Coletazos de guerra sucia en Iraq:
Arriesga Chile represalias por acción de mercenarios
19/06/2005
- Opinión
Centenares de ex soldados y policías actúan en colaboración con invasores
yanquis
Aunque el gobierno del presidente Ricardo Lagos se opuso en Naciones
Unidas a la invasión estadounidense de Iraq, la acción de mercenarios
chilenos armados junto a las tropas ocupantes podría provocar represalias
en forma de atentados en el territorio del país austral, según
advertencias de analistas.
La presencia en Iraq de unos 600 ex militares y ex policías chilenos se
hizo evidente cuando luego de materializarse la ocupación, Washington
recurrió al método de privatizar la guerra al estilo de cualquier empresa
del libre mercado. El objetivo ha sido el de evitar bajas estadounidenses
con el traspaso a mercenarios de diversas tareas tales, como la búsqueda
de armas y la ubicación de minas explosivas.
La participación de chilenos en Iraq es la mayor y junto con colombianos
son los únicos contratados en la región latinoamericana. Muchos de ellos,
miembros del ejército y de la policía uniformada en los tiempos del
dictador Augusto Pinochet que permaneció hasta 1990, han sido enrolados
por la empresa del también chileno Manuel Zapata, “Zapata Engineering”,
instalada en la ciudad de Charlotte (Carolina del Norte, EE.UU.)
La firma del ingeniero Zapata funciona bajo el lema de “ingeniería de
apoyo a los combatientes de guerra” y se ha especializado en la búsqueda
y destrucción de armamentos de la resistencia. Es un ente con carácter de
subcontratista del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos”
de modo que es clara su connivencia con la fuerza invasora.
En plan tragicómico de “benefactor”, el l6 de junio este mismo Zapata
declaraba al diario “El Mercurio” (Santiago de Chile): “Estamos muy
orgullosos de la labor realizada, porque hemos contribuido a la paz en
Iraq. Cada bomba que destruimos fue una bomba que no cayó en manos
insurgentes". Lo que no dijo, empero, es que otras bombas podrían
explosionar en territorio chileno.
En una enredada madeja de contratistas y subcontratistas surgen los
nombres de disímiles empresas enfiladas a emplear a los mercenarios,
aunque todos dependen financiera e instructivamente del aparato castrense
norteamericano. En esa selva provista de infinitas cantidades de dólares
que paga el pueblo estadounidense, figura José Miguel Pizarro, oficial
del ejército chileno hasta 1995 y quien oficia como operador del antes
mencionado Zapata.
Pizarro es el principal enganchador de mercenarios para Iraq y una vez
intentó entregar entrenamiento militar a sus “soldados” en Chile, pero se
lo impidió la Dirección General de Movilización Nacional, organismo
estatal que junto con los cuerpos castrenses son los únicos autorizados
para tales fines. Este sujeto es el mismo a quien la cadena televisiva
CNN ha presentado en sus noticiarios como “experto en guerras” aunque en
la vida real no es más que un comerciante de las armas.
Pizarro ha protagonizado asimismo un episodio singular cuando fue acusado
por mercenarios chilenos que regresaron a Chile del no cumplimiento en el
pago de salarios, además de recibir malos tratos en Iraq. Para proteger a
esos quejosos, los diputados chilenos Alejandro Navarro y Antonio Leal,
ambos de la coalición gobernante, han presentado ante los tribunales una
querella por “asociación ilícita”, sin percatarse entonces del peligro
mayor que representa el contingente mercenario.
La miope visión de los parlamentarios que sólo reconocen en el tema un
asunto laboral, se extiende a los entes estatales, a los medios de
comunicación predominantes y a los círculos políticos, a todos los cuales
no parece importarles el carácter criminal que es inherente a esa guerra
privada. Para ejemplo, la constancia de que los contratados,
supuestamente civiles, han participado incluso en las torturas de Abu
Ghraib.
¿Cómo explicarse esta actitud contemplativa ante la manifiesta violación
de los derechos humanos que se practica cotidianamente por los ejércitos
privados? Chile no es un desconocido para Iraq pues en la guerra contra
Irán (1980-1988) y cuando regía la dictadura militar compró abundante
armamentos en fábricas privadas y estatales chilenas y de manera
especial, bombas de racimo. (Recuérdese que entonces el Iraq de Sadam
Hussein contó con el decidido respaldo de Washington).
Si la acción bélica estadounidense ha sido y es un escarnio moral, la
ilegalidad de la guerra privada es también notoria. Como escribió Eduardo
Febbro, la pasividad de las organizaciones multilaterales es escandalosa,
pues ninguna institución internacional se ha pronunciado de manera firme
contra el empleo de asesinos privados. (1)
En estos días y hasta el 22 de junio se realizan en Chile unos llamados
“Ejercicios militares antiterroristas Comando 2005” a los cuales
concurren delegaciones de l7 países de Latinoamérica. Mas, es dudoso que
se remitan al terrorismo real pues a cargo de la dirección de los
ejercicios se encuentra el Comando de Operaciones Especiales Sur de los
Estados Unidos.
(1) Eduardo Febbro, Los mercenarios sueltos en Iraq, Rebelión, 24/5/04
- Hernán Uribe es periodista chileno
https://www.alainet.org/es/articulo/112251?language=en
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