Tres tristes tigres, regresan a la Habana
23/02/2005
- Opinión
Desde la ventana del hotel en Madrid veo las copas de los árboles cubiertas de nieve y la ventisca persistente que duró toda la noche. Es un espectáculo hermoso para quienes llegamos desde América del Sur. Es temprano y enciendo la radio para escuchar las noticias y saber el estado del tiempo. La primera de las noticias, anuncia que se hundió un pesquero en el mar frente a Galicia. Hay un solo sobreviviente, el hijo del patrón del barco que vio como la mar se llevaba a su padre y nada pudo hacer para salvarlo. Nuevamente la tragedia ha golpeado duro a los pescadores.
La segunda noticia periodística es la muerte del escritor cubano exiliado en Londres. Dicen que murió de una septicemia en el hospital por culpa de las negligencias de los médicos de la Seguridad Social Británica
El titular del diario dice: "Guillermo murió intoxicado en el hospital Chelsea and Westminster ", y lo llevaron a otro hospital, el Charing Cross y allí decidió que no valía la pena seguir en hospitales y con enfermedades a cuesta y decidió partir. Su esposa Miriam Gómez reclama una investigación sobre su muerte pues dice que llegó por una cosa y murió por otra. La muerte te sorprende por donde menos se espera, jugando a las escondidas.
Los medios informativos publican semblanzas y recuerdos del Infante difunto, que vivió su exilio en esa otra isla , de la neblinosa Londres. Llegó hace 40 años arrastrando sueños, rencores y añoranzas y como un ariete trató de demoler otros sueños, no los suyos. El tiempo marca lo inexorable y todos saben, incluso el infante, que siempre hay que morirse para que te recuerden y olviden.
Algunos dicen que lo vieron escapar del hospital y eligió la puerta de la muerte para esconderse y regresar a La Habana. Estaba acompañado por sus inseparables Tres Tristes Tigres y el tiempo urdió complicidades ayudando en su partida y lo escondió con su cabello blanco y barba gris en la nieve y su tez morena semejante la dibujó en las ramas de los árboles; aseguran que los vientos lo acompañaron en la partida.
Otros afirman haberlo visto llegar al aeropuerto de La Habana y entrar en puntillas pasando los controles y temores de años de silencio y olvidos intencionados. Algunos lo reconocieron, a pesar de los años. Lo único igual y tal vez el mismo era su inseparable habano. Afirman y juran los pasajeros que vieron cuando la guardia miraba asombrada a los Tres Tristes Tigres y sonrieron a sus miradas y les sellaron la tristeza como pasaporte del regreso. Todo fue rápido y sencillo, sin una sola palabra del tiempo del desarraigo y la distancia, de una isla a la otra, y de la memoria desgarrada. Sólo el silencio tenía sentido en la palabra olvidada. En voz baja, casi como un susurro, los que aseguran haberlo visto, dicen que nadie publicó su partida de la isla británica y menos aún su regreso a La Habana.
Bueno..., no es nuevo el olvido intencionado, y quisieron borrar del recuerdo y condenar a la no existencia a aquel que partió con rencores. Y en esa larga ausencia, su palabra ensanchó horizontes del pensamiento en otras latitudes; provocó más gritos y denuncias cuestionando a quienes decidieron compartir los sueños revolucionarios y quedarse creando nuevos amaneceres. Mientras el Infante desde la distante isla del exilio, compartía con los Tres Tristes Tigres las tristezas por los olvidos intencionados.
Todo llega, lo bueno y de lo otro, la ilusión del tiempo se entrelaza hasta encontrar las raíces de los orígenes de la memoria.. Es volver a renacer sin distancias y respirar los olores y sudores, los aromas y el aire salobre del Caribe y de su gente, al ritmo del son y de esas mulatas siempre soñadas, sentir sus abrazos y esa cálida piel y alma morena, Admirar su cadencioso caminar y aún escuchar sus sonrisas francas y provocativas con sabor a miel y melocotón. Algunos pobladores aseguran haberlo visto sentado en el Malecón mirando el mar con sus anteojos redondos y ese habano inseparable, recordando pertenencias que creía olvidadas en esos largos años de exilio, vividos en otra isla, pero nunca olvidando a su Habana amada.
