Sin exclusiones a las mujeres <br>¡Reforma Agraria ya¡

06/12/2004
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Esta Conferencia, sin duda que es de una gran importancia y de mucha significación, porque reabre el debate internacional sobre reforma Agraria 25 anos después, desde que la FAO organizara en Roma la 1° Conferencia Mundial sobre Reforma Agraria en el ano de 1979. Me parece importante el recordar que por primera vez allí se llevó a cabo un debate especial sobre la situación que vivían las mujeres rurales en el mundo y hubo a pesar de la poca importancia que se le asignaba al tema, una valorización y reconocimiento de rol jugado por las mujeres en la agricultura. Pero a la vez se hizo una dura constatación de la situación de discriminación y postergación en que se encontraban las que fueran desde la historia, las descubridoras y cuidadoras de las semillas, transmisoras de los valores y culturas de las comunidades y por ende las primeras agricultoras, manteniéndose impedidas de acceder a la tierra, de administrar su herencia o marginadas de los procesos de Reforma Agraria o simplemente omitidas en su condición de agricultoras. Sin lugar a dudas, las recomendaciones que de allí emanaron a los gobiernos, para poner en práctica una serie de medidas que mejorar nuestra situación, aunque fueron simples pinceladas, para nosotras resultaron tremendamente importantes, porque abrieron el camino a la visibilización de nuestros aportes en la producción de alimentos principalmente para nuestras familias y las comunidades, y a la vez dejaron al descubierto una de las principales debilidades de los procesos de Reforma Agraria llevados a cabo históricamente: no consideraron el papel central y fundamental que cumplimos las mujeres indígenas y campesinas en la vida del campo y de las comunidades, excluyéndonos del acceso a la tierra. Por esto es importante no olvidar esto, seria impensable y no o tendría sentido ni seria posible hoy día repetir esta situación frente a como hoy concebimos los procesos de Reforma Agraria, es indispensable buscar en cada y todo momento un justo equilibrio en la participación de hombres y mujeres. Creo que es muy relevante para este foro el que un 43% de quienes participamos seamos mujeres, pero es inaceptable y no debe preocupar profundamente que nuestra voz aún sea limitada, que nuestra presencia no se refleje adecuadamente en la conformación de las mesas, en las conferencias y las comisiones. Esto significa que aun no hemos aprendido las lecciones de la historia y que la valoración del papel de las mujeres en la agricultura y las agro-culturas aún esta en el discurso y en las buenas intenciones, pero ausente en la prácticas cotidianas. A veinticinco años después de la conferencia de la FAO, logramos reabrir el debate, por supuesto que muchas aguas han pasado bajo los puentes, dura ha sido la acción del capital, pero la nuestra también y aunque ni las dictaduras, ni las políticas impuestas internacionalmente desde la OMC, el Banco Mundial, el FMI, ni todos estos años de represión ideológica, ni las muertes a través de guerras de baja o alta intensidad nos lograron callar, sin duda que hemos sido fuerte y violentamente impactados. En los últimos 25 años, la población campesina se ha reducido drásticamente y por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana esta siendo mayor que la población rural. La tierra se ha re-concentrado año a año en antiguas y nuevas manos; junto al latifundio ha ingresado el capital internacional. Las familias campesinas expulsadas de la tierra aumentan minuto a minuto; no me estoy refiriendo aquí solo a los procesos de migración, sino al cierre de las explotaciones familiares en los países industrializados, a la expulsión directa del campo ya sea por los proceso de contra-reforma agraria o por las guerras o por la instalación de las transnacionales en la agricultura y porque la producción de alimentos se ha convertido para la multinacionales en un negocio global. Todo esto ha hecho que vivir del campo sea muy difícil o prácticamente imposible. Una parte importante de los campesinos y campesinas del mundo hemos sido convertidos en mano de obra barata, desprotegida, migrante y explotada en extremo, especialmente las mujeres con graves problema en nuestra salud física y mental, disolviendo los lazos familiares y comunitarios. Sin duda que esta mano de obra barata es la que sustenta el modelo exportador. Igualmente de brutal ha sido la agresión a la tierra, los bosques y el agua, a la naturaleza en su conjunto. Los capitales transnacionales quieren hoy apoderarse del conjunto del planeta apropiándose de la biodiversidad, no para cuidarla, sino para expandir sus ganancias. Quieren que olvidemos que la biodiversidad es la obra conjunta y colectiva de las fuerzas creadoras del planeta y de los pueblos indígenas y campesinos del mundo entero. no debemos olvidar jamás que “Nosotros los seres humanos somos naturaleza” y como parte de ella podemos alimentarnos y a su vez alimentarla, medicarnos, vestirnos, disfrutar la belleza. Sin biodiversidad no podríamos existir, porque es y ha sido el sostén de la vida. Como pueblos de la tierra sabemos que si dejamos que todas estas fuerzas destructivas sigan avanzando, no tenemos futuro, no solamente nosotros, sino que la humanidad entera. En Vía Campesina somos defensores de los derechos que nos asisten para a acceder y trabajar la tierra, producir y difundir un sistema de agricultura que permita la preservación de los eco sistemas, la factibilidad económica y la justicia social. Defendemos el derecho a seguir siendo pueblos que mantengamos y sigamos desarrollando nuestras