El romanismo
- Opinión
“No es posible alcanzar fines nobles utilizando medios ruines”
Gandhi
El romanismo
La historia se repite, como tragedia o como comedia. Al parecer le correspondió esta vez el turno a la comedia. En las primeras dos décadas del siglo XX, irrumpió a la escena política nacional un personaje oriundo de Marinilla, Antioquia, conservador visceral, caracterizado exponente del clientelismo y merced a su astucia y sagacidad llegó a convertirse a la postre en ícono del manzanillismo. Se trata de Román Gómez Gómez, burocraficante incorregible, quien por medio de los favores, las palancas y sus influencias construyó su fortín político, de quien decía Laureano Gómez “Aquí todo lo hace o lo deshace, lo planea y lo fabrica el señor Román Gómez, a quien hay que darle lo que solicite, lo que pida”. Para alcanzar sus protervos fines, no dudó en apartarse de las directrices de su partido, como cuando contribuyó a que el Presidente Enrique Olaya Herrera obtuviera las mayorías en el Congreso de la República, lo cual le valió que Laureano Gómez, en una de sus diatribas exclamara de él, despectivamente, “Oh Crispín de la farsa!”. Desde entonces, el transfuguismo y el clientelismo en la política colombiana se identifica con el romanismo, expresión esta que cuenta cada día con más adeptos, ya no sólo en el seno del conservatismo, sino de las demás colectividades. Como en Pedro Navaja, la célebre canción de Rubén Blades, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida: las tan abominadas como inveteradas prácticas de la politiquería, las revivió este gobierno.
El señuelo de la lucha contra la politiquería
De tiempo en tiempo, alguien enarbola la bandera de la lucha en contra del clientelismo; Luis Carlos Galán descolló entre quienes han luchado a brazo partido contra los vicios que han degradado el ejercicio de la política. El Manifiesto democrático de los 100 puntos, que sirvió de gonfalón al Presidente Uribe en su campaña, se destaca la lucha en contra de la politiquería (punto 3) y de la corrupción (punto 4). Estos dos puntos se convirtieron en la punta de lanza de su triunfadora agenda electoral, con tan estupendos resultados que ellos, junto con el de la seguridad democrática (punto 5), se constituyeron en el trípode en el que descansa su estrategia política, que lo catapultó a los niveles de popularidad que aún conserva, pese a las contingencias. Quiso el Presidente Uribe avanzar en tal propósito, a través del fallido Referendo “contra la politiquería y la corrupción”; pero, su popularidad que rebasaba el 70%, según las encuestas, no le bastó para alcanzar el umbral requerido de sólo el 25% del censo electoral y tuvo que morder el polvo de su derrota, así fuera a regañadientes.
Desde entonces, el gobierno ha dado tumbos, intentando revivir por distintos medios el frustrado referendo. En un abrir y cerrar de ojos, el gobierno cambió la carnada del anzuelo, la lucha en contra de la politiquería y de la corrupción fue reemplazada por la reelección presidencial. Ello conllevó a un cambio de agenda, como ya tuvimos oportunidad de analizarlo[1], ha trastornado la marcha de la administración y ha suscitado una polarización creciente de las fuerzas políticas y sociales del país. Todos los demás asuntos, por importantes e inaplazables que ellos sean, han pasado a un segundo plano. Hubo dos intentos en balde, uno en la Cámara de Representantes y el otro en el Senado, tratando de pasar por el Congreso de la República el proyecto de acto legislativo restableciendo la reelección presidencial, esta vez con carácter inmediato. Pero, se insistió una vez más por parte de los amigos del gobierno, alentados por este obviamente, en sacar avante esta iniciativa, orquestada a través del efecto mediático de las encuestas, que muestran el abrumador respaldo a la misma, que se confunde con la popularidad del Presidente de la República, así se diga, de dientes para afuera, que “…hay que desuribizar la reelección…la reelección no debe ser un instrumento exclusivo ni excluyente para el actual Presidente”[2].
