Por una Educación no Discriminadora:
A = 0
30/06/2003
- Opinión
En el alfabeto es así: "A = O". Dos letras diferentes, iguales en
importancia. En la vida de los seres humanos debería naturalmente ser así
también: iguales en derechos humanos y respetados en sus diferencias de
hombres y mujeres. Sin embargo, el río de la historia de la humanidad no ha
seguido ese "curso natural" de las cosas. A lo largo de milenios, la
división sexual del trabajo y los roles sociales atribuidos a hombres y
mujeres han hecho que el género masculino se superpusiera al género femenino
y que las relaciones sociales fundadas en el binomio dominación /
subordinación se cristalizaran en todas las esferas de la vida humana.
El mundo cambió
En los últimos años, la presencia femenina en funciones cada vez más
diferenciadas en el mercado de trabajo, en la política, en la administración,
entre otros sectores, conlleva la necesidad de traducir para el vocabulario
lo que se está viviendo. El movimiento de mujeres fue pionero en identificar
las concepciones estereotipadas de las características y roles atribuidos a
mujeres y hombres y aceptar la diversificación que hoy existe. Rector de
universidad puede ser rectora, así como edil, diputado, senador pueden ser
edila, diputada, senadora. Comisarios, consultores, expertos pueden ser
mujeres u hombres. Una niña recién nacida puede vestirse de blanco, de
verde, de amarillo o aún de azul y es tan deseada cuanto el niño por ser,
como él, un nuevo ser humano. Una niña puede jugar con cochecitos, un niño
puede jugar a las muñecas... sin problemas. En la casa, hombres se turnan
con mujeres en todas las tareas de reproducción de la vida, de la crianza de
los niños y niñas y en los quehaceres del hogar... ¡con mucho gusto!
La vinculación de la mujer al antiguo patrio poder masculino, primero del
padre, después del marido, aliada a los varios tipos de negación e
invisibilidad de la mujer ya se ven como estereotipos de un rasgo social
antiguo, aunque la práctica cotidiana no se haya generalizado todavía. Como
se ha dislocado el eje cultural que hacía que el hombre fuese el núcleo de
las relaciones familiares, comerciales, profesionales e intelectuales, el
desempeño de la mujer en el nuevo status adquirido implica otras exigencias,
que incluyen cambios profundos con relación a lo que aprendimos
tradicionalmente en la educación discriminadora recibida en la familia y
después en la escuela, tanto en el contenido como en el lenguaje de los
libros de historia, geografía, ciencias, gramática, redacción, matemática...
llegando hasta el contenido y el lenguaje de los cursos de derecho,
filosofía, ingeniería, arquitectura y tantos otros de nivel universitario.
Como consecuencia, vino la necesidad de revisar el lenguaje en sus distintas
formulaciones, ejemplos e imágenes que contribuyen a perpetuar los
estereotipos sociales. La revisión del lenguaje se volvió, así, un nuevo
tema de aprendizaje permanente para niños y niñas, jóvenes y personas
adultas, independientemente de la formación académica a que tuvieron acceso.
El lenguaje sexista llegó a ser objeto de estudio tratado en los más
distintos niveles de gobierno, llegando al ámbito de las Naciones Unidas. En
su 24ª sesión, la Asamblea General de la UNESCO examinó la necesidad y la
conveniencia de eliminar de los registros escritos y de los discursos orales
"todas las formas discriminatorias de lenguaje" con relación a la mujer.
Juntamente con otras cuestiones relativas al nuevo status adquirido por la
mujer han sido trabajadas una serie de normas y resoluciones, editados
manuales de estilo y de redacción e implantadas reglas diversas relativas a
esa cuestión. La UNESCO publicó, incluso, una serie de Directrices para un
lenguaje no-sexista.
Un tema planetario de educación permanente
Sin embargo, el lenguaje sexista es fruto de una práctica social sexista,
pautada por la educación sexista que se recibe en la familia, en la escuela,
en las iglesias, en el ambiente de trabajo y de entretenimiento, o a través
de los medios de comunicación. La forma como el pueblo se expresa por su
lenguaje, en el sentido amplio de la palabra, revela cual es su visión de
mundo, cuales son los valores y sentimientos que nortean la dinámica de su
organización social y psicológica. En este sentido, cambiar el lenguaje
sexista significa aceptar el desafío de romper con sistemas de educación y
prácticas sexistas para crear nueva conciencia y nuevas actitudes y formas de
relación entre hombres y mujeres.
Este tema relevado por el más grande movimiento social mundial del siglo XX
el movimiento de mujeres ha entrado en la agenda de varias conferencias
mundiales del último cuarto del siglo XX, cuando las mujeres han emergido en
el escenario internacional. El evento más significativo fue, sin duda, la IV
Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en 1995 en Beijing, China, que
contó con la presencia de 184 países y más de 40 mil mujeres, culminando un
proceso de intensa movilización de las mujeres a escala mundial. En Brasil,
más de 800 grupos participaron del proceso preparatorio.
