Las empresas privadas de seguridad:
¿Mercenarios o corsarios del Siglo XXI?
26/06/2006
- Opinión
Con unos 25 000 efectivos en Irak, las empresas privadas militares y de
seguridad constituyen la segunda fuerza de ocupación, inmediatamente detrás de
la de Estados Unidos y por delante del Ejército británico. Asimismo, las
empresas privadas de seguridad en Irak con unos 428 civiles muertos y unos
4 000 heridos, según las cifras del Departamento del Trabajo de EE.UU., tienen
el número más alto de bajas exceptuando las del Ejército de Estados Unidos que
ascienden a 18 000 soldados heridos y más de 2 500 muertos.
Según un informe de la Oficina de la Contraloría de Estados Unidos
(Government Accountability Office) desde 2003 se han otorgado contratos por un
valor superior a 766 millones de dólares a las empresas privadas de seguridad.
Las críticas señalan que a través de esos contratos se emplean mercenarios
sin escrúpulos que complican la acción de la reconstrucción de la Coalición
cobrando a veces sueldos superiores a varios miles de dólares diarios. También
se critica a las empresas privadas de fraude y de enfrentamientos con las
mismas fuerzas norteamericanas de ocupación.
Con la mundializacion de la economía, el uso de la fuerza se ha
convertido en un negocio más que hay que privatizar a toda costa. Se estima
que el valor de esa industria ha pasado de 33 mil millones de dólares en 1990
a unos 100 mil millones en 2006, calculándose que alcanzará en 2010 más de 200
mil millones. Durante la primera guerra del Golfo, a principios de 1990, uno
de cada 100 soldados era un empleado de una empresa privada de seguridad.
Pocos años después, durante las guerras en ex Yugoslavia la proporción había
pasado ya a uno de cada 50 y actualmente la proporción sería de uno de cada
10. Los conflictos en ex Yugoslavia, Angola, Colombia y Sierra Leona, por
poner sólo algunos ejemplos, han favorecido la multiplicación de esas
empresas. Pero ha sido a raíz de las guerras de Afganistán y de Irak y de la
inestabilidad de la posguerra en esos dos países lo que ha impulsado el mayor
auge de las empresas privadas militares y de seguridad. También es en esos
países en donde los limites de la zona gris en la que actúan tiende a
desdibujarse con más facilidad y el paso entre lo que se considera operaciones
de seguridad y violaciones de derechos humanos se confunden.
Los miles de empleados armados que operan en Irak constituyen uno de los
problemas más controvertidos en la reconstrucción del país ya que sus
actividades se enmarcan dentro de un contexto de falta de control y de
fiscalización de los comportamientos de los empleados de esas empresas. Muchos
de esos comportamientos son similares a los que ocurrieron en la cárcel de Abu
Ghraib. CACI y Titan, dos empresas privadas de seguridad norteamericanas se
han visto implicadas en violaciones de derechos humanos que ocurrieron en 2004
en dicha cárcel. El informe del General Antonio Taguba indica que dos de los
empleados de CACI estaban directa o indirectamente implicados en la
utilización de perros sobre los prisioneros, abusos sexuales forzados y otros
abusos cometidos a los prisioneros. Otro informe sugiere que uno de los 27
empleados de CACI que trabajaba para el Ejército norteamericano en Irak sabía
pertinentemente que las instrucciones que estaba dando a los soldados que
interrogaban a los prisioneros equivalían a una forma de tortura. Las fuentes
de CACI pretenden que su personal estaba en todo momento actuando bajo el
mando militar y ejecutaban las órdenes del personal militar. Según la versión
de la empresa Titan, sus empleados son traductores e interpretes del Ejército
norteamericano y no estarían implicados en las torturas que se infligían a los
prisioneros. Las investigaciones que se han llevado a cabo para establecer la
implicación de ambas empresas en los delitos cometidos no ha impedido al
gobierno norteamericano de renovarles los contratos: uno por un valor de 15
millones de dólares con CACI por el que se facilitan servicios de
interrogación con miras a obtener información en Irak y otro de 400 millones
de dólares con Titan para emplear a más traductores.
