Hong Kong: Razones de un impasse

13/12/2005
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Se realiza esta semana el encuentro internacional que debería culminar con la Ronda de Doha cuyo objetivo es el de encontrar caminos para el desarrollo de los países en desarrollo y pobres. Según los neoliberales - que controlan el gobierno estadounidense y gran parte de los gobiernos nacionales y de las organizaciones internacionales – el desarrollo solo será logrado a través de un libre mercado mundial. Este imaginado libre mercado internacional sería un mundo sin limitaciones directas o indirectas al comercio entre las naciones, a la libre circulación de mercancías, de servicios y de capitales. Sin mayor justificación, se excluye de este mundo la libre circulación de la mano de obra y de las ideas e innovaciones que quedan fuertemente protegidas por la plena defensa de la propiedad intelectual. Es evidente que este mundo no existe ni nunca existió. Los países que alcanzaron el llamado desarrollo económico y se convirtieron en potencias industriales nunca adoptaron estos principios de organización económica. En todos ellos se practicaron fuertes políticas proteccionistas, con la utilización de aranceles aduaneros, en defensa de sus mercados internos y sobretodo en sus colonias, reservadas únicamente a los productos de las metrópolis. Cuando los aranceles se revelaron insuficientes, la defensa del mercado nacional y de las industrias consideradas estratégicas asumió la forma de subsidios estatales a los sectores menos competitivos y a las exportaciones. En algunas situaciones, como en el caso de los autos japoneses, el azúcar, el acero, los textiles, etc., se recurrió pura y simplemente al establecimiento de cuotas de importación para los países vendedores. Esto sin hablar de los mecanismos directos de control de los mercados que disponen las empresas multinacionales, fuertemente apoyadas en general por sus Estados nacionales de origen y casi siempre por los Estados huéspedes que las abrigan. Pero el mundo del proteccionismo tiene aún razones más fuertes cuando se involucran cuestiones de orden geopolítico. Este es el caso de los alimentos y las materias primas estratégicas. Japón sabe muy bien qué representa la ausencia de fuentes de alimentos y de materias primas internas cuando se enfrenta una guerra. En la Segunda Guerra Mundial fue obligado a atacar a los Estados Unidos que les había cortado todo suplemento de petróleo. Y la amenaza de hambre los obligó a una fuerte ocupación de islas sin mayor valor estratégico ofensivo. Los europeos saben muy bien lo que representa un boicot comercial como la que Inglaterra realizó en contra de Napoleón. Europa conoce también el rol de la penuria alimentaria en dos guerras continentales. Al final, la lucha por las materias primas y las fuentes de alimentación estuvo en el origen mismo de estas guerras y de la expansión colonial. Estados Unidos trabó una guerra civil con dos millones de muertos para someter el sur liberal al proteccionismo impuesto por los yankees del norte. Siempre tuvo una política de uso estratégico de sus fuentes de energía, como el petróleo que mantiene inexplorado internamente para protegerse de una posible guerra. Sin hablar de su política impositiva sobre México y Venezuela para convertirlos en sus abastecedores cautivos. En este mundo concreto nunca hubo “libre” mercado. El mercado fue organizado por los Estados y por los monopolios, según criterios de dominación económica y geopolítica. Sin embargo, en el plano ideológico se ha mantenido siempre el ideal del libre comercio como fundamento mismo del modelo formal que sirve a la teoría liberal del mundo sobre la cual se construyó la ideología burguesa. Pero es evidente que las excepciones a la teoría han comandado las políticas concretas o de lo contrario no subsistirían las economías capitalistas modernas y mucho menos las contemporáneas. En las zonas periféricas mundiales los ideales del libre cambio se han impuesto, sin embargo, para justificar las políticas exportadoras que transformaron estas regiones en colonias o semicolonias relativamente exitosas. La expansión de la demanda europea y estadounidense se constituyó en una fuerza económica fundamental para la viabilidad económica de las oligarquías exportadoras latinoamericanas o las burguesías compradoras afro-asiáticas. Es muy interesante ver, sin embargo, cómo estos países que se especializaron en la exportación de productos agrícolas y materias primas, por la imposición del imperialismo y del colonialismo, dan la vuelta a la tortilla en la presente fase histórica del capitalismo mundial. Al disponer de fuertes Estados nacionales capaces de desarrollar una diplomacia propia las nuevas potencias económicas mundiales empiezan a cercar los centros económicos mundiales y a exigirles el respecto a su ideología liberal que tanto pregonaron. La ronda de Doha es un reflejo directo de esa vuelta de tortilla. En su proceso se unificaron los países en desarrollo en torno de India, China y Brasil para constituir el Grupo de los Veinte. Se trata de una estrategia de negociación muy interesante. Ellos condicionan cualquiera concesión en el plano del comercio de manufacturas y de servicio a la apertura del comercio agrícola que pasa por el abandono de las políticas proteccionistas, sobretodo de los créditos y subsidios, a la agricultura de estos países. Vimos, empero, las fuertes razones estructurales que condujeron a estas políticas en los países centrales. Además de ellas existen importantes razones políticas y culturales que recomiendan una política de “soberanía alimentaria” en estos países centrales. Quizás sería muy interesante que tomáramos sus razones para definir nuestras políticas alimentarias, energéticas y culturales. Todo indica que no vamos a cambiar radicalmente la política de estos países. Ni parece muy justo que esto ocurra. Al final no tenemos razones serias para exigir de los europeos y japoneses para que se expongan y se debiliten estratégicamente. Si se trata de un proceso de desconstrucción ideológica del neoliberalismo y de su mito de una economía internacional basada en el libre comercio, está muy bien. Que se pongan las negociaciones sobre el comercio mundial sobre bases sólidas de acuerdo con los intereses de las distintas economías y con una teoría económica seria como la que hemos desarrollado en la América Latina en los últimos 50 años. Pero es evidente que todo será un fracaso si realmente creemos en un abandono del proteccionismo como instrumento nuclear de las políticas económicas de los países centrales aún cuando las empresas multinacionales los impulsen hacia una mayor apertura comercial en la medida en que han globalizado la producción en búsqueda de mano de obra barata y suportes estatales en el resto del mundo para exportar hacia el mercado de los países centrales. Pero en este caso no se trata de libre comercio sino de redistribución del poder económico mundial. - Theotonio dos Santos es profesor titular de la UFF, director del REGGEN. Su último libro sobre Economía Mundial, Plaza y Janés, México trata esta problemática más ampliamente.
https://www.alainet.org/es/articulo/114384

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