Posibilidades y desafíos en el MERCOSUR y más allá
20/07/2004
- Opinión
Discutir la globalización es poner el acento en como insertarse
en la actual división internacional del trabajo y por cuáles
asociaciones deben optar los países, incluso para disputar el
contenido de una globalización alternativa a la que diseña
actualmente el poder económico transnacional.
De ese modo, Argentina y la región se debaten entre variadas
negociaciones comerciales y de estrechamiento de vínculos
económicos, políticos y culturales. Algunas de esas
negociaciones profundizan la inserción subordinada y en otros
casos habilitan una perspectiva diferenciada que potencian otras
posibilidades en las relaciones sociales a escala global.
Por un lado están sus negociaciones con el "primer mundo",
caracterizadas por las asimetrías de poder global entre EEUU y
sus socios en el ALCA, del mismo modo que la Unión Europea (UE)
con relación a Latinoamérica y El Caribe. En este marco debemos
incluir la subordinación de nuestros países a los organismos
dominados por los países centrales y que empujan y condicionan
la liberalización de la economía mundial, tal como la OMC, el
FMI o el Banco Mundial. Son las usinas ideológicas y políticas
comandadas desde el G7 para inducir políticas de ajuste
estructural derivadas de la administración de la crisis del
endeudamiento externo.
Desde otro andarivel se transita la sinuosa senda de la
integración regional y más allá. Primero en un MERCOSUR que ya
cuenta con cuatro países como socios plenos, los fundadores:
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; cuatro países en carácter
de asociados: Bolivia, Chile, Perú y Venezuela y un país en
calidad de observador: México. ¿Este último representará la pata
del norte en el sur, o expresará una vocación por restablecer
una estrategia compartida al sur del Río Bravo?
También debe registrarse regionalmente la potencia del vínculo
bilateral que empieza a construirse entre Argentina y Venezuela,
evidente en la cooperación venezolana vía exportación de fuel
oil para atender las necesidades derivadas de la crisis
energética local y más aún con la posibilidad de reactivación de
la industria de los astilleros en la reparación y producción de
barcos para Venezuela. Es un proceso con capacidad de incidir en
el crecimiento de la economía, las exportaciones y el empleo,
con clara orientación diferenciada en las relaciones
internacionales con acento en el mutuo beneficio entre países.
El reciente viaje presidencial a China y las perspectivas
abiertas deben inscribirse en este otro andarivel de la
inserción internacional del país.
Diferente liberalización entre Brasil y Argentina
Pero también y desde una mirada regional puede verificarse el
decidido accionar de la diplomacia internacional de Brasil,
articulando bloques de negociación en las rondas globales de la
OMC, donde a instancia de Itamaraty se formó el Grupo de los 20,
que a veces se achica y en otras ocasiones tracciona nuevos
adherentes. Es desde la iniciativa brasileña que se empezó a
hablar de la estrategia BRIC, por Brasil, Rusia, India y China,
con la pretensión de articular poder diferenciado de los centros
imperialistas que dominan el orden mundial actual.
Es necesario reconocer que si el MERCOSUR negocia con EEUU y la
UE en torno a la protección o apertura, se debe a la
subsistencia de áreas protegidas en Brasil y que Argentina
liberalizó en los 90´. Desde el primer mundo reclaman entre
otras, la apertura de inversiones y servicios financieros y de
comunicaciones, todas áreas que la Argentina otorgó
graciosamente al capital transnacional. Por ello, el mercado a
ganar es Brasil, al mismo tiempo que los protocolos a firmar en
el 2005 sellarán la regresiva apertura de la economía argentina.
No quiere decir ello, que lo que Brasil hace esté bien, solo nos
anima llamar de atención sobre cuales son los condicionantes de
la política en cada país y en la región.
En Argentina se parte de una colosal liberalización que incluyó
la privatización de las empresas estatales, al punto que el
Estado, para disputar la renta petrolera tiene que acudir a la
política fiscal (retenciones), aún asumiendo que ello es una
situación distorsiva y por lo tanto transitoria, tal como
reconocen las autoridades del país al suscribir el acuerdo con
el FMI en setiembre de 2003. Mientras que Brasil, producto de su
particular desarrollo político y económico sostiene aún
políticas de relativa autonomía a las que demanda el poder
global de las transnacionales.
Un interrogante válido es cuál punto de partida prevalecerá para
fortalecer la convergencia de políticas económicas en la zona
que define el MERCOSUR. ¿La región avanza a consolidar la
situación de menor apertura brasileña, o hacia la liberalización
que registra la Argentina?
Iniciativa política popular
La respuesta no es patrimonio exclusivo de las políticas de los
gobiernos. Es clave la iniciativa de la sociedad, especialmente
de los movimientos populares que se han hecho visibles en la
denuncia del orden global existente y al instalar la consigna
"otro mundo es posible", extensible a la posibilidad de "otra
América" u "otra integración".
Se trata de un movimiento que articula movimientos para la
construcción de otra realidad global y local, con barreras
difusas sobre el origen y destino de sus reivindicaciones y
acciones. La pueblada de diciembre de 2001, por ejemplo, fue
motivada por causas y conflictos internos y sin embargo, a nivel
mundial no se dudó en calificarla de lucha contra el
neoliberalismo, como concepción hegemónica de construcción de
las relaciones sociales en este tiempo histórico de la
humanidad. En otro sentido, la consulta popular contra el ALCA
desarrollada en Brasil durante setiembre del 2002 y que cosechó
11 millones de voluntades, si bien levantaba una reivindicación
global, incidió claramente en la campaña electoral local que
llevó a la presidencia de ese país a Lula. Fue un fenómeno
político social aún cuando la conducción del PT no fuera parte
impulsora de la iniciativa.
No es un tema menor el señalamiento, pues no solo se juega el
tipo de inserción mundial de la región, sino también una
reestructuración de beneficiarios del MERCOSUR, tanto en su
diseño integrador, como hacia el interior de los países.
Es que en los 10 años que median entre 1993 y 2002 se destacan
la consolidación de un poder de monopolios en cada país y en
materia de las exportaciones hacia dentro del bloque, se
destacan tres sectores monopólicos en ambos socios mayores del
MERCOSUR. Se trata del sector petrolero, automotriz y agro.
Los números desde la Argentina señalan que en ese periodo, las
exportaciones hacia Brasil se concentraron entre un 40 y un 50%
para dichos sectores de la economía, que como sabemos, están
dominados por capitales externos y locales altamente
concentrados. Además de incidir escasamente en la resolución del
problema del empleo.
Curiosamente, las desavenencias entre Brasil y Argentina se
generan por conflictos de mercado entre empresas que a un lado y
otro asumen un papel monopólico. Es que el comercio
internacional está dominado por las corporaciones
transnacionales a las que se asocia el poder económico de origen
local. Es la misma alianza estratégica la que ejerce posición
dominante en los mercados internos de nuestros países, con lo
que las propias medidas proteccionistas que se aplican,
estructurales para la industria del automotor, o transitorias
como las restricciones discutidas sobre electrodomésticos,
también favorecen a los capitales más concentrados. Protección o
apertura con beneficio sesgado hacia el poder local o global.
La integración no puede interpretarse desde el interés económico
de las clases dominantes, sino desde las aspiraciones sociales
más extendidas e incluso más allá de la economía.
Buenos Aires, julio de 2004.
* Julio C. Gambina es director de Idelcoop. Sub Gerente General del IMFC
https://www.alainet.org/es/articulo/110265
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