Cuando ocurrieron los incidentes de Abu Ghraib el Gobierno de EE.UU.,
como Potencia ocupante, tenía jurisdicción en Irak. El hecho que las
violaciones de derechos humanos fueran perpetradas presuntamente por empleados
de empresas privadas, como CACI y Titan contratadas por el Gobierno
norteamericano, no exime a éste Gobierno de sus obligaciones conformemente al
derecho internacional de derechos humanos y al derecho internacional
humanitario. Sin embargo, contrariamente a las observaciones hechas por el
Gobierno de Estados Unidos a Naciones Unidas en las que se afirma que “el
personal bajo contrato de los Estados Unidos se encuentra bajo la dirección de
la Coalición y está sujeto a la jurisdicción penal de los tribunales federales
estadounidenses” ningún empleado civil presuntamente implicado en las
violaciones ocurridas en Abu Ghraib ha sido objeto de investigación imparcial
por un tribunal federal ni legalmente sancionado.
En la reciente presentación del informe de 2006 de Amnistía
Internacional el director de AI Estados Unidos ha hecho hincapié en que la
confianza que ha depositado el Gobierno de Estados Unidos en las empresas
privadas de seguridad ha ayudado a crear zonas libres de toda regla que están
protegidas por la bandera y la fuerza militar norteamericanas convirtiendo a
Estados Unidos en el líder mundial que evita rendir cuentas en materia de
derechos humanos. El mismo director añadía que la privatización de los
negocios puede estimular la eficacia pero la privatización de la guerra no
hace sino facilitar la impunidad. Según él, el comportamiento ilegal de las
empresas privadas de seguridad y la renuencia por parte del Gobierno de EE.UU.
de llevarlas ante los tribunales están deshonrando su reputación en el mundo.
De los 20 casos conocidos por AI de civiles que presuntamente habrían cometido
actos criminales ha habido únicamente una condena en relación con la muerte de
un detenido en Afganistán. Según AI no ha habido ni un solo caso de un
empleado de una empresa privada de seguridad en Irak llevado ante los
tribunales.
El Comité Internacional de la Cruz Roja, en vista del crecimiento de las
empresas privadas de seguridad, ha decidido examinar las actividades de estos
actores no estatales y programado un enfoque más sistemático que se centra en
empresas que operan en situaciones de conflicto o que suministran capacitación
y asesoramiento a las fuerzas armadas regulares. Asimismo, el Comité mantiene
un dialogo con la autoridad que contrata a dichas empresas privadas y con el
Estado de origen.
El Consejo de Europa ha lanzado un grito de alarma al respecto. En 2005,
teniendo en cuenta el creciente problema causado por la propagación y el uso
de empresas privadas de seguridad que en muchos estados sobrepasa el número de
las fuerzas encargadas de hacer cumplir la ley, la Asamblea Parlamentaria del
Consejo adoptó una recomendación sobre el control democrático del sector de
seguridad en Estados Miembros. Dicha recomendación hace hincapié en que a
partir de lo que era una acción limitada, las empresas privadas de seguridad
están invadiendo ya áreas que tradicionalmente estaban reservadas a la
policía. Asimismo, llama la atención sobre el hecho que asegurar la seguridad
de la sociedad a través del imperio de la ley es una misión fundamental de las
autoridades. Si bien hay que reconocer que los servicios privados de seguridad
pueden aportar una contribución útil, la falta de control sobre estos
servicios, el alcance de sus actividades y el comportamiento poco profesional
de sus empleados pueden en todo momento poner en peligro el disfrute de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales. La recomendación del
Consejo también recalca que las regulaciones en los Estados Miembros al
respecto varían mucho y que incluso en algunos países son inexistentes.
Los medios de información televisivos se interesan cada vez más a las
actividades de las empresas privadas de seguridad en Irak y difunden
reportajes, como el de la Televisión de la Suisse Romande en marzo 2004, en
los que se puede apreciar a los empleados de dichas empresas participando
directamente en los combates. La cadena de televisión CNN, el 13 de junio de
2006, en una emisión sobre las actividades de dichas empresas privadas en Irak
reproducía un video filmando, desde la parte trasera de un vehículo en marcha,
una calle de Bagdad. Del interior del vehículo, el cañón de un rifle apunta y
dispara a aquellos coches que le siguen. Se pueden apreciar los impactos de
las balas en la calle así como en un Mercedes que sigue al vehículo y que se
estrella contra un taxi. Los pasajeros del taxi se precipitan fuera de él pero
nadie sale del Mercedes, sugiriendo que los pasajeros de ese coche alcanzados
probablemente por los disparos están heridos o han fallecido. Según CNN las
personas que se encontraban en el vehículo desde donde se disparaba formaban
parte de un convoy de una empresa privada militar que trabaja para Aegis. Es
harto conocido que los vehículos de esas empresas por temor a los coches
bombas disparan a diestro y siniestro según van avanzando por las calles de
Bagdad y otras ciudades iraquíes para advertir que los otros coches en el
tráfico deben darles la preferencia de paso y que los coches que circulan
detrás de ellos deben mantenerse alejados.
