La tele oposición venezolana y tántalo
19/08/2004
- Opinión
El desastre de la tele oposición venezolana no es
casual ni huérfana. Tiene un grueso número de causas y
padres, aunque estos últimos brillen por su
irresponsabilidad para reconocer su hijo. El arribo al
gobierno del Presidente Chávez, y con él la revolución
bolivariana, se produce sobre las ruinas de un sistema
de partidos políticos absolutamente desprovisto de
valores filosóficos e ideológicos, junto a una frondosa
corrupción oportunista y pragmática, consecuencia
natural del vacío de esencias.
Desde la década de los ochenta y hasta finales del
siglo XX resultaba inútil esperar una respuesta de
cualquier militante socialdemócrata (AD & bros.) o
socialcristiano (COPEI & los mismos bros.) acerca de la
ideología de su partido o la razón de su militancia que
no fuesen tan profundas como estas: "En mi familia
todos somos.."; "Me gusta"; "adeco es adeco hasta que
se muere"; "yo soy así."; o cualquier otro rosario
inimaginable de contundencias parecidas. Por esa
cañería insondable se fue el sistema político que
gobernó a Venezuela durante cuarenta años.
Ante la emergencia arrasadora de un movimiento como el
bolivariano, armado de contundencia ideológica,
proyecto y mensaje, la vacante y el vacío fueron
presurosamente llenados por los sempiternos amos de
estos partidos: La oligarquía criolla. Lo hicieron a
través del instrumento que consideraron más apto y
solvente: Los medios de comunicación. Estos se dejaron
de tonterías, apartaron la mañosa estrategia de apoyar
políticos a cambio de espacios y cuotas de poder y
emprendieron el protagonismo directo. A por el poder,
sin anestesia y sin intermediarios.
Apoyados en una inocultable cuota de credibilidad, -ver
las encuestas de la época- que les permitía actuar
sobre una población que daba por hecho y verdad cuanto
saliera en una pantalla de televisión o un titular de
prensa, e inexistente cuanto allí no se reseñara se
dieron a la tarea de trabajar sobre un mundo
absolutamente virtual. Sociedad civil de pantalla,
economía de pantalla, encuestas de pantalla, problemas
sociales de pantalla, derechos humanos de pantalla,
política de pantalla, movilizaciones de pantalla, y a
todo esto: país, misiones sociales, aspiraciones,
logros, ilusiones, cultura, historia y pueblo sin
pantalla, es decir inexistente.
El resultado es evidente. Al modo de Tántalo, el rey de
Lidia, los políticos tradicionales dieron a comer a los
dioses, oligarcas y dueños de medios, la carne de su
hijo Pélope, su propia naturaleza como actores
políticos, y estos les han arrojado al Tártaro virtual
condenándoles a ser presa de hambre y sed
inextinguibles. Alentados por consignas publicitarias
como: "Ni un paso atrás"; "ahora o nunca";"la batalla
final";"llegó la hora"; "de hoy no pasa", y que se yo
cuantas otras estupideces elaboradas por publicistas,
propias más bien del mercadeo de polvo para lavar, han
devenido en partidos políticos huecos, cascarones
vacíos, sin líderes, sin proyectos, sin programas, sin
ideas, ciegos ante la realidad. Absolutamente incapaces
de llegar a nadie que no esté bajo el influjo
condicionante de estos medios. No pisan un barrio, no
tocan una persona, no hablan con nadie, no piensan en
nada, no hacen nada, sólo pescuecear por un espacio en
el Olimpo mediático. Entregados a los medios en cuerpo
y alma, son estos los que les marcan la agenda, la
tarea diaria el objetivo inmediato. Se cuidan mucho de
airar al amo, saben que la consecuencia es la
extinción, la desaparición del medio, su fin.
Bien, es hora de soltarse de la noria, deben dejar de
perseguir la zanahoria mediática, deben asumir
responsabilidades, deben elaborar plataformas
ideológicas, en fin, es hora de que salgan a la calle,
se mojen y pisen el suelo, no hacerlo dejará a este
país y la revolución bolivariana sin la necesaria
presencia de una oposición contralora, estimulante y
correctiva. Los políticos de oposición tienen que
desmarcarse de la oligarquía y sus medios. El barranco
hacía donde estos "dioses", enceguecidos por su propia
soberbia y arrogancia ilimitada los conduce terminará
por aplastarlos. Tanta brutalidad sólo puede
acarrearles la extinción, pero no sólo a los políticos
sino a sus actuales mentores, la oligarquía y sus
medios. Un rayo de luz debe llegar a las mentes de la
clase política, al menos a un sector de ella por su
bien y el de sus amos. Algunos entre ellos, acaso los
más inocentes, debe gritarle a la oligarquía y los
dueños de medios que están desnudos, que el traje no es
de oro invisible sino de excremento hediondo. Ya
empiezan a verse algunos signos. El editorial de
Teodoro Petkof en su diario Tal Cual el día 18 de
agosto es un poema. Las declaraciones de Albis Muñoz,
presidenta de la organización empresarial FEDECÁMARAS,
en la cual reconoce que: "la política que hemos seguido
nos ha apartado de importantes espacios empresariales",
es un buen signo. Ahora le toca a los políticos sin
vocación suicida, por más que en estos momentos no
abunden.
https://www.alainet.org/es/articulo/110394
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