Matanzas por la noche, mentiras y ceguera durante el día
13/09/2003
- Opinión
En los barrios residenciales de Bagdad y en las
ciudades sunitas del norte, la política militar
estadounidense de "dispara primero y pregunta después"
y el colapso de ley y el orden público están cobrando
un alto precio un pueblo destrozado por la guerra.
En el Pentágono, han repuesto la aterradora película de
Gillo Pontecorvo de 1965 sobre la guerra francesa en
Argelia. "La Batalla de Argel", en blanco y negro,
muestra lo que les ocurrió a la guerrilla del FLN
(Frente de Liberación Nacional) y al ejército francés
cuando la guerra se les fue de las manos. Torturas,
asesinatos, bombas trampa, ejecuciones secretas. Como
reveló el "New York Times", los folletos promocionales
que se enviaron a los militares del Pentágono para que
viesen esta magnífica y dolorosa película comenzaban
con estas palabras: "Cómo ganar una batalla contra el
terrorismo y perder la guerra ideológica..." Pero a los
estadounidenses no les hizo falta ver "La Batalla de
Argel".
De hecho, los estadounidenses ya han cometido muchos de
los errores de los franceses en Irak y la guerrilla
iraquí sigue los pasos del FLN. ¿16 manifestantes
asesinados en Fallujah? Olvídelo. ¿12 personas muertas
a tiros por los estadounidenses en Mosul? Agua pasada.
¿10 policías iraquíes tiroteados por tropas
estadounidenses en las afueras de Fallujah? "No tenemos
información al respecto", fue la respuesta
proporcionada la semana pasada por las autoridades de
ocupación la semana pasada. ¿La bomba en la embajada
jordana? ¿La bomba en la sede central de la ONU? ¿Los
126 muertos de Najaf? Olvídelo. Las cosas están
mejorando en Irak. Han tenido suministro eléctrico las
24 horas durante tres días seguidos y no ha habido
bajas americanas en cinco días, hasta que mataron a dos
soldados americanos el viernes.
Así es como los franceses los franceses solían dar las
noticias sobre Argelia. Lo que no sabes no te puede
preocupar. Esto explica porque nunca se comentan los
miles de incidentes violentos en Irak; los voceros de
la autoridad de ocupación no registran los ataques a
estadounidenses que cuestan la vida a civiles a no ser
que impliquen la pérdida de vidas entre las "fuerzas de
la coalición". Basta ir a las morgues de las ciudades
iraquíes para comprobar que todas las noches se produce
una matanza. Las potencias ocupantes insisten en que
los periodistas tienen para visitar los hospitales (Con
suerte puede tardar una semana obtener las
autorizaciones pertinentes), pero las cifras que
proporcionan médicos veteranos indican que es otra la
realidad. En Bagdad, cada día llegan a los tanatorios
70 cadáveres de iraquíes tiroteados. En Najaf, por
ejemplo, las autoridades del cementerio registran un
ingreso diario de hasta veinte víctimas de la
violencia. Se trata en parte de víctimas de disputas
familiares, saqueos o asesinatos por venganza. Sin
embargo, parte de las muertes han sido producto de
tiroteos por parte de las tropas estadounidenses en
puestos de control o en las cada vez más brutales
incursiones llevadas a cabo por las fuerzas de la
coalición en los suburbios de Bagdad y en las ciudades
suníes del norte. Sólo en la semana pasada, los
reporteros que cubrían el caso de las muertes de los
policía de Fallujah se sorprendieron al ver niños
heridos de gravedad ingresar al hospital, tras ser
alcanzados (según explicaron sus familiares) por un
tanque estadounidense que había abierto fuego en un
palmeral en las afueras de la ciudad. Como siempre, las
autoridades de la ocupación no contaban con información
alguna respecto al incidente.
Pero si se considera el número de muertos de Najaf como
cifra representativa para otras dos o tres grandes
ciudades, se suma el número de víctimas bagdadíes
diarias y se multiplica este resultado por siete, casi
1000 los asesinados cada semana y esta cifra es
prudente y a la baja. En algún rincón de las grandes y
oscuras salas marmóreas del palacio del virrey Paul
Bremer a orillas del Tigris, alguien debe estar
calculando estas terroríficas estadísticas. Pero por
supuesto los estadounidenses no nos lo van a contar.