La demagogia demoscópica
Se dice, olímpicamente, que cómo pueden oponerse los congresistas a la reelección, si ese es el querer del pueblo, como lo muestran recurrentemente las encuestas de opinión. No importa que, con muy contadas excepciones, la intelligentsia de este país, la gente pensante, analistas y politólogos, disientan de ella con fundadas razones, pues, como lo afirma en tono burlón el Representante Roberto Camacho “…los académicos y famosos formadores de opinión, que día a día, salen en los medios de comunicación a dar sus inteligentes puntos de vista sobre la reelección, no han hecho mella en el concepto del pueblo”[3]. Al fin y al cabo, para él, la política no es más que “El arte de hacerles creer a los pueblos que lo están gobernando bien”[4]. Los tiempos en los que eran las masas las que seguían a los líderes y orientadores, parecen ser cosa del pasado; ahora con la banalización de la política es a la inversa, se pretende que sean ellos quienes las sigan ciegamente. Ante semejante dislate, no podemos menos que evocar a Burke, quien escribió en 1790 esta frase lapidaria: “Cuando los líderes optan por convertirse en postores de la subasta de popularidad, su talento no será de utilidad para la construcción del Estado. Se convertirán en aduladores, en lugar de legisladores; en instrumentos del pueblo, en lugar de sus guias”[5].
Como parte de las maquinaciones de Palacio, con el objeto de hacer aprobar, a como diera lugar, la reelección presidencial inmediata, se recurrió a la presión ejercida a través de encuestas diseñadas y filtradas tendenciosamente por fuentes de la Casa de Nariño, en vísperas de la votación decisiva en la Comisión primera de la Cámara. La misma, además de darle el 70.5% de apoyo a la reelección, un 80% de los encuestados respondió negativamente a la capciosa pregunta de si reeligirían a aquellos congresistas que no apoyaran la reelección. Cabe preguntarse, por qué ante iniciativas tan controvertidas como impopulares como las reformas laborales, pensionales o tributarias no se hace otro tanto. Si se apelara a los sondeos o a las encuestas respecto a las mismas, para ver de fijar su posición por parte de los congresistas, jamás de los jamases pasarían tales reformas. Por lo demás, según sondeo de la W F.M, el 51% de quienes fueron objeto de la misma conceptuó que el gobierno manejó pésimamente el tema de la reelección inmediata en su trámite en el Congreso. Sólo el 28% considera que lo hizo bien; sin embargo, el gobierno no se dio por aludido y siguió en sus andanzas y travesuras, pues, para ellos el fin justifica los medios, así sostenga Camus que sólo los medios justifican el fin que se persigue!
De la meritocracia a la mentirocracia
Desde sus inicios este gobierno se hizo lenguas, hablando de meritocracia, de transparencia, de su aversión por la politiquería; pero, a poco andar, el amiguismo, la rosca y el tráfico de influencias empezó a hacer carrera, primero solapadamente y después descaradamente. Empero, el clientelismo y la politiquería llegaron a su paroxismo con el trámite del proyecto de acto legislativo de la reelección por el Congreso de la República. El gobierno en aprietos para lograr las mayorías necesarias, no ha escatimado ningún recurso, por vitando que este sea. Ante las primeras sospechas, el Senador Hector Helí Rojas puso el dedo en la llaga, al denunciar la profusión de nombramientos de parientes o validos de los parlamentarios en la nómina del servicio exterior. Y quién dijo miedo! El propio Presidente de la República se le vino lanza en ristre y descargó sobre él su ira santa y, sin ambages, defendió a capa y espada dicho proceder, escudado en sus altos índices de popularidad. Como dijo La bruyere, “Los mismos vicios que nos parecen enormes e intolerables en los demás, no los advertimos en nosotros mismos”. Sin saber a qué hora, contra todas las previsiones, este gobierno había vuelto a las andadas!