En la fría mañana madrileña leí la noticia y pensé que, ya libre de ataduras, emprendió el regreso Guillermo Cabrera Infante, sabiendo que volver es siempre renacer. Y pensé en muchas cosas, como en hablarle en primera persona. Hacedor de palabras que recrean el pensamiento y corren con vientos y tiempos disonantes con esa revolución que no es la tuya, simplemente porque no querías amarla y nadie puede amar por decreto
Muchos dicen a media voz que nunca abandonaste la isla y que hasta el día de hoy la recorres, y guías visitantes y amigos por la Habana y los introduces en sus secretos, en sus alegrías y tristezas, en mirar y descubrir lo que no saben ver. ¿Cómo puedes regresar Infante difunto; si nunca partiste?. Te fuiste lejos, pero nunca te alejaste.
Es cierto que las cosas cambiaron en los tiempos de ausencias. Aquellos que marcharon al exilio no reconocen las pisadas y caminos recorridos. La Cuba revolucionaria madura al calor del pueblo con dificultades y esperanzas. Que se equivoca, pues sí, hombre,...y mete la pata. No todo es camino llano, las dificultades no faltan.
La revolución que no se transforma y evoluciona, muere de inanición y de pobreza de pensamiento e ideales. La muerte es el desencuentro de la memoria y el olvido. Mira... ahí esta Fidel, quien sueña y lucha para que no le arrebaten sus sueños e ideales.
¿Dónde estuviste todo éste tiempo, de necesidades y luchas cotidianas de tu pueblo?- Sabes,... no hay revoluciones perfectas,... pero puedes mejorarla en la lucha con todos, sin claudicar en lo que amas. Te negaste a que tus "Tres Tristes Tigres" y "La Habana del infante difunto", se publiquen en tu isla originaria. Lástima que les hayas negado el derecho de compartir las miradas.
Algo es importante, Guillermo Cabrera Infante. Hacer memoria y reconocer que no han claudicado los ideales, que revolución vive a pesar de los ataques, el bloqueo y las necesidades. Los peligros arrecian y bien sabes que el imperio no descansa. El pueblo que dejaste en vigilia lucha defendiendo conquistas y esperanzas. Todo tiene matices de encuentros y desencuentros; la vida es siempre imprevisible
La intolerancia del pensar distinto separó voluntades, y el exilio se hizo desgarrando amores y lugares en los espacios de la conciencia. La disidencia es parte de la vida, y la libertad nace en la palabra, en su energía y fuerza liberada o muere la palabra. Lástima, Guillermo, por los sueños perdidos y la ruptura de un mismo corazón. Tal vez ahora puedas intentar unir los fragmentos dispersos y generar puentes sobre ríos empecinados y tormentosos.
¡Mira, ahí está la Revolución soportando ausencias de quienes nunca quiso que partieran.¿Has olvidado los sinsabores y sacrificios de tu pueblo?- ¿Olvidaste a todos aquellos que aún continúan luchando y pariendo la esperanza? Ahí estás con tus Tres Tristes Tigres, recorriendo nuevamente tu amada Habana que tiene la cadencia de esas muchachas que relampaguean los deseos conjugando el verbo amar.
Mira Guillermo, has renacido en la palabra, la luz del día va decayendo. La jornada fue intensa y llena de emociones que no pueden caber juntas en tu alma. El horizonte se va borrando de las miradas, el cielo y la mar se funden en una misma consonancia.
Las luces de La Habana comienzan a brillar y esa ciudad amada te espera para caminar por las playas y palmares, sentir a la gente; vivir en el tiempo eterno de reencuentros y memoria. Aún puedes saborear una cerveza y los mojitos. ¿Recuerdas tus andanzas por lugares de encantamientos y hechizos que dan lumbre a las miradas y anima indecisiones.
Haz regresado a la isla y con eso basta: Continúa transitando sus calles y secretos, tejiendo complicidades de amores escondidos y encendiendo ese puro y el olor que Londres no pudo oscurecer en el olvido. Deja la nostalgia, guárdala en tus bolsillos para otros momentos y corre junto a tus Tres Tigres Tristes, a perderte y respirar amaneceres. Dicen los habaneros de muchas lunas, que tal vez descubras otros sueños que pueden no ser los tuyos y entre tambores, sones y salsa, saber que la revolución no perdió la alegría y la esperanza.
Sigue a tus Tres Tigres Tristes, que están sonriendo detrás de sus anteojos redondos al estilo de John Lennon, como los tuyos; corre que se van al son de Guantanamera,... guajiro, guantanamera,....guantanamera,.....guajiro.....Esa muchacha morena y sabrosa como un melocotón está sonriendo, no sé si a ti, o a tus Tres Tristes Tigres. Vaya uno a saber!, don Guillermo Cabrera Infante, el de La Habana para un infante difunto. Esto sí que es vida y la muerte una ilusión del no ser.
Adolfo Pérez Esquivel
Madrid, 23 de febrero del 2005
https://www.alainet.org/es/articulo/111593?language=es
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