Es como escuchar la emisora de radio controlada por los
estadounidenses en Irak. Las muertes simplemente no se
emiten, a no ser que se produzcan a gran escala como
las bombas de la embajada jordana, la ONU o Najaf. Ni
siquiera se informa de las bajas en las tropas
estadounidenses al momento sino 24 horas más tarde. Al
conducir por las autopistas de Irak, me he visto
obligado a escuchar la única emisora que transmite en
árabe desde Teherán noticias actualizadas sobre la
guerra de guerrillas de Irak: la "Alam Radio".
Es como si los moradores de las salas iluminadas por
las lámparas de araña del Sr. Bremer no considerasen a
Irak como un país real, un lugar trágico y desesperado
cuyo pueblo "liberado" atribuye, de manera cada vez más
frecuente, la culpa de sus miserias a sus
"libertadores". Hace seis semanas, lo único que
pudieron hacer los soldados estadounidenses tras perder
el control y ametrallaron a ocho civiles-incluido un
niño de ocho años-en la ciudad de Mansour fue declarar
que estaban investigando el "incidente". No significa
sin embargo que se tratase de una investigación formal,
nos aclaró rápidamente un coronel estadounidense. Y por
supuesto los asesinatos pronto se olvidaron.
Lo que está ocurriendo dentro del ejército de ocupación
estadounidense es casi tan misterioso como la matanza
de civiles que se produce cada noche. Mi viejo amigo
Tom Friedman, abandonando por un instante su papel de
comentarista mesiánico en el New York Times, hizo
referencia a un acontecimiento directamente vinculado
con este misterio. En un puesto de control de un puente
preguntó a un soldado estadounidense por la ubicación
del funcionario de la ocupación con el que intentaba
reunirse y la respuesta que obtuvo fue:"En el lado
enemigo del puente". El Enemigo. Así llegaron a ver los
franceses a todos los argelinos nativos. Hable con los
soldados en las calles de Bagdad y soltarán un montón
de tacos al pueblo al que se suponía iban a rescatar de
Saddam Hussein en medio de sentidos pedidos por "volver
a casa". Un periodista polaco en Kerbala presenció con
que facilidad se puede venir abajo cualquier intento de
contacto humano. "Los soldados estadounidenses saludan
a los transeúntes con un sonoro Salaam Aleikum (Que la
paz este contigo). Algunos niños iraquíes con un carro
y una mula dicen algo en árabe y de repente se pasan
todos a la vez los dedos por el gaznate. '¡Hijos de
puta!', gritan los Marines antes de que su traductor
les explique que los niños sólo expresan felicidad por
la muerte de los hijos de Saddam Hussein..." Aunque
están a años luz de las atrocidades cometidas por las
fuerzas de seguridad de Saddam, los militares
estadounidenses se están volviendo tan indisciplinados
y brutales como el ejército israelí en Gaza y
Cisjordania. La táctica de "dispara primero y pregunta
después", las letales incursiones en viviendas de
civiles, la muerte de manifestantes y niños durante los
tiroteos, la destrucción de casas, el encarcelamiento
de miles de iraquíes sin juicio o posibilidad de
contacto con sus familias, la negativa a investigar los
asesinatos, el hostigamiento y asesinato de
periodistas, la repetición del"no hay información"
sobre los incidentes sangrientos que conocen
perfectamente, todo esto suena como una cámara de
resonancia del ejército israelí.
Y lo que es más grave, la información proporcionada por
los servicios de inteligencia está tan tergiversada por
la ideología como lo estuvo en la invasión ilegal
angloamericana de Irak. Al no recibir la bienvenida que
merecerían como "libertadores", los estadounidenses han
tenido que convencerse a sí mismos de que sus verdugos
no pueden ser de ningún modo los iraquíes, a excepción
de los famosos restos fieles a Saddam. Deben ser
miembros de "al-Qa'ida", islamistas llegados de Irán,
Siria, Arabia Saudita, Afganistán o Pakistán. Entre los
mil "presos de seguridad" detenidos en el aeropuerto de
Bagdad, 200 están clasificados como extranjeros,
mientras que el número de detenidos sin juicio en Irak
ronda los 5500. Pero en muchos casos la inteligencia
estadounidense no puede ni siquiera descubrir sus
nacionalidades y es altamente posible que algunos
detenidos hayan estado en Irak desde que Saddam invitó
a los árabes a defender Bagdad antes de la invasión.