Así diga el Ministro del Interior y de Justicia, Sabas Pretelt De la Vega, que “Es totalmente falso que el gobierno haya dado prebendas para la reelección…son afirmaciones infundadas de la oposición”[6]. Como lo afirma en un reportaje el señor Procurador General, Edgardo Maya, “La prensa ha anunciado que los manzanillos de cuello perfumado han vuelto al ruedo con el trámite de este proyecto”[7]. Dice el refranero popular que cuando el río suena es por que piedras lleva. A quienes cuestionan al gobierno por su esquizofrenia, el asesor de Palacio José obdulio Gaviria les replicó candorosamente que “Hay una situación paradójica, se dice que el gobierno está comprando congresistas y en la Cámara, donde es más fácil comprar los votos(Sic!), se va a perder la elección”[8], cuando se vieron en apuros para su aprobación en la Comisión primera de la Cámara. Dentro de esa misma lógica, podemos concluir que si, finalmente, no se perdió la elección fue por que los representantes dieron su brazo a torcer.
El gobierno parece haber entendido que las enfermedades se curan con una dosis mayor del mismo mal: similla símilibus curantur. Pues, no de otra manera se puede entender que quien con tanta vehemencia reprobaba la politiquería y llegó al extremo de demandar ante la Corte constitucional a los auxilios parlamentarios disfrazados, ahora auspicie aquella y patrocine estos. Y no lo decimos a humo de paja, es que en el articulado del proyecto de marras se revive el tan execrado artículo 4 del Referendo, el mismo al que le llovieron tantas críticas, por que conduce a lo mismo, peor aún, por que al eliminar las partidas globales en el presupuesto, el trámite de este, como tuvimos oportunidad de denunciarlo[9], queda convertido en una virtual tómbola. Será a ello a lo que alude Sandra Ceballos, uno de los alfiles del uribismo “purasangre” cuando afirma que “…hay que revisar ese concepto de los auxilios y buscar que los congresistas podamos mostrar gestión de cara al país”[10]?. Digamos sin eufemismos, que aquí de lo que se trata es de disfrazar los auxilios disfrazados, pues si el ave se mueve como pato, grazna como pato y parece un pato…pues es un pato!
Las mentiras piadosas
Pero, la mentira tiene patas cortas; por más que lo nieguen los hechos desmienten a los voceros del gobierno cuando estos fingen, pretendiendo pasar por recatados impulsores de la reelección. El maniqueísmo siempre va de la mano con el fariseismo y esta vez no fue la excepción. Tanta alharaca contra la politiquería y la corrupción, para terminar haciendo lo mismo que execraban; todo quedó reducido a un clisé, que les sirve de muletilla para engañar incautos. Se comprueba, una vez más, lo que dicen los psicólogos, que todo discurso demasiado enfático y vehemente, suele encubrir lo contrario de lo que pregona. Veamos, sino, lo acontecido en la recta final del trámite de la reelección, en su primera vuelta. Se recurrió a todo, sin escrúpulos; el gobierno no tuvo agüeros para asegurar los votos necesarios tanto en las comisiones como en las plenarias. Debió pagar el gobierno un alto precio por sacar al otro lado su capricho de atornillarse en el poder, empeñando hasta la camisa; así sea, cada vez más evidente que “Llegar al poder para hacer su propia Constitución, no es someterse al Estado de derecho, sino construir uno propio para instalarse en él”[11].
El grotesco espectáculo del trámite y aprobación de la reelección en la Comisión primera de la Cámara tuvo ribetes cantinflescos. Daba grima ver a varios de los ministros zancajeando a los representantes, correteándolos por los pasillos, asediándolos en sus oficinas, en un cabildeo digno de mejor causa, sometiéndolos a un acoso permanente; todo, en aras de arrancarles el sí para el alboroto de la reelección. Claro está, que esto derivaría en los ofrecimientos de halagos, prebendas y canonjías a diestra y siniestra, en un alarde de realismo político que el país no le conocía al gobierno. Según la representante Rosmery Martínez, miembro de dicha Comisión, el propio Presidente llegó a decirle, exasperado como estaba por la suerte del proyecto que cursaba en ese momento en dicha célula legislativa y se votaba el día siguiente, “Hija, pida lo que quiera, pero ayúdeme con el proyecto”[12]. Y como quien las hace se las imagina, para encubrir cuanto acontecía, uno de los escuderos del gobierno, Armando Benedetty, armó un tropel propalando la especie de que la Contraloría y la Registraduría estaban presionando a los congresistas para que denegaran el proyecto.