La empresa Aegis al parecer llevó a cabo una investigación sobre el
asunto pero mantiene en secreto las conclusiones de la misma. Una indagación
del Ejército de EE.UU. indicaría que no habría causa probable de que se
hubiera cometido algún crimen. La cadena de televisión trató sin éxito de
entrevistar en numerosas ocasiones a Tim Spicer, el fundador de dicha empresa
quien indicó a CNN que “no tenía la intención de responder pero que informaba
que se había extendido a Aegis el contrato por el tercer año consecutivo”. El
contrato a que se hace mención es de un valor de 293 millones de dólares, al
parecer el más importante que haya firmado el Pentágono con una empresa
privada de seguridad. Por otra parte Tim Spicer, ex coronel del Scots Guards
británico, es el mismo que sobrevivió a las alegaciones por varios escándalos
de trascendencia internacional. En 1997, contratado por el Gobierno de Papua
Nueva Guinea estuvo implicado en una operación para recapturar la isla de
Buganvilla en poder de separatistas isleños. Y en 1998, en Sierra Leona en un
escándalo de exportación ilícita de armas que por poco le cuesta el puesto al
entonces Secretario del Foreign Office británico.
Aegis es una de las muchas empresas privadas de seguridad que se presentan
como constructoras de paz y seguridad y que forman parte de un grupo de
presión en Washington, International Peace Operations Association (IPOA), que
trata de obtener respetabilidad y legitimidad en la esfera internacional.
La utilización de mercenarios ha sido una constante histórica hasta casi
finales del siglo XX en que dichas actividades fueron criminalizadas por la
comunidad internacional. Paralelamente a la utilización de mercenarios, los
gobiernos autorizaron a partir del siglo XIII otras dos formas de violencia no
estatal: la de los corsarios y la de las compañías mercantes como la de las
Indias Orientales o la de la Bahía Hudson. ¿En qué se diferencian las empresas
privadas de seguridad de los mercenarios? Al igual que los corsarios se
diferenciaban de los piratas porque los primeros estaban permitidos por los
gobiernos que los empleaban y los segundos no porque perseguían sus propios
intereses, las empresas privadas de seguridad por el mero hecho de estar
registradas con un gobierno y pagar una cuota anual cesan de estar
consideradas como mercenarios. Al contratar a estas empresas privadas de
seguridad los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, entre otros, evitan
los controles parlamentarios al mismo tiempo que las emplean en conflictos
armados en los que dichos gobiernos tienen intereses o quieren intervenir
desplegando esas fuerzas auxiliares como milicias. Las empresas privadas de
seguridad constituyen pues un elemento de su política exterior.
Algunas de las actividades de las empresas privadas militares y de
seguridad, junto con la doctrina del Presidente Bush de guerra preventiva,
constituyen un elemento debilitador más del sistema de seguridad colectiva
establecido en 1945 con la adopción de la Carta de las Naciones Unidas. Esta
Organización, en el ámbito de la Comisión de Derechos Humanos que este año,
después de la aprobación de la Asamblea General, se ha convertido en Consejo
de Derechos Humanos, un órgano con más prerrogativas, viene llamando la
atención de los Estados Miembros sobre las actividades de las empresas
privadas militares y de seguridad ya sea a través de los informes del Relator
Especial o del Grupo de Trabajo sobre Mercenarios. Informes que hasta ahora
han tenido poco impacto en los países occidentales, desde donde principalmente
actúan dichas empresas. Es de esperar que a no tardar los Estados tomen
conciencia y se planteen seriamente hasta dónde puede llegar la privatización
del uso de la fuerza.
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- José L. Gómez del Prado es miembro del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas
sobre Mercenarios
https://www.alainet.org/es/articulo/115724
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