En realidad, nadie ha presentado la más mínima prueba
de que miembros de al-Qa'ida están introduciéndose en
el país. No se ha informado del avistamiento de ninguno
de estos misteriosos hombres, exceptuando la presencia
de algunos iraquíes armados en los alrededores de los
santuarios de Najaf tras el atentado de bomba del mes
pasado. El presidente Bush y Donald Rumsfeld han
hablado tanto de su supuesta presencia que los
habituales columnistas de derechas de la prensa
estadounidense y los periodistas en general escriben
sobre ellos como si tuviesen existencia real y probada.
La inquietante cinta de Osama bin Laden del 11 de
septiembre sugiere con ironía que él está tan ansioso
por introducir sus hombres en Irak como lo están los
estadounidenses por creer que sus hombres ya se
encuentran en el país.
En la práctica, la fantasía supera a la realidad. Así,
los estadounidenses pueden afirmar que están siendo
atacados por "extranjeros":los infames agentes del mal
contra los que el Sr. Bush libra su "guerra contra el
terror". Pero igualmente pueden dar a entender que el
atentado suicida en la sede de la ONU en Bagdad fue
obra de los guardias de seguridad iraquíes que la ONU
había conservado del régimen de Saddam. Sea cual fuera
la verdad, -el conocimiento experto sobre atentados
suicidas que implicó el ataque a la ONU podría llegar a
sugerir una combinación de miembros del partido Baaz e
islamistas- el mensaje es suficientemente claro: los
estadounidenses están siendo atacados por "terroristas
internacionales" pero en cambio los blandengues de la
ONU están siendo atacados por los mismos asesinos
iraquíes a los que protegieron durante años de
oposición a las sanciones contra Iraq.
Son numerosos los hombres y mujeres extranjeros en
Bagdad, especialmente británicos y estadounidenses, que
trabajan duro para cumplir las falsas promesas hechas
por los señores Bush y Blair acerca de crear una
sociedad iraquí digna y democrática. Uno de ellos es
Chris Woolford, cuyo relato de la vida en el palacio de
mármol de Bremer sólo apareció en el boletín interno de
la Oficina de Regulación de las Telecomunicaciones
británica para la que trabaja de manera regular. El Sr.
Woolford insiste en que existen signos de esperanza en
Irak: el pago de salarios de emergencia a los
funcionarios públicos y la reapertura de las escuelas y
las oficinas administrativas.
Pero merece la pena recordar más fragmentos de su
reveladora descripción de la vida bajoen Bremer. "La
vida en Bagdad sólo se puede describir como extraña",
escribe Woolford. "Estamos emplazados en un gran
recinto dentro del antiguo Palacio Residencial de
Saddam Hussein. El sitio está repleto de gigantescos
salones de mármol, salas de reuniones (que ahora se
utilizan como comedores), una capilla (con murales de
los mísiles Scud) y cientos de habitaciones con
candelabros recargados, que probablemente eran muy
apropiadas como salas de visita pero que no resultan
del todo adecuadas como oficinas y
dormitorios...Trabajo en el ala ministerial del palacio
en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones. En
este ala, cada puerta del pasillo corresponde a un
ministerio diferente. Por ejemplo, en la puerta de al
lado está el Ministerio de Sanidad y justo enfrente el
Ministerio de Economía y Finanzas. Detrás de cada
puerta los miembros militares y civiles de la coalición
(principalmente estadounidenses con algún que otro
británico intercalado) están trabajando
concienzudamente para tratar de resolver los problemas
económicos, sociales y políticos que enfrenta Irak en
la actualidad.
El trabajo que se realiza es sin duda por una buena
causa pero no deja de crear cierta sensación de
extrañeza cuando nuestro contacto con el mundo
exterior, con el Irak real es tan limitado." El Sr.