Una comedia en dos actos
Luego el turno sería para la impudicia, cuando dos aves de paso por el Congreso, Yidis Medina y Teodolindo Avendaño, ambos de filiación conservadora, ambos representantes suplentes, quienes salen del anonimato, como lo hizo en su tiempo el personaje de marras, para protagonizar uno de los capítulos más vergonzosos de esta parodia. La firma de un documento por parte de 18 de los miembros de la Comisión primera de la Cámara de Representantes puso a tambalear la reelección; entre quienes lo habían suscrito estaban estos dos personajes, que no tuvieron empacho después en entonar la palinodia para corresponder la dadivosidad del gobierno. “Tengo derecho a replantear mi pensamiento y el gobierno se comprometió a hacer una mayor inversión social en la zona del Magdalena Medio…”[13] espetó Yidis, para justificar su ignominioso desdoblamiento. Y fue más lejos, atribuyéndole a la “iluminación divina” su indecorosa decisión. Como se suele decir en el argot parlamentario, la inefable Yidis había recibido “oxígeno” de parte del gobierno, qué le vamos a hacer, “…si la conciencia que tiene precio no es más que una mercancía”[14]. Por su parte, sectores del liberalismo terminaron plegándose dócilmente a las mayorías, abanderadas por el más rabioso uribismo, entre quienes cuentan como sus más fervorosos adalides las huestes conservadoras, sostén fundamental de este gobierno. Al gobierno aplica lo que se demandaba de la mujer del Cesar, ser y parecer; mientras que en política lo que parece es. El gobierno ha quedado en evidencia, lo impensable en este gobierno se dio, no sólo es, sino que parece un politiquero más y no podrá seguir aparentando por más tiempo ser el abanderado de la lucha en contra de la politiquería. No se puede pretender tapar el sol con las manos. Ello le ha hecho mucho daño al gobierno, aunque sus áulicos pretendan desestimarlo.
Por medio de estos malabares el gobierno logró su cometido, se vio a gatas, pero finalmente el proyecto de la reelección presidencial fue aprobado por la mínima diferencia; el resultado no es un buen presagio para la segunda vuelta. Por arte de birlibirloque, el mismo proyecto que ocho meses atrás obtuvo sólo 7 votos de los 35 que requería en la Comisión primera de la Cámara de Representantes, logró ahora 18 a favor, 16 en contra y Teodolindo. Este último emprendió las de Villadiego, al mejor estilo del filibusterismo criollo, luego de que lo intimaran en Palacio para que respaldara la reelección, a pesar de su pública reticencia a hacerlo. A estas alturas del partido, el gobierno había perdido cualquier recato y, como se suele decir en Antioquia, asumió para sí que una vez untado un dedo qué problema era meter la mano, para sonsacar a uno más de los remisos y así se hizo. Del representante Teodolindo no se volvió a saber mas, hasta esta semana, cuando saltó nuevamente a la celebridad, cuando a través de Caracol-radio se puso en evidencia la razón de su fuga: le habían nombrado a su hijo como registrador de instrumentos públicos en Cali. Como reza el adagio, cae primero un mentiroso que un cojo. Razón tenía Borges cuando afirmaba que los hombres y los siglos vuelven cíclicamenmte; manes del “hombre de Marinilla”, como apodaban al padre del romanismo. A todas esas, cabe preguntarse con Sor Juana Inés De la Cruz “…¿ O cuál es más de culpar, aunque cualquier mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?
