Contribución de la Vía Campesina en la lucha global en contra el crimen organizado de las empresas biotecnológicas
07/06/2004
- Opinión
Ninguna nueva tecnología agrícola ha tenido tanta oposición
como la lucha contra los organismos genéticamente
modificados. Campesinos, consumidores, ecologistas,
líderes religiosos, organizaciones de desarrollo han puesto
de manifiesto su rechazo a este intento diseñado por la
industria biotecnológica, para controlar la actividad más
vital del ser humano como es la alimentación.
La introducción de semillas transgénicas en la producción
alimenticia, defiende objetivos opuestos a la soberanía
alimentaria. El principal interés para que se permita la
introducción masiva de transgénicos en el campo, es porque
sobre semillas se reconocen derechos de propiedad
intelectual, porque estas se venden atadas a un paquete
tecnológico que produce insumos producidos por el mismo
puñado de empresas biotecnológicas que producen las
semillas. Los agricultores que deciden entrar en la
cultura de los transgénicos, se ven sujetos a obedecer un
contrato que permite a la empresa inspeccionar sus cultivos
para evaluar su cumplimiento, a pagar un valor adicional
por hectárea por la transferencia de la tecnología
genética, y muchos agricultores han tenido que enfrentar
casos legales y hasta han perdido sus tierras porque la
empresa ha considerado que han violado los términos del
contrato.
El dirigente del Movimiento sin Tierra, Joao Pedro Stedile,
ha dicho que "un pueblo sin soberanía alimentaria es un
pueblo esclavo, dependiente". Bien podríamos añadir que el
país que opta por basar su agricultura en las semillas
transgénicas, pierde su soberanía alimentaria, y por lo
tanto es un país esclavo. Por eso el enfoque de lucha de
la Vía Campesina es para la construcción de pueblos
soberanos.
La lucha de la Vía Campesina en contra de los cultivos
transgénicos, es también en contra del modelo neoliberal y
sus nefastas políticas de ajuste estructural que niegan a
las poblaciones el derecho humano a la alimentación. El
principal organismo promotor de este modelo, la OMC, pero
también el ALCA y los cuerdos bilaterales de libre
comercio, buscan favorecer a las empresas biotecnológicas.
Obligando a los países a reconocer patentes sobre semillas
transgénicas, para después imponer su uso a los países
pobres y obtener ganancias por el pago de regalías.
Las organizaciones que son parte de la Vía Campesina
alrededor del mundo, se han opuesto a la introducción de
semillas transgénicas en la agricultura desde que estas
empezaron a comercializarse de manera masiva. Esto hizo
que en 1999, el líder de la Confederación de campesinos de
Francia José Bové fuera detenido, esposada y apresado por
seis semanas. El eco de las protestas se escucharon en todo
el mundo.
En esta lucha, la Vía Campesina ha jugado un papel
fundamental.
La lucha de la Vía Campesina se diferencia de otras formas
de lucha en contra de los cultivos genéticamente
modificados, porque no se ha limitado únicamente ha hacer
cuestionamientos a la tecnología, ni se ha centrado
solamente en criticar que el impacto que estas nuevas
semillas tendrán en la salud humana, o por la posible
contaminación genética en cultivos orgánicos o
convencionales. Esta incluye además una oposición a las
patentes y del reconocimiento de otras formas de propiedad
intelectual sobre la vida, en contra de la apropiación
monopólica del germoplasma, y por el libre intercambio de
semillas.
Entre las acciones de las organizaciones que son parte de
la Vía Campesina alrededor del mundo, se destacan la quema
de semillas, ensayos y cultivos transgénicos en distintas
partes del mundo.
Las primeras acciones fueron hechas visibles en Francia,
cuando José Bové y otros dirigentes de la Confederación
Campesina, cuando organizaron la destrucción de maíz
genéticamente modificado, que estaba guardado en los silos
de la empresa suiza Novartis, como respuesta a la forma en
que los cultivos trangénicos habían sido introducidos en
Europa.
Luego de la quema, ellos dieron que "No es porque seamos
pasados de moda, o porque sintamos añoranza por los viejos
tiempos, sino porque nos preocupa el futuro. Al momento,
nadie inteligente puede afirmar que el maíz transgénico es
un buen ejemplo de progreso, ni para la agricultura ni para
la economía de un país. Por otro lado, existe una gran
preocupación tanto en la salud humana como en el medio
ambiente relacionada con estos cultivos".