Woolford describe las dificultades que enfrentan a la
hora de acordar reuniones con sus homólogos
iraquíes;"la APC (Autoridad Provisional de la Coalición
o CPA en inglés) sigue tomando decisiones clave a
puertas cerradas mientras que las decisiones más
importantes se toman directamente en Washington DC."
Tanto peor, entonces, para el consejo interino o el
"gobierno" iraquí nombrado supuestamente para
representar la "democracia" venidera de Irak. En cuanto
a los contactos con sus homólogos iraquíes, el Sr.
Woolford admite que en ocasiones se pide a los
funcionarios iraquíes que " salgan al jardín de su casa
entre las ocho y las nueve de la tarde para poder
llamarlos con nuestros teléfonos vía satélite",un
procedimiento al que sigue la marcha del personal de la
APC parte rumbo a su reunión "con chalecos antibalas y
Humvees (una especie de todo terreno reforzado) que
escolta por delante y por detrás a nuestro vehículo
doble tracción..."
Así es como los Estados Unidos y Gran Bretaña intentan
"reconstruir" una tierra devastada que en la actualidad
es escenario de una guerra de guerrillas que se torna
cada vez más cruel. Pero existe una sensación
persistente entre los iraquíes y los periodistas que
cubren el conflicto: algo va mal con nuestra respuesta
occidental al Nuevo Irak. Nuestras vidas son más
valiosas que las suyas. El "terrible costo humano" de
los meses de verano (una frase de un artículo del New
York Times de la semana pasada) se refería únicamente a
los soldados occidentales.
Lo que resulta evidente es que realmente no nos
importan los iraquíes. Podemos pensar que les queremos
llevar la democracia pero, a nivel individual, no nos
preocupamos por ellos ni por sus vidas. Nosotros les
liberamos. Nos deberían estar agradecidos. Y si ahora
mueren, bueno, nadie dijo que la democracia fuese algo
fácil.
Donald Rumsfeld, que tanto bromeaba acerca de las armas
de destrucción masiva antes de la invasión, admite
ahora que ni llegó a hablar de las AMD [Armas de
destrucción masiva. En inglés, el acrónimo es WMD o
"weapons of mass destruction", N. de T.] con David Kay,
el jefe del equipo liderado por los Estados Unidos que
buscaba el mítico armamento, durante su reciente visita
a Bagdad. Claro que no. Porque no existen. Asimismo, el
Sr. Rumsfeld guarda silencio sobre el número de
víctimas civiles en este país. Ahora no se debe sino
publicitar a los seguidores de su Némesis Bin Laden.
Bin Laden debe estarle agradecido. Igual que los
palestinos. La semana pasada en los campos de
refugiados del Líbano se hablaba de lo sucedido en Irak
como un mensaje de aliento. "Si los árabes pueden
humillar a la superpotencia aliada de Israel", me
explicaba un funcionario palestino en uno de los campos
de Beirut, "¿por qué deberíamos abandonar la lucha
contra los israelíes que no son soldados tan eficaces
como los estadounidenses?" Ésta es la lección que los
argelinos sacaron en claro cuando vieron rendirse al
poderoso ejército francés en Dien Bien Phu [Batalla de
la guerra de independencia de Vietnam librada en 1954 y
que supuso la independencia la colonia, N. de T.]. Los
franceses, al igual que los estadounidenses, habían
logrado asesinar o "liquidar" a muchos de los argelinos
que hubiesen podido negociar un alto el fuego con
ellos. Una de las tareas más difíciles que enfrentó De
Gaulle cuando decidió abandonar Argelia fue la búsqueda
de un interlocutor válido. ¿Pero qué harán los
estadounidenses? La ONU podría haber sido su
interlocutor válido. Sin embargo, ahora se ha
descartado a la ONU como negociadora tras la bomba
suicida en Bagdad. Y a los Bin Laden y demás seguidores
de la secta wahabí no les interesan las negociaciones
de ningún tipo. El Sr. Bush declaró "la guerra sin
fin". Y parece que tanto los iraquíes como los miembros
de la coalición vamos a ser los protagonistas.
Título original: Secret slaughter by night, lies and
blind eyes by day
Autor: Robert Fisk
Origen: The Guardian
Traducido por Juan Amando Calvo Tijero y revisado por
Marcela Serra.
https://www.alainet.org/es/articulo/110020
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