No hay dicha completa
Pero no hay dicha completa, los promotores de la reelección en el Congreso se enredaron en sus propias espuelas y por falta de quórum en la última sesión se les hundió el proyecto gemelo, el que les franqueaba el camino para poder fungir ya fuera como ministro o, por qué no, como embajador. Resta ahora la segunda vuelta con todas sus peripecias; para entonces, el Partido conservador pasará la factura por su apoyo al gobierno y del cumplimiento por parte de este a los compromisos contraídos depende la actitud que asuman sus directivas. En todo caso, ahora, más que nunca, la suerte del Presidente Uribe está enteramente en manos del partido de Caro y Ospina; de este depende también la gobernabilidad del país. Entre tanto el Uribismo y las fracciones liberales que lo acolitan, se conforman con ser simples furgones de cola, expuestos, en cualquier momento a que los conservadores los dejen colgados de la brocha, como ya ha ocurrido en el pasado. Para esta segunda vuelta, además, se requiere de una votación calificada, que no se requería en la primera y para entonces el país estará mucho más polarizado, además de que en materia burocrática, no hay cama para tanta gente. En consecuencia, el margen de maniobra del gobierno será menor; a lo mejor se repetirán los turbios episodios que ya vimos, pues, de este gobierno, para utilizar la expresión del Vicepresidente Santos, se puede esperar cualquier cosa y al final podrá repetir con el Rey Pirro, con otra victoria de estas y estamos perdidos!
El mejor escenario para el gobierno, es que saque avante a los trompicones la reelección y, de contera, prospere su postulación para un segundo mandato. Muchos dan por descontado, pues así lo indican las encuestas, que si Uribe es candidato resulta imparable. Sin embargo, unas son de cal y otras son de arena, no olvidemos que aún estamos en la etapa de los gozosos de su gobierno; no olvidemos que también Bush tuvo su cuarto de hora y cuando aún no tenía competidor al frente las encuestas le daban entre el 65 y el 70%, luego vendría la racha de sus infortunios, que lo tienen hoy 7 puntos por debajo de su contendor, Jhon F Kerry. La popularidad es como la espuma, la opinión pública tiene la misma volatilidad del mercurio y quien en un momento dado se tiene por héroe, a poco andar se trastoca en villano. Cómo es de difícil alcanzar el cenit de una carrera política; pero, cómo es de fácil pasar de la cima a la sima. Los ídolos, aunque no sean de pies de barro, también se desmoronan! No se puede perder de vista, que hoy son otros vientos los que soplan y van en la dirección de la socialdemocracia; el centro se está corriendo hacia la izquierda inexorablemente. El reciente triunfo de Rodríguez Zapatero en España da buena cuenta de ello; él ha podido demostrar que la lucha sin cuartel en contra del narcotráfico y el terrorismo no es un monopolio de la derecha. Cada vez es más evidente que para que tal lucha pueda librarse con éxito se precisa de un gran acuerdo que comprometa a las fuerzas democráticas con una política de Estado, que vaya más allá de la acción meramente represiva, pasando por un compromiso insoslayable en defensa de los derechos humanos. A pesar de Bush y su cruzada, otro mundo es posible!
De las capitulaciones
Pudieron más los pactos simoníacos que los principios; nadie de ellos quiere quedar entre los reductos de las minorías. Cómo contrasta esta actitud con la de los prohombres de nuestro partido Liberal, que no claudicaron ni ante la amenaza ni el halago, que fueron capaces de encarar con arrojo y hasta con estoicismo la exclusión, la persecución y hasta el destierro por defender sus ideas. Ellos fueron capaces de soportar décadas por fuera del gobierno, extrañados de su ejercicio, en la oposición y ahora, hacen legión aquellos quienes no resisten un solo día por fuera de la nómina oficial. Por eso hicieron historia y gracias a ellos todavía pervive el Partido, el mismo que, aunque escarnecido pero nunca vencido, debe asumir el reto, transitar su propio camino. El Partido liberal no le debe temer a asumir el papel de opositor al gobierno, si ello es preciso, así sean pocos los parlamentarios que sigan sus orientaciones; no será la primera ni la última vez que ello ocurriría. Recordemos cómo, en un momento dado, El negro Robles primero y Uribe Uribe después, permanecieron íngrimos en un Congreso adverso, sin que por ello capitularan o defeccionaran; su coraje y bizarría les valió un lugar en la historia. Bien lo ha dicho el expresidente López, “Quien le teme a quedarse sólo, no merece estar acompañado”! Lord Acton sostuvo que “En las democracias la oposición es un órgano de soberanía popular tan vital como el gobierno. Cancelar la oposición significa cancelar la soberanía del pueblo”. Por eso hubo quien dijera que, para beneficio del Estado de derecho, si no existiera la oposición había que inventarla, pues es ella la que garantiza que existan los pesos y los contrapesos (checks and balances), que impiden su descarrilamiento, al tiempo que evita que los gobiernos se puedan descarriar, por la senda de la que denomina Juan Luis Cebrián la democracia fundamentalista. Pocas cosas son más peligrosas que un poder sin contrapesos, en que la voluntad de una persona pretende moldear a su antojo el perfil de un país!