Ellos reconocieron que, aunque su acción fue ilegal, es
totalmente legítima.
José Bové fue detenido, esposado y apresado por seis
semanas, debido a sus acciones en contra de las grandes
transnacionales de la alimentación.
En la India, la organización de la Vía Campesina KRRS de
Karnataka, al sur del país, redujeron a cenizas los tres
campamentos de experimentación de Monsanto existentes en la
región. Posteriormente, se lazó la campaña "Monsanto sal
de la India", como conmemoración del aniversario del día en
que Gandhi le dijo a los británicos que salgan de la India.
10.000 personas enviaron su mensaje a la empresa,
pidiéndole que salga.
Esto fue una respuesta al hecho de que Monsanto había
comprado la más grande empresa de semillas de la India -
MAHYCO- y a la adquisición del más importante instituto de
investigaciones del país, el Instituto Indio de Ciencias en
Bangalore. Adicionalmente, el Gobierno permitió la libre
importación de soja, por lo que las personas que conforman
la campaña "Mujeres por el Derecho a la alimentación"
protestaron ante la posibilidad de ser alimentadas con soya
transgénica. Como reacción a estas acciones, Monsanto
inició una campaña de pruebas de su algodón transgénico,
sin que contara con el permiso de la autoridad regional, ni
de las comunidades locales.
Una alianza de organizaciones campesinas, quemaron un
predio donde Monsanto llevaba a cabo pruebas de algodón
transgénico. Varios años después de adoptadas las semillas
de algodón Bt, el Estado ha visto la necesidad de hacer una
evaluación sobre los impactos de esta nueva tecnología.
Por otro lado en Brasil, el Movimiento sin Tierra, miembro
de la Vía Campesina, ha librado una fuerte oposición a la
introducción de semillas transgénicas en su país. El
Brasil es el segundo productor de soya a nivel mundial, por
lo que ocupa un lugar importante en la estrategia
geopolítica de Monsanto, no sólo porque puede vender
semillas e insumos, sino porque la aceptación de
transgénicos en Brasil, cambia el escenario de la
agricultura biotecnológica en el mundo, porque dejaría sin
oferta de soya no transgénicas al mercado mundial. A eso
responde todos los esfuerzos puestos por Monsanto para que
Brasil ingrese al selecto grupo de países productores de
OGM, como el establecimiento de una red clandestina para
distribuir semillas transgénicas a los campesinos. La
principal fuente de semillas fue Argentina. Cuando sube
Lula, había ya plantaciones de soya transgénica bien
establecidas, especialmente en Río Grande de Sur. Las
organizaciones brasileñas llaman a estas maniobras de
Monsanto como un crimen organizado, por haber difundido
transgénicos en el país, yéndose en contra de la
institucionalidad y para intimidar a la gente.
Las acciones del MST ha incluido la quema de ensayos y
plantaciones transgénicas ilegales, la toma de un
campamento donde Monsanto llevaba a cabo pruebas
experimentales son semillas genéticamente modificadas de
maíz. Hoy este es un centro de investigación sobre
agroecología, llamado Centro Chico Méndez.
El Movimiento sin Tierra ha mantenido una presión constante
al actual gobierno para impedir el ingreso masivo de
semillas transgénicas al país, ya autorizadas por el
Gobierno.
La Vía Campesina ha reiterado su firme y solidaria de
continuar luchando en forma organizada contra el modelo
neoliberal y sus nefastas políticas de ajuste estructural
exigiendo que se garantice el derecho humano a alimentarse
y a la soberanía alimentaria de los pueblos, el respeto a
la biodiversidad de nuestros propios recursos naturales, la
eliminación de los organismos genéticamente modificados
(transgénicos) por ser lesivos a la humanidad y el acceso
de los campesinos, campesinas y pueblos étnicos a las
tierras que históricamente les pertenecen.
Las campañas de Vía Campesina en contra de los organismos
genéticamente modificados, y todo el modelo económico que
los sustenta y al que sirven, han servido de inspiración a
otras organizaciones.
* Elizabeth Bravo es miembro de Acción Ecológica.
https://www.alainet.org/es/articulo/110070?language=en
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