podemos resumir así: parar la privatización de la información, de los recursos de la información, y de las instalaciones de la información; trabajar para los contenidos de información, herramientas, instalaciones e infraestructura en el dominio público; y desarrollar formas no-monopólicas de recompensar la actividad intelectual. Los Verdes filipinos, por su parte, han formulado las siguientes demandas en el sector de la información: 1. El derecho a saber. Es deber del gobierno informar a sus ciudadanos sobre las cuestiones que los afectan directamente a ellos, a sus familias o sus comunidades. Los ciudadanos tienen el derecho de tener acceso a esta información. El Estado no puede utilizar "la seguridad nacional", "la confidencialidad de las transacciones comerciales", o razones de "secretos comerciales" para acortar este derecho. 2. El derecho a la privacidad. El gobierno no escarbará en la vida privada de la ciudadanía. Los/as ciudadanos/as tienen el derecho de acceso a la información sobre sí mismos/as, que han sido recogidos por agencias estatales. El gobierno no debe centralizar estas distintas bases de datos, para construir una base central, ni adoptar una clave de acceso unificado a las diferentes bases de datos. Nadie será forzado/a contra su voluntad a revelar cualquier información que no desee hacer pública. 3. No se puede patentar las formas de vida. Sean o no modificadas por la intervención humana, los siguientes no puede ser patentados: formas de vida, materiales biológicos y microbiológicos y procesos biológicos y microbiológicos. 4. Los derechos morales de creadores intelectuales. Quien realmente creó una obra intelectual u originó una idea tiene el derecho de ser reconocido/a por el hecho. Nadie puede reclamar la autoría de obras o de ideas que no ha originado. Nadie puede ser obligado/a a publicar o modificar una obra o una idea si no está dispuesto/a a hacerlo. Éstos y otros derechos morales de los creadores intelectuales serán respetados y protegidos. 5. La libertad de compartir. La libertad de compartir e intercambiar información y conocimiento será reconocida y protegida. Esta libertad tomará precedencia sobre los monopolios de la información tales como los derechos de propiedad intelectual (DPI) que el Estado conceda a los creadores intelectuales. 6. Acceso universal. El gobierno facilitará el acceso universal de sus ciudadanos al acervo mundial del conocimiento. Permitirá a cada comunidad tener acceso a libros, cassettes, videos, cintas, software y programas de radio y televisión, etc. El gobierno instalará una amplia gama de facilidades para la capacitación y la educación, para permitir a miembros de la comunidad ampliar continuamente sus saberes y conocimiento. 7. Licencias obligatorias. La mejor manera de implementar el acceso universal a contenidos de información es mediante las licencias obligatorias. Bajo este mecanismo internacionalmente practicado, es el gobierno quien autoriza que otros puedan copiar el material patentado o protegido por derechos de autor, para la venta al público. Pero obliga a los concesionarios a pagar al detentor de la patente o de los derechos de autor un honorario fijado por el mismo gobierno. Este mecanismo es un paso de transición hacia los pagos no- monopólicos para la actividad intelectual. 8. Centros de acceso público. El acceso universal a la infraestructura de la información se implementa mejor mediante los centros de acceso público, que cobran tarifas subvencionadas. Éstos pueden incluir bibliotecas públicas bien aprovisionadas; cabinas de teléfono públicas; instalaciones comunitarias para escuchar o visionar videos de capacitación, documentales u obras clásicas; facilidades públicas para el telégrafo y el correo electrónico; programas educativos de radio y televisión; y centros de acceso público a las redes informáticas. Otro enfoque para construir herramientas de información del dominio público es apoyar los mecanismos no-monopólicos para recompensar la creatividad intelectual. Varios conceptos para el desarrollo y/o la distribución del software han emergido recientemente, que son menos monopólicos que los DPI. Éstos incluyen el shareware, el freeware, el "copyleft" y la licencia pública general del GNU (GPL). Esta última incorpora el concepto más desarrollado hasta ahora, y ha logrado tender un puente de transición del monopolio a la libertad en el sector de la información. 9. Las mejores lecciones de nuestra era. Si bien todo el conocimiento y la cultura se deben preservar y almacenar para la posteridad, necesitamos decantar las mejores lecciones de nuestra era, para enseñarlas -no venderlas- a las próximas generaciones. Este debe ser un proceso de selección consciente, socialmente dirigido, emprendido con la mayor sensibilidad y sabiduría. No es algo que se puede dejar a un sistema educativo orientado a la ganancia, a medios de difusión motivados por las cifras de circulación, ni a la publicidad que impulsa a consumir. La problemática clave en el sector de la información son los DPI. Los ciber-rentistas de la información se levantarán o caerán, dependiendo de cómo se resuelva este asunto. En el campo del software, la estrategia a corto plazo es la extensión de varias formas de licencias obligatorias de los productos comerciales de la información. Las estrategias a largo plazo incluyen la protección de la libertad de la ciudadanía de utilizar, compartir y modificar las herramientas y el contenido de la información, mediante licencias de software libre; resistir a las patentes de las formas de vida; introducir progresivamente las recompensas no-monopólicas para la actividad intelectual; y animar el compartir social de los bienes inmateriales. En el área de la infraestructura, debemos abogar por varias formas de control o propiedad de comunitario/público de las infraestructuras centrales y facilidades de información, a fin de reducir al mínimo la búsqueda de rentas privadas y corporativas. Tales estrategias están frontalmente opuestas a los principios de la OMC, altamente proteccionistas frente a los DPI y que favorecen el control corporativo sobre las instalaciones de la información. En tanto la infraestructura legal en la cual los ciber-rentistas confían para mantener sus altos márgenes de ganancia, la OMC seguirá siendo un escenario importante de lucha en el sector de la información. Los reveses de la OMC en Seattle y en Cancún abrieron ventanas de oportunidad para cuestionar los diversos acuerdos favorables a los ciber- rentistas, particularmente el TRIPS. Los países en vías de desarrollo deben posponer estos acuerdos, revisarlos y modificarlos, a fin de debilitar las provisiones favorables a los ciber-rentistas y para consolidar aquellas provisiones que aumenten el acceso y el control públicos sobre contenidos e instalaciones de información. Si bien la clase ciber-rentista es cada vez más poderosa, la fuente de su poder es también la clave de su debilidad. Éste es el costo extremadamente bajo de reproducir la información, que es la base de la naturaleza social de estos bienes. Es imposible impedir que la gente comparta información, más allá de la voluntad de los productores y de los ciber-rentistas de la información. Entre más compartamos libremente la información, que ellos desean encerrar bajo la llave de los DPI, más los monopolios de la información se debilitarán. Es así cómo podemos parar el retorno de los nuevos rentistas. Roberto Verzola es ingeniero filipino, miembro de los Verdes Filipinos. Autor del libro: "Towards a political economy of information", Foundation for Nationalist Studies, Quezon City, 2004. Traducción del inglés por ALAI. (1) En inglés, el término utilizado es "cyberlords", con alusión a "landlords": terratenientes o propietarios de bienes inmuebles. Lo hemos traducido como "ciber-rentistas".
https://www.alainet.org/es/articulo/116096
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