Urgencia de la Reforma Agraria
05/12/2004
- Opinión
En las dos décadas que se siguieron a la Segunda Guerra Mundial, casi
todos los países subdesarrollados han realizado reformas en sus
estructuras agrarias. Sin ser la panacea para los graves problemas
sociales que aquejan la humanidad, esos programas presentaron, de
manera general, resultados satisfactorios - especialmente cuando se
considera lo que habría fatalmente ocurrido en su falta.
En algunos casos, como las reformas agrarias realizadas en Japón,
Taiwán, Corea del Sur, en los años finales de la década de los 40 del
siglo pasado, el éxito fue evidente. Muchos analistas atribuyen a
esos procesos, el “boom” económico que estos países han experimentado
en los años 70 y 80 del mismo siglo.
Estudios realizados por la FAO, en el contexto de las Conferencias
Mundiales para Evaluación de los Programas de Reforma Agraria y
Desarrollo Rural, han registrado los beneficios que esos programas han
representado para las poblaciones rurales, especialmente en los países
subdesarrollados del Tercer Mundo.
El “virage” neoliberal de los años 80 y 90 restó prioridad a la
reforma agraria. Al influjo creciente de ideas como - privatización;
reducción del rol del Estado en la economía; uso intensivo de insumos
químicos; primacía del mercado etc. - el énfasis en la transformación
de la estructura de tenencia de la tierra fue paulatinamente
substituido por costosos programas de modernización tecnológica y de
crédito agrario.
Esto ha representado una gran pérdida, porque las nuevas reglas del
mercado internacional, derivadas de la globalización de la economía
capitalista, han encontrado las poblaciones rurales del mundo
subdesarrollado completamente desprotegidas para hacer frente a las
nuevas formas que adquirió el negocio agrícola internamente y a la
competición internacional por los mercados de productos agrícolas.
Además, las políticas neoliberales han provocado una gran
concentración del ingreso y esto alcanzó también el ingreso generado
en la explotación de la tierra. Obviamente poblaciones que ya se
encontraban pauperizadas, han sido golpeadas más fuertemente que los
otros sectores de la población.
El gran aumento de la presión migratoria de los campesinos hacia las
ciudades y de las poblaciones de los países pobres del hemisferio sur
para los países ricos del hemisferio norte se debe, en gran medida, a
la pauperización provocada por ese tipo de modernización. Sistemas
agrícolas que apenas empezaban a se consolidar, en Asia, Africa y
América Latina, a raíz de los esfuerzos de desarrollo realizados por
los programas de reforma agraria en las décadas anteriores, fueron
nuevamente desintegrados por las nuevas formas que el negocio agrícola
vino a asumir. La perversa combinación de nuevas técnicas introducidas
por las transnacionales del agrobusiness con estructuras agrarias
defectuosas ha significado una fuerte reducción de la oferta de empleo
en el medio rural. Teniendo en cuenta que la economía urbana no generó
empleos suficientes siquiera para incorporar la población ya residente
en las ciudades, la situación de la población rural se hizo dramática.
De este modo, tenemos en el mondo actualmente centenares de millones
de personas sin medios de satisfacer sus necesidades más elementales.
Ellas son obligadas a emigrar.
Es una trágica ilusión pensar que ese gravísimo problema podrá ser
solucionado con la implantación, en los países subdesarrollados, del
modelo de agricultura de los países industriales adelantados, como los
Estados Unidos, en que poco más del 3% de la población se ocupa
directamente del cultivo de la tierra. La imposición de tales modelos
en Asia, África y América Latina, por una combinación de presiones de
las transnacionales del agrobusiness, de los organismos
internacionales y de las elites locales, significa únicamente
desalojo, miseria y violencia para la mayoría de la población rural.
Es urgente, por lo tanto, que la opinión pública mundial presione los
gobiernos a fin de revivificar el movimiento por la reforma agraria en
todo el globo. El Forum Mundial sobre la Reforma Agraria, que se
realizará en España, en la ciudad de Valencia, el mes de diciembre,
busca precisamente esa revivificación. Sobre la importancia de ese
evento, basta señalar que la necesidad de ese nuevo impulso a la
reforma agraria no responde solamente a imperativos de justicia y de
respecto por los derechos humanos, pero también a razones de seguridad
política y ambiental, de interés de todos los países, incluso los que
no presentan serios problemas de concentración de la tierra y pobreza
rural.
En cuanto a la seguridad política, es útil acordarse de que esta no es
la primera vez en la historia de la humanidad que poblaciones
miserables se desplazan hacia las regiones más desarrolladas para
escapar de la hambruna y de la miseria. Eric Hobsbawm, en su análisis
del siglo XX, señaló que la presión migratoria constituye uno de los
mayores focos de conflicto internacional en el inicio del siglo XXI.
Por su parte, los ambientalistas han demostrado empíricamente los
efectos destructivos de la sobre-explotación de suelos frágiles y poco
propicios a la agricultura, por campesinos miserables sin
posibilidades de lograr tierra de mejor calidad para poder sobrevivir.
Si todavía fuese posible eliminar los factores que hacen tan sombrías
las perspectivas del futuro en este inicio de siglo, la reforma
agraria se inscribe, indudablemente, como una de las alternativas más
promisorias para eliminar el peligroso incremento de la pobreza rural.
* Plinio Sampaio es Economista, co-redactor del programa de Reforma
Agraria del Gobierno del Presidente Lula. Ex-Diputado Federal,
Consultor de la FAO, Profesor Universitario y ex-Secretario Agrario
del Partido de los Trabajadores de Brasil.
El País 4-12-2004
https://www.alainet.org/es/articulo/111015?language=en
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