Pronunciamiento sobre violación de Derechos Humanos en la Amazonía
16/02/2006
- Opinión
Por los derechos económicos, sociales, culturales y colectivos en la
Amazonia ecuatoriana
Desde hace aproximadamente tres décadas hemos sido testigos de la
destrucción de los ambientes y culturas amazónicas producto del
actual modelo de desarrollo basado en la extracción de recursos
naturales. La producción hidrocarburífera no sólo ha representado
para el país relativos avances en la construcción de infraestructura
también ha generado costos sociales y ambientales incalculables. La
explotación petrolera ha venido acompañada del incremento de la deuda
externa, de una fuerte inequidad en la distribución de la renta
petrolera, de la pérdida de biodiversidad y fuentes de agua dulce y
del aumento de la vulnerabilidad de los pueblos indígenas. Los
derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales y
culturales, continúan siendo incumplidos o desconocidos.
La vinculación entre petróleo y deterioro ambiental y social es
evidente en los cantones del norte amazónico. Las actividades
hidrocarburíferas que soporta dicha zona por más de 30 años han
provocado diversas enfermedades y, a la vez, son las responsables de
la contaminación y daño de la naturaleza, y del incremento de la
violencia e inseguridad ciudadana. A esto debe sumarse la desidia
estatal para administrar con visión de bien común los recursos
petroleros y para cumplir con sus obligaciones en derecho, marginando
de un efectivo desarrollo a la mayoría de la población. En su lugar,
las políticas estatales han favorecido a reducidos grupos de poder,
tolerando no sólo los perjuicios ambientales y sociales que provocan,
sino aceptando que, en el mejor de los casos, compartan apenas un 20
por ciento de los beneficios del negocio petrolero con el país.
Esta historia de saqueo, contaminación y violencia pretende
extenderse hacia la región Centro-Sur de la Amazonía. En su búsqueda
de ganancias en el negocio petrolero, empresas como CGC, Burlington y
otras, están tratando de intervenir en esta región de manera ilegal e
ilegítima, desconociendo mecanismos de consulta con las comunidades y
sus dirigencias y procedimientos transparentes de toma de decisiones.
Esta forma de actuación ha significado violentar derechos consagrados
en la Constitución Política de la República y en instrumentos
internacionales de derechos humanos como el Convenio 169 de la OIT
sobre Pueblos Indígenas y Tribales.
Las empresas petroleras han adoptado, además, una moderna forma de
subordinación política aplicada a los pueblos indígenas y las
comunidades con territorios ricos en petróleo bajo la denominación de
planes de desarrollo comunitario. En su nombre, las empresas
segmentan organizaciones, cooptan dirigentes, entregan bienes y
servicios, y se convierten en agentes dispuestos a intervenir
políticamente en comunidades a cambio de permisos locales para su
ingreso.
El Centro-Sur amazónico constituye una región de importante
diversidad ecológica y cultural, con más de seis pueblos indígenas
diferentes en un área aproximada de 70 mil km2. Las culturas
amazónicas son practicantes de modelos civilizatorios diferentes al
extractivismo industrial, viven de la caza, pesca, agricultura y el
comercio, articuladas a procesos regionales y nacionales, y mantienen
dinámicas propias de decisión política.
Hoy estas empresas pretenden minimizar las acciones de defensa
territorial de los pueblos indígenas legítimamente organizados y
representados, a través de acusaciones que buscan la penalización de
acciones de defensa de los derechos, la cultura, los territorios y la
vida. En esta campaña de desprestigio hacia quienes no comparten sus
intereses económicos, las empresas petroleras pretenden criminalizar
las acciones de defensa territorial que organizaciones ecuatorianas
como la Federación Interprovincial de Centros Shuar (FICSH) y la
Nacionalidad Achuar del Ecuador NAE llevan a cabo históricamente.
Del mismo modo, como parte de las estrategias de estas empresas, se
ha intentado de manera subrepticia tergiversar el trabajo de
organizaciones como el Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES)
y la Fundación Pachamama que tienen como misión institucional la
defensa de los derechos de las personas, los pueblos y el ambiente en
el país.
Las organizaciones y personas abajo firmantes ratificamos una vez
más nuestra solidaridad y respaldo a los dirigentes recientemente
nombrados de las organizaciones del pueblo Shuar y Achuar, a la vez
que reconocemos la valentía de sus integrantes en su permanente lucha
en defensa de los derechos. Rechazamos la campaña de desprestigio y
persecución emprendida por las empresas petroleras contra las
organizaciones y federaciones indígenas de la Amazonía como la
Federación Interprovincial de Centros Shuar (FICSH) y la Nacionalidad
Achuar del Ecuador (NAE), y las ONG nacionales comprometidas con la
defensa de la vida y los derechos.
Responsabilizamos a las empresas petroleras por las acciones de
ruptura de organizaciones, cooptación de líderes y violencia,
ocurridas recientemente en la Amazonía Centro-Sur y nos declaramos en
vigilancia ciudadana permanente ante nuevas arbitrariedades en
contra de los intereses mayoritarios del país. Seguiremos pendientes
para detener el despojo de nuestros recursos y sus regalías.
Quito, Ecuador, febrero 14 de 2006
Martha Moncada, Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES)
María Belén Páez, Fundación Pachamama
Pablo de la Vega, Centro de Documentación en Derechos Humanos
“Segundo Montes Mozo S.J.” (CSMM)
Alexis Ponce, Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH)
Ermel Chávez, Frente de Defensa de la Amazonía (FDA)
Alexandra Almeida, Acción Ecológica
https://www.alainet.org/es/articulo/114366