FSM 2004
Globalización e inseguridad social
20/01/2004
- Opinión
Esta sesión plenaria ha concentrado un panel de
participantes que vienen de horizontes muy diversos, entre
los cuales está un sindicalista mexicano y varios
intelectuales prestigiosos como Samir Amin y Joseph
Stiglitz. Todos están de acuerdo en el hecho de que uno de
los mayores efectos de la globalización es el aumento de la
inseguridad social a diversos niveles.
Antonio Tujan (Filipinas) comienza por mostrar que la
globalización se explica por el hecho de que las empresas
capitalistas tienen necesidad de abrirse a los mercados de
los países del Sur. El paradigma dominante del
neoliberalismo, que está fundado sobre la idea de "mercado
total", introduce la inseguridad social por tres
mecanismos:
– La mercantilización del trabajo: el trabajo es
considerado como una mercancía y debe permitir a las
empresas adaptarse a las obligaciones de la
concurrencia internacional por su flexibilización. Lo
que conlleva a una precarización de los trabajadores y
aumenta su inseguridad.
– La privatización de la protección social: un sistema
de protección social a dos velocidades está puesta en
escena, con un régimen público de base para los más
desprovistos y un sistema privado para las capas
sociales más acomodadas. Esta evolución vuelve a poner
en entredicho la garantía de una misma cobertura de
riesgos para todos.
– La mercantilización de la agricultura: la mayor parte
de la población de los países del Sur vive de una
agricultura de subsistencia tradicional. La apertura
obligada de las fronteras, y la concurrencia de la
agricultura subvencionada de los países ricos arruina
a los agricultores del Sur.
Cecilia López (Brasil) indica que las grandes potencias han
permitido la elección de Lula, con la condición de que él
no haga reformas importantes y que desarrolle políticas
destinadas a asegurar la estabilidad económica y a
garantizar la seguridad de los inversionistas extranjeros.
Solo son toleradas las políticas sociales destinadas a
resolver con urgencia los problemas más extremos.
Benedicto Martínez (México) testimonia, a partir de su
compromiso sindical, cómo el acuerdo de libre intercambio
con Estados Unidos (TLCAN) ha degradado las condiciones de
trabajo y de vida de los trabajadores mexicanos y no ha
aportado los beneficios anunciados del libre intercambio,
es decir la creación de empleos y salarios decentes.
Explica que el aumento del desempleo proviene en parte de
la relocalización por parte de las multinacionales
norteamericanas, de las maquiladoras de México hacia China.
Es una ilustración adicional de la inseguridad que la
mundialización coloca sobre los hombros de los
trabajadores.
Joseph Stiglitz demuestra, por su lado, el vínculo entre
mundialización e inseguridad social. Denuncia que el tema
de la inseguridad no figura en la agenda de las
organizaciones internacionales. Esta inseguridad social
está vinculada directamente a las políticas neoliberales:
liberalización financiera, privatización y reformas de los
mercados laborales en el sentido de la flexibilización.
Critica fuertemente el "fundamentalismo de mercado" de los
economistas y de los responsables políticos. Ironiza sobre
el hecho de que en momentos en que los economistas del FMI
están reconociendo públicamente ciertos perjuicios de la
liberalización financiera, los responsables de la OMC
retoman la antorcha de esta liberalización en el cuadro de
las negociaciones concernientes al AGCS.
El economista indio Prabhat Patnaik estigmatiza las falsas
ideas de la mundialización. Por ejemplo, es erróneo
considerar que los Estados se han retirado del juego de la
mundialización. En realidad, los Estados guardan su poder,
pero ellos en adelante lo ponen al servicio de los
intereses dominantes de los dueños del capital financiero.
Otra idea falsa: creer que el desarrollo puede ser fundado
sobre el libre intercambio, cuando se sabe que ello solo
se da en el caso muy particular donde el intercambio tiene
lugar entre dos países de talla y del nivel de desarrollo
comparables.
Samir Amin levanta un cuadro de lo que él llama "el
capitalismo realmente existente", un mundo de polarización
creciente y de pauperización. El describe el asalto que
actualmente se perpetra a aquella mitad de la humanidad que
vive de la agricultura. El término "genocidio" está solo
adaptado. El sistema imperialista contemporáneo es el hecho
de la "triada" Estados Unidos, Europa y Japón. En este
nuevo orden mundial, la OMC hace la figura de un ministerio
de las colonias, el FMI del ministerio de las finanzas, el
Banco Mundial del ministerio de la propaganda, mientras que
los Estados Unidos provean las fuerzas armadas. Pero otro
mundo es posible, uno mejor, pero también uno
potencialmente aún más repulsivo. De allí el llamado para
la formación de un frente común por la justicia social.
La intervención más radical viene de Trévor Ngware,
militante sudafricano, para quien el único medio de
devolver la seguridad a los trabajadores es el de rechazar
no solamente el neoliberalismo, sino al capitalismo en
general. Los partidos políticos y las organizaciones
sindicales no están en condiciones de promover este cambio.
Solo los movimientos sociales son susceptibles de asumir
una posición radical en la lucha contra la inseguridad
social.
* Gérard Duménil y Dominique Plihon. ATTAC, Francia.
https://www.alainet.org/es/articulo/109197
Del mismo autor
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- Globalisation et insécurité sociale 20/01/2004
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