El resultado mayor de esa conferencia fue la Plataforma Mundial de Acción,
orientada a proteger los derechos humanos de las mujeres, respetando sus
características individuales de raza, etnia, edad, condición física, social,
estado civil y cultura. El gobierno brasileño también ha firmado sin
reservas la Plataforma con el elenco de propuesta que los gobiernos de todo
el mundo deben implementar en las siguientes áreas: pobreza, educación,
salud, violencia, derechos humanos, medio ambiente, comunicación, ejercicio
del poder y participación política.
Por increíble que pueda parecer, algunos representantes de gobiernos
fundamentalistas presentes a la Conferencia han tenido dificultad en firmar
los párrafos en que se afirma que "los derechos de las mujeres son derechos
humanos". Es un dato que revela el alcance de esa cuestión todavía pendiente
en el ámbito planetario. De ahí se ve claramente la necesidad de esfuerzos
especiales para cambiar las mentalidades de cientos de miles de personas que
todavía son formadas de acuerdo a creencias, valores, leyes y costumbres que
han discriminado al sexo femenino durante milenios.
El capítulo de la Plataforma sobre Educación señala algunas de esas
cuestiones a resolver:
- Asegurar la igualdad de acceso a la educación para las mujeres de todas las
edades;
- Erradicar al analfabetismo, asegurando el acceso universal de las niñas a
la enseñanza primaria y secundaria antes del año 2015;
- Aumentar el acceso de las mujeres a la formación profesional y crear
programas educativos para mujeres desempleadas;
- Velar para que las instituciones educacionales respeten los derechos de las
mujeres y niñas a la libertad de conciencia y religión;
- Promover una educación no discriminatoria, eliminando todo y cualquier
dispositivo legal que establezca diferencias por cualquier forma de
discriminación;
- Elaborar currículos y libros didácticos libres de estereotipos para todos
los niveles de enseñanza, incluyendo la formación de personal docente.
Por su vez, la UNESCO, en la V Conferencia de Educación de Jóvenes y Personas
Adultas realizada en Hamburgo en el año 2000, fue muy insistente en la
necesidad de revisar totalmente nuestros patrones mentales, desarrollando
nuevas actitudes y adquiriendo nuevas habilidades para una convivencia
armoniosa entre mujeres y hombres en sociedad. La revisión del lenguaje se
incluye en su expresión más amplia, de representación social, pues al
volverse distinta en las personas jóvenes y adultas repercutirá,
naturalmente, en la educación de niñas y niños. En Campaña por un lenguaje y
una educación no sexistas.
Desde 1991, la Red Latinoamericana de Educación Popular entre Mujeres (REPEM)
realiza, a cada año, una Campaña de Educación No-sexista con fecha marcada:
21 de junio. Ese día, en los varios países del continente, centenares de
miles de textos, poemas, letras de canciones, dibujos, obras de teatro,
concursos, programas radiales y de TV, publicaciones, seminarios, etc,
expresan, en gran diversidad de aproximaciones que "A=0".
Además de las escuelas y universidades, la Campaña busca llegar a las
empresas, órganos públicos, organizaciones de la sociedad civil, donde la
redacción de comunicados y documentos, pronunciamientos y charlas,
publicaciones y materiales educativos puede expresar una nueva postura frente
a la misma cuestión: "A=O". Definitivamente, el reconocimiento de la
igualdad de derechos humanos de hombres y mujeres en su diversidad de
condición humana pasa también por un lenguaje no-sexista. Naturalmente, eso
va a suceder cuando igualmente sea modificada la práctica de las personas que
deciden incluir en sus vidas el "aprendizaje permanente de la partilla del
poder, del saber y del bienquerer entre mujeres y hombres conviviendo en
sociedades que se fundamentan en la igualdad, equidad y reciprocidad.
Porque A=0
Educación no-sexista y no-discriminatoria es educación inclusiva. A partir
de 1998, la campaña cambió de nombre. De educación no-sexista a educación
no-discriminadora. Este cambio llegó como evolución normal de los
acontecimientos y del involucramiento de REPEM con las grandes campañas
contra el racismo, contra la xenofobia, contra la homofobia. Es normal que
así sea. Porque la mujer, discriminada por ser mujer, vive la discriminación
de género de formas diferenciadas a partir de su condición de clase, de raza
y etnia o de edad. De esa manera, la Campaña de educación no-sexista y no-
discriminatoria es, en última instancia, una campaña de educación inclusiva
de todos los seres humanos - mujeres y hombres en los varios ciclos de la
vida.
* Moema L. Viezzer es socióloga y educadora feminista brasileña. Fundadora y
socia honoraria de la Rede Mulher de Educação y fundadora de REPEM.
Traducido del portugués por Beatriz Cannabrava (REPEM Brasil)
https://www.alainet.org/es/articulo/109220
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