De los pesos y contrapesos
La oposición está llamada a servir de contrafómeque al gobierno, por ello nos parece un atrevimiento el que la “aplanadora” uribista en el Congreso pretenda arrogarse dicho papel, dizque para “…organizar de forma oportuna los debates de control político”, al tiempo que se plantean como objetivo fundamental “…apoyar la gestión del gobierno del Presidente Uribe”. Ellos lo que pretenden es yantar a dos carrillos, asumiendo alternativamente el papel de bancada de gobierno y el de la oposición y, de esta manera, repartirse las dignidades en las mesas directivas y de paso aspirar a que los organismos de control sean también acaparados por ellos, como ya quedó acordado[15]. Llama poderosamente la atención que, en el Documento suscrito, “…para consolidar la coalición política” progubernamental no se hace alusión a la membresía o militancia de los partidos, sino al “orígen” partidista de los firmantes, lo cual delata su falta de consistencia. Esta coalición está pegada con babas y su vigencia será tan efímera como los motivos coyunturales que la hicieron posible. Habrá que esperar qué nos depara la dinámica de la política, como diría Sabas. Ciertamente, la clase política con su comportamiento cada vez se parecen más a la percepción que la opinión pública tiene de ella; de allí que la tenga en tan baja estima. Digamos, para rematar, que la vida es demasiado breve para, además, empequeñecerla con nuestras actitudes.
Indudablemente, los que han llevado la peor parte en este embrollo en que se ha metido al país, son los partidos políticos. Especialmente los dos partidos históricos están hechos trizas, al borde de su disolución, por cuenta de la veleidad reeleccionista y lo peor es que parece no importarle a nadie. Da la impresión de que no se advierta la circunstancia de que no podemos esperar a tener democracia sin partidos políticos, que estos constituyen los pilares fundamentales sobre los que ella descansa. Además de imprescindibles son insustituibles y todo aquello que los lesiona debilita la democracia y la caricaturiza. En aras de la supervivencia de la democracia verdadera y del buen gobierno, de las yidis y de los teodolindos líbranos señor!!!
* Amylkar D. Acosta Medina. Ex presidente del Congreso
Bogotá, junio 21 de 2004
[1] Ver: Amylkar D. Acosta M. De la polarización a la confrontación. Abril, 26 de 2004
[2] El Nuevo Siglo. Gina Parody. Junio, 5 de 2004
[3] El Espectador. Junio, 13 de 2004
[4] Idem
[5] Citado por Giovanni Sartori. En defensa de la representación política.
[6] Semana. Junio, 21 de 2004
[7] El Tiempo. Junio, 20 de 2004
[8] El Colombiano. Junio, 3 de 2004
[9] Amylkar D. Acosta M. La tómbola. Julio, 27 de 2003
[10] El Nuevo Siglo. Junio, 5 de 2004
[11] El Espectador. Lorenzo Madrigal. Abril, 11 de 2004
[12] El Nuevo Siglo. Junio, 3 de 2004
[13] El Espectador. Junio, 6 de 2004
[14] Canal
[15] Ver. Amylkar D. Acosta M. De la polarización a la confrontación. Abril, 26 de 2004
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