culturas, nuestros valores, nuestras visiones. Queremos educación, salud y alimentación al servicio de los pueblos, donde el principio de Soberanía Alimentaria sea parte central de las construcciones sociales que tenemos por delante todos nuestros estados y no solo los campesinos. Es necesario entonces que se nos entienda claramente, que, cuando hablamos de Reforma Agraria, no hablamos solamente de tierra, sino de todo esto, de nuestro derechos a vivir en dignidad y con satisfacción plena de nuestra necesidades. Sabemos hasta el cansancio que más de 800 millones de personas, especialmente niños y mujeres sufren hambre aguda en el mundo. Y también sabemos que no es por escasez de alimentos, sino por la pobreza y por el ansia de las transnacionales de profitar de la necesidad de alimentarnos. Cada año, los campesinos del mundo debemos botar toneladas de alimentos, porque no nos dejan acceder a los mercados. En base a reglamentos arbitrarios, a la propaganda y al dumping, nuestros propios mercados locales han ido desapareciendo. Sin lugar a dudas que nuestra producción estaría al alcance de todos, de manera sana y llena de sabor, pero nos obligan a aceptar los monstruosos hipermercados o los supermercados, como los Wall Mart y los Carrefur. Así nos aislan, han ido destruyendo las relaciones sociales que se entretejían en los mercados locales, la posibilidad de compartir e intercambiar saberes, la relación de confianza entre los consumidores y los hombres y mujeres de la agricultura familiar campesina. Por eso, también es importante tener claro, que cuando hablamos de Soberanía Alimentaria estamos hablando de estos derechos arrebatados, como los de decidir, el como alimentarnos, que y como producir, como compartimos e intercambiamos, saberes, alimentos y semillas, por el bien de todos. Y para decidir todo ello libremente, también necesitamos semillas en libertad. Sin semillas propias, libres y soberanas, no tendríamos alimentación propia y la soberanía alimentaria se convertiría en una frase vacía. Sin la capacidad para decidir soberana y solidariamente qué y cómo queremos comer y cómo queremos compartir el alimento, las semillas no tendrían posibilidad de ser. Semillas y soberanía alimentaria van necesariamente unidas. La tierra en nuestras manos no sería nada si no tenemos el agua, si perdemos nuestros conocimientos, si desaparecen nuestros territorios, si perdemos las semillas. Por eso que junto con la Campana Global por la Reforma Agraria, es que estamos llevando a cabo también la Campaña Mundial en Defensa y Recuperación de Nuestras Semillas, para que estas vuelvan a ser un patrimonio de los pueblos que estén al servicio de la humanidad. Sin soberanía y sin semillas no podríamos resistir, ni nosotros, ni los habitantes de las ciudades. Si abandonamos nuestras semillas, aun con tierra, agua y Reforma Agraria seguiríamos siendo el gran negocio de las transnacionales. Por eso el compromiso que tenemos, es hacer acopio de todo nuestro saber, recuperar nuestras semillas, multiplicarlas, cuidarlas, intercambiarlas y dejar que vuelvan a caminar, crecer y multiplicarse sin trabas ni agresiones. Esto nos pone en una oposición frontal contra la propiedad intelectual, las reglas de certificación, los organismos transgénicos y los agrotóxicos. Significa también recuperar y proteger nuestras formas de hacer y perfeccionar la agricultura, nuestras comidas, nuestros mercados, creando y compartiendo nuestros saberes, nuestra ciencia y nuestra tecnología. Y por todo ello fijaremos las reglas de cuidado, responsabilidad y cooperación que nuestra experiencia y nuestras culturas nos indiquen como más adecuadas, reivindicamos el derecho a no respetar fronteras inventadas y hacer circular las semillas entre pueblos para que pueblos y semillas puedan adoptarse y cuidarse mutuamente. En el camino que estamos haciendo hemos ido descubriendo con alegría los nuevos retos. Descubrimos, por ejemplo, que las semillas son un punto de encuentro, que nos permiten que nuestras diversas formas de celebración y espiritualidad se encuentren, nos permiten crear nuevos lazos entre nosotros como habitantes del campo, pero también con la gente de la ciudad. Igualmente, nos permiten conversar, recuperar nuestra oralidad y convertirla en herramienta de lucha, de educación política, de formación, recuperación de valores, de principios éticos y culturales, de fuente de esperanza y fortaleza en momentos que pareciera que la oscuridad nos rodea. Las semillas son un mensaje esperanzador que nos dicen que aun tenemos alma. Las conversaciones que ellas nos ayudan a iniciar nos permiten romper con el lenguaje tecnocrático y lejano que nos inunda, no permiten retomar y recuperar el lenguaje propio que es mucho más claro y rico, que nos permita desnudar el engaño del modelo y reconocernos en nuestras propias fuerzas. Por eso es que están aquí, presidiendo este Foro. Los hermanos indígenas de México han dicho que la tarea de sanar al maíz de la contaminación transgénica será un proceso largo, con muchos momentos de oscuridad y dolor. Pero ni en México ni en el resto del mundo caminaremos desnudos o a ciegas porque somos pueblos, porque somos la inmensa mayoría, somos solidarios, somos deliberantes, y tenemos la voluntad y porque estamos convencidas que: Las semillas son patrimonio de los pueblos, y nos aseguraremos que verdaderamente estén al servicio de la humanidad. Sin exclusiones a las mujeres Reforma agraria ya Valencia, 6 de diciembre de 2004 * Presentación de Francisca Rodríguez de Vía Campesina ante el Foro Mundial de Reforma Agraria
https://www.alainet.org/es/articulo/111016
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