Frenar el tsunami de la deuda!
10/01/2005
- Opinión
Los estragos causados por el sismo del 26 de diciembre en Asia son
gigantescos. Las víctimas son decenas de miles de personas y la
cifra no deja de aumentar. Pueblos enteros están devastados,
centenares de miles de personas han perdido a sus seres más
cercanos y están sin abrigo. Los riesgos sanitarios son
considerables.
La ayuda internacional intenta ponerse en marcha. Los Estados
Unidos y la Unión Europea han prometido cada uno de ellos una
ayuda comprendida entre 35 y 40 millones de dólares, numerosos
países se movilizan. La Organización de las Naciones Unidas (ONU),
pide un plan excepcional de varios miles de millones de dólares.
Una primera estimación indica que el monto de los estragos podría
superar los 10.000 millones de dólares. Esto es lo visible y lo
que ofrecen los medios de comunicación.
Junto a esto, la deuda continúa haciendo su trabajo. De forma
menos espectacular, menos centrada, pero igualmente devastadora.
La comunidad internacional busca cómo ayudar de la mejor manera
posible a los países afectados y mientras tanto, los países ricos,
el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), los
bancos privados y los mercados financieros esperan sus reembolsos
provenientes de Indonesia, India, Sri Lanka, Tailandia, Malasia y
de todos los demás países afectados como las Maldivas, Birmania o
África del Este.
Según las últimas cifras publicadas por el Banco Mundial, la deuda
externa pública de los cinco países más afectados se eleva a más
de 300. 000 millones de dólares. Los reembolsos que implica son
gigantescos: más de 32.000 millones de dólares al año, que se
dirigen en un 36% hacia las instituciones multilaterales como el
Banco Mundial, el 25% hacia los países ricos y el 39% hacia los
acreedores privados. En ese sentido, se habla de miles de
millones. ¿Cómo comprender que todos esos acreedores puedan
continuar exigiendo reembolsos por parte de países tan gravemente
afectados? Son necesarias sumas colosales para socorrer a las
poblaciones que han sobrevivido al seísmo y la anulación total de
su deuda externa puede proporcionarlas. Los grandes ricos del
planeta (G8, FMI, BM, Club de París, etc.) deben dejar de hacer
maniobras geopolíticas particularmente fuera de lugar para actuar
de verdad.
Pues otros tsunamis más terribles golpean el planeta, y la opinión
pública debe tomar conciencia de ello. Según el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “la muerte de más de
30.000 niños cada día, por razones que habrían podido ser
evitadas en su mayor parte, pasa desapercibida. ¿Por qué? Porque
esos niños son las víctimas invisibles de la pobreza”. En el
mundo, 2.800 millones de personas, es decir un ser humano de cada
dos, sobrevive con menos de dos dólares por día, y 850 millones
de personas sufren hambre. Según el PNUD, “a escala planetaria,
faltan unos 80.000 millones de dólares por año para asegurar a
todos los servicios básicos”, a saber, el acceso al agua potable,
una alimentación decente, la educación primaria y los cuidados de
salud esenciales.
Ahí también, la deuda hace su trabajo, las poblaciones son
desangradas para que su país reembolse a los ricos acreedores del
Norte, con la complicidad de los poseedores de capitales del
Tercer Mundo. Cada año, los poderes públicos de todos los países
en desarrollo reembolsan más de 230.000 millones de dólares a
título de la deuda: es una verdadera hemorragia. La ayuda al
desarrollo del Norte, cifrada en 68.000 mil millones de dólares
en 2003, es a la vez muy insuficiente y mal repartida, tanto más
en la medida que beneficia a menudo bastante más a grandes
sociedades transnacionales que a las poblaciones más vulnerables.
Ya es hora de exigir de las grandes potencias una verdadera
anulación de la deuda externa de los países devastados, y más en
general de todos los países en desarrollo, que, cada uno a su
manera, sufren un cataclismo social y humano. Reembolsan sumas
colosales y no son capaces de garantizar el mínimo vital a sus
pueblos. No se trata de caridad: se trata de justicia. La
anulación total de la deuda externa pública es ya una exigencia
moral mínima.
* Damien Millet es presidente del Comité por la Anulación de la
Deuda del Tercer Mundo (CADTM), (www.cadtm.org), coautor con Eric
Toussaint del libro “50 preguntas, 50 respuestas sobre la deuda,
el FMI y el BM”. E-Mail: damien.millet@cadtm.org
.
Traducción del francés: Alberto Nadal (http://www.vientosur.info)
https://www.alainet.org/es/articulo/111160
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